Micaías profetiza la derrota de Acab

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Primer Libro de Reyes > Micaías profetiza la derrota de Acab (11:22:1 - 11:22:40)

Tres años pasaron sin que hubiera guerra entre Siria e Israel.

Y aconteció al tercer año que Josafat, rey de Judá, descendió a visitar al rey de Israel.

Entonces el rey de Israel dijo a sus servidores: —¿Sabéis que Ramot de Galaad nos pertenece? ¡Y nosotros no hemos hecho nada para tomarla de mano del rey de Siria!

Luego preguntó a Josafat: —¿Irás conmigo a la guerra a Ramot de Galaad? Y Josafat respondió al rey de Israel: —Yo soy como eres tú, y mi pueblo como tu pueblo, y mis caballos como tus caballos.

Además, Josafat dijo al rey de Israel: —Por favor, consulta hoy la palabra de Jehovah.

Entonces el rey de Israel reunió a los profetas, unos 400 hombres, y les preguntó: —¿Iré a la guerra contra Ramot de Galaad, o desistiré? Ellos respondieron: —Sube, porque el Señor la entregará en mano del rey.

Entonces preguntó Josafat: —¿No hay aquí todavía algún profeta de Jehovah, para que consultemos por medio de él?

El rey de Israel respondió a Josafat: —Todavía hay un hombre por medio del cual podríamos consultar a Jehovah; pero yo le aborrezco, porque no me profetiza el bien, sino el mal. Es Micaías hijo de Imla. Josafat respondió: —No hable así el rey.

Entonces el rey de Israel llamó a un funcionario y le dijo: —Trae pronto a Micaías hijo de Imla.

El rey de Israel y Josafat, rey de Judá, vestidos con sus vestiduras reales, estaban sentados, cada uno en su trono, en la era a la entrada de la puerta de Samaria; y todos los profetas profetizaban delante de ellos.

Sedequías hijo de Quenaana se había hecho unos cuernos de hierro y decía: —Así ha dicho Jehovah: “¡Con éstos embestirás a los sirios, hasta acabar con ellos!”

Y todos los profetas profetizaban de la misma manera, diciendo: —Sube a Ramot de Galaad y triunfa, porque Jehovah la entregará en mano del rey.

El mensajero que había ido a llamar a Micaías le habló diciendo: —He aquí, las palabras de los profetas unánimemente anuncian el bien al rey. Sea, pues, tu palabra como la de uno de ellos, y anuncia el bien.

Pero Micaías respondió: —¡Vive Jehovah, que lo que Jehovah me diga, eso hablaré!

Llegó al rey, y el rey le preguntó: —Micaías, ¿iremos a la guerra contra Ramot de Galaad, o desistiremos? El respondió: —Sube y triunfa, porque Jehovah la entregará en mano del rey.

El rey le dijo: —¿Cuántas veces tengo que hacerte jurar que no me digas sino la verdad en el nombre de Jehovah?

Entonces respondió: —He visto a todo Israel dispersado por los montes como ovejas que no tienen pastor. Y Jehovah dijo: “Estos no tienen señor; vuélvase cada uno a su casa en paz.”

Entonces el rey de Israel dijo a Josafat: —¿No te dije que no profetizaría acerca de mí el bien, sino el mal?

Luego dijo Micaías: —Escucha, pues, la palabra de Jehovah: Yo he visto a Jehovah sentado en su trono; y todo el ejército de los cielos estaba de pie junto a él, a su derecha y a su izquierda.

Entonces Jehovah preguntó: “¿Quién inducirá a Acab, para que suba y caiga en Ramot de Galaad?” Y uno respondía de una manera, y otro respondía de otra manera.

Entonces salió un espíritu, se puso delante de Jehovah y dijo: “Yo le induciré.” Jehovah le preguntó: “¿De qué manera?”

Y él le respondió: “Saldré y seré espíritu de mentira en la boca de todos sus profetas.” Y Jehovah dijo: “Tú lo inducirás, y también prevalecerás. Sal y hazlo así.”

Ahora pues, he aquí que Jehovah ha puesto un espíritu de mentira en la boca de todos estos tus profetas, porque Jehovah ha decretado el mal con respecto a ti.

Entonces se acercó Sedequías hijo de Quenaana y golpeó a Micaías en la mejilla, diciéndole: —¿Por qué camino se apartó de mí el Espíritu de Jehovah, para hablarte a ti?

Y Micaías respondió: —¡He aquí, tú lo verás aquel día, cuando te metas de cuarto en cuarto para esconderte!

Entonces dijo el rey de Israel: —Toma a Micaías y hazlo volver a Amón, alcalde de la ciudad, y a Joás, hijo del rey.

Y di: “El rey ha dicho así: Poned a éste en la cárcel y mantenedle con una escasa ración de pan y de agua, hasta que yo llegue en paz.”

Y Micaías dijo: —Si logras volver en paz, Jehovah no ha hablado por medio de mí. —Y añadió—: ¡Oídlo, pueblos todos!

El rey de Israel subió con Josafat, rey de Judá, a Ramot de Galaad.

El rey de Israel dijo a Josafat: —Yo me disfrazaré y entraré en la batalla; pero tú, vístete con tus vestiduras. Entonces el rey de Israel se disfrazó y entró en la batalla.

Ahora bien, el rey de Siria había mandado a sus treinta y dos jefes de los carros que tenía, diciendo: “No luchéis contra chico ni contra grande, sino sólo contra el rey de Israel.”

Y sucedió que cuando los jefes de los carros vieron a Josafat, dijeron: —¡Ciertamente éste es el rey de Israel! Entonces se dirigieron hacia él para atacarle, pero Josafat gritó.

Y sucedió que al ver los jefes de los carros que no era el rey de Israel, se apartaron de él.

Entonces un hombre tiró con su arco a la ventura e hirió al rey de Israel por entre las junturas de la armadura y la coraza. Y él dijo al que guiaba su carro: —¡Da la vuelta y sácame de la batalla, porque he sido herido!

La batalla arreció aquel día, y el rey fue sostenido en pie en el carro, frente a los sirios. Y murió al atardecer. La sangre de la herida corría hasta el fondo del carro.

A la puesta del sol salió una proclama por todo el campamento, diciendo: —¡Cada uno a su ciudad! ¡Cada uno a su tierra!

Murió, pues, el rey y fue llevado a Samaria; luego sepultaron al rey en Samaria.

Lavaron el carro junto al estanque de Samaria (donde las prostitutas se lavaban), mientras los perros lamían su sangre, conforme a la palabra que Jehovah había hablado.

Los demás hechos de Acab y todo lo que hizo, la casa de marfil y todas las ciudades que edificó, ¿no están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?

Acab reposó con sus padres, y su hijo Ocozías reinó en su lugar.




Reinado de Josafat

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Primer Libro de Reyes > Reinado de Josafat (11:22:41 - 11:22:50)

Josafat hijo de Asa comenzó a reinar sobre Judá en el cuarto año de Acab rey de Israel.

Josafat tenía 35 años cuando comenzó a reinar, y reinó 25 años en Jerusalén. El nombre de su madre era Azuba hija de Silji.

El anduvo en todo el camino de su padre Asa, sin apartarse de él, haciendo lo recto ante los ojos de Jehovah. Sin embargo, los lugares altos no fueron quitados, pues el pueblo continuaba ofreciendo sacrificios y quemando incienso en los lugares altos.

Josafat también hizo la paz con el rey de Israel.

Los demás hechos de Josafat, el poderío que logró y las guerras que llevó a cabo, ¿no están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?

El eliminó del país el resto de los varones consagrados a la prostitución ritual que habían quedado del tiempo de su padre Asa.

No había entonces rey en Edom; sólo había un gobernador de parte del rey.

Josafat hizo barcos como los de Tarsis, para ir a Ofir por oro. Pero no fueron, pues los barcos se destrozaron en Ezión-geber.

Entonces Ocozías hijo de Acab dijo a Josafat: “Que vayan mis servidores con tus servidores en los barcos.” Pero Josafat no quiso.

Josafat reposó con sus padres y fue sepultado con ellos en la Ciudad de David, su padre. Y su hijo Joram reinó en su lugar.




Reinado de Ocozías de Israel

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Primer Libro de Reyes > Reinado de Ocozías de Israel (11:22:51 - 11:22:53)

Ocozías hijo de Acab comenzó a reinar sobre Israel, en Samaria, en el año 17 de Josafat, rey de Judá, y reinó 2 años sobre Israel.

El hizo lo malo ante los ojos de Jehovah y anduvo en el camino de su padre, en el camino de su madre y en el camino de Jeroboam hijo de Nabat, quien hizo pecar a Israel.

Sirvió a Baal y lo adoró, y provocó a ira a Jehovah Dios de Israel, conforme a todas las cosas que su padre había hecho.




Muerte de Ocozías

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Reyes > Muerte de Ocozías (12:1:1 - 12:1:18)

Después de la muerte de Acab, Moab se rebeló contra Israel.

Ocozías se cayó por la celosía de su sala en el piso superior, en Samaria, y quedó malherido. Entonces envió mensajeros diciéndoles: —Id y consultad a Baal-zebub, dios de Ecrón, si he de sanar de esta enfermedad.

Entonces el ángel de Jehovah dijo a Elías el tisbita: —Levántate, sube al encuentro de los mensajeros del rey de Samaria y diles: “¿Acaso no hay Dios en Israel para que vosotros vayáis a consultar a Baal-zebub, dios de Ecrón?

Por tanto, así ha dicho Jehovah: De la cama a la cual subiste no descenderás, sino que ciertamente morirás.” Entonces Elías se fue.

Y cuando los mensajeros regresaron al rey, éste les preguntó: —¿Por qué habéis regresado?

Ellos le respondieron: —Un hombre vino a nuestro encuentro y nos dijo: “Id, regresad al rey que os envió y decidle que así ha dicho Jehovah: ¿Acaso no hay Dios en Israel, para que tú mandes a consultar a Baal-zebub, dios de Ecrón? Por tanto, de la cama a la cual subiste no descenderás, sino que ciertamente morirás.”

Entonces él les preguntó: —¿Qué aspecto tenía aquel hombre que vino a vuestro encuentro y os dijo estas palabras?

Ellos le respondieron: —Era un hombre velludo, que tenía ceñido un cinto de cuero a la cintura. Entonces dijo: —El es Elías el tisbita.

Entonces Ocozías envió a Elías un jefe de cincuenta con sus cincuenta hombres. Este fue a él, y he aquí que él estaba sentado en la cumbre del monte, y le dijo: —Oh hombre de Dios, el rey ha dicho: “¡Desciende!”

Elías respondió y dijo al jefe de cincuenta: —Si yo soy hombre de Dios, que descienda fuego del cielo y te consuma a ti con tus cincuenta. Entonces descendió fuego del cielo y lo consumió a él con sus cincuenta.

El rey volvió a enviarle otro jefe de cincuenta con sus cincuenta, y éste le habló diciendo: —Oh hombre de Dios, el rey ha dicho así: “¡Desciende pronto!”

Elías respondió y les dijo: —Si yo soy hombre de Dios, que descienda fuego del cielo y te consuma a ti con tus cincuenta. Entonces descendió del cielo fuego de Dios y lo consumió a él con sus cincuenta.

Volvió a enviar un tercer jefe de cincuenta con sus cincuenta. Aquel tercer jefe de cincuenta subió, y al llegar se hincó de rodillas ante Elías y le rogó diciendo: —¡Oh hombre de Dios, te ruego que sea de valor a tus ojos mi vida y la vida de estos cincuenta siervos tuyos!

He aquí, ha descendido fuego del cielo y ha consumido a los dos primeros jefes de cincuenta con sus cincuenta. ¡Sea ahora mi vida de valor a tus ojos!

Entonces el ángel de Jehovah dijo a Elías: —Desciende con él; no le tengas miedo. Elías se levantó, fue con él al rey

y le dijo: —Así ha dicho Jehovah: “Por cuanto enviaste mensajeros a consultar a Baal-zebub, dios de Ecrón (¿acaso no hay Dios en Israel para consultar su palabra?), por tanto, de la cama a la cual subiste no descenderás, sino que ciertamente morirás.”

Y Ocozías murió, conforme a la palabra de Jehovah que Elías había hablado. En su lugar comenzó a reinar Joram, en el segundo año de Joram hijo de Josafat, rey de Judá, porque Ocozías no tenía hijo.

Las demás cosas que hizo Ocozías, ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?




Eliseo sucede a Elías

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Reyes > Eliseo sucede a Elías (12:2:1 - 12:2:25)

Aconteció que cuando Jehovah iba a arrebatar a Elías al cielo en un torbellino, Elías venía de Gilgal con Eliseo.

Y Elías dijo a Eliseo: —Por favor, quédate aquí, porque Jehovah me ha enviado a Betel. Eliseo dijo: —¡Vive Jehovah, y vive tu alma, que no te dejaré! Entonces descendieron a Betel.

Y los hijos de los profetas que estaban en Betel salieron al encuentro de Eliseo, y le preguntaron: —¿Sabes que hoy Jehovah arrebatará a tu señor por encima de tu cabeza? El respondió: —Sí, yo lo sé. Callad.

Elías le volvió a decir: —Eliseo, por favor, quédate aquí, porque Jehovah me ha enviado a Jericó. Y él dijo: —¡Vive Jehovah, y vive tu alma, que no te dejaré! Y fueron a Jericó.

Entonces los hijos de los profetas que estaban en Jericó se acercaron a Eliseo y le preguntaron: —¿Sabes que hoy Jehovah arrebatará a tu señor por encima de tu cabeza? Y él respondió: —Sí, yo lo sé. Callad.

Luego le dijo Elías: —Por favor, quédate aquí, porque Jehovah me ha enviado al Jordán. Y él dijo: —¡Vive Jehovah, y vive tu alma, que no te dejaré! Fueron, pues, los dos.

Y llegaron cincuenta hombres de los hijos de los profetas y se pararon al frente, a lo lejos. También ellos dos se pararon junto al Jordán.

Entonces Elías tomó su manto, lo dobló y golpeó las aguas, las cuales se apartaron a uno y a otro lado; y ambos pasaron en seco.

Y sucedió que cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: —Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea arrebatado de tu lado. Eliseo dijo: —Te ruego que pase a mí una doble porción de tu espíritu.

El dijo: —Has pedido algo difícil. Si me ves cuando sea arrebatado de tu lado, te será concedido; si no, no.

Aconteció que mientras ellos iban y conversaban, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego los separó a los dos, y Elías subió al cielo en un torbellino.

Eliseo, al verlo, gritó: —¡Padre mío, padre mío! ¡Carro de Israel, y sus jinetes! Nunca más le vio. Y agarrando sus ropas, las rasgó en dos partes.

Entonces Eliseo recogió el manto de Elías, que se le había caído, y regresó. Luego, deteniéndose a la orilla del Jordán,

tomó el manto de Elías que se le había caído, golpeó las aguas y dijo: —¿Dónde está Jehovah, el Dios de Elías? Y cuando él también golpeó las aguas, éstas se apartaron a uno y a otro lado; y Eliseo cruzó.

Lo vieron los hijos de los profetas que estaban en Jericó, al otro lado, y dijeron: —¡El espíritu de Elías reposa sobre Eliseo! Entonces fueron hacia él, se postraron ante él en tierra,

y le dijeron: —He aquí, con tus siervos hay cincuenta hombres valerosos. Que vayan ellos y busquen a tu señor; no sea que el Espíritu de Jehovah lo haya levantado y lo haya arrojado en alguna montaña o en algún valle. El dijo: —No los mandéis.

Ellos insistieron hasta que sintiéndose él avergonzado, dijo: —Enviadlos. Entonces enviaron a cincuenta hombres, los cuales lo buscaron durante tres días, pero no lo hallaron.

Cuando volvieron a él, que se había quedado en Jericó, les dijo: —¿No os dije que no fueseis?

Entonces los hombres de la ciudad dijeron a Eliseo: —He aquí, el lugar de esta ciudad es bueno, como lo ve mi señor; pero las aguas son malas, y la tierra es estéril.

Entonces él dijo: —Traedme una vasija nueva y poned en ella sal. Se la trajeron.

Y salió al manantial de las aguas, echó dentro la sal y dijo: —Así ha dicho Jehovah: “Yo saneo estas aguas, y no habrá en ellas más muerte ni esterilidad.”

Y así fueron saneadas las aguas hasta el día de hoy, conforme a las palabras que Eliseo pronunció.

Después fue de allí a Betel; y cuando subía por el camino, salieron unos muchachos de la ciudad y se burlaban de él diciéndole: —¡Sube, calvo! ¡Sube, calvo!

Volviéndose hacia atrás, los vio y los maldijo en el nombre de Jehovah. Entonces salieron dos osas del bosque y despedazaron a cuarenta y dos de aquellos niños.

De allí fue al monte Carmelo, y de allí volvió a Samaria.