Los obreros de la viña

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Mateo > Los obreros de la viña (40:20:1 - 40:20:16)

Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, dueño de un campo, que salió al amanecer a contratar obreros para su viña.

Habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña.

Salió también como a la tercera hora y vio que otros estaban en la plaza desocupados,

y les dijo: “Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo.” Y ellos fueron.

Salió otra vez como a la sexta hora y a la novena hora, e hizo lo mismo.

También alrededor de la undécima hora salió y halló que otros estaban allí, y les dijo: “¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados?”

Le dijeron: “Porque nadie nos ha contratado.” Les dijo: “Id también vosotros a la viña.”

Al llegar la noche, dijo el señor de la viña a su mayordomo: “Llama a los obreros y págales el jornal. Comienza desde los últimos hasta los primeros.”

Entonces vinieron los que habían ido cerca de la undécima hora y recibieron cada uno un denario.

Y cuando vinieron, los primeros pensaron que recibirían más; pero ellos también recibieron un denario cada uno.

Al recibirlo, murmuraban contra el dueño del campo,

diciendo: “Estos últimos trabajaron una sola hora, y los has hecho iguales a nosotros, que hemos soportado el peso y el calor del día.”

Pero él respondió y dijo a uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No conviniste conmigo en un denario?

Toma lo que es tuyo y vete. Pero quiero darle a este último como a ti.

¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes envidia porque soy bueno?”

Así, los últimos serán primeros, y los primeros últimos.




Nuevamente Jesús anuncia su muerte

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Mateo > Nuevamente Jesús anuncia su muerte (40:20:17 - 40:20:19)

Mientras Jesús subía a Jerusalén, tomó a sus doce discípulos aparte y les dijo en el camino:

—He aquí, subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte.

Le entregarán a los gentiles para que se burlen de él, le azoten y le crucifiquen; pero al tercer día resucitará.




Petición de Santiago y de Juan

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Mateo > Petición de Santiago y de Juan (40:20:20 - 40:20:28)

Entonces se acercó a él la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo.

El le dijo: —¿Qué deseas? Ella le dijo: —Ordena que en tu reino estos dos hijos míos se sienten el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.

Entonces respondiendo Jesús dijo: —No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo he de beber? Ellos le dijeron: —Podemos.

Les dijo: —A la verdad, beberéis de mi copa; pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es mío concederlo, sino que es para quienes lo ha preparado mi Padre.

Cuando los diez oyeron esto, se enojaron contra los dos hermanos.

Entonces Jesús los llamó y les dijo: —Sabéis que los gobernantes de los gentiles se enseñorean sobre ellos, y los que son grandes ejercen autoridad sobre ellos.

Entre vosotros no será así. Más bien, cualquiera que anhele ser grande entre vosotros será vuestro servidor;

y el que anhele ser el primero entre vosotros, será vuestro siervo.

De la misma manera, el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.




Dos ciegos reciben la vista

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Mateo > Dos ciegos reciben la vista (40:20:29 - 40:20:34)

Saliendo ellos de Jericó, le siguió una gran multitud.

Y he aquí dos ciegos estaban sentados junto al camino, y cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron diciendo: —¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!

La gente les reprendía para que se callasen, pero ellos gritaron aun más fuerte diciendo: —¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!

Jesús se detuvo, los llamó y les dijo: —¿Qué queréis que os haga?

Le dijeron: —Señor, que sean abiertos nuestros ojos.

Entonces Jesús, conmovido dentro de sí, les tocó los ojos; y de inmediato recobraron la vista y le siguieron.




La entrada triunfal en Jerusalén

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Mateo > La entrada triunfal en Jerusalén (40:21:1 - 40:21:11)

Cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagé, junto al monte de los Olivos, entonces Jesús envió a dos discípulos,

diciéndoles: —Id a la aldea que está frente a vosotros, y en seguida hallaréis una asna atada, y un borriquillo con ella. Desatadla y traédmelos.

Si alguien os dice algo, decidle: “El Señor los necesita, y luego los enviará.”

Todo esto aconteció para cumplir lo dicho por el profeta, cuando dijo:

Decid a la hija de Sion: “He aquí tu Rey viene a ti, manso y sentado sobre una asna y sobre un borriquillo, hijo de bestia de carga.”

Los discípulos fueron e hicieron como Jesús les mandó.

Trajeron el asna y el borriquillo y pusieron sobre ellos sus mantos, y él se sentó encima de ellos.

La mayor parte de la multitud tendió sus mantos en el camino, mientras otros cortaban ramas de los árboles y las tendían por el camino.

Las multitudes que iban delante de él y las que le seguían aclamaban diciendo: —¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!

Cuando él entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió diciendo: —¿Quién es éste?

Y las multitudes decían: —Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea.