Lamento de Jeremías

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Lamento de Jeremías (24:20:7 - 24:20:18)

Tú me has persuadido, oh Jehovah, y yo fui persuadido. Fuiste más fuerte que yo, y has prevalecido. Todo el día he sido objeto de risa; cada cual se burla de mí.

Porque cada vez que hablo, grito; proclamo: “¡Violencia y destrucción!” Pues la palabra de Jehovah me ha sido afrenta y escarnio todo el día.

Digo: “No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre.” Pero hay en mi corazón como un fuego ardiente, apresado en mis huesos. Me canso de contenerlo y no puedo.

He oído la calumnia de muchos: “¡El terror está por todas partes! ¡Denunciadlo, y denunciémoslo!” Todos mis hombres de confianza aguardan mi tropiezo. Dicen: “Quizás sea persuadido, y prevalezcamos contra él y tomemos de él venganza.”

Pero Jehovah está conmigo como poderoso adalid. Por eso los que me persiguen tropezarán y no prevalecerán. Serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán. Tendrán perpetua afrenta, que jamás será olvidada.

Oh Jehovah de los Ejércitos, que escudriñas a los justos y ves la conciencia y el corazón, deja que yo vea tu venganza contra ellos; porque ante ti he expuesto mi causa.

Cantad a Jehovah, alabad a Jehovah, porque ha librado el alma del necesitado de la mano de los malhechores.

Maldito sea el día en que nací; no sea bendito el día en que mi madre me dio a luz.

Maldito el hombre que dio a mi padre las nuevas, diciendo: “Un hijo varón te ha nacido,” causándole mucha alegría.

Sea tal hombre como las ciudades que Jehovah desoló sin misericordia. Oiga alarma de mañana y gritos de guerra a mediodía;

porque no me hizo morir en el vientre. Así mi madre hubiera sido mi tumba; su vientre hubiera quedado encinta para siempre.

¿Para qué salí del vientre? ¿Para ver sufrimiento y tormento? ¿Para que mis días se consuman en vergüenza?




Jerusalén será destruida

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Jerusalén será destruida (24:21:1 - 24:21:14)

La palabra que vino a Jeremías de parte de Jehovah, cuando el rey Sedequías envió a él a Pasjur hijo de Malquías y al sacerdote Sofonías hijo de Maasías, para que le dijesen:

“Por favor, consulta por nosotros a Jehovah, porque Nabucodonosor rey de Babilonia nos hace la guerra. Quizás Jehovah haga con nosotros según todas sus maravillas, y aquél se vaya de nosotros.”

Entonces Jeremías les dijo: “Diréis a Sedequías

que así ha dicho Jehovah Dios de Israel: He aquí que yo haré volver atrás las armas de guerra que están en vuestras manos, con las cuales vosotros combatís contra el rey de Babilonia y contra los caldeos que os tienen sitiados fuera de la muralla. Y los reuniré en medio de esta ciudad.

Yo mismo combatiré contra vosotros con mano extendida y brazo fuerte, con furor, ira y gran indignación.

Heriré a los habitantes de esta ciudad, a los hombres y los animales; por una gran peste morirán.

Después de eso, dice Jehovah, entregaré en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, a Sedequías rey de Judá, a sus servidores, al pueblo y a los que queden en la ciudad después de la peste, de la espada y del hambre. Los entregaré en mano de sus enemigos y en mano de los que buscan sus vidas. El los herirá a filo de espada. No les tendrá compasión, no tendrá lástima ni tendrá misericordia.

“Y dirás a este pueblo que así ha dicho Jehovah: He aquí, yo pongo delante de vosotros el camino de la vida y el camino de la muerte:

El que se quede en esta ciudad morirá por la espada, por el hambre o por la peste. Pero el que salga y se pase a los caldeos, que os tienen sitiados, vivirá; su vida le será por botín.

Porque he puesto mi rostro contra esta ciudad para mal, no para bien, dice Jehovah. Será entregada en mano del rey de Babilonia, y él la incendiará.

“Y a la casa del rey de Judá dirás: Oíd la palabra de Jehovah,

oh casa de David. Así ha dicho Jehovah: Juzgad cada mañana con justicia y librad a quien es despojado de mano del opresor, para que, por la maldad de vuestras obras, no salga mi ira como fuego y se encienda, y no haya quien la apague.

He aquí, yo estoy contra ti, oh moradora del valle, oh roca de la llanura. A vosotros que decís: ¿Quién marchará contra nosotros, o quién entrará en nuestras viviendas?, dice Jehovah,

yo os castigaré conforme al fruto de vuestras obras, dice Jehovah. Y prenderé fuego a su bosque, el cual devorará todos sus alrededores.”




Profecías contra los reyes de Judá

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Profecías contra los reyes de Judá (24:22:1 - 24:22:30)

Así ha dicho Jehovah: “Desciende a la casa del rey de Judá y habla allí estas palabras.

Dile: Escucha la palabra de Jehovah, oh rey de Judá que estás sentado sobre el trono de David, tú, tus servidores y tu pueblo que entran por estas puertas.

Así ha dicho Jehovah: Practicad el derecho y la justicia; librad a quien es despojado de mano del opresor; no maltratéis ni tratéis con violencia al forastero, ni al huérfano ni a la viuda; no derraméis sangre inocente en este lugar.

Porque si realmente ponéis por obra esta palabra, entonces entrarán por las puertas de esta casa, en carros y a caballo, los reyes que se sientan sobre el trono de David, ellos, sus servidores y su pueblo.

Pero si no escucháis estas palabras, por mí mismo he jurado, dice Jehovah, que esta casa será desolada.

Porque así ha dicho Jehovah acerca de la casa del rey de Judá: Como Galaad eres tú para mí, y como la cumbre del Líbano. No obstante, te convertiré en desolación y en ciudades no habitadas.

He designado contra ti destructores, cada uno con sus armas. Ellos cortarán tus cedros escogidos y los echarán en el fuego.

Muchas naciones pasarán junto a esta ciudad, y se preguntarán unos a otros: ¿Por qué ha hecho así Jehovah a esta gran ciudad?

Y responderán: Porque abandonaron el pacto de Jehovah su Dios, y se postraron ante otros dioses y les rindieron culto.”

No lloréis por un muerto; no os condoláis por él. Llorad amargamente por el que se va, porque jamás regresará ni volverá a ver la tierra donde nació.

Porque así ha dicho Jehovah acerca de Salum hijo de Josías, rey de Judá, que sucedió a su padre Josías y que salió de este lugar: “No regresará acá jamás,

sino que en el lugar a donde lo han transportado, allí morirá y no volverá a ver esta tierra.

“Ay del que edifica su casa sin justicia, y sus salas sin derecho, sirviéndose de su prójimo de balde, sin pagarle su salario.

El que dice: Edificaré para mí una casa espaciosa y amplias salas; le haré ventanas, la cubriré con cedro y la pintaré de ocre rojo.

¿Acaso reinarás porque compites con cedro? ¿Acaso no comió y bebió tu padre, y practicó el derecho y la justicia, y entonces le fue bien?

El juzgó la causa del afligido y del necesitado; entonces le fue bien. ¿No es esto conocerme?, dice Jehovah.

Pero tus ojos y tu corazón no están puestos sino sólo en tus ganancias deshonestas, en derramar sangre inocente, y en hacer agravio y extorsión.”

Por tanto, así ha dicho Jehovah acerca de Joacim hijo de Josías, rey de Judá: “No lo lamentarán diciendo: ¡Ay, hermano mío! y ¡Ay, hermana mía! Ni lo lamentarán diciendo: ¡Ay, señor! y ¡Ay de su esplendor!

Será enterrado con un entierro de asno, arrastrado y echado más allá de las puertas de Jerusalén.

“Sube al Líbano y grita; en Basán haz oír tu voz; grita desde Abarim. Porque todos tus amantes han sido quebrantados.

Te hablé en tu prosperidad, pero dijiste: No escucharé. Este ha sido tu camino desde tu juventud; que nunca has escuchado mi voz.

El viento apacentará a todos tus pastores, y tus amantes irán en cautiverio. Ciertamente te avergonzarás y serás afrentado a causa de toda tu maldad.

Habitaste en el Líbano; hiciste tu nido en los cedros. ¡Cómo gemirás cuando te vengan los dolores, angustia como la de la mujer que da a luz!

“¡Vivo yo, dice Jehovah, que si tú, Joaquín hijo de Joacim, rey de Judá, fueses el anillo de sellar en mi mano derecha, aun de allí te arrancaría!

Te entregaré en mano de los que buscan tu vida, en mano de aquellos cuya presencia temes, en mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en mano de los caldeos.

Te arrojaré a ti y a tu madre que te dio a luz, a una tierra extraña donde no nacisteis, y allá moriréis.

Y a la tierra a la cual anhelan intensamente volver, allá no volverán.

¿Acaso es este hombre Joaquín una obra despreciable y rota? ¿Es acaso una vasija indeseable? ¿Por qué han sido arrojados él y sus descendientes, y echados a una tierra que no conocían?”

¡Oh tierra, tierra, tierra, escucha la palabra de Jehovah!

Así ha dicho Jehovah: “Inscribid a este hombre como uno privado de descendencia. Será un hombre que no prosperará en los días de su vida. Porque ningún hombre de su descendencia logrará sentarse en el trono de David ni gobernar de nuevo en Judá.




Regreso del remanente

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Regreso del remanente (24:23:1 - 24:23:8)

“¡Ay de los pastores, que echan a perder y dispersan a las ovejas de mi prado!, dice Jehovah.

Por tanto, así ha dicho Jehovah Dios de Israel a los pastores que apacientan a mi pueblo: Vosotros dispersasteis y ahuyentasteis mis ovejas, y no os ocupasteis de ellas. He aquí que yo me ocuparé de vosotros por la maldad de vuestras obras, dice Jehovah.

Pero yo reuniré al remanente de mis ovejas de todas las tierras a donde las eché y las haré volver a sus pastizales. Entonces serán fecundas y se multiplicarán.

Sobre ellas pondré pastores que las apacienten. No temerán más, ni se atemorizarán; no faltará ninguna, dice Jehovah.

“He aquí vienen días, dice Jehovah, en que levantaré a David un Retoño justo. Reinará un Rey que obrará con inteligencia y que practicará el derecho y la justicia en la tierra.

En sus días será salvo Judá, e Israel habitará seguro. Y este es el nombre con el cual será llamado: Jehovah, justicia nuestra.

Por tanto, dice Jehovah, he aquí vienen días en que no dirán más: ¡Vive Jehovah, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra de Egipto!,

sino: ¡Vive Jehovah, que hizo subir y trajo a los descendientes de la casa de Israel desde la tierra del norte y desde todas las tierras a donde los había desterrado! Y habitarán en su propio suelo.”




Denunciación de los falsos profetas

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Denunciación de los falsos profetas (24:23:9 - 24:23:40)

Para los profetas: Mi corazón está quebrantado dentro de mí; todos mis huesos tiemblan. Estoy como un hombre ebrio y como un hombre dominado por el vino, a causa de Jehovah y a causa de sus santas palabras.

Porque la tierra está llena de adúlteros; porque por causa de éstos la tierra está enlutada, y los pastizales del desierto se han secado. La carrera de ellos es mala; su poderío no es recto.

“Tanto el profeta como el sacerdote son unos impíos, dice Jehovah. Aun en mi casa he hallado su maldad.

Por tanto, como resbaladeros en la oscuridad será su camino. Serán empujados y caerán en él, porque yo traeré el mal sobre ellos en el año de su castigo, dice Jehovah.

“En los profetas de Samaria he visto algo repulsivo: Profetizan en nombre de Baal y hacen errar a mi pueblo Israel.

Y en los profetas de Jerusalén he visto algo horrible: Cometen adulterio, andan en la mentira y fortalecen las manos de los malhechores, de manera que ninguno se convierta de su maldad. Todos ellos son para mí como Sodoma, y sus habitantes como Gomorra.

Por tanto, así ha dicho Jehovah de los Ejércitos acerca de los profetas: He aquí que les haré comer ajenjo y les haré beber aguas envenenadas, porque de los profetas de Jerusalén ha salido la corrupción a todo el país.”

Así ha dicho Jehovah de los Ejércitos: “No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan. Ellos os llenan de vanas esperanzas; hablan visión de su propio corazón, no de la boca de Jehovah.

Continuamente dicen a los que desprecian la palabra de Jehovah: Tendréis paz. Y a cualquiera que anda tras la porfía de su corazón dicen: No vendrá el mal sobre vosotros.”

Pero, ¿quién ha estado en el consejo secreto de Jehovah y ha percibido y oído su palabra? ¿Quién ha estado atento a su palabra y la ha obedecido?

He aquí que el huracán de Jehovah sale con furor. Es un huracán que gira e irrumpe sobre la cabeza de los impíos.

No se apartará la ira de Jehovah hasta que haya hecho y cumplido los propósitos de su corazón. Al final de los días lo entenderéis claramente.

“Yo no enviaba a aquellos profetas, pero ellos corrían. Yo no les hablaba, pero ellos profetizaban.

Si hubieran estado en mi consejo secreto, entonces habrían hecho oír mis palabras a mi pueblo, y les habrían hecho volver de su mal camino y de la maldad de sus obras.

“¿Acaso soy yo Dios de cerca, y no Dios de lejos?, dice Jehovah.

¿Acaso podrá alguien ocultarse en escondrijos para que yo no lo vea?, dice Jehovah. ¿Acaso no lleno yo el cielo y la tierra?, dice Jehovah.

“He oído lo que dijeron aquellos profetas que en mi nombre profetizan mentira, diciendo: ¡He soñado,

¿Hasta cuándo? ¿Qué hay en el corazón de los profetas que profetizan mentira y que profetizan el engaño de sus propios corazones?

¿Acaso con sus sueños que cada uno cuenta a su compañero, piensan hacer que mi pueblo se olvide de mi nombre, de la manera que sus padres se olvidaron de mi nombre por causa de Baal?

El profeta que tenga un sueño, que cuente el sueño; pero el que tenga mi palabra, que hable mi palabra con fidelidad. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo?, dice Jehovah.

¿No es mi palabra como el fuego y como el martillo que despedaza la roca?, dice Jehovah.

Por tanto, he aquí, yo estoy contra los profetas que hurtan mis palabras, cada uno de su vecino, dice Jehovah.

He aquí, yo estoy contra los profetas que con sus lenguas hablan lisonjas y proclaman: Jehovah dice.

He aquí, dice Jehovah, yo estoy contra los que profetizan sueños mentirosos y los cuentan, haciendo errar a mi pueblo con sus mentiras y con su liviandad. Yo no los envié ni les mandé. Ningún provecho traerán a este pueblo, dice Jehovah.

“Cuando este pueblo o algún profeta o sacerdote te pregunte diciendo: ¿Cuál es la profecía de Jehovah?, les dirás: ¿Vosotros sois la profecía, y yo os rechazaré, dice Jehovah.

“Al profeta, al sacerdote y a cualquiera del pueblo que diga: Profecía de Jehovah, yo castigaré a tal hombre y a su casa.

Así diréis cada cual a su compañero y cada uno a su hermano: ¿Qué ha respondido Jehovah? ¿Qué ha hablado?

Nunca más os acordaréis de decir: Profecía de Jehovah. Porque, ¿acaso ha de ser profecía la palabra de cada hombre? Vosotros pervertís las palabras del Dios vivo, Jehovah de los Ejércitos, nuestro Dios.

“Así dirás al profeta: ¿Qué te respondió Jehovah? ¿Qué habló Jehovah?

Pero si decís: Profecía de Jehovah, por eso ha dicho Jehovah: Porque dijisteis: Profecía de Jehovah, cuando yo os mandé decir: No digáis: Profecía de Jehovah;

por eso, he aquí que os olvidaré por completo y os arrojaré de mi presencia a vosotros y a la ciudad que os había dado.

Pondré sobre vosotros afrenta perpetua y eterna humillación que no serán olvidadas.”