Ezequías celebra la pascua

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Crónicas > Ezequías celebra la pascua (14:30:1 - 14:31:1)

Ezequías envió mensajeros por todo Israel y Judá, y también escribió cartas a los de Efraín y Manasés para que acudieran a Jerusalén, a la casa de Jehovah, para celebrar la Pascua de Jehovah Dios de Israel.

El rey había tomado el acuerdo, junto con sus magistrados y con toda la congregación en Jerusalén, de celebrar la Pascua en el mes segundo.

No la habían podido celebrar a su debido tiempo, porque los sacerdotes no se habían purificado en número suficiente, ni el pueblo se había reunido en Jerusalén.

Esto les pareció bien al rey y a toda la asamblea,

y determinaron pasar una proclama por todo Israel, desde Beerseba hasta Dan, para que acudieran a celebrar la Pascua a Jehovah Dios de Israel, en Jerusalén. Porque hacía mucho tiempo que no la habían celebrado según estaba escrito.

Fueron, pues, los mensajeros por todo Israel y Judá, con cartas de parte del rey y de sus magistrados, como el rey lo había mandado, que decían: Oh hijos de Israel, volveos a Jehovah, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, para que él se vuelva a los que han escapado y sobrevivido de mano de los reyes de Asiria.

No seáis como vuestros padres y como vuestros hermanos, que actuaron con infidelidad a Jehovah, Dios de sus padres, por lo cual él los entregó a la desolación, como vosotros veis.

Ahora pues, no endurezcáis vuestra cerviz como vuestros padres. Someteos a Jehovah, y venid a su santuario que él ha santificado para siempre. Servid a Jehovah vuestro Dios, y el furor de su ira se apartará de vosotros.

Porque si os volvéis a Jehovah, vuestros hermanos y vuestros hijos hallarán misericordia delante de quienes los llevaron cautivos, y volverán a esta tierra. Porque Jehovah vuestro Dios es clemente y misericordioso, y si vosotros os volvéis a él, no esconderá de vosotros su rostro.

Los mensajeros pasaron de ciudad en ciudad por la tierra de Efraín y de Manasés, y hasta Zabulón; pero se reían de ellos y los ridiculizaban.

Solamente algunos hombres de Aser, de Manasés y de Zabulón se humillaron y fueron a Jerusalén.

También en Judá se manifestó la mano de Dios, dándoles un solo corazón para cumplir el mandato del rey y de los magistrados, conforme a las palabras de Jehovah.

En el mes segundo se reunió en Jerusalén mucha gente, una gran congregación, para celebrar la fiesta de los panes sin levadura.

Luego se levantaron y quitaron los altares que había en Jerusalén. También quitaron los altares de incienso, y los echaron al arroyo de Quedrón.

Entonces sacrificaron la víctima de la Pascua el 14 del mes segundo. Los sacerdotes y los levitas estaban avergonzados y se purificaron, y llevaron holocaustos a la casa de Jehovah.

Tomaron su respectivo lugar conforme a lo establecido en la ley de Moisés, hombre de Dios, y los sacerdotes esparcían la sangre que recibían de mano de los levitas.

Puesto que había muchos en la congregación que no estaban purificados, los levitas estuvieron a cargo del sacrificio de las víctimas de la Pascua, por todos los que no se habían purificado, a fin de consagrarlas a Jehovah.

La mayoría de la gente, muchos de Efraín, de Manasés, de Isacar y de Zabulón, no se había purificado; pero comieron la víctima de la Pascua, aunque no de acuerdo con lo prescrito. Pero Ezequías oró por ellos diciendo: “Jehovah, que es bueno, perdone a todo aquel que ha preparado su corazón para buscar a Dios,

a Jehovah, Dios de sus padres, aunque no sea de acuerdo con la purificación ritual.”

Y Jehovah escuchó a Ezequías y sanó al pueblo.

Así los hijos de Israel que se hallaban en Jerusalén celebraron la fiesta de los Panes sin Levadura, durante siete días, con gran gozo. Los levitas y los sacerdotes alababan a Jehovah día tras día, cantando a Jehovah con instrumentos resonantes.

Ezequías habló al corazón de todos los levitas que demostraban tener buen conocimiento de Jehovah, y durante siete días comieron la porción asignada, ofreciendo sacrificios de paz y dando gracias a Jehovah, Dios de sus padres.

Entonces toda la congregación determinó que se celebrase otros siete días. Y celebraron otros siete días con alegría.

Porque Ezequías, rey de Judá, había dado para la congregación 1.000 toros y 7.000 ovejas; y también los magistrados habían dado para la congregación 1.000 toros y 10.000 ovejas, y muchos sacerdotes ya se habían purificado.

Toda la congregación de Judá se regocijó, como también los sacerdotes, los levitas y toda la congregación que había venido de Israel. Asimismo los forasteros que habían venido de la tierra de Israel y los que habitaban en Judá.

Hubo gran alegría en Jerusalén, porque no había habido cosa semejante en Jerusalén desde los días de Salomón hijo de David, rey de Israel.

Después los sacerdotes y los levitas se levantaron y bendijeron al pueblo. Y su voz fue oída, y su oración llegó a su santa morada, al mismo cielo.

Cuando se acabó todo esto, todos los de Israel que habían estado presentes fueron por las ciudades de Judá; rompieron las piedras rituales, cortaron los árboles rituales de Asera y derribaron los lugares altos y los altares en todo Judá y Benjamín, y también en Efraín y Manasés, hasta acabar con ellos. Después todos los hijos de Israel regresaron a sus ciudades, cada uno a su posesión.




Ezequías reorganiza el servicio de los sacerdotes y levitas

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Crónicas > Ezequías reorganiza el servicio de los sacerdotes y levitas (14:31:2 - 14:31:21)

Ezequías constituyó los grupos de los sacerdotes y de los levitas, conforme a sus grupos, y cada uno según su oficio (tanto los sacerdotes como los levitas), para los holocaustos y los sacrificios de paz; a fin de que sirviesen, diesen gracias y alabasen en las puertas de la morada de Jehovah.

El rey contribuyó con una parte de su patrimonio para los holocaustos: para los holocaustos de la mañana y de la tarde, y para los holocaustos de los sábados, de las lunas nuevas y de las fiestas solemnes, como está escrito en la ley de Jehovah.

También mandó al pueblo que habitaba en Jerusalén que diesen a los sacerdotes y a los levitas la porción que les correspondía, para que se mantuviesen dedicados a la ley de Jehovah.

Cuando fue divulgada esta orden, los hijos de Israel dieron muchas primicias de grano, vino nuevo, aceite, miel y de todos los frutos de la tierra. Asimismo, trajeron en abundancia los diezmos de todas las cosas.

También los hijos de Israel y de Judá que habitaban en las ciudades de Judá trajeron los diezmos de las vacas y de las ovejas, y los diezmos de las cosas consagradas a Jehovah su Dios, y lo acumularon en montones.

Comenzaron a hacer aquellos montones en el mes tercero, y acabaron en el mes séptimo.

Ezequías y los magistrados fueron a ver los montones, y bendijeron a Jehovah y a su pueblo Israel.

Ezequías preguntó a los sacerdotes y a los levitas acerca de los montones.

Y Azarías, sumo sacerdote de la casa de Sadoc, le respondió: “Desde que comenzaron a traer la ofrenda a la casa de Jehovah, hemos comido y nos hemos saciado, y ha sobrado mucho. Porque Jehovah ha bendecido a su pueblo, y ha sobrado esta gran cantidad.”

Entonces Ezequías mandó que preparasen unas cámaras en la casa de Jehovah. Las prepararon

y pusieron fielmente en ellas las ofrendas, los diezmos y las cosas consagradas. A cargo de ello estaban el oficial Conanías, levita, y su hermano Simei, segundo en rango.

Yejiel, Azazías, Najat, Asael, Jerimot, Jozabad, Eliel, Ismaquías, Majat y Benaías eran supervisores bajo el mando de Conanías y de su hermano Simei, por disposición del rey Ezequías y de Azarías, director de la casa de Dios.

El levita Coré hijo de Imna, guardia de la puerta oriental, estaba encargado de las ofrendas voluntarias hechas a Dios, de la distribución de las contribuciones a Jehovah y de las cosas más sagradas.

Bajo su mando estaban Edén, Miniamín, Jesúa, Semaías, Amarías y Secanías en las ciudades de los sacerdotes encargados de distribuir con fidelidad a sus hermanos sus porciones, conforme a sus grupos, desde el mayor hasta el menor;

a los varones, de acuerdo con sus genealogías, de tres años para arriba, todos los que entraban en la casa de Jehovah, para realizar su tarea diaria, según su servicio, en sus deberes y de acuerdo con sus grupos.

Lo mismo a los sacerdotes inscritos en las genealogías, según sus casas paternas, y a los levitas de 20 años para arriba, conforme a sus deberes y a sus grupos.

Ellos estaban inscritos en el registro con todos sus bebés, sus mujeres, sus hijos e hijas, de toda la asamblea, porque con fidelidad se consagraban a las cosas sagradas.

Además, para los hijos de Aarón, los sacerdotes, que estaban en los campos alrededor de sus ciudades, había hombres designados por nombre en cada una de las ciudades, para que dieran porciones a cada varón entre los sacerdotes y a todos los levitas registrados en las genealogías.

De esta manera hizo Ezequías en todo Judá. El hizo lo bueno, lo recto y lo verdadero delante de Jehovah su Dios.

El buscó a su Dios en toda obra que emprendió en el servicio de la casa de Dios y en la ley y los mandamientos. Lo hizo de todo corazón y fue prosperado.




Senaquerib invade a Judá

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Crónicas > Senaquerib invade a Judá (14:32:1 - 14:32:19)

Después de estas cosas y de esta fidelidad, vino Senaquerib, rey de Asiria; e invadió Judá y acampó contra las ciudades fortificadas, con la intención de conquistarlas.

Al ver que había venido Senaquerib y que su propósito era combatir contra Jerusalén, Ezequías

tomó consejo con sus generales y sus valientes para cegar los manantiales de aguas que estaban fuera de la ciudad; y ellos le apoyaron.

Se reunió mucha gente, y cegaron todos los manantiales y el arroyo que corría a través del territorio, diciendo: “¿Por qué han de hallar tanta agua los reyes de Asiria, cuando vengan?”

Ezequías se animó y reconstruyó toda la muralla que tenía brechas, y sobre ella levantó torres y edificó por fuera otra muralla. Fortificó el Milo en la Ciudad de David, e hizo muchas lanzas y muchos escudos.

También designó comandantes de guerra sobre el pueblo; y los hizo reunir ante él en la plaza de la puerta de la ciudad, y les habló al corazón diciendo:

“Esforzaos y sed valientes; no temáis ni desmayéis ante el rey de Asiria, ni ante toda la multitud que viene con él; porque más poderoso es el que está con nosotros que el que está con él.

Con él está un brazo de carne; pero con nosotros está Jehovah, nuestro Dios, para ayudarnos y para llevar a cabo nuestras batallas.” Y el pueblo tuvo confianza en las palabras de Ezequías, rey de Judá.

Después de esto Senaquerib, rey de Asiria, que estaba sitiando Laquis con todas sus fuerzas, envió sus servidores a Jerusalén para decir a Ezequías, rey de Judá, y a todos los de Judá que estaban en Jerusalén:

“Así ha dicho Senaquerib, rey de Asiria: ¿En qué confiáis vosotros que permanecéis sitiados en Jerusalén?

¿No os engaña Ezequías, para entregaros a morir de hambre y de sed, diciendo: Jehovah nuestro Dios nos librará de mano del rey de Asiria?

¿No es éste aquel cuyos lugares altos y cuyos altares ha quitado Ezequías, y ha dicho a Judá y a Jerusalén: Delante de un solo altar adoraréis, y sobre él quemaréis incienso?

¿No sabéis lo que yo y mis padres hemos hecho a todos los pueblos de aquellas tierras? ¿Pudieron los dioses de las naciones de aquellas tierras librar sus tierras de mi mano?

¿Cuál de todos los dioses de aquellas naciones que mis padres destruyeron por completo pudo salvar a su pueblo de mi mano, para que vuestro dios pueda libraros de mi mano?

Ahora pues, ¡no os engañe Ezequías, ni os haga errar de esta manera! ¡No le creáis! Porque ningún dios de ninguna nación ni reino ha podido librar a su pueblo de mi mano ni de la mano de mis padres. ¡Cuánto menos vuestro dios os podrá librar de mi mano!”

Estas y otras cosas hablaron sus servidores contra Jehovah Dios y contra su siervo Ezequías.

Además, escribió cartas en las que afrentaba a Jehovah Dios de Israel, y hablaba contra él diciendo: “Como los dioses de las naciones de otras tierras no pudieron librar a sus pueblos de mi mano, tampoco el dios de Ezequías librará a su pueblo de mi mano.”

Entonces gritaron a gran voz en hebreo al pueblo de Jerusalén que estaba sobre la muralla, para atemorizarlos e infundirles miedo, a fin de poder tomar la ciudad.

Hablaron del Dios de Jerusalén como de los dioses de los pueblos de la tierra, que son obra de manos de hombres.




Jehová libra a Ezequías

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Crónicas > Jehová libra a Ezequías (14:32:20 - 14:32:23)

Entonces el rey Ezequías y el profeta Isaías hijo de Amoz oraron acerca de esto y clamaron a los cielos.

Y Jehovah envió un ángel, el cual hirió a todos los guerreros esforzados, a los oficiales y a los jefes en el campamento del rey de Asiria. Senaquerib se volvió a su tierra con el rostro avergonzado. Y cuando entró en el templo de su dios, algunos de sus propios hijos lo mataron allí a espada.

Así libró Jehovah a Ezequías y a los habitantes de Jerusalén de mano de Senaquerib, rey de Asiria, y de mano de todos. Y les dio reposo en derredor.

Muchos traían a Jerusalén ofrendas para Jehovah, y preciosos regalos para Ezequías, rey de Judá. Y después de esto fue engrandecido ante todas las naciones.




Enfermedad de Ezequías

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Crónicas > Enfermedad de Ezequías (14:32:24 - 14:32:26)

En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte y oró a Jehovah. El le respondió y le dio una señal milagrosa.

Pero Ezequías no correspondió al bien que le había sido hecho; antes bien, se enalteció su corazón, y el furor de Dios vino contra él, contra Judá y contra Jerusalén.

Pero después que se enalteció su corazón, Ezequías se humilló, junto con los habitantes de Jerusalén; y el furor de Jehovah dejó de venir sobre ellos en los días de Ezequías.