Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > JeremÃas > Lamento sobre Judá y Jerusalén (24:8:18 - 24:9:11)
El dolor se sobrepone a mà sin remedio; mi corazón está enfermo.
¡He aquÃ, la voz del grito de la hija de mi pueblo que viene de lejana tierra! ¿Acaso no está Jehovah en Sion? ¿Acaso no está en ella su Rey? ¿Por qué me han provocado a ira con sus imágenes talladas, con las vanidades del extranjero?
Ha pasado la siega, se ha acabado el verano, ¡y nosotros no hemos sido salvos!
Quebrantado estoy por el quebranto de la hija de mi pueblo. Estoy enlutado; el horror se ha apoderado de mÃ.
¿Acaso no hay bálsamo en Galaad? ¿Acaso no hay allà médico? ¿Por qué, pues, no hay sanidad para la hija de mi pueblo?
¡Quién me diera que mi cabeza fuese agua y mis ojos manantial de lágrimas, para que llorara dÃa y noche por los muertos de la hija de mi pueblo!
¡Quién me diera una posada de caminantes en medio del desierto, para abandonar a mi pueblo e irme de ellos! Porque todos ellos son unos adúlteros, una asamblea de traidores.
Dispusieron su lengua como arco; se hicieron fuertes en la tierra para el engaño, no para la fidelidad. “Procedieron de mal en mal y no me han conocido, dice Jehovah.
¡CuÃdese cada uno de su prójimo! En ningún hermano tenga confianza; porque todo hermano suplanta, y todo prójimo anda calumniando.
Cada uno engaña a su prójimo, y no hablan verdad; enseñan su lengua para hablar mentira. Se han pervertido hasta el cansancio.
Su morada está en medio del engaño. Y a causa del engaño rehúsan conocerme,” dice Jehovah.
Por tanto, asà ha dicho Jehovah de los Ejércitos: “He aquà que yo los fundiré y los probaré. Pues, ¿de qué otro modo he de proceder con la hija de mi pueblo?
Flecha asesina es la lengua de ellos; hablan engaño. Con su boca habla de paz a su prójimo, pero dentro de sà pone emboscada.
¿No habré de castigarles por esto?, dice Jehovah. ¿No tomará venganza mi alma de una nación como ésta?”
Prorrumpiré en llanto y lamento por los montes, en canto fúnebre por los pastizales del desierto. Porque han sido devastados hasta no quedar quien pase, ni se escucha el mugido del ganado. Desde las aves del cielo hasta el ganado huirán y se irán.
“Yo convertiré a Jerusalén en montones de piedras y en guarida de chacales. Convertiré las ciudades de Judá en una desolación, sin habitantes.”
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