Pacto de Jehová con Israel en Moab

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Pentateuco > Deuteronomio > Pacto de Jehová con Israel en Moab (5:29:1 - 5:29:29)

Estas son las palabras del pacto que Jehovah mandó a Moisés que hiciera con los hijos de Israel en la tierra de Moab, además del pacto que hizo con ellos en Horeb.

Moisés llamó a todo Israel y les dijo: “Vosotros habéis visto todo lo que Jehovah hizo ante vuestros ojos en la tierra de Egipto al faraón, a todos sus servidores y a toda su tierra;

las grandes pruebas que vuestros ojos vieron, aquellas grandes señales y prodigios.

Pero hasta el día de hoy Jehovah no os ha dado corazón para entender, ni ojos para ver, ni oídos para oír.

“Yo os he conducido cuarenta años por el desierto. Vuestros vestidos no se han envejecido sobre vosotros, ni vuestros zapatos se han gastado en vuestros pies.

No habéis comido pan ni tomado vino ni licor, para que sepáis que yo soy Jehovah vuestro Dios.

Así llegasteis a este lugar, y cuando Sejón, rey de Hesbón, y Og, rey de Basán, salieron para combatir contra nosotros, los derrotamos.

Luego tomamos su tierra y la dimos por posesión a Rubén, a Gad y a la media tribu de Manasés.

Guardad, pues, las palabras de este pacto y ponedlas por obra, para que prosperéis en todo lo que hagáis.

“Todos vosotros estáis hoy delante de Jehovah vuestro Dios: los jefes de vuestras tribus, vuestros ancianos, vuestros oficiales, todos los hombres de Israel,

vuestros niños, vuestras mujeres y los forasteros que están en medio de vuestro campamento, desde el que corta tu leña hasta el que saca tus aguas.

Estás por entrar en el pacto de Jehovah tu Dios, y en el compromiso solemne que Jehovah tu Dios hace hoy contigo,

a fin de confirmarte hoy como pueblo suyo, y para que él sea tu Dios, como te ha prometido y como lo juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob.

“No sólo con vosotros hago yo este pacto y este compromiso solemne;

ciertamente es con el que está aquí con nosotros hoy, delante de Jehovah nuestro Dios, y también con aquel que no está aquí con nosotros hoy.

Pues vosotros sabéis cómo habitábamos en la tierra de Egipto y cómo hemos pasado en medio de las naciones por las cuales habéis pasado.

Vosotros habéis visto sus abominaciones y sus ídolos de madera y de piedra, de plata y de oro, que tienen entre ellos.

No sea que haya entre vosotros hombre o mujer, familia o tribu, cuyo corazón se aparte hoy de Jehovah nuestro Dios para ir a rendir culto a los dioses de aquellas naciones. No sea que haya entre vosotros una raíz que produzca una hierba venenosa y ajenjo,

y que al oír las palabras de este compromiso solemne, se bendiga a sí mismo en su corazón, diciendo: Yo tendré paz, aunque ande en la terquedad de mi corazón, de modo que arrase la tierra regada junto con la sedienta.

“Jehovah no estará dispuesto a perdonarle, sino que subirán entonces cual humo el furor y el celo de Jehovah contra ese hombre, y sobre él se asentarán todas las imprecaciones escritas en este libro. Jehovah borrará su nombre de debajo del cielo.

El lo apartará para mal de entre todas las tribus de Israel, conforme a todas las imprecaciones del pacto escritas en este libro de la ley.

“La generación futura, vuestros hijos que se levantarán después de vosotros y el extranjero que vendrá de tierras lejanas, cuando vean las plagas de aquella tierra y las enfermedades que Jehovah habrá hecho brotar en ella, dirán:

Toda su tierra está quemada con azufre y sal. No puede ser sembrada, ni producirá; y en ella no crecerá ninguna planta, como cuando fueron trastornadas Sodoma, Gomorra, Adma y Zeboím, las cuales Jehovah destruyó en su ira y su furor.

Y todas las naciones preguntarán: ¿Por qué ha hecho así Jehovah a esta tierra? ¿Por qué razón se ha encendido este gran furor?

Entonces les responderán: Porque abandonaron el pacto de Jehovah, Dios de sus padres, que él hizo con ellos cuando los sacó de la tierra de Egipto.

Ellos fueron a rendir culto a otros dioses; se postraron ante ellos, dioses que no habían conocido y que él no les había asignado.

Por eso se encendió el furor de Jehovah contra esta tierra, para traer sobre ella toda maldición escrita en este libro.

Jehovah los desarraigó de su suelo con furor, con ira y con gran indignación, y los echó a otra tierra, como hoy.

“Las cosas secretas pertenecen a Jehovah nuestro Dios, pero las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos, para siempre, a fin de que cumplamos todas las palabras de esta ley.

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