Ayes sobre los malvados

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Isaías > Ayes sobre los malvados (23:5:8 - 23:5:30)

¡Ay de los que juntan casa con casa y acercan campo con campo, hasta que ya no queda más espacio, y así termináis habitando vosotros solos en medio de la tierra!

Jehovah de los Ejércitos ha jurado en mis oídos: “Ciertamente muchas casas han de quedar desoladas; casas grandes y hermosas quedarán sin habitantes.

Una viña de diez yugadas producirá tan sólo un bato, y un homer de semilla producirá tan sólo un efa.”

¡Ay de los que se levantan muy de mañana para ir tras la bebida, y siguen hasta la noche, hasta que el vino los enciende!

En sus banquetes hay arpas, liras, tamboriles, flautas y vino; pero no consideran lo que Jehovah ha realizado ni miran la obra de sus manos.

Por eso mi pueblo es llevado cautivo, por falta de entendimiento. Sus nobles están muertos de hambre, y su multitud reseca de sed.

Por eso el Seol ensanchó su garganta y abrió su boca sin medida. Allá caerá el esplendor de ella, su multitud, su bullicio y aquel que se divertía en ella.

El hombre se ha postrado, y el ser humano se ha rebajado. Los ojos de los altivos serán humillados.

Pero Jehovah de los Ejércitos será exaltado en el juicio; el Dios santo será reconocido como santo por su justicia.

Los corderos serán apacentados en su pastizal, y los cabritos comerán entre las ruinas de los ricos.

¡Ay de los que arrastran la iniquidad con cuerdas de vanidad, y el pecado como con coyundas de carreta!

Ellos dicen: “Dese prisa; apresúrese su obra para que la veamos. Acérquese y venga el plan del Santo de Israel, para que lo conozcamos.”

¡Ay de los que a lo malo llaman bueno; y a lo bueno, malo! Consideran las tinieblas como luz, y la luz como tinieblas. Consideran lo amargo como dulce, y lo dulce como amargo.

¡Ay de los que son sabios ante sus propios ojos, y de los que son prudentes según ellos mismos!

¡Ay de los que son valientes para beber vino, y hombres fuertes para mezclar licor;

y de los que por soborno declaran justo al culpable, y al justo le quitan su justicia!

Por tanto, como la lengua de fuego devora la paja y la llama doblega el rastrojo, así la raíz de ellos será como cosa putrefacta, y su flor se desvanecerá como el polvo. Porque han desechado la ley de Jehovah de los Ejércitos, y han despreciado la palabra del Santo de Israel.

Por esta causa se enciende el furor de Jehovah contra su pueblo; extiende contra él su mano y lo golpea. Los montes se estremecen, y sus cadáveres son como basura en medio de las calles. A pesar de todo esto, no ha cesado su furor, y su mano todavía está extendida.

El alzará la bandera a una nación lejana. Le silbará para que venga desde los confines de la tierra, y he aquí que vendrá rápida y veloz.

No hay entre ellos quien se canse ni tropiece; nadie se adormece ni se duerme. A ninguno se le desata el cinturón de su cintura, ni se le rompe la correa de sus sandalias.

Sus flechas están afiladas, y todos sus arcos preparados. Los cascos de sus caballos parecen como de pedernal, y las ruedas de sus carros son como torbellino.

Su rugido es como de león; ruge como los cachorros. Gruñe, arrebata la presa y se la lleva sin que nadie la libre.

En aquel día rugirá sobre la presa como el rugido del mar. Entonces mirará hacia esta tierra, y he aquí tinieblas de tribulación. Aun la luz se convertirá en oscuridad a causa de los nubarrones.




Visión y llamamiento de Isaías

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Isaías > Visión y llamamiento de Isaías (23:6:1 - 23:6:13)

En el año que murió el rey Uzías, vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime; y el borde de sus vestiduras llenaba el templo.

Por encima de él había serafines. Cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies y con dos volaban.

El uno proclamaba al otro diciendo: —¡Santo, santo, santo es Jehovah de los Ejércitos! ¡Toda la tierra está llena de su gloria!

Los umbrales de las puertas se estremecieron con la voz del que proclamaba, y el templo se llenó de humo.

Entonces dije: —¡Ay de mí, pues soy muerto! Porque siendo un hombre de labios impuros y habitando en medio de un pueblo de labios impuros, mis ojos han visto al Rey, a Jehovah de los Ejércitos.

Entonces voló hacia mí uno de los serafines trayendo en su mano, con unas tenazas, un carbón encendido tomado del altar.

Y tocó con él mi boca, diciendo: —He aquí que esto ha tocado tus labios; tu culpa ha sido quitada, y tu pecado ha sido perdonado.

Entonces escuché la voz del Señor, que decía: —¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros? Y yo respondí: —Heme aquí, envíame a mí.

Y dijo: —Vé y di a este pueblo: “Oíd bien, pero no entendáis; y mirad bien, pero no comprendáis.”

Haz insensible el corazón de este pueblo; ensordece sus oídos y ciega sus ojos, no sea que vea con sus ojos, y oiga con sus oídos, y entienda con su corazón, y se vuelva a mí, y yo lo sane.

Yo dije: —¿Hasta cuándo, Señor? Y él respondió: —Hasta que las ciudades queden desoladas y sin habitantes, y no haya hombres en las casas, y la tierra quede devastada;

hasta que Jehovah haya echado lejos a los hombres y sea grande el abandono en medio de la tierra.

Pero aunque quede en ella la décima parte, volverá a ser consumida como la encina o el roble de los cuales, después de ser derribados, aún les queda el tronco. Su tronco es la simiente santa.




Mensaje de Isaías a Acaz

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Isaías > Mensaje de Isaías a Acaz (23:7:1 - 23:7:25)

Aconteció en los días de Acaz hijo de Jotam, hijo de Uzías y rey de Judá, que Rezín rey de Siria y Pécaj hijo de Remalías y rey de Israel, subieron a Jerusalén para hacerle la guerra, pero no pudieron vencerla.

Entonces se le informó a la casa de David, diciendo: “Los sirios acampan en Efraín.” Y se le estremeció el corazón y el corazón de su pueblo, como se estremecen los árboles del bosque a causa del viento.

Entonces Jehovah dijo a Isaías: —Sal al encuentro de Acaz, tú y tu hijo Sear-yasuv, al extremo del acueducto del estanque de arriba, en el camino del Campo del Lavador,

y dile: “Cuídate y ten calma. No temas, ni se acobarde tu corazón a causa de estos dos cabos de tizón que humean: por el furor de la ira de Rezín y de Siria, y del hijo de Remalías.

Porque con Efraín y el hijo de Remalías, Siria ha planeado contra ti el mal, diciendo:

Vamos contra Judá, y desmembrémosla; abrámonos una brecha y en medio de ella pongamos por rey al hijo de Tabeel.

Así ha dicho el Señor Jehovah: No sucederá, ni será así.

Porque la capital de Siria es Damasco, y el caudillo de Damasco es Rezín; pero dentro de sesenta y cinco años Efraín será destrozado hasta dejar de ser pueblo.

Asimismo, la capital de Efraín es Samaria, y el caudillo de Samaria es el hijo de Remalías. Si vosotros no creéis, ciertamente no permaneceréis firmes.”

Jehovah volvió a hablar a Acaz diciendo:

—Pide para ti una señal de parte de Jehovah tu Dios; de abajo en el Seol, o de arriba en lo alto.

Acaz respondió: —No pediré ni probaré a Jehovah.

Entonces Isaías dijo: —Escuchad, oh casa de David: ¿Os es poco el ser molestos a los hombres, para que también seáis molestos a mi Dios?

Por tanto, el mismo Señor os dará la señal: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.

El comerá leche cuajada y miel, hasta que sepa desechar lo malo y escoger lo bueno.

Ciertamente, antes que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, la tierra de los dos reyes a quienes tienes miedo será abandonada.

Entonces Jehovah hará venir sobre ti, sobre tu pueblo y sobre la casa de tu padre, días como no los ha habido desde el día en que Efraín se separó de Judá; esto es, al rey de Asiria.

Acontecerá en aquel día que Jehovah silbará a la mosca que está en el extremo de los ríos de Egipto y a la abeja que está en la tierra de Asiria.

Y vendrán y se asentarán todos en las quebradas escarpadas, en las hendiduras de las peñas, en todos los espinos y en todos los lugares de aguas.

En aquel día, con navaja alquilada de más allá del Río, es decir, con el rey de Asiria, el Señor rasurará la cabeza y el vello de las piernas, y quitará también la barba.

Acontecerá en aquel día que un hombre criará una vaca y dos ovejas.

Y sucederá que a causa de la abundancia de leche, comerá leche cuajada. Porque todo aquel que quede en medio del país comerá leche cuajada y miel.

Acontecerá también en aquel día que el lugar donde había mil vides, que valían mil siclos de plata, será para los espinos y para los cardos.

Con flechas y arco irán allá, pues toda la tierra será espinos y cardos.

Y en cuanto a todos los montes que eran labrados con la azada, no podrás ir allá por temor de los espinos y de los cardos. Sólo servirán como lugar para soltar los bueyes y para ser hollados por las ovejas.




Sea Jehová vuestro temor

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Isaías > Sea Jehová vuestro temor (23:8:1 - 23:8:22)

Entonces me dijo Jehovah: “Toma una tabla grande y escribe en ella con punzón de hombre, tocante a Maher-salal-jas-baz.”

Llamé a mi lado, como fieles testigos, al sacerdote Urías y a Zacarías hijo de Jeberequías.

Me llegué a la profetisa, y ella concibió y dio a luz un hijo. Y Jehovah me dijo: “Ponle por nombre Maher-salal-jas-baz,

porque antes que el niño sepa decir mi papá y mi mamá, la riqueza de Damasco y el botín de Samaria serán llevados ante el rey de Asiria.”

Otra vez Jehovah volvió a hablarme diciendo:

“Por cuanto este pueblo desechó las aguas de Siloé, que corren mansamente, y se alegró con Rezín y con el hijo de Remalías,

he aquí que por ello el Señor hace subir sobre ellos las impetuosas y abundantes aguas del Río, es decir, al rey de Asiria con toda su gloria. El se desbordará por todos sus cauces y pasará sobre todas sus riberas.

Pasará por Judá inundando y creciendo; llegará hasta el cuello. Con sus alas extendidas llenará la amplitud de tu tierra. ¡Oh Emanuel!”

Sabedlo, oh pueblos, y llenaos de terror. Prestad atención, todos los confines de la tierra: ¡Ceñíos y llenaos de terror! ¡Ceñíos y llenaos de terror!

Tomad consejo, pero será anulado; proferid palabra, pero no se realizará, porque Dios está con nosotros.

Pues así me ha hablado Jehovah con mano fuerte, y me ha instruido para que no camine por el camino de este pueblo, diciendo:

“No llaméis conspiración a todo lo que este pueblo llama conspiración. No temáis lo que ellos temen, ni os aterroricéis.

¡A Jehovah de los Ejércitos, a él tratad como santo! Y si él es vuestro temor, y si él es vuestro temblor,

entonces él será vuestro santuario; pero será piedra de tropiezo y roca de escándalo para las dos casas de Israel, red y trampa para los habitantes de Jerusalén.

De entre ellos muchos tropezarán y caerán, y serán quebrantados. Quedarán atrapados y apresados.

Ata el testimonio y sella la ley entre mis discípulos.”

Aguardaré, pues, a Jehovah, quien ha escondido su rostro de la casa de Jacob. En él esperaré.

He aquí, yo y los hijos que Jehovah me ha dado somos señales y prodigios en Israel, de parte de Jehovah de los Ejércitos, quien habita en el monte Sion.

Y cuando os dicen: “Consultad a los que evocan a los muertos y a los adivinos que susurran y murmuran al hablar,” responded: “¿Acaso no consultará un pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos a favor de los vivos?

¡A la ley y al testimonio! Si ellos no hablan de acuerdo con esta palabra, es que no les ha amanecido.

Y pasarán por la tierra oprimidos y hambrientos. Y acontecerá que teniendo hambre se indignarán y maldecirán a su rey y a su Dios. Alzarán la vista

y mirarán a la tierra, y he allí tribulación y oscuridad de angustia. Y serán arrojados a las tinieblas.




Nacimiento y reinado del Mesías

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Isaías > Nacimiento y reinado del Mesías (23:9:1 - 23:9:7)

Sin embargo, no tendrá oscuridad la que estaba en angustia. En tiempos anteriores él humilló la tierra de Zabulón y la tierra de Neftalí; pero en tiempos posteriores traerá gloria a Galilea de los gentiles, camino del mar y el otro lado del Jordán.

El pueblo que andaba en tinieblas vio una gran luz. A los que habitaban en la tierra de sombra de muerte, la luz les resplandeció.

Le aumentaste la gente y acrecentaste la alegría. Se alegrarán delante de ti como se alegran en la siega, como se gozan cuando reparten el botín.

Porque como en el día de Madián, tú has quebrado el yugo que cargaba, la vara de su hombro y el cetro del que lo oprime.

Todo calzado del que marcha con estruendo y el manto revolcado en sangre serán para quemar, pasto para el fuego.

Porque un niño nos es nacido, un hijo nos es dado, y el dominio estará sobre su hombro. Se llamará su nombre: Admirable Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.

Lo dilatado de su dominio y la paz no tendrán fin sobre el trono de David y sobre su reino, para afirmarlo y fortalecerlo con derecho y con justicia, desde ahora y para siempre. El celo de Jehovah de los Ejércitos hará esto.