Reformas de Josías

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Crónicas > Reformas de Josías (14:34:3 - 14:34:7)

A los ocho años de su reinado, siendo aún muchacho, comenzó a buscar al Dios de su padre David. Y a los doce años comenzó a limpiar Judá y Jerusalén de los lugares altos, de los árboles rituales de Asera, de las imágenes talladas y de las imágenes de fundición.

Delante de él derribaron los altares de los Baales; destrozó los altares de incienso que estaban puestos encima y quebró los árboles rituales de Asera. Redujo a polvo las imágenes talladas y las imágenes de fundición, y esparció el polvo sobre los sepulcros de los que les habían ofrecido sacrificios.

Quemó sobre sus altares los huesos de los sacerdotes, y limpió a Judá y a Jerusalén.

Lo mismo hizo en las ciudades de Manasés, Efraín, Simeón y hasta en Neftalí y en sus ruinas alrededor.

Derribó, pues, los altares y quebró los árboles rituales de Asera y los ídolos hasta hacerlos polvo, y destrozó los altares de incienso en toda la tierra de Israel. Después regresó a Jerusalén.




Hallazgo del libro de la ley

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Crónicas > Hallazgo del libro de la ley (14:34:8 - 14:34:33)

En el año 18 de su reinado, cuando acabó de purificar la tierra y el templo, envió a Safán hijo de Azalías, a Maasías el alcalde de la ciudad y al cronista Jóaj hijo de Joacaz, para que reparasen la casa de Jehovah su Dios.

Estos fueron al sumo sacerdote Hilquías y le dieron el dinero que había sido traído a la casa de Dios, dinero que los levitas que guardaban la puerta habían recogido de los de Manasés y Efraín, y de todo el remanente de Israel, de todo Judá y de Benjamín y de los habitantes de Jerusalén.

Ellos lo entregaron en manos de los que hacían la obra, los que estaban encargados de la casa de Jehovah; y éstos lo entregaron a los que hacían la obra y trabajaban en la casa de Jehovah, para reparar y restaurar la casa.

Lo entregaron a los carpinteros y constructores, a fin de comprar piedra labrada y madera para las uniones, y para poner vigas a los edificios que los reyes de Judá habían dejado arruinar.

Estos hombres procedían con fidelidad en la obra. Los que estaban encargados de ellos para dirigirlos eran Yajat y Abdías, levitas de los hijos de Merari, y Zacarías y Mesulam, de los hijos de Cohat, y todos los levitas expertos en los instrumentos de música.

También estaban encargados de los cargadores y dirigían a todos los que se ocupaban en diversos aspectos de la obra. Entre los levitas también había escribas, oficiales y porteros.

Al sacar el dinero que había sido traído a la casa de Jehovah, el sacerdote Hilquías halló el libro de la Ley de Jehovah, dada por medio de Moisés.

Entonces Hilquías habló al escriba Safán diciendo: —He hallado el libro de la Ley en la casa de Jehovah. E Hilquías entregó el libro a Safán.

Entonces Safán llevó el libro al rey, y además le dio informes diciendo: —Tus siervos han cumplido todo lo que les fue encargado.

Ellos han vaciado el dinero que se halló en la casa de Jehovah, y lo han entregado en manos de los que están encargados, en manos de los que hacen la obra.

—Asimismo, el escriba Safán declaró al rey diciendo—: El sacerdote Hilquías me ha dado un libro. Safán leyó en él delante del rey.

Y sucedió que cuando el rey escuchó las palabras de la Ley, rasgó sus vestiduras.

Luego el rey mandó a Hilquías, a Ajicam hijo de Safán, a Abdón hijo de Micaías, al escriba Safán y a Asaías el siervo del rey, diciendo:

—Id y consultad a Jehovah por mí y por los sobrevivientes de Israel y de Judá, respecto a las palabras del libro que ha sido hallado. Porque grande es la ira de Jehovah que ha sido derramada sobre nosotros, por cuanto nuestros padres no guardaron el mandamiento de Jehovah de hacer conforme a todo lo que está escrito en este libro.

Entonces Hilquías y los hombres del rey fueron a la profetisa Hulda, esposa de Salum hijo de Ticva, hijo de Jarjas, guarda de las vestiduras, la cual vivía en el Segundo Barrio de Jerusalén; y hablaron con ella de este asunto.

Y ella les dijo: —Así ha dicho Jehovah Dios de Israel: “Decid al hombre que os ha enviado a mí, que así ha dicho Jehovah:

He aquí yo traeré el mal sobre este lugar y sobre sus habitantes, es decir, todas las maldiciones que están escritas en el libro que han leído delante del rey de Judá.

Porque me han abandonado y han quemado incienso a otros dioses, provocándome a ira con todas las obras de sus manos. Por eso se derramará mi ira sobre este lugar, y no será apagada.”

Así diréis al rey de Judá que os ha enviado para consultar a Jehovah: “Así ha dicho Jehovah Dios de Israel con respecto a las palabras que has escuchado:

Por cuanto tu corazón se ha enternecido y te has humillado delante de Dios, cuando escuchaste sus palabras contra este lugar y contra sus habitantes; por cuanto te humillaste delante de mí y rasgaste tus vestiduras y lloraste en mi presencia, yo también te he escuchado, dice Jehovah.

He aquí que yo te reuniré con tus padres, y serás reunido en tu sepulcro en paz. Tus ojos no verán todo el mal que traeré sobre este lugar y sobre sus habitantes.” Y ellos dieron la respuesta al rey.

Entonces el rey mandó reunir a todos los ancianos de Judá y de Jerusalén.

Luego el rey subió a la casa de Jehovah con todos los hombres de Judá, los habitantes de Jerusalén, los sacerdotes, los levitas y todo el pueblo, desde el más grande hasta el más pequeño. Y leyó a oídos de ellos todas las palabras del libro del pacto que había sido hallado en la casa de Jehovah.

El rey se puso de pie en su lugar e hizo pacto delante de Jehovah, de andar en pos de Jehovah y de guardar sus mandamientos, sus testimonios y sus estatutos con todo su corazón y con toda su alma; para poner por obra las palabras del pacto escritas en este libro.

Entonces hizo que se comprometieran todos los que estaban en Jerusalén y en Benjamín. Y los habitantes de Jerusalén hicieron conforme al pacto de Dios, el Dios de sus padres.

Después Josías quitó todas las abominaciones de todas las tierras que tenían los hijos de Israel, e hizo que todos los que se hallaban en Israel sirvieran a Jehovah su Dios. No se apartaron de ir en pos de Jehovah, el Dios de sus padres, todo el tiempo que Josías vivió.




Josías celebra la pascua

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Crónicas > Josías celebra la pascua (14:35:1 - 14:35:19)

Josías celebró la Pascua de Jehovah en Jerusalén. Sacrificaron la víctima de la Pascua el 14 del mes primero,

y él puso a los sacerdotes en sus cargos y los alentó al servicio de la casa de Jehovah.

Dijo a los levitas que enseñaban a todo Israel y que estaban consagrados a Jehovah: “Poned el arca sagrada en el templo que edificó Salomón hijo de David, rey de Israel, para que no tengáis que llevarla más sobre los hombros. Ahora serviréis a Jehovah, vuestro Dios, y a su pueblo Israel.

Preparaos según vuestras casas paternas y por vuestros grupos, conforme a lo prescrito por David, rey de Israel, y por el documento de su hijo Salomón.

Permaneced en el santuario según la distribución de las casas paternas de vuestros hermanos los hijos del pueblo, y del grupo de las casas paternas de los levitas.

Sacrificad la víctima de la Pascua, purificaos y preparadla para vuestros hermanos, a fin de que hagan conforme a la palabra de Jehovah, dada por medio de Moisés.”

Luego el rey Josías dio a los hijos del pueblo para los sacrificios de la Pascua, para todos los que se hallaban presentes, rebaños de corderos y cabritos en número de 30.000, y 3.000 cabezas de ganado vacuno. Esto procedía del patrimonio del rey.

También sus magistrados dieron con liberalidad al pueblo, a los sacerdotes y a los levitas. Hilquías, Zacarías y Yejiel, oficiales de la casa de Dios, dieron a los sacerdotes 2.600 ovejas y 300 cabezas de ganado vacuno para los sacrificios de la Pascua.

Y Conanías, Semaías y Natanael, sus hermanos, y Hasabías, Jeiel y Josabad, jefes de los levitas, dieron a los levitas 5.000 ovejas y 500 cabezas de ganado vacuno para los sacrificios de la Pascua.

Preparado así el servicio, los sacerdotes se colocaron de pie en sus puestos, y los levitas según sus grupos, conforme al mandato del rey.

Entonces sacrificaron la víctima de la Pascua; y los levitas la desollaban, mientras los sacerdotes esparcían la sangre recibida de mano de ellos.

Luego quitaron el holocausto para darlo a las divisiones, según las casas paternas de los hijos del pueblo, para que lo ofreciesen a Jehovah según está escrito en el libro de Moisés. Lo mismo hicieron con las cabezas de ganado vacuno.

Asaron al fuego la carne de la víctima de la Pascua, según lo establecido; pero lo que había sido santificado lo cocieron en ollas, calderos y sartenes, y lo llevaron rápidamente a todos los hijos del pueblo.

Después prepararon para sí y para los sacerdotes, porque los sacerdotes hijos de Aarón estuvieron ocupados hasta la noche en ofrecer los holocaustos y los sebos. Por eso los levitas prepararon para ellos mismos y para los sacerdotes hijos de Aarón.

También los cantores, hijos de Asaf, estaban en su puesto conforme al mandato de David, de Asaf, de Hemán y de Jedutún, vidente del rey. También los porteros estaban en cada puerta. No era necesario que se apartasen de su servicio, porque sus hermanos los levitas preparaban para ellos.

Así fue organizado aquel día todo el servicio de Jehovah, para hacer el sacrificio de la Pascua y para ofrecer los holocaustos sobre el altar de Jehovah, conforme al mandato del rey Josías.

En aquel tiempo los hijos de Israel que se hallaban presentes celebraron el sacrificio de la Pascua y la fiesta de los Panes sin Levadura, durante siete días.

No había sido celebrada en Israel una Pascua como ésta desde el tiempo del profeta Samuel, ni ninguno de los reyes de Israel celebró una Pascua como la que celebró Josías, con los sacerdotes, los levitas y todo Judá e Israel que se hallaron allí, junto con los habitantes de Jerusalén.

Esta Pascua fue celebrada en el año 18 del reinado de Josías.




Muerte de Josías

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Crónicas > Muerte de Josías (14:35:20 - 14:35:2)

Después de todas estas cosas, cuando Josías había reparado el templo, Necao, rey de Egipto, subió a combatir en Carquemis, junto al Eufrates, y Josías le salió al encuentro.

Necao le envió mensajeros diciendo: “¿Qué tenemos tú y yo, oh rey de Judá? Yo no he venido ahora contra ti, sino contra el pueblo que me hace la guerra. Dios me ha dicho que me apresure. Por tu bien, deja de resistir a Dios, porque él está conmigo; no sea que él te destruya.”

Pero Josías no se apartó de él; se disfrazó para combatir contra él, y no hizo caso a las palabras de Necao, que en realidad procedían de la boca de Dios. Josías fue para combatir en el valle de Meguido,

pero los arqueros tiraron contra el rey Josías. Entonces el rey dijo a sus servidores: “¡Retiradme, porque estoy gravemente herido!”

Sus servidores lo retiraron del carro y lo pusieron en otro carro que él tenía. Lo llevaron a Jerusalén, pero murió; y lo sepultaron en los sepulcros de sus padres. Todo Judá y Jerusalén hicieron duelo por Josías.

Jeremías compuso un lamento por Josías, y todos los cantores, hombres y mujeres, mencionan a Josías en sus lamentaciones, hasta el día de hoy, pues lo pusieron como un precepto en Israel. He aquí que está escrito entre las lamentaciones.

Los demás hechos de Josías y sus obras piadosas conforme a lo escrito en la ley de Jehovah,

sus hechos, los primeros y los últimos, he aquí que están escritos en el libro de los reyes de Israel y de Judá.

Crónicas 36




Reinado y destronamiento de Joacaz

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Crónicas > Reinado y destronamiento de Joacaz (14:36:1 - 14:36:4)

Luego el pueblo de la tierra tomó a Joacaz hijo de Josías, y le proclamó rey en Jerusalén, en lugar de su padre.

Joacaz tenía 23 años cuando comenzó a reinar, y reinó tres meses en Jerusalén.

Pero el rey de Egipto lo depuso en Jerusalén, e impuso al país una multa de 100 talentos de plata y un talento de oro.

El rey de Egipto proclamó a Eliaquim, hermano de Joacaz, rey sobre Judá y Jerusalén, pero le cambió su nombre por el de Joacim. Y a Joacaz, su hermano, Necao lo tomó y lo llevó a Egipto.