Los endemoniados gadarenos

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Mateo > Los endemoniados gadarenos (40:8:28 - 40:8:34)

Una vez llegado a la otra orilla, a la región de los gadarenos, le vinieron al encuentro dos endemoniados que habían salido de los sepulcros. Eran violentos en extremo, tanto que nadie podía pasar por aquel camino.

Y he aquí, ellos lanzaron gritos diciendo: —¿Qué tienes con nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?

Lejos de ellos estaba paciendo un gran hato de cerdos,

y los demonios le rogaron diciendo: —Si nos echas fuera, envíanos a aquel hato de cerdos.

El les dijo: —¡Id! Ellos salieron y se fueron a los cerdos, y he aquí todo el hato de cerdos se lanzó al mar por un despeñadero, y murieron en el agua.

Los que apacentaban los cerdos huyeron, se fueron a la ciudad y lo contaron todo, aun lo que había pasado a los endemoniados.

Y he aquí, toda la ciudad salió al encuentro de Jesús; y cuando le vieron, le rogaban que se fuera de sus territorios.




Jesús sana a un paralítico

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Mateo > Jesús sana a un paralítico (40:9:1 - 40:9:8)

Habiendo entrado en la barca, Jesús pasó a la otra orilla y llegó a su propia ciudad.

Entonces le trajeron un paralítico tendido sobre una camilla. Y viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: —Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados.

He aquí, algunos de los escribas dijeron entre sí: —¡Este blasfema!

Y conociendo Jesús sus pensamientos, les dijo: —¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?

Porque, ¿qué es más fácil decir: “Tus pecados te son perdonados” o decir: “Levántate y anda”?

Pero para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad para perdonar pecados en la tierra, —entonces dijo al paralítico—: ¡Levántate; toma tu camilla y vete a tu casa!

Y se levantó y se fue a su casa.

Cuando las multitudes vieron esto, temieron y glorificaron a Dios, quien había dado semejante autoridad a los hombres.




Llamamiento de Mateo

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Mateo > Llamamiento de Mateo (40:9:9 - 40:9:13)

Pasando de allí más adelante, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado en el lugar de los tributos públicos, y le dijo: “¡Sígueme!” Y él se levantó y le siguió.

Sucedió que, estando Jesús sentado a la mesa en casa, he aquí muchos publicanos y pecadores que habían venido estaban sentados a la mesa con Jesús y sus discípulos.

Y cuando los fariseos le vieron, decían a sus discípulos: —¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?

Al oírlo, Jesús les dijo: —Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos.

Id, pues, y aprended qué significa: Misericordia quiero y no sacrificio. Porque yo no he venido para llamar a justos, sino a pecadores.




La pregunta sobre el ayuno

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Mateo > La pregunta sobre el ayuno (40:9:14 - 40:9:17)

Entonces los discípulos de Juan fueron a Jesús y dijeron: —¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos frecuentemente, pero tus discípulos no ayunan?

Jesús les dijo: —¿Pueden tener luto los que están de bodas mientras el novio está con ellos? Pero vendrán días cuando el novio les será quitado, y entonces ayunarán.

Nadie pone parche de tela nueva en vestido viejo, porque el parche tira del vestido y la rotura se hace peor.

Tampoco echan vino nuevo en odres viejos, porque los odres se rompen, el vino se derrama, y los odres se echan a perder. Más bien, echan vino nuevo en odres nuevos, y ambos se conservan.




La hija de Jairo, y la mujer que tocó el manto de Jesús

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Mateo > La hija de Jairo, y la mujer que tocó el manto de Jesús (40:9:18 - 40:9:26)

Mientras él hablaba estas cosas, he aquí vino un hombre principal y se postró delante de él diciéndole: —Mi hija acaba de morir. Pero ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá.

Jesús se levantó y le siguió con sus discípulos.

Y he aquí una mujer que sufría de hemorragia desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto;

porque ella pensaba dentro de sí: “Si solamente toco su vestido, seré sanada.”

Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: —Ten ánimo, hija, tu fe te ha salvado. Y la mujer fue sanada desde aquella hora.

Cuando Jesús llegó a la casa del principal y vio a los que tocaban las flautas y a la multitud que hacía bullicio,

les dijo: —Apartaos, porque la muchacha no ha muerto, sino que duerme. Y se burlaban de él.

Cuando habían sacado a la gente, él entró y la tomó de la mano; y la muchacha se levantó.

Y salió esta noticia por toda aquella tierra.