Exhortación a edificar el templo

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Hageo > Exhortación a edificar el templo (37:1:1 - 37:1:15)

En el primer día del mes sexto del segundo año del rey Darío, vino por medio del profeta Hageo la palabra de Jehovah para Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y para Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, diciendo:

“Así ha dicho Jehovah de los Ejércitos: Este pueblo dice que aún no ha llegado el tiempo en que sea reedificada la casa de Jehovah.”

Vino, pues, la palabra de Jehovah por medio del profeta Hageo, diciendo:

“¿Acaso es tiempo de que vosotros habitéis en vuestras casas enmaderadas mientras que esta casa está en ruinas?

Así ha dicho Jehovah de los Ejércitos: Reflexionad acerca de vuestros caminos.

Habéis sembrado mucho, pero habéis recogido poco; coméis, pero no os saciáis; bebéis, pero no quedáis satisfechos; os vestís, pero no os abrigáis; y el jornalero recibe su jornal en bolsa rota.”

Así ha dicho Jehovah de los Ejércitos: “Reflexionad acerca de vuestros caminos.

Subid al monte, traed madera y reedificad el templo. Yo tendré satisfacción en ello y seré honrado, ha dicho Jehovah.

Pero vosotros buscáis mucho y halláis poco; y lo que lleváis a casa, de un soplo yo lo hago desaparecer. ¿Por qué?, dice Jehovah de los Ejércitos. Porque mi casa está en ruinas, mientras que cada uno de vosotros se ocupa de su propia casa.

Por eso, por causa vuestra, los cielos retuvieron la lluvia, y la tierra retuvo su fruto.

Además, llamé la sequía sobre la tierra y sobre los montes; sobre el trigo, sobre el vino nuevo, sobre el aceite y sobre todo lo que la tierra produce; sobre los hombres, sobre el ganado y sobre todo trabajo de las manos.”

Zorobabel hijo de Salatiel, el sumo sacerdote Josué hijo de Josadac, y todo el remanente del pueblo escucharon la voz de Jehovah su Dios y las palabras del profeta Hageo, como lo había enviado Jehovah su Dios. Y el pueblo temió ante la presencia de Jehovah.

Entonces Hageo, mensajero de Jehovah, habló al pueblo con el mensaje de Jehovah, diciendo: “Yo estoy con vosotros,” dice Jehovah.

Y Jehovah despertó el espíritu de Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, el espíritu de Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, y el espíritu de todo el remanente del pueblo, y ellos acudieron y emprendieron la obra de la casa de Jehovah de los Ejércitos, su Dios,

en el día 24 del mes sexto del segundo año del rey Darío.




La gloria del nuevo templo

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Hageo > La gloria del nuevo templo (37:2:1 - 37:2:9)

En el día 21 del mes séptimo, vino la palabra de Jehovah por medio del profeta Hageo, diciendo:

“Habla, pues, a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá; a Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote; y al resto del pueblo, diciendo:

¿Quién de los que han quedado entre vosotros vio este templo en su primera gloria? ¿Y cómo lo veis ahora? ¿No es éste como nada delante de vuestros ojos?

Ahora pues, esfuérzate, oh Zorobabel, dice Jehovah; esfuérzate también tú, oh Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote. Esfuércese todo el pueblo de la tierra, dice Jehovah, y actuad; porque yo estoy con vosotros, dice Jehovah de los Ejércitos.

Según el pacto que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto, mi Espíritu estará en medio de vosotros. No temáis,

porque así ha dicho Jehovah de los Ejércitos: Dentro de poco yo estremeceré los cielos y la tierra, el mar y la parte seca.

Estremeceré todas las naciones, y vendrán los tesoros deseados de las naciones. Y llenaré este templo de gloria, ha dicho Jehovah de los Ejércitos.

Mía es la plata y mío es el oro, dice Jehovah de los Ejércitos.

La gloria de este último templo será mayor que la del primero, ha dicho Jehovah de los Ejércitos. Y daré la paz en este lugar,” dice Jehovah de los Ejércitos.




La infidelidad del pueblo es reprendida

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Hageo > La infidelidad del pueblo es reprendida (37:2:10 - 37:2:19)

En el día 24 del mes noveno del segundo año de Darío, vino la palabra de Jehovah por medio del profeta Hageo, diciendo:

“Así ha dicho Jehovah de los Ejércitos: Pregunta, pues, a los sacerdotes acerca de la ley, diciendo:

Si alguien lleva carne sagrada en el extremo de su vestidura y con el extremo de la misma toca pan, guiso, vino, aceite o cualquier otra comida, ¿llegarán estas cosas a ser sagradas?” Los sacerdotes respondieron diciendo: —No.

Hageo dijo: —Si alguna persona impura a causa de contacto con un cadáver toca alguna de estas cosas, ¿llegará ésta a ser impura? Le respondieron: —Sí, será impura.

Y Hageo respondió: —”Lo mismo sucede delante de mí con este pueblo y con esta nación,” dice Jehovah, “de manera que toda la obra de sus manos y todo lo que ofrecen aquí es impuro.

Ahora pues, reflexionad desde este día en adelante, antes de poner piedra sobre piedra en el templo de Jehovah:

¿Qué os pasa? Venís a un montón de veinte medidas, y hay sólo diez; y venís al lagar para sacar cincuenta medidas, y hay sólo veinte.

Os he golpeado en toda la obra de vuestras manos con tizón, añublo y granizo, pero no os habéis vuelto a mí, dice Jehovah.

Reflexionad desde este día en adelante, desde el día 24 del mes noveno, el día en que son puestos los cimientos del templo de Jehovah. Reflexionad:

¿Todavía hay semilla en el granero? Si bien ni la vid, ni la higuera, ni el granado, ni el árbol de olivo han producido todavía, desde este día os daré bendición.”




Promesa de Jehová a Zorobabel

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Hageo > Promesa de Jehová a Zorobabel (37:2:20 - 38:11:17)

En el día 24 del mismo mes, vino por segunda vez la palabra de Jehovah a Hageo, diciendo:

“Habla a Zorobabel, gobernador de Judá, diciendo: Yo estremeceré los cielos y la tierra.

Trastornaré el trono de los reinos y destruiré la fuerza del reino de las naciones. Trastornaré el carro y a los que suben en él. Caerán los caballos y los que montan en ellos, cada cual por la espada de su hermano.

En aquel día, dice Jehovah de los Ejércitos, te tomaré a ti, oh Zorobabel hijo de Salatiel, siervo mío, y te pondré como anillo de sellar, porque yo te he escogido,” dice Jehovah de los Ejércitos.

Apacenté, pues, las ovejas destinadas al matadero, a cuenta de los comerciantes de ovejas. Entonces tomé dos cayados; al uno le puse por nombre Gracia, y al otro, Vínculo. Y apacenté las ovejas.

Eliminé a tres pastores en un mes. Mi alma se impacientó por causa de ellos, y también el alma de ellos se hastió de mí.

Entonces dije: “No os apacentaré más. ¡La que muere, que muera; la que se descarría, que se descarríe; y las que queden, que devore cada una a su compañera!”

Entonces tomé mi cayado Gracia y lo quebré para anular mi pacto que hice con todos los pueblos.

En aquel día fue anulado; y los que comerciaban con ovejas y que me observaban, reconocieron que era palabra de Jehovah.

Y les dije: “Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo.” Y pesaron por salario mío treinta piezas de plata.

Entonces Jehovah me dijo: “Echalo al tesoro. ¡Magnífico precio con que me han apreciado!” Yo tomé las treinta piezas de plata y las eché en el tesoro, en la casa de Jehovah.

Y quebré luego mi segundo cayado Vínculo para romper la fraternidad entre Judá e Israel.

Entonces Jehovah me dijo: “Toma además la bolsa de un pastor insensato,

porque he aquí yo levanto en la tierra a un pastor que no atenderá a la descarriada, ni buscará a la perdida, ni curará a la perniquebrada. No mantendrá a la que está en pie, sino que se comerá la carne de la engordada y romperá sus pezuñas.

¡Ay del pastor inútil que abandona el rebaño! La espada hiera su brazo y su ojo derecho. Séquese del todo su brazo, y oscurézcase por completo su ojo derecho.”




Liberación futura de Jerusalén

Imagen Liberación futura de Jerusalén 1
Enviado por Joel Duarte Duarte

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Zacarías > Liberación futura de Jerusalén (38:12:1 - 38:13:6)

Profecía: La palabra de Jehovah acerca de Israel. Jehovah, que extiende los cielos, que pone los cimientos de la tierra y forma el espíritu del hombre dentro de él, dice:

“He aquí, yo haré de Jerusalén una copa de vértigo para todos los pueblos de alrededor. Pero también será contra Judá durante el asedio contra Jerusalén.

Sucederá en aquel día que yo haré de Jerusalén una piedra pesada para todos los pueblos; todos los que la levanten de hecho quedarán lacerados. Y todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella.

“En aquel día golpearé con pánico todo caballo, y con locura al que cabalga en él, dice Jehovah. Tendré mis ojos abiertos sobre la casa de Judá, pero heriré con ceguera todo caballo de los pueblos.

Y los gobernantes de Judá dirán en su corazón: ¡Los habitantes de Jerusalén tienen fuerza en su Dios, Jehovah de los Ejércitos!

En aquel día convertiré a los dirigentes de Judá en brasero de fuego entre la leña y en tea de fuego entre las gavillas. Consumirán a derecha y a izquierda a todos los pueblos de alrededor, pero Jerusalén será habitada otra vez en su mismo lugar.

Y Jehovah librará primero las moradas de Judá, para que la gloria de la casa de David y de los habitantes de Jerusalén no se engrandezca sobre Judá.

“En aquel día Jehovah defenderá a los habitantes de Jerusalén. El que sea débil entre ellos, en aquel día será delante de ellos como David. Y la casa de David será delante de ellos como Dios, como el ángel de Jehovah.

“En aquel día sucederá que buscaré destruir a todos los pueblos que vengan contra Jerusalén.

Y derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de súplica. Mirarán al que traspasaron y harán duelo por él con duelo como por hijo único, afligiéndose por él como quien se aflige por un primogénito.

“En aquel día habrá gran duelo en Jerusalén, como el duelo de Hadad-rimón, en el valle de Meguido.

La tierra lamentará, familia por familia: la familia de la casa de David aparte, y sus mujeres aparte; la familia de la casa de Natán aparte, y sus mujeres aparte;

la familia de la casa de Leví aparte, y sus mujeres aparte; la familia de Simei aparte, y sus mujeres aparte.

Todas las otras familias lo harán también, familia por familia, y sus mujeres aparte.

“En aquel día habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, a fin de limpiar el pecado y la impureza.

“En aquel día sucederá que eliminaré de la tierra los nombres de los ídolos, y nunca más vendrán a la memoria, dice Jehovah de los Ejércitos. Y eliminaré de esta tierra, tanto a los profetas, como al espíritu de impureza.

Sucederá que cuando alguno vuelva a profetizar, su padre y su madre que lo engendraron le dirán: ¡No vivirás, porque has hablado mentira delante de Jehovah! Y cuando profetice, su padre y su madre que lo engendraron lo traspasarán con lanza.

“En aquel día sucederá que todos los profetas se avergonzarán de su visión cuando profeticen. Nunca más se vestirán con manto de pelo para engañar.

Y dirá uno de ellos: Yo no soy profeta; soy labrador de la tierra, pues la tierra es mi ocupación desde mi juventud.

Le preguntarán: ¿Qué heridas son éstas en tus manos? Y él responderá: Con ellas fui herido en la casa de mis amigos.