Amenaza de ruina y exilio

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Amenaza de ruina y exilio (24:9:12 - 24:9:22)

¿Quién es el hombre sabio que entienda esto? ¿A quién ha hablado la boca de Jehovah, de manera que lo pueda declarar? ¿Por qué ha perecido la tierra y ha sido devastada cual desierto, de modo que nadie pase por ella?

Y Jehovah dijo: “Porque dejaron mi ley, la cual puse delante de ellos. No obedecieron mi voz, ni caminaron conforme a ella.

Más bien, fueron tras la porfía de sus corazones y tras los Baales, como sus padres les enseñaron.

Por tanto, así ha dicho Jehovah de los Ejércitos, Dios de Israel, he aquí que haré comer ajenjo a este pueblo; les haré beber aguas envenenadas.

Los esparciré entre naciones que ni ellos ni sus padres conocieron. Y enviaré tras ellos la espada, hasta que yo los extermine.

Así ha dicho Jehovah de los Ejércitos: Considerad y llamad a las plañideras, y que vengan; enviad a llamar a las más expertas, y que vengan.”

¡Apresúrense y prorrumpan en lamento por nosotros! Derramen lágrimas nuestros ojos; fluya agua de nuestros párpados.

Porque en Sion se oye la voz de un lamento: ¡Cómo hemos sido destruidos! En gran manera hemos sido avergonzados; porque hemos abandonado la tierra, porque han derribado nuestras moradas.

Escuchad, oh mujeres, la palabra de Jehovah; reciba vuestro oído la palabra de su boca. Enseñad lamentos a vuestras hijas; cantos fúnebres, cada una a su compañera.

Porque la muerte ha subido por nuestras ventanas y ha entrado en nuestros palacios, para barrer a los niños de las calles y a los jóvenes de las plazas.

Diles que así dice Jehovah: “Los cuerpos de los hombres muertos caerán como abono sobre la superficie del campo. Como manojos caerán detrás del segador, y no habrá quien los recoja.”




El conocimiento de Dios es la gloria del hombre

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > El conocimiento de Dios es la gloria del hombre (24:9:23 - 24:9:26)

Así ha dicho Jehovah: “No se alabe el sabio en su sabiduría, ni se alabe el valiente en su valentía, ni se alabe el rico en sus riquezas.

Más bien, alábese en esto el que se alabe: en entenderme y conocerme que yo soy Jehovah, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra. Porque estas cosas me agradan, dice Jehovah.

“He aquí, vienen días, dice Jehovah, en que traeré el castigo sobre todo circuncidado y sobre todo incircunciso:

sobre Egipto, Judá, Edom, los hijos de Amón y Moab, y sobre todos los que se rapan las sienes y habitan en el desierto. Porque todas estas naciones son incircuncisas, y toda la casa de Israel es incircuncisa de corazón.”




Los falsos dioses y el Dios verdadero

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Los falsos dioses y el Dios verdadero (24:10:1 - 24:10:16)

Oíd la palabra que ha hablado Jehovah acerca de vosotros, oh casa de Israel.

Así ha dicho Jehovah: “No aprendáis el camino de las naciones, ni tengáis temor de las señales del cielo, aunque las naciones las teman.

Porque las costumbres de los pueblos son vanidad: Cortan un árbol del bosque, y las manos del escultor lo labran con la azuela.

Lo adornan con plata y oro; lo afirman con clavos y martillo para que no se tambalee.

Son como un espantapájaros en un huerto de pepinos. No hablan; son llevados, porque no pueden dar un paso. No tengáis temor de ellos, porque no pueden hacer daño ni tampoco tienen poder para hacer bien.”

¡No hay nadie semejante a ti, oh Jehovah! Tú eres grande; grande es tu nombre en poder.

¡Quién no te temerá, oh Rey de las naciones! Porque a ti se te debe temer. Entre todos los sabios de las naciones y en todos sus reinos, no hay nadie semejante a ti.

Son torpes e insensatos a la vez. El mismo ídolo de madera es una lección de vanidades:

Traen plata laminada de Tarsis y oro de Ufaz, los cuales son trabajados por el platero y por las manos del fundidor. Sus vestiduras son de material azul y de púrpura; todas son obra de expertos.

Pero Jehovah es el verdadero Dios; él es el Dios vivo y el Rey eterno. Ante su enojo tiembla la tierra; las naciones no pueden resistir su furor.

Así les diréis: “Los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra desaparecerán de la tierra y de debajo de estos cielos.

El hizo la tierra con su poder; estableció el mundo con su sabiduría y extendió los cielos con su inteligencia.

Cuando él emite su voz, se produce un tumulto de aguas en los cielos. El hace subir la neblina desde los extremos de la tierra. Hace los relámpagos para la lluvia y saca el viento de sus depósitos.”

Todo hombre se embrutece por falta de conocimiento. Todo platero es avergonzado a causa de su ídolo. Porque sus ídolos de fundición son un engaño, y no hay espíritu en ellos.

Son vanidad, obra ridícula; en el tiempo de su castigo perecerán.

No es como ellos la Porción de Jacob; porque él es el Hacedor de todo, e Israel es la tribu de su heredad. ¡Jehovah de los Ejércitos es su nombre!




Asolamiento de Judá

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Asolamiento de Judá (24:10:17 - 24:10:25)

Recoge del suelo tu equipaje, tú que habitas en un lugar bajo asedio.

Porque así ha dicho Jehovah: “He aquí que esta vez arrojaré con honda a los habitantes del país, y he de afligirlos para que sean avergonzados.”

¡Ay de mí, por mi ruina! Mi herida es incurable. Sin embargo, dije: “Ciertamente ésta es mi enfermedad, y debo sufrirla.”

Mi tienda es destruida, y todas mis cuerdas han sido rotas. Mis hijos se me han ido, y ya no están. Ya no hay nadie que extienda mi morada, ni quien levante mi tienda.

Porque los pastores se han embrutecido y no han buscado a Jehovah. Por eso no prosperaron, y todo su rebaño se ha dispersado.

He aquí que viene un rumor, y gran alboroto de la tierra del norte, para convertir en desolación y en guarida de chacales todas las ciudades de Judá.

Reconozco, oh Jehovah, que el hombre no es señor de su camino, ni el hombre que camina es capaz de afirmar sus pasos.

Corrígeme, oh Jehovah, pero con tu juicio; no con tu furor, para que no me empequeñezcas.

Derrama tu ira sobre las naciones que no te conocen y sobre las familias que no invocan tu nombre. Porque han devorado a Jacob; lo han devorado y consumido, y han desolado su morada.




El pacto violado

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > El pacto violado (24:11:1 - 24:11:17)

La palabra de Jehovah que vino a Jeremías, diciendo:

—Escuchad las palabras de este pacto y hablad a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén.

Tú les dirás que así ha dicho Jehovah Dios de Israel: “Maldito el hombre que no obedece las palabras de este pacto

que mandé a vuestros padres el día en que los saqué de la tierra de Egipto, del horno de hierro, diciéndoles: Oíd mi voz y haced conforme a todo lo que yo os mando. Así seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios;

para confirmar el juramento que hice a vuestros padres, de darles la tierra que fluye leche y miel, como en este día.” Yo respondí: —Así sea, oh Jehovah.

Entonces Jehovah me dijo: —Proclama todas estas palabras en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, diciendo: “Oíd las palabras de este pacto y ponedlas por obra.

Porque bien advertí a vuestros padres el día en que los hice subir de la tierra de Egipto y hasta el día de hoy, advirtiéndoles persistentemente y diciendo: Escuchad mi voz.

Pero no escucharon ni inclinaron su oído. Más bien, se fueron cada uno tras la porfía de su malvado corazón. Por eso traeré sobre ellos todas las palabras de este pacto que mandé que cumpliesen, pero que no cumplieron.”

Además, Jehovah me dijo: —Se ha hallado conspiración entre los hijos de Judá y entre los habitantes de Jerusalén.

Se han vuelto a las maldades de sus primeros padres, quienes rehusaron escuchar mis palabras; se han ido tras otros dioses para servirles. La casa de Israel y la casa de Judá han invalidado mi pacto que concerté con sus padres.

Por tanto, así ha dicho Jehovah, he aquí que yo traigo sobre ellos un mal del que no podrán escapar. Clamarán a mí, pero no los escucharé.

Las ciudades de Judá y los habitantes de Jerusalén irán y clamarán a los dioses a los cuales queman incienso, pero éstos de ninguna manera los podrán salvar en el tiempo de su calamidad.

Porque según el número de tus ciudades, oh Judá, han sido tus dioses; y según el número de tus calles, oh Jerusalén, habéis puesto altares a la vergüenza, altares para quemar incienso a Baal.

Tú, pues, no ores por este pueblo. No levantes por ellos clamor ni oración, porque yo no escucharé en el tiempo en que clamen a mí, en el tiempo de su calamidad.

¿Qué derecho tiene mi amada en mi casa, después de haber hecho tantas intrigas? ¿Acaso los votos y la carne santa podrán apartar tu mal de sobre ti? ¿Puedes entonces alegrarte?

Jehovah llamó tu nombre: “Olivo verde de hermoso fruto y buen aspecto.” Pero con el estruendo de gran tumulto él le prenderá fuego, y sus ramas quedarán arruinadas.

Jehovah de los Ejércitos, que te plantó, ha decretado el mal contra ti, a causa de la maldad que para sí mismos hicieron los de la casa de Israel y de la casa de Judá, al provocarme a ira quemando incienso a Baal.