Acusación contra los dirigentes de Israel

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Miqueas > Acusación contra los dirigentes de Israel (33:3:1 - 33:3:12)

Dije: ¡Escuchad, por favor, oh jefes de Jacob y magistrados de la casa de Israel! ¿Acaso no os corresponde a vosotros conocer el derecho?

Pero vosotros aborrecéis lo bueno y amáis lo malo. Les arrancáis su piel y su carne de sobre sus huesos;

y asimismo, coméis la carne de mi pueblo. Desolláis la piel de sobre ellos; quebrantáis y desmenuzáis sus huesos como si estuvieran destinados para la olla, como si fueran carne en el caldero.

Entonces clamaréis a Jehovah, pero él no os responderá. En aquel tiempo esconderá su rostro de vosotros, porque hicisteis obras malvadas.

Así ha dicho Jehovah acerca de los profetas que hacen errar a mi pueblo, que muerden con sus dientes y proclaman: “Paz”; y al que no les da de comer le declaran guerra santa.

Por tanto, habrá para vosotros noche sin visión y oscuridad sin predicción. Se pondrá el sol sobre los profetas, y el día se oscurecerá sobre ellos.

Serán avergonzados los videntes, y confundidos los adivinos. Todos ellos se cubrirán hasta sus labios, porque no habrá respuesta de Dios.

En cambio, yo estoy lleno del poder del Espíritu de Jehovah, de juicio y de valor, para declarar a Jacob su rebelión y a Israel su pecado.

Oíd, pues, esto, oh jefes de la casa de Jacob y magistrados de la casa de Israel que hacéis abominable el juicio y pervertís todo lo que es recto.

Vosotros edificáis a Sion con sangre y a Jerusalén con iniquidad.

Sus jefes juzgan por soborno, sus sacerdotes enseñan sólo por paga y sus profetas predicen por dinero, y se apoyan en Jehovah diciendo: “¿Acaso no está Jehovah entre nosotros? ¡No vendrá el mal sobre nosotros!”

Por tanto, por culpa de vosotros Sion será arada como campo. Jerusalén será convertida en un montón de ruinas; y el monte del templo, en cumbres boscosas.




Reinado universal de Jehová

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Miqueas > Reinado universal de Jehová (33:4:1 - 33:4:5)

Acontecerá en los últimos días que el monte de la casa de Jehovah será establecido como cabeza de los montes, y será elevado más que las colinas; y correrán a él los pueblos.

Muchas naciones vendrán y dirán: “Venid, subamos al monte de Jehovah y a la casa del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos, y nosotros caminemos por sus sendas.” Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehovah.

El juzgará entre muchos pueblos y arbitrará entre naciones poderosas, hasta las más distantes. Y convertirán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra.

Cada uno se sentará debajo de su vid y debajo de su higuera. Y no habrá quien los amedrente, porque la boca de Jehovah de los Ejércitos ha hablado.

Aunque ahora todos los pueblos anden cada uno en el nombre de sus dioses, con todo, nosotros andaremos en el nombre de Jehovah nuestro Dios, eternamente y para siempre.




Israel será redimido del cautiverio

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Miqueas > Israel será redimido del cautiverio (33:4:6 - 33:4:10)

“En aquel día, dice Jehovah, juntaré a la oveja que cojea y recogeré a la rechazada que yo maltraté.

De la que cojea haré un remanente, y de la agobiada haré una nación poderosa. Y Jehovah reinará sobre ellos en el monte Sion, desde ahora y para siempre.

Y tú, oh torre del rebaño, colina de la hija de Sion, a ti vendrá el gobierno de antaño; el reino vendrá a la hija de Jerusalén.”

Ahora, ¿por qué gritas tanto? ¿Es que no hay rey en ti? ¿Acaso ha perecido tu consejero? ¿Te ha sobrevenido dolor como a una mujer que da a luz?

Sufre dolor y gime como una mujer que da a luz, oh hija de Sion, porque ahora saldrás de la ciudad, su guarida, de rapiña.




La ira vengadora de Dios

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Nahúm > La ira vengadora de Dios (34:1:1 - 34:1:14)

La profecía acerca de Nínive. Libro de la visión de Nahúm, de Elcós.

¡Dios celoso y vengador es Jehovah! Vengador es Jehovah, y está indignado. Jehovah se venga de sus adversarios y guarda su enojo contra sus enemigos.

Jehovah es lento para la ira y grande en poder. De ninguna manera dará por inocente al culpable. Jehovah marcha en el huracán y en la tempestad; las nubes son el polvo de sus pies.

Reprende al mar y hace que se seque, y reseca todos los ríos. Basán y el Carmelo se marchitan; se marchita la flor del Líbano.

Las montañas se estremecen delante de él, y las colinas se derriten. Ante su presencia queda desolada la tierra, el mundo y todos los que lo habitan.

¿Quién resistirá delante de su ira? ¿Quién quedará en pie ante el furor de su enojo? Su ira se vierte como fuego, y se desmenuzan las peñas delante de él.

¡Bueno es Jehovah! Es una fortaleza en el día de la angustia, y conoce a los que en él se refugian.

Pero arrasa con impetuosa inundación al que se levanta contra él. ¡Aun en las tinieblas perseguirá a sus enemigos!

¿Qué tramáis contra Jehovah? ¡El arrasará y no tomará venganza dos veces de su enemigo!

Cual espinas entretejidas y cual borrachos en su embriaguez, serán consumidos como paja seca.

De ti salió un consejero de Belial que tramó el mal contra Jehovah.

Pero así ha dicho Jehovah: “Aunque vivan reposadamente y sean muchos, con todo serán cortados y pasarán. Y aunque yo te haya afligido, no te afligiré más.

Ahora quebraré su yugo de sobre ti y romperé tus coyundas.”

Pero acerca de ti, Jehovah ha mandado: “Nunca más sea mencionado tu nombre. De la casa de tu dios destruiré los ídolos y las imágenes de fundición, y la convertiré en sepulcro; porque fuiste vil.”




Anuncio de la caída de Nínive

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Nahúm > Anuncio de la caída de Nínive (34:1:15 - 34:2:12)

¡He aquí sobre los montes los pies del que trae buenas nuevas, del que anuncia la paz! ¡Celebra, oh Judá, tus fiestas; cumple tus votos, porque nunca más volverá a pasar sobre ti aquel inicuo, pues ha sido completamente destruido!

El destructor ha subido contra ti. Guarda el baluarte, observa el camino, cíñete la cintura, esfuérzate mucho.

Jehovah restaurará la exuberancia de Jacob como la exuberancia de Israel, aunque los saqueadores los saqueen y estropeen sus ramas.

Los escudos de sus valientes están enrojecidos; sus valientes están vestidos de escarlata. En el día de su preparación, sus carros de guerra son como fuego de antorchas, y los jinetes se estremecen.

Sus carros se movilizan alocadamente en las calles, y se desplazan de un lado a otro en las plazas. Parecen antorchas; como relámpagos corren de un lado a otro.

Se dará aviso a sus valientes, y ellos acudirán atropellándose. Se apresurarán hacia sus muros, y se alistará la cubierta de escudos.

Las compuertas de los canales habrán sido abiertas, y el palacio quedará arrasado.

La reina será sacada y llevada en cautividad. Sus criadas gemirán como palomas y se golpearán el pecho.

Nínive ha sido, desde tiempos antiguos, como un estanque de aguas; pero ahora éstas huyen. “¡Deteneos, deteneos!” Pero nadie vuelve atrás.

¡Saquead la plata, saquead el oro! ¡No tienen límites la calidad y el peso de todos los objetos preciosos!

¡Desolación, devastación y destrucción! Los corazones desfallecen, las rodillas tiemblan, los lomos se estremecen; las caras de todos palidecen.

¿Dónde está, pues, la guarida de los leones y la cueva de los leoncillos, donde se cobijaban el león, la leona y los cachorros, sin que hubiera quien los atemorizara?

El león destrozaba para sus cachorros y estrangulaba para sus leonas. Llenaba de presa sus cavernas; y libraré de sus manos.”