Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > IsaÃas > Judá es librado de Senaquerib (23:37:1 - 23:42:17)
Aconteció que cuando el rey EzequÃas lo oyó, rasgó sus vestiduras, y cubierto de cilicio entró en la casa de Jehovah.
Luego envió, cubiertos de cilicio, a Eliaquim el administrador del palacio, a Sebna el escriba y a los ancianos de los sacerdotes a donde estaba el profeta IsaÃas hijo de Amoz.
Y le dijeron: —Asà ha dicho EzequÃas: “Este dÃa es dÃa de angustia, de reprensión y de vergüenza; porque los hijos están a punto de nacer, pero no hay fuerzas para dar a luz.
Quizás Jehovah tu Dios habrá escuchado las palabras del Rabsaces, al cual ha enviado su señor, el rey de Asiria, para afrentar al Dios vivo; y le reprenderá a causa de las palabras que Jehovah tu Dios ha escuchado. Eleva, pues, una oración por el remanente que aún queda.”
Fueron, pues, a IsaÃas los servidores del rey EzequÃas,
e IsaÃas les dijo: —Asà diréis a vuestro señor: “Asà ha dicho Jehovah: No temas por las palabras que has oÃdo, con las que me han injuriado los criados del rey de Asiria.
He aquÃ, yo pondré en él un espÃritu, y oirá un rumor y se volverá a su tierra. Y haré que en su tierra caiga a espada.”
Cuando el Rabsaces oyó que el rey de Asiria habÃa partido de Laquis, regresó y halló al rey combatiendo contra Libna.
Luego el rey oyó hablar acerca de Tirhaca, rey de EtiopÃa: “He aquà que él ha salido para combatir contra ti.” Cuando lo oyó, envió mensajeros a EzequÃas, diciendo:
“Asà diréis a EzequÃas, rey de Judá: No te engañe tu dios, en quien tú confÃas, al decirte que Jerusalén no será entregada en mano del rey de Asiria.
He aquÃ, tú has oÃdo lo que los reyes de Asiria han hecho a todos los paÃses, destruyéndolos por completo. ¿Y serás librado tú?
¿Acaso los dioses de las naciones, que mis padres destruyeron, libraron a Gozán, a Harán, a Resef y a los hijos de Edén que estaban en Telasar?
¿Dónde están el rey de Hamat, el rey de Arfad y el rey de la ciudad de Sefarvaim, de Hena y de Ivá?”
Entonces EzequÃas tomó la carta de mano de los mensajeros, y la leyó. Luego EzequÃas subió a la casa de Jehovah, y la extendió delante de Jehovah.
Y EzequÃas oró a Jehovah diciendo:
“Oh Jehovah de los Ejércitos, Dios de Israel, que tienes tu trono entre los querubines: Sólo tú eres el Dios de todos los reinos de la tierra; tú has hecho los cielos y la tierra.
Den gloria a Jehovah; proclamen en las costas su alabanza.
Jehovah saldrá como valiente, y como hombre de guerra despertará su celo. Gritará, ciertamente lanzará el grito; sobre sus enemigos prevalecerá.
“Por mucho tiempo he callado; he guardado silencio y me he contenido. Pero ahora gemiré como la que está de parto, jadeando y resoplando a la vez.
Devastaré montes y colinas, y haré secar toda su hierba. Los rÃos convertiré en islotes, y haré secar las lagunas.
Conduciré a los ciegos por un camino que no han conocido, y por sendas que no han conocido les guiaré. Delante de ellos transformaré las tinieblas en luz, y los lugares escabrosos en llanuras. Estas cosas haré por ellos y no los desampararé.
Serán vueltos atrás y en extremo avergonzados los que confÃan en Ãdolos y dicen a las imágenes de fundición: Vosotros sois nuestros dioses.
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