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1868 Comentarios sobre “Jesús enseña sobre el divorcio”

Ver más comentarios: « 128 29 30 31 32 33 34 35 [36] 37 38 »

  1. comomensajero opina:

    No me han podido callar.Ni escudandose en una falsa interpretacion biblica, …ni con flechitas, no flechotas, ni con ¨pedradas indirectas¨…, y es que el mismo versiculo que odian, es el que me protege, no necesito de paginas enteras ni versiculos inteminables para acabar con teorias falsas y blasfemas, con un solo versiculo tengo, con uno solo…

    [contesta a comomensajero]

  2. NIKOS opina:

    ▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬ ***ஜ۩۞۩ஜ*** ▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

    - HECTOR,…Saludos Nikos. alias “Aquiles” …
    - NIKOS…Mi nombre en griego significa como ya sabrás “victorioso”…asi que tanto si me llamas Aquiles Ἀχιλῆος el mas veloz, como si me llamas Nikos el victorioso, ambos son ciertos. En este caso te podria llamar Patroclo por una sola vez, por haberle zampado correctamente en las narices al villano aqueo enancio este comentario:

    [Saludos hugo (con minuscula)… te dire, tu necedad es tan grande que no te deja pensar y razonar de una manera Humana. como creacion…

    Como veras tu como ateo, solo y simplemente le das cumplimiento a la Palabra de Dios, porque simplemente estas cumpliendo un papel del cual la biblia habla “Dice el necio en su corazon, no hay Dios…”(Salm.14:1) y sin darte cuenta, tu con tus acciones haces que Dios sea Veraz en su Palabra, por tanto que quieras desacreditar, lo que haces es acreditar..]
    —————-

    - HECTOR:…Si un Hombre o Mujer que no saben nada de la Palabra, y ellos (c/u) ha estado casado con otra pareja en vidas pasadas, y han hecho su vida con otra pareja actual pongamos durante mas de 15 años, y tienen su familia establecida, y luego llega la gracia de Dios a su casa, y se convierten al Cristianismo, y una vez instruidos en la Palabra, conociendo el mandamiento, luego ellos confiezan que en vidas pasadas fueron casados ambos, pero que con su Actual pareja ya establecio una Familia.. ¿Que les aconcejaria Ust? que se separe C/U o que continuen y nunca se separen o vuelvan a caer en ese error ya conociendo la verdad??

    - NIKOS…ya he contestado otras varias veces esta pregunta con lo cual reiteraré nuevamente la respuesta. Si las cosas son tal cual las cuentas y entiendo que con la segunda pareja no estan juntados sino casados, entonces esa pareja debe respetar su segundo PACTO y su segunda PROMESA y quedarse tal cual está…no deben romper ese pacto ni divorciarse…Si lo hicieran seria añadir pecado sobre pecado. Siempre pongo como ejemplo el tema de Josué 9 donde a pesar de haberse hecho un pacto errado y una promesa errada pecaminosa, Israel debió cumplir ese pacto y respetarlo hasta el fin por mandato de Dios. Es mas, el dia que Esau muchos años mas adelante rompió ese PACTO, Dios castigó severamente a Israel por hablerlo violado a pesar de haber sido un error haber hecho un pacto con los gabaonitas. Dios manda respetar los pactos.
    Lo unico que añadiria es que esas personas en mi iglesia no tendrian ministerios de predica porque no tienen credibilidad en sus testimonios, como mucho deben dedicarse a ayudar a otros para prevenir y no repetir su mismo error…

    NIKOS

    Consejeria Biblica Bautista
    ioanes@hotmail.com
    Skype: kreiton2
    ((España))
    ▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬** ஜ۩۞۩ ஜ** ▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

    [contesta a NIKOS]

  3. comomensajero opina:

    Nikos:

    No me ando con pedradas, me dirijo directo.

    Te he pedido respeto , nikos, alguien tiene que mostrar lo que un enfermo emocional puede provocar, para que no sigas dañando…actuas como un enfermo, , ya sea que te metas a un grupo de ayuda, pues conozco grupos que te pueden ayudar.o´, recurriendo a otra manera, y esa, seria denunciarte, denunciar tus insultos, ofensas o´…exponiendo la sagrada Gnosis, llenando el foro para que se conozca de verdad el segundo nacmiento, evitando asi malos matrimonios que acabaran en divorcio, y mostrando tus falsas exponencias que mandan al fracaso

    Quieres que me defienda de tus textos contra la santa Gnosis?…pues lo has conseguido…no digas que no te adverti´, te pedi´muchas veces respeto, no me importa que insultes mi persona, pero si me importa denunciar la blasfemia, y la falsa salvacion anticristica, ,

    Y como siempre, usare´tus impios y blasfemos textos para anunciar un segundo nacimiento real, en el que el leviticos da la base y la prueba

    Gracias por la oportunidad de con tus blasfemias, anunciar la via a un segundo nacimiento real

    [contesta a comomensajero]

  4. Hugo Enancio opina:

    Para NIKOS:
    [Saludos Nikos, quiero decirte atribulado lector que me entendiste mal, en ningún caso dije que me iba lo que no hice, fue enviarte un escrito que te despojaba de tu imagen irreal y te colocaba en lo que eres, a eso renuncie, a exponerte, pero no a salir de este entretenido foro.

    Comprendí que así como tu pobre imaginación en cuentos infantiles, de un dios castigador que ataca y destruye, es absolutamente inconcebible tomarte en serio, menos aún bajar a tu ritmo descalificador y enfermizo.

    Cuando te pido calma Nikos es por tu bien, muchos de tus padecimientos mentales se pueden agudizar gravemente al estar sometido a estos desbordes maníacos, tan característicos en ti. Es por eso que pensaste que me iba, pero la verdad es que solo seré algo mas conciliador con una persona como tu, atrapado en un cuerpo de hombre.

    De todas maneras debo disculparme si no me exprese bien, cuando digo …..”consideremos que el despropósito de tu mensaje solo depende de tu desequilibrado cerebro y no de un dios orate, aun cuando la razón demuestre lo contrario”…
    Me refiero que la razón es clara en demostrar la monstruosa locura “de tu dios” en todo lo que se lee en el antiguo testamento. En ningún caso pretendía endosarte algo que no tienes y esta claro en tus demenciales desviaros.

    Se que no eres ni hafiz ni otra cosa clara, pero me parece tan contraproducente cuando copias versos de la biblia que me imaginé verte sobre árbol o en una ventana escupiendo tus letanías, es por eso la comparación, al menos sales ganando los hafiz recitan con arte y sin maldad sus textos santos, a diferencia de ti que solo eres un desborde de cólera, como una antigua señora de voz aguda levantando sus faldas y abriendo su boca para gritar insultos.

    Joven maduro :D hahahaha, un soldado? alguna fijación que escapa del subconsciente tal vez? esta mente que nos juega malas pasadas.
    A tu edad los soldados ya cumplieron sus años de servicio y se acogen a retiro, tal vez califiques como reserva ;)

    Entiendo que no busques números Nikos, pero aunque no los quieras están ahí, la gente se une a otra, en este aspecto los dioses son lo de menos y ningún dios importado, ni un extravagante Nikos bautista, por muy inestable lograra lo que la vida incluso tu dios implica “creces y multiplicaos” un divorcio lo sigue otra unión y otro casamiento, la misma religion o secta los vuelve a casar y fuera de la fiesta del segundo o tercer matrimonio, sobre un árbol esta Nikos gritando sobre la condenación del alma. Los demás felices de otra oportunidad de creer en el amor.

    Tal vez en tu acuoso cerebro pensaras que estas en lo correcto, pero te lo vuelvo a repetir el mandato del único dios ;) “crecer y multiplicaos”. Estas entonces Nikos fuera del aquel mandato primordial, es mas tratas de hacer lo contrario, entonces cuando estés frente al magnánimo creador de lo absoluto, el verbo de fuego eterno, majestad entre infinitos. ahí te quiero ver, como una sombra que estila liquido obscuro, su mirada te fulminara como nada de lo que haya antes existido, y tu eterno dolor no sera nada comparado con haber perdido una vida, atacando, torturando y engañando a gente ingenua. :D

    Sal de la caja Nikos la vida es corta, vive, se feliz, veras como tu vida cambia y también la de los demás, por ahí tu escribiste nada bueno sale de árbol amargo y tu estas muy pasado a ajenjo. ]

    [contesta a Hugo Enancio]

  5. Hugo Enancio opina:

    Para Hectorson:
    [Saludos Hectorson (con mayúscula inicial por ser nombre propio) Agradezco tu interés por mi papel en este foro, si es así, todo lo que hago es lo que tu dios quiere, por lo que debieras ser mucho mas respetuoso ya que soy obra de tu dios y mis actos y pensamientos obedecen a un plan diseñado por el, debo ser el mas conspicuo y certero de los que aquí se dicen creyentes y el mas cercano a tu dios. Te insto leas con atención todos mis argumentos y disciernas con clara razón.]

    [contesta a Hugo Enancio]

  6. Hugo Enancio opina:

    Para comomensajero:
    [Saludos Comomensajero, a tu pregunta ateo o no ateo, mi respuesta es no lo se, jamas e creído en dioses, por lo que tu me podrías llamar ateo si es que crees en alguno. Lo que alguien considera ateísmo otro lo considera libre pensador u open mind, es decir que importancia real tiene el titulo si no lo que expone? acá existe una comunidad basta de creyentes y no creyentes que opinan e intercambian ideas sobre sus propios conceptos. Solo algunos se hacen notar por su indolencia mental que los hace dueños de la verdad.
    otros se interesan y comprenden que la religion no puede ser tacita y debe albergar conceptos de identidad social actuales, aun cuando muchos dogmas son renuentes a eso, esta visto que día a día también el dogma se actualiza.

    Por que menciono demiurgo, bueno aludo a uno de los tantos conceptos de creadores para insertar en el vacío claro de la creación del universo o del orden de la materia caótica. Tomado como idea de la escuela idealista platónica que lo identifica como ese peculiar ser convulso en si por el éter de la perfección de las ideas y la materia informe que genera creación consternado por lo triste de la materia amorfa.

    Demiurgo el concepto filosófico de dios o genio creador que aparece con las cavilaciones profundas de la creación de las cosas, la transformación de la materia o el atendible concepto de la trasmutación del mundo perfecto de las ideas al mundo imperfecto conocido. ]

    [contesta a Hugo Enancio]

  7. NIKOS opina:

    ** Proverbios 18:17
    El primero defiende su causa y parece justo; pero viene luego su contrincate NIKOS, lo descubre y lo derriba….
    ▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬ ***ஜ۩۞۩ஜ*** ▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

    - enancio… quiero decirte atribulado lector que me entendiste mal,
    - NIKOS…quiero decirte iletrado escritor que ¿es posible que te hayas expresado mal? Da tu la respuesta retórica.
    ———
    - enancio:…en ningún caso dije que me iba…
    - NIKOS:..¡qué pena! bueno, en cualquier caso veámoslo entonces como una constante forma de pisotear la mentira ATEA en pos de la Verdad porque no hay mayor estupidez que el deliberado ateismo…Decir que Dios no existe es como que un pez dentro de su pecera, dijera que no hay mas que el agua donde se mueve jejeje
    Decir que Dios no existe significa que la persona tendría que conocer absolutamente todas las cosas para determinar que no existe. Debido a que nadie puede saber todas las cosas, ya que si lo supiera, sería Dios, entonces concluimos que, esa persona no puede decir lógicamente, que Dios no existe. JAQUE al ateo o ateos. !
    ——–
    - enancio:…ateo o no ateo, mi respuesta es no lo se, jamas e creído en dioses, por lo que tu me podrías llamar ateo si es que crees en alguno. Lo que alguien considera ateísmo otro lo considera libre pensador u open mind, es decir que importancia real tiene el titulo si no lo que expone?
    - NIKOS…dadas las caractersticas escriturales de tus post, es evidente que es un ateismo Yawista, porque aunque fueras “creyente” en otros dioses, dado que no existen, poco importa, porque nada valen ni nada son, asi que quitando esto último nos quedariamos igualmente con tu ateismo Yawista que es el que importa, con lo cual el calificativo de ateo te viene como anillo al dedo. Asi que aunque ni siquiera tu sabes quien eres ni tienes identidad, al menos te he ayudado a ubicarte espiritualmente, un poco mejor de forma sencilla.
    ——–

    - enancio… fue enviarte un escrito que te despojaba de tu imagen irreal
    - NIKOS…para tu pena, yo soy también asi y mi imagen aqui no es irreal, ni montada, ni inventada, si me vieras en persona en las charlas, conferencias y demás me verias asi, con los recalcitrantes soy asi. Los apologetas no andamos con flores…andamos con armas. Esta es mi imagen porque Dios dice en su Palabra que sea ” tierno con los tiernos e implacable con los necios”. Averigua en que grupo estas….!
    ——–
    - enancio:… pero no a salir de este entretenido foro.
    - NIKOS…lo de entretenido lo dices por el espermatozoide loco, por el tamaño sabatista, por la natha con chocolate, etc… ?
    ———
    - enancio…Comprendí que así como tu pobre imaginación en cuentos infantiles, de un dios castigador que ataca y destruye, es absolutamente inconcebible tomarte en serio, menos aún bajar a tu ritmo descalificador y enfermizo.
    - NIKOS…*en cuanto a la primera parte sobre los cuentos infantiles hay que ser muy infantil mentalmente y creerse ese cuento de fantasia del Big Ban para pensar que el ateismo es posible o el evolucionismo ateista tambien.Debido a que no existe
    - evidencia fisica que sostenga positivamente el ateísmo y
    - no existen pruebas lógicas de que Dios no existe…
    el ateismo es insostenible, una falacia y una fe errada como cualquier otra fe un cuento infantil para inmaduros.

    * En cuanto al Dios Justo Legistlador y castigador, vete a la Corte de justicia de tu pais y plantate en la puerta con pancartas y le dices a gritos a los jueces que son injustos que no deben existir y que no pagas mas impuestos porque no quieres que trabajan mas jejejejejeje…jojojojojojo. Absurdo, intelectualmente absurdo, o biblicamente hablando: un necio
    Es absolutamente necesario que exista un Ser superior que aplique justicia y castigue la depravación humana. En el AT Israel era la justicia de Dios en la tierra, ante la depravación humana. Y estoy totalmente de acuerdo con el obrar de Dios en el AT, es pura logica y justicia. Precisamente en nuestras sociedades occidentales por haber liviandad en el castigo pasa lo que pasa, si existiera cadena perpetua o pena de muerte esta sociedad seria mas justa. Si existiera la pena de muerte no habria la delincuencia ni terrorismo, ni drogadicción ni contrabandistas ni nada de eso…o en grado infimo. Pero esta sociedad relativista y atea, permisiva y apartada de Dios, de sus leyes y consejos, paga las consecuencias…¿que vienes con tus “mañanitas” a cantarnos sociologia?
    ———–

    - enancio:…Cuando te pido calma Nikos es por tu bien, muchos de tus padecimientos mentales se pueden agudizar gravemente al estar sometido a estos desbordes maníacos, tan característicos en ti….
    - NIKOS…jejejejejejejeje me he reido con ganas.
    ——–

    - enancio:..Me refiero que la razón es clara en demostrar la monstruosa locura “de tu dios” en todo lo que se lee en el antiguo testamento.
    - NIKOS…Precisamente porque en esta sociedad no hay moral, ni leyes justas, esta sociedad va camino del caos. Lo mismo pasa con Dios, el negarle y negarle deliberadamente de la vida, produce caos, como tu mente y en tu vida. Precisamente debe haber justicia severa que mate incluso al depravado asi sea menor de edad. Si existiera Justicia de muerte o mas severa, esta sociedad seria otra, pero como esta sociedad atea a erradicado a Dios de su vida paga las consecuencias…una prueba mas de la necesidad de la existencia de Dios, porque el apartamiento de las leyes de Dios es deliberado, porque desde dentro del hombre mismo clama la justicia severa en casos depravados, sin embargo el hombre se intelectualiza, se democratiza y se atonta con todo eso y baja el nivel moral y en consecuencia una sociedad de meurte y dolor y en caos…Razon? Apartar a Dios deliberadamente. Me quedo con mi precioso Dios “monstruoso” del AT, Santo y Justo y Perfecto. Prefiero mil veces el Dios del AT y no el dios de este siglo, el dios permisividad. Disfruta de tu dios, que yo disfruto del mio, y al fin verás con tus ojos quien prima.
    ———

    - enancio:…Se que no eres ni hafiz…
    - NIKOS:..entonces has metido la pata presumiendo de verborrea una vez mas.
    ——–
    - enancio:.. pero me parece tan contraproducente cuando copias versos de la biblia…
    - NIKOS…no los copio, los sé de memoria…
    ——-

    - enancio:.. al menos sales ganando los hafiz recitan con arte y sin maldad sus textos santos,
    - NIKOS…los hafiz son loros y de arte ninguno, y todos los versos coranes son satanicos y de santos nada.¿recuerdas aquel famoso libro polemico los versos satanicos? Se referia al Coran una basura en grado sumo enmarcada.
    ——
    - enancio:.. Nikos bautista, por muy inestable lograra lo que la vida incluso tu dios implica “creces y multiplicaos” un divorcio lo sigue otra unión y otro casamiento, la misma religion o secta los vuelve a casar y fuera de la fiesta del segundo o tercer matrimonio, sobre un árbol esta Nikos gritando sobre la condenación del alma.
    - NIKOS…

    **Mateo 24:38 como en los días de Noé antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y descasandose, hasta el día en que Noé entró en el arca, Y NO ENTENDIERON LA VERDAD hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos…

    Los animales tambien crecen y se multimplican, millones de hombres solo tienen sus hormonas como simples animales, no todo el mundo vale para estar casado, por muchos genitales que tena llenos. Son solo eso, animales.Asi les va, animales en la mente, animales en la moral, animales en el actuar, animales en el razonar…pero eso si, crecen y se multiplican como ratas.
    ———-

    - enancio… pero te lo vuelvo a repetir el mandato del único dios “crecer y multiplicaos”.
    - NIKOS-… cerebro fangoso de heces sofistas, ese pasaje de dos palabras está fuera de contexto, fuera de pacto y fuera de logica…No todo el mundo vale para crecer y multiplicarse, hoy son como animales y Dios le dijo ese pasaje no a “animales ateos como tu”, sino que se lo dijo en un contexto que deliberadamente omites de personas que creian en el y en un contexto socio/moral/espiritual/economico muy diferente. Eres tan retorcidamente perverso que solo haces hincapié en dos palabras, en lo que te interesa para minar la conversación. Si tomas el pasaje de “creced y multiplicarse” ¿porque no tomas las palabras otras palabras y los pasajes de la existencia del que dijo esas palabras, es decir Dios? HIPOCRITA, EMBUSTERO, FATUO, INÚTIL intelecutal, FASTIDIOSO, FARSANTE, ENGAÑADOR, DEFICIENTE en conocimiento, IMPOTENTE, BRUTO, ANÓMALO, VIL, DESPRECIABLE, INEPTO, IMPOSTOR, PATRAÑERO, TERGIVERSADOR, SOFOCADOR, SOFISTA, ALBOROTADOR, INSOPORTABLE, DIFAMADOR, INOPORTUNO, CHARLATÁN, SOBERBIO, ALTIVO, TERCO, CALUMNIADOR, INJUSTO, IMPERFECTO Y MENTIROSO…(tengo mas pero por ahora son suficientes).

    * Por otro lado tu mismo dices “del unico Dios” por lo tanto eso implica la aceptación de Dios y el monoteismo, es una verdad que sabes pero que deliberadamente niegas…Se nota antes un necio que un cojo…lo llevas en el subconciente.
    ————-
    - enancio… cuando estés frente al magnánimo creador de lo absoluto, el verbo de fuego eterno, majestad entre infinitos. ahí te quiero ver, como una sombra que estila liquido obscuro, su mirada te fulminara como nada de lo que haya antes existido, y tu eterno dolor no sera nada comparado con haber perdido una vida, atacando, torturando y engañando a gente ingenua.
    - NIKOS…¿este texto lo escribiste por ti? Es lo que yo mismo te dije vaias veces…Asi te verás…en el llanto y crujir de dientes ante el unico Dios, el Dios de Israel…que casualmente estuvo aqui de visita hace 2013 años.
    ————
    - enancio… debieras ser mucho mas respetuoso ya que soy obra de tu dios…
    - NIKOS:..el diablo tambien es obra de Dios y se rebeló como tu…
    ———-
    - enancio… y mis actos y pensamientos obedecen a un plan diseñado por el,
    - NIKOS…tus actos y tus pensamientos son parte de tu deliberada libertad pecaminosa de que asi sea. Solo faltaba que Dios ahora fuera el causante de tu desvario. NI los animales son tan animales como tu…Ellos al menos cumplen con su funcion y honran a Dios con su función. Los planetas al menos obedecen y honran a su Creador, pero este rebelde hombre que posee la misma rebelión que el diablo, aun tiene la audancia de atribuirle a Dios sus pecados…

    **2 Pedro 2:10… aquellos que, siguiendo la carne, andan en concupiscencia e inmundicia, y desprecian el Señorío de Dios. Atrevidos, contumaces y rebeldes, no temen decir mal de las potestades superiores…
    ———-
    - enancio…debo ser el mas conspicuo y certero de los que aquí se dicen creyentes y el mas cercano a tu dios.
    - NIKOS…todo un mar de sandez.

    ———-
    NIKOS
    Consejeria Biblica Bautista
    ioanes@hotmail.com
    Skype: kreiton2
    ((España))
    ▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬ *** ஜ۩۞۩ ஜ*** ▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

    [contesta a NIKOS]

  8. Hectorson opina:

    Para Hugo Enancio:
    [respondiendo al mensaje]

    hugo enancio (con minuscula como dice Nikos), Como pretendes decir que discierna tus naturales comentarios?? explicamelo?? si no tienen nada de vida en ellos, ¿que pueden vivificar?…

    Si, eres creacion de Dios, yo tambien, pero resulta que el nos puso bajo la eleccion del libre albedrio o servirle a el, yo elegi por eleccion propia servirle a El..

    Te dire, aunque el te creo, y estas dando cumplimiento de la biblia, por tu sola accion, no significas que seas algo delante de sus ojos, porque Dios no ve ni 9ye a los soberbios que se revelan contra sus leyes..
    Veras, para el Ser un DIOS justo, establecio leyes, y una ley sin castigo no es ley me entiendes???

    Se nos manda a amar a nuestro enemigos, pero “No por causa de nuestro enemigo, sino por causa de nuestro corazon”, lo cual no significa que reciba calumnia sobre la Palabra, Porque Dios no oye a los Pecadores… Saludos…

    [contesta a Hectorson]

  9. Hectorson opina:

    Para NIKOS:
    [respondiendo al mensaje]

    Saludos Nikos, buena explicacion aunque difiero en alguno pequeños puntos de los cuales estas errado.. Pero mayormente respondiste bien.. eres UN buen Muchacho… Saludos.

    Otra Pregunta: Si esta pareja de la cual hablamos, decide separarse de mutuo consentimiento, por causa de que conocen su situacion una vez venida la Palabra: ¿que aconcejarias?

    [contesta a Hectorson]

  10. Ruben Tamayo opina:

    EL ENEMIGO DE LA FE:
    NIKOS dice 01-07-2013 a las 20:59 “En cuanto al arrepentimiento, es una generalidad que no dice nada, solo es llenar espacio para impresionar a los que te leen, pero todo es humo…”

    NIKOS dice 23-08-2013 a las 23:18 “Que seas conciente de tus pecados y que sepas que van a ser perdonados no es el problema mayor, sino que deberias preocuparte por saber tenerlos perdonados… …por eso Dios te da la vida, para que aqui no solo seas conciente de tus pecados, sino que te preocupes en solucionar el problema que tienes con tus pecados:…¿como se perdonan tus pecados?… …Si no sabes cómo se perdonan y cómo tener seguridad del perdon de tus pecados, te ayudo, escribeme…”

    NIKOS dice 24-08-2013 a las 8:24 “si Dios no fuera un Dios Justo y castigador, seria injusto porque Dios no puede pasar por alto el pecado… Asi que no me vengas conque Dios no es castigador… Dios no es un abuelo bonachón… no, no es asi, el arrepentimiento no perdona los pecados… …Por lo tanto con ese sencillo ejemplo ahit tienes que el arrepentimiento solo delante de Dios no te perdona nunca los pecados…Ese es el falso evangelio que se está predicando hoy en dia…”

    NIKOS dice 26-08-2013 a las 9:18 “…La biblia no habla de que el arrepentimiento sea solo el metodo de perdón… …La forma de obtener el perdon de los pecados no es con el simple pedir perdon o el simple ARREPENTIMIENTO. Es una herejia esa enseñanza…”

    [contesta a Ruben Tamayo]

  11. Ruben Tamayo opina:

    ENSEÑA INMORALIDAD:
    NIKOS dice el 07-06-2013 a las 13:45
    fornicacion no es adulterio, por lo tanto no hay razón para el divorcio por infidelidad.

    NIKOS dice el 10-06-2013 a las 14:15
    la inmoralidad sexual es perdonable y debe ser perdonada por el conyuge, no es motivo de divorcio.

    NIKOS dice el 10-06-2013 a las 16:21
    Una de las razones por la cual la Biblia no permite el divorcio ni recasamiento, es que fornicación no significa adulterio ni es adulterio.
    El adulterio puede y debe perdonarse.

    [contesta a Ruben Tamayo]

  12. comomensajero opina:

    Para Hugo Enancio:
    [respondiendo al mensaje]

    Saludos, me place dialogar con ateos, especialmente los respetuosos, pero, ser ateo en el siglo 21, se me hace un tanto arcaico,

    Todo esta comprometido con la energia, y esta, es una fuerza medible, el espiritu, no es mas que energia a muy altas frecuencias, y la ciencia, va a diseñar aparatos capaces de medir ese movimiento vibratorio, no es mas que cuestion de tiempo.

    El demiurgo, es una realidad, un ser imperfecto que crea este mundo, es la solución logica al caos imperante. Estoy estudiando la posibilidad de que hayamos sido manipulados, no creados, pues quien puede estar vivo por siempre sino Dios?, pero eso no significa que hayamos sido creados por un Dios perfecto, si fuera asi, no estariamos en esta situacion tan caotica, digna de una creacion demiurgica (et´s?), fuimos ¨manipulados¨ por un ser inteligente si, pero no el Dios perfecto. Ese demiugo es el mismo manipulador de los humanos que exige, o´exijio´, adoracion, y brindo´castigos. Pero hay una forma de liberarnos de este mundo caotico, donde el principe es satanas, el ego, y esa liberacion es a traves del nacimiento segundo, ….Saludos.

    [contesta a comomensajero]

  13. Hectorson opina:

    EXPOSICION DE LA DOCTRINA GNOSTICA

    Origen
    Se ignoran sus remotos orígenes históricos. Se tienen datos sobre su desarrollo, parcialmente en el Nuevo Testamento, por las referencias antiheréticas sobre todo de San Pablo y de San Juan (1).

    1.1. Psicológico. El mal que experimentamos en el mundo causa una angustia de la que los seres humanos tratamos de liberarnos. Esta tendencia da origen a diversas religiones, que ofrecen variadas respuestas, muchas de las cuales proponen la huida del mundo material en que vivimos, al que se considera causa y origen de los males. El gnosticismo trata de «conocer» (de ahí la gnosis) la «verdadera naturaleza» del mundo, del ser humano y de Dios. Cree encontrar la salvación en el conocimiento. El hombre verdadero es el espíritu, «semilla de la divinidad» encarcelada en la carne, que el Salvador habría venido a liberar para que se remonte a su origen en el Pléroma (es decir la Plenitud en la región del espíritu). Por supuesto, dicha gnosis es privilegio del «iniciado» (en griego mystes, de donde resulta una religión «mistérica»).

    «La gnosis del gnosticismo es una forma de conocimiento religioso que tiene por objeto la verdadera realidad espiritual del hombre. Dada a conocer por un revelador-salvador y garantizada por una propia tradición esotérica, la gnosis es de suyo capaz por sí misma de salvar a quien la posee. Por lo general la didaskalía o instrucción gnóstica, con la que el adepto es iniciado, se basa en la transmisión de un relato mítico, que se propone responder a las preguntas existenciales típicas de todo gnóstico» (2).

    1.2. Histórico. Según San Ireneo, Simón el Mago (cf. Hech 8,9-25) es el patriarca de todos los gnósticos cristianos (3). Durante el siglo I estos sectarios se concentraron en las regiones de Palestina y Siria, pero ya a mediados del siglo II se extendieron a Egipto y al Occidente.

    1.3. Fuentes. Acuden a las mismas fuentes que los cristianos, pero usadas e interpretadas a su manera:

    1ª La Escritura. San Ireneo los acusa de abusar de ella, entresacando vocablos y frases aisladas para explicarlas de tal modo que apoyen sus doctrinas, cuyo origen toman de otras fuentes. De este modo simulan ser cristianos para engañar a los incautos y arrastrarlos a sus sectas (cf. III, 25,2). (4) Como presumen de tener el «conocimiento», pasan por ser aquellos que interpretan la Biblia de modo profundo, guiados por los «misterios» que en secreto San Pablo habría comunicado a algunos elegidos, ocultos para los cristianos comunes.

    2ª La Tradición. Se oponen a la Tradición de la Iglesia, pues ellos guardarían la verdadera, ya que el Señor, que tenía diversas naturalezas (el Cristo «de arriba» o pneumático y el «terreno» o psíquico) habría revelado una cosa a los sencillos y terrenos, y otra más elevada a los espirituales o «pneumáticos» (cf. III, 11,1; 16,1.6): a los judíos y a los Apóstoles (que también eran judíos), como eran «psíquicos» y no «espirituales» (cf. III, 15,2), les anunció al Dios del Antiguo Testamento. En cambio, a los «espirituales» les reveló a su Padre, que es enteramente desconocido (cf. III, 5,1; 12,6). Por eso los Apóstoles siguieron predicando al Dios judío (cf. III, 12,12). En cambio los «espirituales» recibieron la gnosis de la verdad completa (cf. III, 12,7; 13,2). De ahí que los cristianos de la Iglesia terrena deban salvar su alma por la fe y las obras, siguiendo lo mandado en el Antiguo Testamento y los Evangelios comunes. En cambio, a los iniciados Pablo enseñó al Padre desconocido y al Cristo «de lo alto» que se manifestó en Jesús (cf. III, 5,1; 17,1). Así pues, solamente los gnósticos conservan la tradición de «la verdad perfecta».

    2. La doctrina de Ptolomeo
    Los católicos, habituados a tener un cuerpo básico y compacto de doctrina, solemos imaginar que también lo tienen otras iglesias o sectas. No es así, porque tales grupos carecen de una autoridad magisterial, fuera de la que ejercen sus líderes. Y cada uno de éstos, para atraer prosélitos, trata de encontrar nuevas doctrinas e interpretaciones que hagan aparecer la suya superior a la de las otras cabezas de grupo. San Ireneo considera las sectas derivadas de Valentín como las más representativas, sobre todo aquellas que conservan la enseñanza de Ptolomeo, el más destacado de sus discípulos.

    2.1. Su interpretación de la Biblia. Los profetas, así como las palabras de Jesús, han sido inspirados, unos por el Salvador (sus enseñanzas son de orden superior), otros por Achamot (sus doctrinas son intermedias) y los terceros por el Demiurgo (como éste es del todo ignorante del Pléroma, lo que ha inspirado es muy bajo e incapaz de salvar). Este postulado los justifica para «purificar» las Escrituras e interpretarlas de la manera que conviene a sus propias doctrinas.

    San Ireneo les critica duramente el abuso de los textos bíblicos, encaminado a confundir a los cristianos ignorantes: toman frases y vocablos típicos de la Escritura, pero construyendo con ellos nuevas doctrinas e ideas fantasiosas del todo ajenas a la enseñanza y a la intención de la Palabra divina. En seguida pone como ejemplo la exégesis que Ptolomeo hace del prólogo de San Juan, para forzarlo a revelar la emanación de la Ogdóada primordial, origen del Pléroma. El obispo de Lyon les demuestra que su interpretación es arbitraria. La única exégesis legítima es la que hace la fe de la Iglesia: Juan reconoce a un solo Dios y Padre, que todo lo ha hecho por su Hijo (el Verbo) que es la Luz y la Vida, y, desde la Encarnación, también el Salvador de los hombres (cf. I, 7-9).

    2.2. Los Eones. No hay un Dios, sino una serie de seres divinos o semidivinos a los que llaman Eones. Si a alguno de ellos se le puede llamar Dios en absoluto, éste es el Padre, enteramente desconocido (agnôstos) para los demás Eones y para los seres humanos, excepto para el Unigénito (cf. I, 2,1; 19,1). El resto de los Eones desean verlo, pero no son capaces, por la inmensa Grandeza (cf. I, 2,2) del Padre del que todo se origina, por lo que se llama el Protoprincipio (Proarché); también se le denomina el Abismo (Bythos) por su naturaleza insondable (cf. I, 1,1; 2,2). Todos los Eones, en último término, provienen de él y del elemento femenino que le está unido, el Pensamiento (Ennoía) llamado también el Silencio (5) (cf. I, 1,1). De esta primera pareja unida en matrimonio (sydzygía) procede la segunda: el Unigénito (llamado también Noûs = Mente o Intelecto) y la Verdad (Alétheia). Esta pareja a su vez emitió la tercera, el Verbo (Lógos) y la Vida (Zoé), las cuales, al unirse, engendraron al Hombre (Anthropos) y la Iglesia (Ekklesía). Estos ocho Eones conforman la Ogdóada superior, o conjunto de los ocho supremos.

    El Verbo y la Vida produjeron, además, los diez Eones intermedios (la Década, o número perfecto); y el Hombre y la Iglesia los doce más bajos (la Docena, cuyo símbolo son los signos zodiacales). Todo el conjunto de los Eones suma treinta (8 + 10 + 12), es decir la Treintena (cf. I, 1,3), la cual constituye el Pléroma. Nótese que todas las emisiones de los Eones proceden por parejas que se unen a la manera matrimonial (6). No es que sean materialmente sexuales, sino que los seres divinos están concebidos como proyecciones de los seres terrenos en un mundo espiritual (un «ejemplarismo al revés»: las realidades divinas como reflejos de las humanas). San Ireneo les arguye que sus Eones son sublimaciones de la psicología. En efecto, no son sino personificaciones de actividades o cualidades interiores del ser humano, despojadas del espacio y del tiempo. El Padre no es sino la proyección de lo más íntimo (inconsciente) del ser humano que en el Silencio de su interior insondable emite su Mente (el Unigénito) como la imagen de sí mismo para expresarse, y a través de ella produce todo el resto.

    «Frente a la absoluta inefable simplicidad del Abismo, resalta la composición del Unigénito. La persona del Intelecto (= Unigénito) sintetiza multitud de funciones activas -desde la Verdad (Aletheia) hasta la Sabiduría (Sophia)- orientadas fuera de Dios» (7).

    2.3. El Pléroma o Plenitud. Puede considerarse de dos maneras: o como la comunidad espiritual de los 30 Eones (cf. I, 1,1; 2,5), o como la región superior (más allá de los siete cielos que forman el firmamento) en la que habitan (cf. I, 2,4; 4,1). Este es el destino de los gnósticos, hombres «espirituales» (pneumatikoì) y perfectos, una vez que se hayan liberado de sus cuerpos (cf. I, 21,2). La frontera de esta región es el Límite (Hóros) al que también suelen llamar Cruz (Staurós), porque sobre él se extendió el Salvador para, proyectándose del Pléroma, llegar hasta los seres pneumáticos que debían ser salvados. El Límite tiene como función definir las cualidades del Unigénito o Mente (que son Verdad, Verbo, Vida, Hombre, Iglesia, Sabiduría), cuyo fin es proyectarse fuera de Dios. El Unigénito es la síntesis de todos los Eones, imágenes de lo que será el mundo exterior.

    2.4. La creación proviene de la pasión, la tristeza, la caída y el desecho (lo que San Ireneo llama la penuria: hystérema) del último de los 30 Eones: la Sabiduría inferior (Sophía). Como sólo el Unigénito contempla al Padre, cuanto los Eones más se alejan de su origen, menos lo conocen. El más bajo de ellos, ansiando conocerlo, se puso a buscarlo: entonces su ansia se convirtió en pasión, y su búsqueda en extravío fuera del Pléroma, pues fue expulsada por el Límite, ya que no cabe pasión en el mundo del espíritu (por este motivo ella es la oveja perdida del Evangelio: cf. I, 8,4). Una vez excluida del Pléroma, la Sabiduría toma el nombre de Achamot (o Prúnikos). En medio de su angustia, lágrimas y miedo por su extravío al que la llevó la ignorancia, trató de imitar y emular al Padre en su potencia engendradora, creando, a partir de estas «pasiones», el mundo exterior al Pléroma, que al fin resultó un desecho. Por eso a la Sabiduría o Achamot se le llama la Madre.

    2.5. Los tipos de substancias. En el Pléroma sólo existe la substancia espiritual (todo es Pneûma). Fuera del Pléroma hay tres tipos de substancias (cf. I, 5,1): espirituales (pneumáticas), animadas (psíquicas) y materiales (hílicas). El prototipo de substancias pneumáticas es el Padre, del que toman origen los Eones, y del que proceden también las semillas (spérmata) del espíritu divino regadas en el mundo exterior: éstas constituyen el «yo» de los seres espirituales, es decir los gnósticos. Las psíquicas son, ante todo, el Demiurgo o Creador del cosmos, y después las almas. La psyché fue creada de la pasión de la Sabiduría, aunque ya purificada por su conversión al Padre. Finalmente las hílicas son todas las cosas materiales y entre ellas los cuerpos humanos: su origen es la tristeza, el miedo, la angustia y la ignorancia (es decir la penuria o hystérema), fruto de la pasión de la Sabiduría.

    2.6. La creación del Demiurgo (cf. I, 5,1) llamado también Jaldabaoth. Lo primero que la Sabiduría creó fue el Demiurgo, un ser psíquico (pues nació en el destierro del Pléroma espiritual). Este organizó la materia, pero sin darse cuenta de que la Madre lo manejaba como a su instrumento: por ello se creyó el único Dios y Creador (cf. I, 5,4), y así lo proclamó en el Antiguo Testamento, que es su obra. Es el Dios que se creyó justo, pero en realidad es cruel, vengativo, celoso y tiránico: es el Dios de los judíos. El habita en la llamada «Región Intermedia», que no es el mundo material, pero tampoco el Pléroma, sino un lugar destinado a recoger las almas de los cristianos comunes.

    2.7. La hechura del mundo. La materia y los seres hechos de ella son fruto de la tristeza, el miedo, la angustia y la ignorancia; en otras palabras, de la pasión de la Sabiduría caída, aún no purificada. El cuerpo humano forma parte de esta creación, que, siendo fruto de una caída, es insalvable. Sin embargo, la Sophía no creó el mundo directamente, sino por medio del Demiurgo (el mediador o intermediario), el cual obró usando (sin saberlo) como imágenes o modelos del mundo superior, a los seres divinos que no conocía (I, 5,1). Algunas sectas lo ponen actuando por medio de los Angeles o de los Arcontes (los siete seres malvados que corresponden a los siete cielos de los planetas, que constituyen la Semana o Hebdómada). Por eso la creación no es sino una copia muy mediocre, y aun el aborto del Pléroma, así como lo es la Madre (cf. III, 25,6). El Demiurgo (Dios del Antiguo Testamento), creyéndose el único Dios, dominó tiránicamente sobre los hombres imponiéndoles su Ley (imposible de cumplir), usando a Moisés y a sus demás satélites.

    2.8. La formación del ser humano. El Demiurgo creó el ser humano, que está compuesto de cuerpo material, alma psíquica y espíritu (o semilla del Padre). Pero en unos hombres predomina uno, en otros otro de estos elementos, de donde surgen los seres hílicos (los apegados a la materia o hyle, movidos por sus pasiones, representados en la Escritura por Caín), los psíquicos (en los que prevalece el alma o psyché, son los cristianos comunes que viven según la Ley y la fe, como Abel), y los pneumáticos (los que viven según el espíritu o pneûma, es decir los gnósticos, cuyo símbolo bíblico es Set) (cf. I, 7,5).

    2.9. La semilla espiritual (la «imagen y semejanza» de Gén 1,26), representada por el grano de mostaza (cf. I, 6,4), es una pequeña porción de la substancia divina, emitida por la Madre sembrada en los seres creados por el Demiurgo sin que éste lo advirtiese (8): de ahí los hombres «espirituales» (pneumáticos). Es lo único que podrá retornar al Pléroma, de donde ha salido. Es el «yo» más hondo de los gnósticos, es decir el «hombre perfecto» o «interior» del que habla San Pablo, que al final deberá liberarse del cuerpo y del alma para volver al Padre, del que ha emanado.

    2.10. Escatología. Cada uno de los seres humanos tiene su propio destino, según el elemento que en él domine. Revelar este destino ha sido la obra del Salvador o Cristo encarnado en el Jesús de la Economía: los hombres hílicos no tienen salvación alguna; al morir se disolverán en la tierra, con la cual se quemarán al final del mundo. Los psíquicos, es decir los cristianos de la Iglesia terrena, en los que el alma constituye el sujeto, son los que viven según la ley moral y la fe predicada por los Apóstoles y por los Evangelios comunes; al morir podrán salvar sus almas, para habitar en la Región Intermedia con el Demiurgo psíquico, donde gozarán de una felicidad moderada. Los pneumáticos ya están salvados por naturaleza: su semilla divina no puede perecer, porque está destinada a volver a su origen espiritual en el Pléroma. Para éstos, por consiguiente, no cuenta la ley moral: hagan lo que hagan, ya están salvados por la gnosis, de modo que sólo esperan liberarse de esta cárcel del cuerpo en la cual, por el momento, se purifican (cf. I, 6,1-7,1) (9).

    2.11. Transmigración de las almas o mejor, transmigración de los espíritus (reencarnación). Como sólo la semilla divina del espíritu puede volver al Pléroma, y en este mundo ha sido sembrada en un cuerpo para ejercitarse y purificarse, muchas sectas gnósticas enseñan que, cuando un alma no alcanza a experimentar todas las acciones de la vida que ha debido ejercitar durante su permanencia en un cuerpo, al deshacerse éste habrá de pasar a otro. De esta manera interpretan la parábola de Lc 12,58-59 y Mt 5,25-26: los Angeles que fabricaron el universo son los alguaciles que quieren retener las almas en este mundo. De ellos se liberarán las almas de los seres psíquicos, «tanto las que durante una sola venida se hayan preocupado por enredarse en todas las acciones posibles, como aquellas que hayan transmigrado o hayan sido metidas de cuerpo en cuerpo, hasta que, sea cual fuese su tipo de vida, hayan pagado todo lo que debían. Entonces serán liberadas, para que no tengan que vivir en un cuerpo» (I, 25,4). Por ejemplo, ya Simón Mago, su pretendido heresiarca, había enseñado que Elena, la prostituta que lo acompañaba como su amante desde Tiro de Fenicia, no era sino un Eón: el Pensamiento (Ennoía) que habría vivido anteriormente en el cuerpo de Elena de Troya (cf. I, 23,2).

    2.12. Cristología. Sobre Cristo no tienen una doctrina unificada. Exponemos una un tanto híbrida, porque los elementos de algún modo pueden combinarse. En realidad deberíamos hablar de dos Cristos. El Unigénito, al mirar con compasión la oveja perdida (la Sabiduría), emitió un Cristo superior (luego intermedio entre el Verbo y la Vida) para enviarlo, junto con el Espíritu (Pneûma) a rescatarla de su exilio, y de esta manera volver a equilibrar el Pléroma. El Cristo llevó a cabo el rescate enseñándole que el Padre es desconocido: de esta manera la curó de sus pasiones (10); y para pagar el precio se extendió sobre la Cruz (esto es, el Límite) a fin de alcanzarla y regresarla al Pléroma (cf. I, 4,1).

    El Salvador. Los Eones, convocados por el Espíritu, se reunieron para emitir al Salvador, que es el fruto de todos ellos (cf. I, 3,4; 7,1; II, 2,6). Por este motivo la Escritura lo llama con muchos nombres: el Verbo, la Verdad, la Vida, el Hombre, el Hijo del Hombre, el Cristo, la Iglesia y el Espíritu Santo (cf. I, 4,5; 15,1; II, 24,1.4); por la misma razón se le denomina «el Todo» (cf. II, 12,7). Está representado por la estrella de los Magos. Fue enviado fuera del Pléroma para devolver a la Sabiduría el conocimiento que había perdido, y de esta manera convertirla de su pasión (cf. I, 8,2; II, 29,1), librándola de la ignorancia, el miedo, la angustia y la tristeza. De la conversión de la Sabiduría brotó la substancia psíquica (el Demiurgo y las almas), y de los desechos de la ignorancia, el miedo, la angustia y la tristeza (es decir, de la penuria), nacieron la materia y los seres materiales, incluido el cuerpo del hombre.

    Más tarde el Salvador vino al mundo para rescatar las semillas espirituales salidas del Padre, que estaban encarceladas en los cuerpos, a fin de que regresen al Pléroma. Con este motivo tomó un cuerpo: «por motivo de la Economía (11) se le preparó un cuerpo formado con substancia psíquica, pero dispuesto con un arte inefable para que pudiera ser visto, palpado y sufrir» (I, 6,1; cf. 9, 3; 24,1-2); a este cuerpo aparente se le llama Jesús (cf. I, 2,6; 15,3). He aquí el origen del docetismo (12). A éste se le llama también «el Cristo de la Economía» (cf. I, 3,1; 6,1). Su misión es venir a salvar a los escogidos, recogiendo las semillas de divinidad y las chispas de Luz dispersas en los cuerpos del cosmos, y dándoles a conocer que el Padre es desconocido, para que mediante la gnosis se salven.

    El Cristo inferior, que tomó un cuerpo psíquico, descendió al «Jesús de la Economía» en forma de Paloma, en el momento del bautismo (cf. I, 15,3), para hablar mediante él, de manera que pudiera ser visto y escuchado. Pero lo abandonó en el instante de la pasión, para burlar a sus perseguidores, que creyeron haberlo matado. Pero en realidad murió el «Jesús de la Economía», y sólo en apariencia, mientras el Cristo se volvió al Pléroma. Según otros, el Cristo se habría cambiado por Simón el Cirineo, al que crucificaron, para burlar a sus enemigos (cf. I, 24,4).

    3. Marco el Mago (cf. I, 13-22)
    Pero son Marco y sus secuaces quienes más ocupan la atención de San Ireneo. Han fundado sus doctrinas y sus engaños en prácticas de magia (cf. I, 13) y en el significado que dan a las letras y a los números (cf. I, 14-16). Marcos ha inventado un «rito eucarístico» para atraer a los cristianos, mezclado con trucos que hacen aparecer el vino transformado por su color de sangre, como respuesta a las palabras secretas que pronuncian algunas mujeres a las que hace creer que están investidas de poderes especiales, para luego despojarlas de sus bienes y someterlas a sus apetitos.

    Toman los nombres y números que aparecen en la Escritura para buscar su significado secreto, el mismo que siempre «coincide» con sus enseñanzas. Mediante estas prácticas «prueban» que nuestro mundo es imagen del Pléroma superior, y por eso el complicado cálculo de los números puede liberarlos y darles la salvación por su significado mistérico que se cumple en el Pléroma.

    Tratan de usar diversos pasajes de la Escritura como símbolos que misteriosamente contienen su doctrina (cf. I, 17-18). Aunque el Demiurgo es ignorante, como creó este mundo movido por su Madre Achamot, todas las cosas terrenas son imágenes de las realidades del Pléroma, que de modo secreto estarían significadas en los tipos y sucesos de la Escritura.

    En seguida San Ireneo denuncia la exégesis de los textos bíblicos que ellos hacen para apoyar su doctrina del Padre desconocido (cf. I, 19-20). Sería Cristo quien, a su venida, habría dado a conocer que el Dios del Antiguo Testamento no es el Dios verdadero, sino un Demiurgo de orden inferior, al que los profetas veían y de quien eran inspirados. En cambio Cristo anunció a un Padre hasta entonces ignorado (Mt 11,25-27).

    A continuación el obispo de Lyon describe los «ritos de redención» que se practican en esa secta (cf. I, 21), que según ellos serían el verdadero «bautismo pneumático» de Cristo. Estos «sacramentos» harían a los hombres «perfectos» para poder entrar en el Pléroma, escapando de las Potencias y del Demiurgo que tratarían de retener a los hombres pneumáticos después de su muerte. En esta gnosis consiste la redención verdadera.

    4. Las primitivas raíces de los valentinianos (I, 23-31)
    En esta parte, más breve, San Ireneo pretende dar a conocer las raíces antiguas de las que provienen las sectas de su tiempo. Aquí, como en todas partes, el obispo de Lyon tiene a Simón el Mago como la semilla de todas las herejías gnósticas. Atacando sus errores, como los de otros de sus secuaces, intenta destruir por su base las herejías que en su tiempo corroían la fe y la unidad de la Iglesia.

    4.1. Simón el Mago y Menandro son los ancestros. El primero se hacía pasar por «la Potencia de Dios llamada la Grande» (Hech 8,9-11). Por medio de trucos mágicos atrajo a mucha gente a su secta, e incluso pretendió comprar a los Apóstoles el secreto de las obras del Espíritu Santo. Enamorado de una tal Elena, prostituta que encontró en Tiro, la hizo venerar como la encarnación, en ese momento, del «Pensamiento» que originó en sus principios a los Angeles hacedores del cosmos. Estos, para librarse de su dominio y adueñarse de su poder, la habrían tenido encarcelada en varios cuerpos, como el de Elena de Troya: Simón, la Gran Potencia, habría venido a liberarla, así como también liberaría a todos los seres humanos, de la tiranía de los Angeles que pretendían dominar mediante los mandamientos que exigían obras de justicia (cf. I, 23).

    Menandro siguió esta doctrina de su Maestro, pero se proclamó el Salvador enviado para comunicar la gnosis a los hombres y liberarlos de la dictadura de los Angeles. Ambos, «liberados» de los mandamientos (que serían imposiciones de los Angeles) se sentían libres para toda suerte de fornicaciones y otras obras «prohibidas para dominarnos» (cf. I, 23,5).

    [contesta a Hectorson]

  14. Hectorson opina:

    REFUTACION DE LA DOCTRINA GNOSTICA
    Después de señalar cómo en el libro I ha puesto al desnudo los errores de los herejes, en el Prefacio del libro II San Ireneo anuncia que impugnará sus teorías fundamentales, es decir, las parejas de Eones que llenan el Pléroma; pero, sobre todo, su afán de postular a un Dios absolutamente desconocido, superior al Demiurgo Hacedor de este mundo. Usa tres métodos: el más importante, pues el fin del obispo de Lyon es ante todo precaver a los cristianos contra las falacias, consiste en hacer patente la oposición de las doctrinas gnósticas a la Escritura. Con el segundo desenmascara las múltiples contradicciones internas de sus enseñanza. Y, por último, con un carácter irónico, el Santo caricaturiza muchas de sus doctrinas.

    1. No existe un Pléroma sobre el Dios Creador (II, 1-11)
    San Ireneo antepone el primer artículo de la «Regla de la Verdad»: sólo hay un Dios y Padre Creador de todo, y que todo lo contiene: es el Pléroma (cf. II, 1,1-2) (15). No hay una separación radical entre Dios y el mundo, ni éste es extraño a Dios, ni pertenece a otro Demiurgo. Y no es posible afirmar que algo exista fuera de su dominio, porque caeríamos en el absurdo de una serie infinita de seres (cf. II, 1,3-4). O se confiesa el único Dios de la fe cristiana, o tropezamos en la aberración de una multiplicidad de dioses, encerrado cada uno en su propio dominio, que no harían sino limitar al Dios uno (cf. II, 1,5).

    Es absurdo que los Angeles o un Demiurgo diverso hayan fabricado los seres fuera del dominio del Padre (cf. II, 2,1-2) y sin contar con su voluntad (cf. II, 2,3). Ni Dios los necesita como instrumentos, pues tiene a su Verbo, por medio del cual ha hecho todas las cosas (cf. II, 2,4-6). El único creador es, pues, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Con esto San Ireneo ha destruido toda la base de las doctrinas gnósticas. Sin embargo, luego afina el ataque contra algunos detalles.

    1.1. No existen el vacío y la tiniebla exteriores al Pléroma que los valentinianos enseñan (cf. II, 3,1-2 y 4,1): un vacío exterior al Pléroma lo englobaría, y por definición éste ya no sería la Plenitud. Incluso el vacío sería superior y mayor que el Pléroma, e incluiría aún a Dios. Según la Escritura, todas las cosas han sido hechas por la sabiduría de Dios y según su voluntad; luego es blasfemo afirmar que son producto de la ignorancia y el desecho. El pretendido vacío, o existiría por voluntad del Padre, semejante a los Eones (y en tal caso no sería vacío), o independientemente del Padre, y entonces sería otro Dios.

    1.2. El mundo no nació de la ignorancia y el desecho. Esto supondría, o que el Padre es descuidado y se le han escapado los seres (cf. II, 4,2), o bien que su Luz no lo llena todo (pues el mundo habría nacido en la oscuridad y el vacío: cf. II, 4,3), pero si su Luz no es omnipotente, entonces él mismo vive en tinieblas. Es absurdo decir que el mundo nació como fruto de la pasión de la Madre Achamot, por la cual fue arrojada del Pléroma, y luego enseñar que este Cristo fue al mundo para librarla de la ignorancia (cf. II, 5,1-2). Y si la materia hubiese sido creada de esa penuria contra la voluntad del Padre (en el que no cabe ignorancia), éste ya no sería libre, sino esclavo de la necesidad (cf. II, 5,3-4). Los herejes hipotizan que los Angeles o el Demiurgo creadores son los ignorantes. San Ireneo los refuta con la Escritura: aun los seres humanos, que no ven a Dios, lo conocen por sus obras. ¿Cómo pueden ignorarlo aun en sus obras, aquellos que, por hipótesis, han creado a los hombres? (cf. II, 6,1-3).

    Tampoco es posible esa ignorancia, pues ellos afirman que el Demiurgo (o los Angeles) han creado las cosas del mundo inferior según las imágenes de las realidades del Pléroma: ¿cómo es posible si las ignoran? Enseñan que el Salvador hizo todo por medio de Achamot para honrar al Pléroma: ¿cómo va a honrarlo y no más bien a insultarlo, haciendo «según sus imágenes» estas cosas materiales que los herejes confiesan corruptas y fruto del desecho y la ignorancia, y destinadas a la destrucción? (cf. II, 7,1). Además, según ellos, el Salvador por medio de Achamot hizo al Demiurgo como imagen del Unigénito (cf. I, 5,1): si es así, ¿cómo pudo el Salvador ser tan mal hacedor, que fabricó una imagen tan imperfecta por ser ignorante? (cf. II, 7,2). Por otra parte, siendo las cosas del mundo infinitas en número, diferentes y aun opuestas, tendrían que ser infinitas en número (¡pero los herejes sólo hablan de 30 Eones!) y opuestas entre sí las realidades del Pléroma cuyas imágenes representan (cf. II, 7,3-5). Por ejemplo, un mundo de oscuridad y tinieblas tendría que ser la imagen de uno luminoso; y seres abocados a la destrucción por naturaleza, imágenes de los incorruptibles (cf. II, 7,6-7).

    1.3. La fe universal en un solo Dios Creador es la conclusión a la que San Ireneo llega. En efecto, es unánime en la Escritura el testimonio de los patriarcas, los profetas, Cristo y los Apóstoles. Por lo mismo, postular a un Padre desconocido diverso del Creador, no es sino una fantasía blasfema inventada por Simón el Mago. Pero, como los herejes quieren engañar a los cristianos para arrastrarlos a sus sectas, manipulan las parábolas (léase pasajes) de las Escrituras para forzarlas a probar sus teorías (cf. II, 9,1-2).

    2. La absurda doctrina sobre el Pléroma (II, 12-14)
    Después de haber mostrado el absurdo de la tesis básica y común a los herejes, San Ireneo atiende a otras de sus doctrinas particulares.

    2.1. La pretendida estructura del Pléroma formado por 30 Eones (la Treintena), según los valentinianos. Les prueba la contradicción de contar entre los treinta al Padre de todos (no emitido), junto con los demás (emitidos). Luego el Pléroma, en todo caso, consistiría en Dios y 29 Eones (cf. II, 12,1). En seguida prueba el absurdo de «personificar» de modo separado a Eones que no son sino funciones o actividades del sujeto; por ejemplo, el Pensamiento como distinto del Padre que piensa. Si se comparan los Eones masculinos con los femeninos, se verá que estos segundos no son sino funciones o partes de los primeros, de modo que los Eones tendrían que reducirse a la mitad: por ejemplo, es un sinsentido separar la Sabiduría de la Voluntad, para luego unirlas en matrimonio. Añádese que hay Eones contradictorios dentro del mismo Pléroma, que se excluyen mutuamente, como el Verbo (es decir la Palabra) y el Silencio (cf. II, 12,2-6).

    Si se lee atentamente la exposición de los valentinianos, se observará que en realidad no son treinta eones, pues han añadido otros cuatro: el Límite, el Cristo, el Espíritu Santo y el Salvador, de donde resultarían 34 (cf. II, 12,7-8).

    Además de la contradicción entre los números que alegan, también la hay en cuanto a su teoría de las emisiones. Dicen que la Mente fue emitida por el Pensamiento: ¿cómo es posible, si más bien el pensamiento es un producto de la mente, de la que proviene toda actividad interior del hombre (a cuya imagen han fantaseado la estructura del pléroma)? Ni el Pensamiento pudo ser emitido por el Protopadre, porque lo conciben con su propia personalidad; pero, por el contrario, es siempre una función del sujeto que lo produce en su interior (cf. II, 13,1-2).

    El problema de los valentinianos, dice San Ireneo, es que absolutizan la constitución del ser humano, para crear un Pléroma según su semejanza: entonces todo el Pléroma existe en función y como imagen del hombre. Pero éste, formado de cuerpo y alma, es compuesto, múltiple y mudable. ¿Cómo se puede fantasear un mundo que en cada una de sus partes sea imagen del Dios simple, infinito e inmutable? Pero si insisten en que el Protopadre emitió de su interior un Pensamiento como un ser diverso de sí, entonces no pueden sino postular un Dios compuesto y corporal como el hombre. Y si afirman que todos los Eones quedan en el interior del Protopadre, ¿cómo es posible que, según sus hipótesis, coexistan en él la Sabiduría y la ignorancia? (cf. II, 13,3-7).

    Por su parte, Basílides pone el origen de toda la realidad en el matrimonio del Verbo y la Vida. Ante todo, el Verbo (Palabra) de Dios no está separado de él, que es un ser absolutamente simple. Ellos, en cambio, lo separan a semejanza de la Palabra humana que el hombre emite fuera de su boca. ¿Entonces cómo pudo el Verbo de Dios (y no Dios mismo) unirse en matrimonio con la Vida? ¿Y cómo pretenden que la Vida sea sólo el sexto de los Eones emitidos, si el mismo Padre (el primero de los Eones según ellos) es ya viviente y por tanto tiene la vida? Por eso la Escritura no habla de la Vida como algo diferente de Dios, sino que afirma: Dios es la Vida (n. 13,8-9). Igualmente absurda es su teoría sobre el origen del Hombre y la Iglesia: ¿cómo pueden provenir del matrimonio entre dos elementos que no tienen propia personalidad fuera del Padre, como son el Verbo y la Vida? (cf. II, 13,10).

    2.2. Las ideas valentinianas son de origen pagano, afirma San Ireneo, y lo prueba aduciendo algunos textos de autores griegos. Ante todo cita la obra Los pájaros del comediógrafo Aristófanes, que ve nacer los dioses de la Noche y el Silencio, padres del Caos, Eros y la Luz. A su vez los dioses producen al ser humano. El obispo de Lyon no puede sino comparar esas fantasías cómicas con la emisión valentiniana de los Eones. De modo semejante cita en seguida las teorías de Tales de Mileto, Homero, Anaximandro, Anaxágoras, Demócrito, Epicuro, Empédocles, Platón, Hesíodo, Aristóteles y los pitagóricos, y hace ver cómo de ellas los valentinianos han elegido cada uno de los elementos con los que, desde Simón el Mago, han construido el hipotético origen de las realidades superiores de su Pléroma (cf. II, 14,1-7).

    Finalmente, advierte cómo no menos extravagante es hipotizar, después del origen de tales realidades superiores de la Ogdóada primordial, la emisión de otras de segundo orden que forman la Década y la Docena: se trata de una simple afirmación dogmatizante, sin una traza de prueba. Más aún, tal teoría oculta el absurdo de admitir caídas y pasiones en el último de los Eones, de los que habría nacido el mundo. Y, peor que eso, para salvarlo habría sido emitido (¡en función de algo que ellos consideran producto del desecho!) el Salvador, como el fruto perfecto de todos los Eones (cf. II, 14,8-9).

    3. La falsa estructura del Pléroma (II, 15-24)
    3.1. Absurdo de la estructura. San Ireneo muestra el capricho de enseñar un Pléroma de 30 Eones divididos en ocho, diez y doce. Es ilógico, por ejemplo, que sean 30 por los días del mes, ya que unos meses tienen más y otros menos días, y además porque el Pléroma (realidad superior) no fue estructurado en función de los meses (realidad terrena), pues entonces lo terreno sería lo absoluto, y el Pléroma sólo su imagen (cf. II, 15,1-2). Pero, además, si el Padre hubiese modelado el Pléroma como imagen del mundo, querría decir que éste es anterior a aquel, al menos por naturaleza. La fe de la Iglesia enseña que el único Dios y Padre ha hecho todas las cosas tomando el modelo de su propia mente; de otro modo se seguiría por fuerza la inepcia de una serie infinita de modelos (cf. II, 15,3-16,4).

    3.2. Absurdo de las emanaciones inferiores. San Ireneo muestra que sólo puede haber cuatro tipos de emanación: a) Como un ser humano procede de otro (en este caso tenemos dos seres diversos); b) como una rama procede del árbol (hallamos ahora un solo ser en desarrollo de sus partes); d) como una luz de otra (mas entonces en realidad son la misma luz); c) como un rayo del sol, siendo en realidad una proyección del mismo. En todo caso, es necio afirmar que los seres procedan de la «caída e ignorancia» de un Eón del Pléroma. Esto supondría una deficiencia en el Pléroma mismo, el cual, por consiguiente, dejaría de ser un Pléroma divino (cf. II, 17).

    3.3. Absurdo de la caída y la pasión de la Sabiduría. Es risible llamar Sabiduría a un Eón caído en la ignorancia y la pasión, como es contradictorio que de éstas (siendo tendencias que sólo tienen realidad en un sujeto, sin substancia propia) nazcan las substancias de los seres terrenos. Es, además, aberrante pensar en pasiones negativas en un Eón del Pléroma (que se presume todo pneumático), como lo es que, siendo un ser simple, se le considere Madre de la que emanan los seres materiales (cf. II, 18).

    3.4. Absurdo de la «semilla» (sperma), que haya brotado de un ser espiritual, y mucho más sin que éste lo supiese, y que de ella el Demiurgo formase sin darse cuenta, todo el mundo fuera del Pléroma (un mundo tan inmenso, complejo y ordenado). Además de que, según sus teorías, los gnósticos serían seres pneumáticos, sin embargo nacidos en este mundo (hechos por el Demiurgo a imagen del Pléroma), y conocerían el Pléroma que su mismo Hacedor ignora. Además, es un contrasentido que una «semilla espiritual» (del Pléroma pneumático) haya descendido al mundo material y psíquico para perfeccionarse (cf. II, 19,1-7).

    De ahí que, concluye San Ireneo, toda la construcción de los herejes es de barro, pero está pintada para que parezca de oro. Basta raspar un poco la superficie para descubrir la fragilidad de su consistencia (cf. II, 19,8-9).

    3.5. Absurdo de la teoría de las letras y los números. Los gnósticos pretenden hallar en las letras que forman las palabras de la Biblia, y en el significado numérico de las mismas (ya que en griego los números se expresan por letras), las pruebas de sus teorías. Por ejemplo, con el hecho de que a Cristo lo traicionó Judas, el apóstol nombrado en 12º lugar, «prueban» la caída de la Sabiduría, el último Eón de la Docena. San Ireneo los refuta porque, según su misma teoría, ella no es el 12º Eón del Pléroma, sino el 30º. Ni el sufrimiento de esta Sabiduría por haber sido expulsada del Pléroma tiene que ver con la pasión de Cristo, como la desfiguran, ni por su modo ni por sus fines. Además, si pretenden que Cristo eligió a 12 Apóstoles para revelar su «Docena», ¿qué eligió para revelar su «Década» y su «Odgóada»? ¿Y dónde cabe dentro de su Docena el Apóstol Pablo? (cf. II, 20-22). Ellos alegan, además, que Cristo sufrió la pasión en el 12º mes, para mostrar la pasión del 12º Eón (la Sabiduría). ¿Pero de dónde sacan que Cristo sufrió en el 12º mes? Murió en la Pascua, que era para los judíos el mes primero, y su ministerio duró por lo menos tres años (cf. II, 22). Así también es caprichosa su exégesis de la hemorroísa, que sufrió la enfermedad durante 12 años y luego fue curada, como revelación de la Docena (cf. II, 23).

    3.6. Absurdo de la semejante teoría de Marcos. Este saca los significados de las letras de los nombres bíblicos, por el valor numérico que representan; por ejemplo, la cifra del nombre Sotèr (Salvador), o Iesoûs. Es arbitrario, porque también lo es el valor que dan los griegos a la representación de las letras. El alfabeto griego es totalmente convencional, y, siendo temporal y bastante reciente, no puede representar las realidades intemporales del Pléroma. Añádase que, de los innumerables nombres y pasajes de la Biblia, Marcos toma a capricho aquellos que le convienen y deja de lado la mayoría. Son tantos los números y nombres que en ella aparecen, que de hecho, según el antojo, se pueden elegir unos y desechar otros para «probar» cualquier teoría que se les ocurra (cf. II, 23-24).

    4. Verdadera y falsa gnosis (II, 25-28)
    4.1. La doctrina de la verdad se funda en el orden y medida que el único Dios y Creador quiso imprimir en el mundo, desde los orígenes de la creación hasta el final de su historia. San Ireneo usa aquí su famosa comparación de la melodía de la cítara: sus sonidos son diversos, pero con ellos se construye una única melodía, así como es uno y múltiple el plan divino. El hombre es demasiado pequeño para comprender todos los planes y la vida íntima del Creador; por eso debe con humildad acoger la Palabra de éste, cuando y en la medida en la que él quiere revelarlo (cf. II, 25).

    4.2. El orgullo de la gnosis. San Ireneo empieza recordando que es más valioso el amor del ignorante que el orgullo del sabio. Ellos, porque el Señor dijo: «Buscad y hallaréis» (Mt 7,7), pretenden tener la capacidad de conocer toda la verdad divina, incluso la que el Señor no ha querido revelarnos (cf. II, 26). Es verdad que hay una legítima búsqueda de la verdad, cuando está abierta a acoger con sencillez, y dentro de los límites de la propia capacidad humana, la Palabra del Dios que se nos revela. Pero eso supone que no abusamos de las parábolas de la Escritura, para, manipulándolas, probar nuestras ideas preconcebidas, que en tal caso se tornan contradictorias. Además, una sana actitud ante el conocimiento es aprender que existen muchas verdades que sobrepasan nuestra capacidad y que hemos de reservar a Dios, el cual revelará las que a él le parezca conveniente, según su Economía. El problema de los herejes es que pretenden tener el dominio de la ciencia, de modo que se elevan a sí mismos hasta el rango de Dios (cf. II, 27-28).

    5. Doctrinas aberrantes (II, 29-35)
    5.1. La escatología valentiniana. Los gnósticos se creen ya salvados por naturaleza, al escapar del alma y del cuerpo tras la muerte, por ser seres pneumáticos. Por eso se sienten libres de la moral en este mundo. Pero ¿de dónde lo sacan? El ser humano está formado únicamente de alma y cuerpo (el espíritu no es un elemento natural distinto del alma; y el Espíritu que se concede al hombre perfecto es el Espíritu Santo): ¿qué es entonces lo que en ellos se salva? Es, además, descabellado enseñar que, por una parte, por naturaleza las almas de los psíquicos quedarán en la Región Intermedia con el Demiurgo, y por otra deban practicar la fe y la justicia (cristianas) para salvarse. Y desatinado que el futuro del cuerpo (y por ende los hombres hílicos) sea quemarse con toda la tierra: ¿acaso quien vive la fe y practica la justicia no es el ser humano completo, es decir cuerpo y alma? ¿Por qué entonces pretenden que sólo el alma podrá vivir en la Región Intermedia? (cf. II, 29).

    5.2. La naturaleza de su Demiurgo. Es caprichoso decir que es un ser sólo psíquico (es decir, no más que un alma), ignorante del Pléroma, y sin embargo enseñar que sea el Creador. Porque a un ser se le conoce por sus obras. Y el Creador ha hecho no únicamente los seres materiales y las almas, sino también los seres espirituales, como se prueba por la doctrina de San Pablo. El mundo, además, es inmenso y conserva un orden perfecto: ¿cómo puede ser obra de un Creador ignorante? Por consiguiente, San Ireneo concluye, el Creador es el único Dios verdadero y Padre (cf. II, 30).

    5.3. Refutación de sectarios menores. En seguida el obispo de Lyon hace notar las contradicciones y caprichos de varios jefes de sectas secundarias. Ante todo hace caer en la cuenta de que todos ellos pretenden ser superiores a los otros, añadiendo este o aquel elemento caprichoso a su propia doctrina, para atraer prosélitos a sus grupos; pero en el fondo todos dependen de Simón el Mago y de Carpócrates. Basta, por tanto, refutar a éstos, para que el resto caiga (cf. II, 31,1).

    5.4. Vacío de la magia. El obispo de Lyon empieza advirtiendo que todos ellos usan artes de magia para embaucar a los incautos. En esas acciones no se hallan ni atisbos de obras divinas, pues se trata de habilidades aprendidas. Jamás probaron haber realizado la resurrección de un muerto, la curación de un lisiado, etc. Los pretendidos milagros son preparados con trucos (cf. II, 31,1-2).

    5.5. Su orgullo les lleva a creerse superiores a toda ley moral, por ser pneumáticos, y esta actitud los arrastra a las más indignas prácticas de inmoralidad, sobre todo en materia de sexo. Abusan de su falso ascendiente para dominar a pobres mujeres incautas y arrebatarles su honra y su dinero. En su soberbia incluso se sienten superiores a Jesús, tanto en sus doctrinas como en sus obras. En cambio jamás han probado algún milagro como los realizados por el Señor, ni su conducta le es remotamente comparable (cf. II, 32,1-5).

    5.6. La transmigración de las almas. Si éstas hubiesen vivido una vida anterior, necesariamente deberían conservar su recuerdo: de otra manera, ¿como pueden saber que ya existieron? Un olvido tan total, en primer lugar no es posible, y en segundo indica que no tienen argumento alguno para probar su ilusoria doctrina. Hablan, siguiendo a Platón, de una «copa del olvido» que tomaron antes de volverse a encarnar. ¿Y cómo lo afirman si no lo recuerdan? Por otra parte, todo el ser humano, alma y cuerpo, es responsable por sus obras justas e injustas: así lo enseña toda la Escritura, sobre todo el Señor en el Evangelio (cf. II, 33,1-34,1).

    5.7. El alma no es mortal. Otros dicen que, si el alma comenzó a existir, debe tener un término como todo lo que no es eterno. San Ireneo acepta que el argumento podría valer en un orden sólo natural. Pero si Dios es el Creador de las almas, entonces éstas (como todos los demás seres creados) vivirán tanto cuanto el Creador quiera mantener su don. Por eso la fe depende de lo que él nos haya revelado como voluntad suya, para que podamos conocer este destino. Y él ha enseñado su plan de salvación de los seres humanos (alma y cuerpo) para siempre (cf. II, 34,2-4).

    5.8. Pluralidad de los cielos y los dioses. San Ireneo concluye demostrando la incongruencia de estas dos teorías. Ante todo recuerda (pues ya lo ha probado en II, 16,2-4) cuán arbitrario es el número de cielos que Basílides pregona, y que unos derivan de otros. Y sobre la pluralidad de los dioses que algunos herejes enseñan, basados en los varios nombres que la Biblia utiliza, les hace caer en la cuenta de que no son nombres de dioses diversos, sino expresiones debidas a las distintas razas y culturas hebreas que la Escritura recoge, pero que se refieren al único Dios en el que ellas creían (cf. II, 35,2-3).

    Luego, concluye San Ireneo, uno solo es el Dios y Padre, que ha creado todas las cosas y todas las sostiene. El mismo es quien, según su Economía, ha querido históricamente salvar al hombre, obrando siempre por medio de su Hijo y de su Espíritu. Esta es la doctrina del Antiguo y del Nuevo Testamento que destruye todas las herejías (cf. II, 35,4).

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    Notas

    15. De esta manera confirma en el libro II la Regla de la fe de la Iglesia (cf. Introducción IV,2), que en el libro I contrastaba con las enseñanzas heréticas (cf. I, 10,1-3 y 22,1). [Regresar]

    IV. HITOS DE LA TEOLOGIA DE SAN IRENEO
    Esta obra es la primera síntesis teológica más completa en los primeros siglos de la Iglesia.

    1. Las fuentes de la fe
    1.1. La Escritura. San Ireneo exige la fidelidad a toda la Escritura como la fuente primordial de la fe. (16) He aquí algunos principios fundamentales de su hermenéutica:

    1º La Escritura se explica por la Escritura misma, y no por ideas extrañas a ella. Es preciso comparar los distintos pasajes para que, iluminándose unos a otros, cada uno pueda adquirir su significado natural en el contexto (cf. II, 10,1; 27,1; III, 12,9).

    2º La actitud con la que el fiel se acerca a la Escritura. Contra los gnósticos, que pretenden conocer toda la verdad, San Ireneo reconoce que muchos aspectos de ella son para nosotros demasiado altos y misteriosos, de modo que debemos dejar mucho espacio a la ciencia insondable de Dios, el único que la conoce plenamente; y de él, como discípulos, podemos escuchar y aprender sólo una parte (cf. II, 28,3), si acogemos su Palabra con espíritu humilde y reverente.

    3º La perfecta unidad de toda la Escritura. Revela un mismo y único Dios, el Creador y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Pero también el autor es el mismo: el Padre, que nos ha hablado por su Verbo y por su Espíritu. Con esta regla San Ireneo contradice a los gnósticos, que por lo general dividían los dos Testamentos, y solían atribuir el Antiguo al Demiurgo, el Yahvé justo de los hebreos. El autor del Nuevo sería el Padre bueno de Nuestro Señor Jesucristo (cf. II, 28,1-9).

    4º Sentido cristológico de ambos Testamentos: el Antiguo es figura y profecía del Nuevo (17). El Antiguo está dirigido a preparar la venida del Hijo en la carne (cf. IV, 34,1).

    5º Revelación clara. Sobre las cuestiones de trascendencia no hay duda posible: el Señor las ha revelado con claridad a fin de que todos puedan conocerlas. En cuanto a cuestiones de menor peso, se han de interpretar como las han entendido las iglesias más antiguas, fundadas por los Apóstoles, pues éstos les dejaron en herencia la fe y la doctrina (cf. III, 4,1).

    6º Toda la Escritura es inspirada. San Ireneo suele decirlo repitiendo una fórmula en la que resume todos los autores sagrados: como lo dijeron «los profetas, el Señor y los Apóstoles» (I, 6,6; 8,1; II, 2,6; 35,4; V, Pr; D 48). En «los profetas» San Ireneo suele comprender todo el Antiguo Testamento; en «los Apóstoles», el Nuevo. Supone que, a través de ellos, Dios ha hablado no sólo a unos hombres del pasado, sino a todos los seres humanos.

    7º El autor de la Escritura es el único Dios, que ha hablado por su Verbo e inspirado a los escritores sagrados por medio de su Espíritu (cf. IV, 5,1-5; 11,4; 32,1-2; V, 22,1). De hecho San Ireneo intercambia la atribución de la obra a cualquiera de las «personas». Algunas veces es el Hijo (o el Verbo) quien habla por los autores sagrados, otras el Espíritu.

    1.2. La Tradición. La Escritura nace de la Tradición de la Iglesia, y a su vez le da origen: surge de la predicación apostólica y de ella saca su vida para, a su vez, transmitirla. Por ello ambas son inseparables. Cuando a la Escritura se la despoja de la Tradición, se la distorsiona, y, aun manteniendo la letra, se la fuerza a decir lo que el Señor no ha querido: manejando de esta manera la Palabra de Dios, se la convierte en palabra de hombres.

    Los gnósticos, eliminando muchos elementos de la Escritura que no se ajustaban a sus doctrinas, aducían una tradición secreta, mistérica, reservada a los iniciados en la gnosis. Pero cada uno manejaba los contenidos a su antojo, según convenía a sus postulados. San Ireneo también acude a la Tradición, pero, por una parte, nunca la separa de la Escritura, y, por otra, la defiende como abierta a todos los pueblos y originada de los mismos Apóstoles. Jamás como secreta o reservada a iniciados. Esta Tradición se conserva intacta en toda la Iglesia, que la predica siempre fiel a sí misma. Los signos de su legitimidad son:

    1º Los Apóstoles la confiaron a las iglesias que fundaron (18), y éstas la custodian desde el principio, de manera que es preciso acudir a ellas para conocer la doctrina original del Maestro (cf. I, 10,2; II, 9,1; 30,9; III, Pr; 3,1; 4,1; 5,1; IV 26,5). El Señor envió el Espíritu Santo a los Apóstoles, a quienes constituyó en Iglesia, como guía en el conocimiento de la verdad. Ningún individuo tiene derecho de arrogarse la asistencia del Espíritu para enseñar la doctrina que le plazca: esto equivaldría a someter la verdad divina a las propias ilusiones e intereses.

    2º Todas las Iglesias mantienen la misma fe en las diversas regiones de la tierra, incluso no estando conectadas entre sí (cf. I, 10,2; III, 5,1; V, 20,1). Por eso, concluye, en muchas regiones en que la Escritura no se puede tener íntegra (por la dificultad, en aquellos tiempos, de conseguir los manuscritos), la Tradición mantiene la enseñanza de forma completa (cf. III, 1,1; IV, 1-2). Por eso San Ireneo concluye que, aun cuando por hipótesis no se hubiese consignado por escrito la doctrina, o se perdiesen los libros del Nuevo Testamento, la Tradición Apostólica quedaría garantizada por la Regla de la fe que la Iglesia mantiene desde los Apóstoles.

    2. La Regla de la fe (19)
    La Regla de la fe de la Iglesia está fundada en «la predicación de la verdad» (D 98). Ireneo, como muchos de los antiguos Padres, da una grande importancia a la confesión de fe bautismal: por ella somos cristianos, de manera que no podemos orar sino como creemos, y no podemos creer sino como hemos sido bautizados. (20) Creemos en Dios Padre, pero también en el Hijo y en el Espíritu Santo, porque entre el Padre y el bautizado median aquellos en cuyo signo transcurre la existencia humana para convertirla en historia salvífica desde la creación hasta la parusía.

    Esta regla no es la que predican los sectarios gnósticos, y así reniegan de su salvación; sino la que «la Iglesia expandida por todo el orbe hasta los confines de la tierra recibió de los Apóstoles» (21), única que mantiene con fidelidad la Palabra revelada. (22) Ireneo considera que «mantener inalterada la regla de la fe» (D 3) es una condición necesaria para integrarse en el plan salvífico de Dios.

    3. El único Dios es trino
    Dado el contexto antignóstico, una de las líneas doctrinales en las cuales incorpora la acción del Espíritu es la unicidad de Dios manifestada en la obra salvífica: no es uno el Creador (menguado, subordinado o escapado del señorío del Dios inefable) y otro el Redentor, el Dios desconocido e inabarcable, a quien Jesucristo enseñó como su Padre. Ni es uno el Padre de Cristo que nos libera de otro dios menor que nos tiene aprisionados en la materia; sino que es el mismo Creador nuestro y Padre del Verbo que se manifiesta como el Hijo hecho carne. Signo de esta unidad es que Dios ha realizado toda su obra por el mismo Espíritu, por medio del cual al principio nos creó, en el Antiguo Testamento anunció la salvación que debería realizar mediante la encarnación de su Hijo, y la llevó a cabo en cada uno de nosotros por la filiación que nos hace llamarlo «¡Abbá!» en el Espíritu. (23)

    Una imagen muy querida de San Ireneo para ilustrar la Trinidad (24) es la unción: «Pues en el mismo nombre de Cristo se suponen uno que ungió, el que fue ungido, y la unción misma con la que fue ungido. Lo ungió el Padre, fue ungido el Hijo, en el Espíritu Santo, que es la unción» (III, 18,3; cf. III, 6,1; 9,3; 12,7).

    Otra de sus preferidas es la imagen tomada de la Escritura «las manos de Dios» (Job 10,8; Sal 8,7; 119, 73; Sab 3,1) que usó como vehículo para expresar su doctrina. Es una de las primeras analogías del mundo físico que sirvieron para ilustrar la Trinidad, no sólo en la obra de la creación, sino también en la ejecución de toda la Economía. Por la frecuencia con que la usa, se advierte el especial afecto que Ireneo le guardaba (cf. IV, Pr. 4; 20,1; V, 1,3; 5,1; 6,1; 28, 4; D 11).

    Esta analogía le sirve a muchos propósitos. En primer lugar, para mostrar la unidad de Dios: es el mismo Padre quien actúa por sus manos. Una imagen que al mismo tiempo, contra los gnósticos que separaban de la creación al Dios desconocido, lo hace íntimo y presente en ella y sobre todo al ser humano, al señalar (con Sal 8,7; 119,73) que es el mismo Padre de Jesucristo, y no otro, quien se ha puesto a la obra. Se siente latir en esta expresión, de parte divina el amor, y de parte humana la confianza y abandono que la imagen sugiere, en él y en sus planes.

    Pero al mismo tiempo Ireneo debe leer con justeza los textos de la Escritura que atribuyen las obras de la creación y de la redención, tanto al Hijo como al Espíritu Santo; y en ambos casos, sea mediante una mención directa de estos nombres, sea mediante títulos equivalentes como el Verbo y la Sabiduría. Estos pasajes de la Biblia le dan pie para exponer la fe en la Trinidad: es el mismo Dios Padre, como fuente y origen de todo, quien actúa por sus manos, que son su Hijo y el Espíritu Santo, su Verbo y su Sabiduría (cf. IV, 7,4; 20,1-4). La figura de las manos, aunque imperfecta, indica por una parte la completa unidad (cada una de las manos no es otro ser distinto del que obra); y por otra la distinción, del Padre respecto a ellos, y del Hijo y del Espíritu entre sí como una mano es semejante a la otra, y, sin embargo, diversa. En efecto, las manos participan del mismo poder y realizan las mismas acciones de aquel a quien pertenecen, aunque cada una con su carácter propio. Gracias a ellas el hombre pudo ser creado a imagen y semejanza de Dios.

    La pluralidad de las «personas» (25), así como la unidad de acción, están de algún modo insinuadas desde la creación, cuando el Padre decide realizar su plan creador en vista de la salvación: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza» (Gén 1,26). Esta exégesis del texto bíblico es frecuente en San Ireneo (cf. IV, Pr. 4; 20,1; V, 1,3; 15,4). En el texto apenas citado el Padre invita a «sus dos manos», esto es «al Hijo y al Espíritu», o sea «a su Verbo y su Sabiduría» a realizar la creación, cada uno con lo que le es propio: «El Padre como fuente, el Hijo como modelo-ejemplo, el Espíritu como sello». (26)

    Las manos que plasmaron a Adán en el origen prosiguen formando cada día a los seres humanos. Y es que, continuando la creación, a través de la historia sigue realizando la misma obra original en cada uno de nosotros. Porque, si al principio por sus manos concedió a Adán la imagen y semejanza, una vez perdida ésta por el pecado, será por esas mismas manos como restaurará en el hombre la imagen y semejanza perdidas, mediante la acción del Hijo que es la imagen de Dios, y del Espíritu, que es su Sabiduría. El motivo es que «las manos de Dios se habían acostumbrado en Adán a ordenar, sostener y apoyar a su criatura, y a ponerla y cambiarla a donde querían». (27)

    Sin embargo, San Ireneo no se limita a la creación para contemplar la obra del Dios Trino; sino que ilustra toda la realización de la Economía (28), haciendo advertir el papel que cada una de las «personas» juega en nuestra salvación. Así, por ejemplo, atribuye la revelación de la Palabra de Dios a su Verbo y a su Espíritu (cf. II, 28,2; IV 20,6). El Espíritu Santo descendió sobre Jesús en el bautismo «para acostumbrarse a habitar con él en el género humano, a descansar en los hombres y a morar en la creatura de Dios, obrando en ellos la voluntad del Padre y renovándolos de hombre viejo a nuevo en Cristo» (III, 17,1). Y repite una y otra vez, de diversas maneras y en variados contextos, que el Espíritu Santo nos conduce al Hijo, así como éste es nuestro camino al Padre (cf. IV, 20,5).

    Por supuesto que, a partir de la fórmula bautismal, San Ireneo propone la fe en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, como la Regla de la fe del cristiano (cf. I, 10,1; 22,1; IV, 6,7; 9,9; 33,15; V, 20,1; D 3, 6-7, 100). Mas, siendo imposible en una breve introducción recorrer la enorme riqueza trinitaria de esta obra, concluimos con un pasaje que puede sintetizar el pensamiento del obispo de Lyon: «Por ello en todo y por todo uno solo es el Padre, uno el Verbo y uno el Espíritu, así como la salvación es una sola para todos los que creen en él» (IV, 6,7).

    4. El Padre es el Creador y único Dios
    Según lo ha aprendido del Nuevo Testamento, San Ireneo usa el nombre de Dios, sin ninguna especificación, para designar al Padre (cf. I, 10,1; III, 6, 4-5; 25,7). Los gnósticos han separado al Padre de todo contacto con el mundo: es absolutamente desconocido (el Abismo), origen del Eón llamado el Unigénito, pero no del Verbo ni del resto de los Eones; es distinto del Creador (Demiurgo). En contraste (29), San Ireneo expone diversos ámbitos por los cuales creemos que el único Dios es el Padre:

    4.1. Así lo enseña la Escritura. Esta es una sola, porque tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento son la Palabra de un mismo Dios, el Padre de Jesucristo. La identidad del Hijo y de su obra salvadora como proyecto de su Padre, es lo que garantiza, en la revelación completa, la unidad divina. El mismo y único que anunciaron los profetas es el Hijo del único Padre, el mismo que se encarnó para recapitular en sí a todos los seres humanos que se habían apartado del plan divino, murió, resucitó por nosotros y está sentado de nuevo a la derecha de su Padre. El Evangelio de Juan comparado con los Sinópticos, el libro de los Hechos y las Epístolas de Pablo, así como todo el Nuevo Testamento en su conjunto (cf. III, 11,1-9; 12,1-15; 12,14; 13,1; 15,1; 16,2-18,7), enseñan que no únicamente es uno el Hijo anunciado y el que se encarnó, sino también que es el mismo el Hijo del Padre Salvador, y el que llevó a cabo la Economía.

    Jesús reveló a un solo Padre, el mismo Creador del universo. Si, como los gnósticos dicen, el Padre fuese otro, Jesús nos habría engañado (cf. V, 1,1-2). Las tentaciones en el desierto atacaban el ser mismo del Señor como Hijo del Padre: «Si tú eres Hijo de Dios…» Al resistirlas, con sus respuestas el Señor demostró que su Padre dio la Ley en el Antiguo Testamento, venciendo al diablo con las Palabras de la Ley (cf. V, 22,1-2). Oró al único Padre al que reconocía como Dios. Al joven escriba que preguntaba a Jesús por el principal mandamiento de la Ley de Dios, a quien predicaba como su Padre, le respondió con lo que se leía en la Ley antigua, para mostrar que el mismo y único Dios es su Padre (cf. IV, 12,9). Jesús enseñó esta identidad también en sus parábolas y milagros (cf. IV, 36,1-8; V, 17,2).

    4.2. El Padre del Unigénito. Esta fe supone, en primer lugar, que el Unigénito no es diverso del Hijo, del Verbo y de Cristo (el Hijo hecho carne). Los gnósticos blasfeman al atreverse a narrar una «generación misteriosa» del Unigénito, que la Escritura no conoce (cf. IV, Pr. 3). Ciertamente esta generación es un misterio inefable, pero lo sabemos parcialmente y en imagen, como Dios ha querido revelarlo por su Palabra (cf. II, 28,6.8-9). Es semejante a la creación: conocemos el hecho por la Escritura, pero nos queda oculto el modo como Dios la ha realizado. El modesto conocimiento (la «verdadera gnosis») que tenemos, es el que recibimos como un don inmerecido, de parte del Hijo mismo, por medio del cual el Padre ha querido manifestarse (cf. IV, 6,4; V, 1,1). Sabemos que Dios es Padre, ante todo y de modo primordial, porque la Escritura enseña que desde siempre engendró a su Hijo, aunque la manera de esta generación se la ha reservado como el secreto de su vida íntima, y sólo él la sabe (II, 28,6; D 70).

    Mas el Hijo, en cuanto Verbo (es decir en cuanto Palabra del Padre), lo manifestó en el Antiguo Testamento desde la creación (cf. IV, 6,6). Esta revelación culminó en la encarnación de la misma Palabra, para seguir mostrando a Dios en la carne y llamarlo su Padre. Claro que los gnósticos no pueden admitir esto último, porque predican que la carne es radicalmente corrupta; pero es una opción de ellos, no Palabra divina.

    5. El Hijo es el mismo Verbo eterno hecho carne
    5.1. La doble generación de Cristo: las Escrituras lo llaman Dios, Señor, Rey eterno, Unigénito y Verbo que se hizo carne, «por motivo de la preclara generación que recibió en sí mismo, de su altísimo Padre, a diferencia de todos (los hombres), y por la también preclara generación que recibió de la Virgen, como lo atestiguan ambas Escrituras divinas» (III, 19,2). Entre ambas generaciones Ireneo señala el puente que las une, en relación con la paternidad divina, por motivo salvífico: «El que es Hijo de Dios se hizo hijo del hombre para que, mezclado con el Verbo de Dios, el hombre recibiendo la adopción se haga hijo de Dios. Pues no podíamos de otro modo recibir la incorrupción, si no estuviésemos unidos a la incorrupción y la inmortalidad» (III, 19,1). Aunque San Ireneo siempre habla de la encarnación como voluntad del Padre, nunca afirma que el Padre hubiese engendrado eternamente al Hijo para nuestra salvación; ésta es la meta de la segunda generación, cuando nació de la Virgen.

    5.2. El Hijo de Dios es Dios igual al Padre. San Ireneo lo muestra de tres maneras diferentes: 1ª Con algunas afirmaciones directas, como aquella indudable: «El Padre, pues, es Señor, y el Hijo es Señor; es Dios el Padre y lo es el Hijo, porque el que ha nacido de Dios es Dios» (D 47; cf. III, 15,3). Y añade ahí mismo que, «al mismo tiempo, en la administración de la Economía de nuestra redención, Dios aparece como Padre y como Hijo». «Es Dios y juez» (III, 12,9; cf. 19,2). 2ª Por los títulos y caracteres que «los profetas y los Apóstoles» le atribuyen: «Ni el Señor, ni el Espíritu Santo (por los profetas), ni los Apóstoles jamás habrían llamado Dios de modo absoluto y definitivo al que no lo fuese verdaderamente; ni habrían llamado Señor a ninguna otra persona, sino al Dios Padre soberano de todas las cosas, y a su Hijo que recibió de su Padre el señorío sobre toda la creación… A uno y otro el Espíritu designó con el nombre de Dios, tanto al Hijo que es ungido como al Padre que unge» (III, 6,1; ver 6,2; 8,3). También se le atribuye ser eterno como el Padre (cf. III, 18,1). Y en frecuentes pasajes se aplican a Cristo las afirmaciones que la Escritura (sobre todo el Antiguo Testamento) dice sólo de Dios (cf. III, 9,2-3; 10,3; 19,2). 3ª Por las obras que realiza, que son iguales a las del Padre, así como él mismo lo dijo a los fariseos en el Evangelio (Jn 5,19; 10,25.30). Por ejemplo, San Ireneo le atribuye la inspiración de los profetas (cf. IV, 20,9; V, 15,4), perdonar los pecados (cf. V, 17,1.3) y resucitarnos de entre los muertos (cf. V, 2,3).

    5.3. Su encarnación. Mas, sin duda, lo que más frecuente se dice de él está en relación íntima con haberse hecho carne para salvarnos: es la afirmación central de la fe cristiana, que proviene de la predicación apostólica según la Tradición que ha conservado la Iglesia, cuyos elementos esenciales son:

    5.3.1. Condición para resucitar en la carne, en la cual Ireneo centra, como en el motivo soteriológico, toda su reflexión sobre Cristo; ya que la salvación del hombre en Cristo (cf. V, 14,2), según la Economía del Padre, es el término de la obra iniciada desde la creación que llega a su cumbre en la encarnación y misterio pascual participado en nuestra carne. «Creo en la resurrección de la carne», sería la meta de toda la confesión de fe, porque lo es del misterio de Cristo. Pero nuestra resurrección es posible sólo porque Cristo, que en verdad asumió nuestra carne, resucitó primero (cf. V, 7,1; 13,4; D 41). De ahí que para Ireneo la doctrina gnóstica que afirma corrompida y sin salvación la carne creada por Dios, «es la más grande de todas las blasfemias» (V, 6,2).

    Cierto que para nuestra salvación no era necesario pagar un tan alto precio como la muerte del Hijo en la carne; sino que éste es un extremo de amor, pues era conveniente que nos salvase el Hijo, ya que fuimos creados en el principio según la imagen de Dios, que es él. Pero la Escritura no dice que hubiese sido creada el alma del hombre según esta imagen, sino el hombre mismo, es decir alma y cuerpo. Luego es la semejanza de todo el hombre, y no del alma, la que Cristo salva al reconstruirla (cf. V, 6,1; V, 12,3).

    5.3.2. El sentido salvífico de la Encarnación. El Hijo de Dios se ha hecho carne para que participásemos de su incorruptibilidad. Para explicar cómo sucede esto, acude a tres principios soteriológicos que desde él se han hecho clásicos: 1º El intercambio, que podría resumirse: «Por su inmenso amor (Ef 3,19) se hizo lo que nosotros somos, a fin de elevarnos a lo que él es» (V, Pr.); que luego se especifica en diversos aspectos, como: «El Hijo de Dios se hizo hombre para que los hombres nos hiciésemos hijos de Dios», etc. 2º La recapitulación: así como Adán es cabeza de la humanidad pecadora, Cristo se hizo Cabeza de la humanidad redimida (cf. III, 18,7). 3º Y esto lo realizó mediante el proceso de recirculación, esto es, deshaciendo la obra mal hecha por el primer hombre (cf. III, 18,6-7; V, 21,1-2). Este es el camino que Cristo siguió para realizarlo: si el hombre pecó por desobediencia al Padre y por eso fue condenado a la muerte, Cristo acepta la muerte por obediencia al Padre para darnos la vida, etc. Estos principios se basan en la doctrina de los «dos Adanes», el primero cabeza de la humanidad pecadora, el segundo de la humanidad redimida que nos muestra el camino que hemos de recorrer con él para ser salvos (cf. III, 11,8; 21,10; V, 12,4).

    5.4. La verdadera carne de Cristo tomada de mujer, y según el proyecto de Dios nacido de una Virgen como un índice de la intervención salvífica divina que no es obra humana. Esta es la condición indispensable de nuestra salvación, en la Economía del Padre. Sólo con una carne real es posible la verdadera muerte y resurrección de Cristo, sin las cuales no somos salvos ni resucitaremos (cf. D 38-39).

    5.5. La carne de Cristo es nuestra redención: «Su vida por la nuestra y su carne por nuestra carne» (V, 1,1). Así en la cruz se realiza en plenitud el intercambio: a través de su muerte injustamente sufrida nos libera de nuestra muerte justamente debida al pecado, según el plan del Padre (cf. V, 14,2). De esta manera, la identidad de la carne creada por el Padre al inicio, y de la asumida y redimida por el Hijo, nos revela la perfecta unidad entre el Creador y el Redentor, como confesamos en el artículo fundamental del credo (cf. V, 16,1). De ahí que, si la carne de Cristo no es real (como afirman los docetas), es falsa nuestra salvación. El hecho de haber tomado esa carne de María como madre, garantiza el que Jesucristo pertenezca plenamente a nuestra raza humana; y el que la haya asumido de una Virgen, es el signo de que toda esta obra de salvación proviene del Espíritu (cf. III, 18,7; 22,2; V, 1,2-3; 14,3).

    5.6. La carne de Cristo, revelación de Dios. Desde el principio el Padre se ha revelado “a quien quiere, cuando quiere y como quiere”, por medio de su Hijo, que es su Palabra (cf. IV, 6,3), la cual está plasmada en la creación, sobre todo del hombre. Por ello todos los que han creído en la Palabra de Dios, en el Antiguo Testamento, han creído en Cristo y por la fe en él se han salvado; también quienes se salvaron por la Ley, que fue dada por el Verbo, como pedagogía de la Ley Nueva (cf. III, 16,6; IV, 2,4; 6, 7; 12, 4). Y por eso, porque sólo en el Hijo tenemos acceso al Padre desde el principio, es también única la salvación para todos los que creen en él (cf. III, 4,2; IV, 2,6). No hay, pues, otro camino al Padre que la carne de Jesús nacido de María; pues el Padre, movido por su misericordia hacia el hombre carnal, le ha dado esa carne en la que podemos hallarlo (cf. V, Pr). Más aún, no sólo no tenemos acceso al Padre sino mediante la carne de Jesús; pero ni siquiera tenemos acceso directo al Hijo en cuanto Verbo del Padre. Sabemos que el Hijo lo es del Padre, por la obediencia filial de Jesús, que nos redime por el proceso de recapitulación de que hemos hablado. Incluso la muerte de Cristo en la cruz no es de por sí misma reveladora, sino en cuanto en ella se manifiesta la obediencia del Hijo al Padre (cf. III, 18,6-7; V, 16,3). De ahí que sólo a través del proceso histórico de la Economía podamos llegar a reconocer la perfecta unidad de Dios.

    6. El Espíritu Santo
    El tercer artículo de nuestra fe confiesa la realidad del Espíritu Santo (cf. I, 10,1; D 3, 6). Pero ¿quién es él? San Ireneo, muy cercano a la Escritura, más bien nos dice cuál es su obra, y de quién proviene su misión: no habla en términos dogmáticos, sino salvíficos. Sólo en una ocasión se acerca a confesar su condición divina: «(Isaías) coloca en el orden de Dios al Espíritu que en los últimos tiempos derramó sobre el género humano» (V, 12,2), y ahí mismo le atribuye cualidades divinas, como ser sempiterno. En este orden de la eternidad, también afirma en la Demostración que el Padre ha engendrado desde siempre a su Hijo «según el Espíritu» (D 40). Asimismo con frecuencia le atribuye (igual que al Padre) ser incorruptible (cf. V, 12,2.4).

    Los gnósticos niegan la unidad del Padre y del Hijo, San Ireneo la afirma en el orden de la Economía: es el mismo Padre del Verbo que se manifiesta en el Hijo hecho carne. Signo de esta unidad es que ha realizado toda su obra por el mismo Espíritu, por el cual nos creó al inicio, anunció la salvación que debería llevar a término por la encarnación de su Hijo, y en cada uno de nosotros por la filiación que nos hace llamarlo “¡Abbá!” en el Espíritu (cf. II, 30,9; IV, 9,2; 20,1). Por eso, en la teología de San Ireneo, sólo podemos estudiar la vida del Espíritu Santo en la Trinidad, atendiendo a su situación en la Economía:

    6.1. Su relación con el Padre. El Espíritu Santo tiene su origen del Padre, por el Hijo, a quien el Padre se lo ha comunicado; y el Señor, a su vez, lo participó a la Iglesia (cf. III, 17,2); el Espíritu procede del Padre, que sostiene al Hijo, y éste lo entrega a las creaturas en proporción distinta: a unas en la creación, a otras en la regeneración, para que él las transforme en hijos adoptivos (cf. V, 18,2); el Padre es siempre el autor de la profecía que prepara la venida del Hijo, pero la comunica al profeta por la inspiración del Espíritu (cf. IV, 36,5). Por eso están unidos en jerarquía de procedencia también en la revelación: el Espíritu Santo revela al Hijo, así como el Hijo revela al Padre. Este proceso corresponde al orden salvífico de nuestro acercamiento a Dios: por el Espíritu llegamos al Hijo, y éste nos conduce al Padre (cf. D 7).

    San Ireneo usa muchas figuras para explicar que en todo cuanto hace el Espíritu Santo, es el Padre quien obra por él; por ejemplo, cuando lo llama «el agua de lluvia» que desciende del Padre y hace caer el Hijo (cf. III, 17,2), «el rocío» que humedeció la piel de Gedeón, y que el Padre derramaría sobre Cristo y nosotros (cf. III, 17,3), o, ahí mismo, «el Buen Samaritano» a quien el Padre encomendó al hombre caído; o «el Paráclito», «el Don» (cf. III, 6,4; 11,8; 24,1), «el agua viva» (cf. V, 18,2), y en un texto lo llama «el dedo de Dios» (III, 24,1), así como prefiere la imagen de «las dos manos de Dios» para significar al Hijo y al Espíritu.

    Mas entre todas las denominaciones del Espíritu, San Ireneo parece preferir (por la frecuencia con que la usa) la de «Sabiduría de Dios» para nosotros: «Este Dios es glorificado por su Verbo, que es su Hijo para siempre, y por el Espíritu Santo, que es la Sabiduría del Padre de todas las cosas» (D 10). El motivo por el cual le atribuye esta imagen como título, es que el Espíritu da la forma, la armonía, el desarrollo, la semejanza de Dios a todo el orden creado (cf. II, 30,9; IV, 7,4; 20,1-4; D 5.).

    6.2. Su relación con el Hijo. Este no depende del Espíritu en su existencia, sino del Padre. Y, sin embargo, es “Hijo de Dios en el Espíritu”, expresión que San Ireneo usa para indicar su «preexistencia junto al Padre, engendrado antes de la construcción del mundo» (D 30), precedente a todo proyecto salvífico. Con esta dicción distingue la generación eterna del Verbo, de la que recibió en la carne al llegar la plenitud del tiempo, en favor de la Economía, por obra del Espíritu. San Ireneo interpreta Is 49,5-6, en el cual el Padre habla con el Hijo, como un signo de la preexistencia de éste, y como una promesa de que habría de hacerse hombre entre los hombres, plasmado desde el seno por el Padre mediante la unción del Espíritu, y por la acción de éste nacería para salvar a cuantos creen en él (D 43).

    En el orden de la Economía también actúa siempre unido al Hijo, al inspirar las Escrituras, ya que «fueron dictadas por el Verbo de Dios y por su Espíritu» (II, 28,2; cf. IV, 20,5). Sin embargo, San Ireneo prefiere atribuir la inspiración profética al Espíritu, que tiene como objetivo revelar al Hijo: «El Espíritu muestra al Verbo, y por eso los profetas anunciaron al Hijo de Dios» (D 5). Luego, para indicar cómo la tercera persona interviene en nuestra redención, utiliza una imagen muy querida: el Espíritu es el óleo con el cual el Padre ungió a su Hijo para que realizase, como descendiente de David, la obra salvífica que había prometido (cf. III,18,3; cf. III, 6,1; 9,3; D 47). Así pues, el Espíritu interviene con su unción, aunque el agente principal sea el Padre que ha enviado a ambos, sobre todo en dos momentos clave en la existencia encarnada del Hijo:

    6.2.1. Lo ungió en la Encarnación, desde el seno de María. San Ireneo confiesa esta obra en varios de sus escritos, con expresiones que preludian las del Credo: «El Hijo del Padre de todas las cosas… engendrado de Dios por obra del Espíritu Santo y nacido de la Virgen María, la cual desciende de David y de Abraham, es Jesús, el ungido de Dios» (D 40; cf. 51). En este caso, la intervención del Espíritu apunta dos datos de sumo interés: primero, su igualdad con el Padre en cuanto a la divinidad, señalada por la correspondencia total en la obra que ambos realizaron en la carne del Hijo; y segunda, el Padre es el origen de toda la obra salvífica. Esta unción en el tiempo tiene como único fin la Economía en favor de los seres humanos. Cristo fue el ungido por el Espíritu (en su concepción), para que cumpliese la misión mesiánica; por eso se le llamó Cristo, es decir, el Ungido, «porque el Padre por él ha ungido y adornado todas las cosas; y también por motivo de su venida en cuanto hombre, porque fue ungido por el Espíritu de Dios» (D 53). Mas esta unción no fue para él, que no la necesitaba, sino que toda está dirigida a la unción de los cristianos en y por Cristo, para alegría de ellos (D 57).

    6.2.2. Lo ungió en su bautismo. Ante todo, dice San Ireneo, el Bautista lo mostró a sus discípulos como aquel sobre el cual había descendido el Espíritu (cf. D 41). Este lo ungió en vista de su misión en favor de los hombres, y como prototipo de todos los ungidos que creerían en su nombre. Podríamos decir mejor que el Padre lo ungió por el Espíritu: de éste Jesús recibió, en su humanidad, los dones mesiánicos que había de transmitir a los cristianos (cf. III, 9,3). Pero esta unción de Jesús no tenía como meta que él solo salvase a los seres humanos; sino también el Espíritu unido a él, ya que lo ungió y permaneció en Jesús «para habituarse a habitar con él en el género humano y a descansar en los hombres» (III, 9,3).

    6.3. Su obra salvífica. Uno de los elementos básicos de la contienda de San Ireneo con los gnósticos es la unidad entre los dos Testamentos, que se significa por la continuidad en la misma Economía del Padre. En este campo, Ireneo muestra al Espíritu Santo en la lid, mediante su actuar permanente. En efecto, a una misma Economía corresponde un solo Dios, que en el concepto hebreo es siempre el Señor que nos salva.

    6.3.1. En el Antiguo Testamento. Sobresalen tres actividades del Espíritu: inspiró a los profetas, dio la gracia a los justos y escribió la Ley de la Alianza.

    Inspiró a los profetas: La profecía es una acción trinitaria: en el Padre tiene su origen, el Espíritu Santo inspira a los hombres elegidos y habla por ellos para preparar la venida del Hijo en la carne. El Espíritu fue quien descubrió al único Dios y enseñó a llamarlo Señor. También reveló que Dios es Padre e Hijo, y que los seres humanos fuimos creados para llegar a ser un día hijos de Dios participando de la filiación del Hijo. Así interpreta sobre todo la profecía de los Salmos, atribuidos a David en su calidad de profeta (cf. III, 6,1).

    La función de la persona llamada a este ministerio no concluye al anunciar las cosas futuras; sino que sobre todo prepara el camino de la salvación que el Padre ha decidido realizar por su Hijo. No sólo hace conocer (como pretenderían los gnósticos), ya que la salvación no se reduce a la mente; también incluye santificar al hombre, para que ame a Dios y le dé gloria (cf. IV, 20,8). El Espíritu Santo elige y encomienda esta misión al escogido, lo inspira y envía, como también enviará a los Apóstoles, en el Nuevo Testamento, a predicar tanto a judíos como a gentiles (cf. I, 10,1; IV, Pr. 3). Toda la actividad profética tiene como finalidad anunciar la encarnación y el cumplimiento de la Economía del Padre mediante la carne de su Hijo.

    Dio la gracia a quienes creyeron en Dios. Esta gracia se desliza por una triple ruta: el Espíritu es quien ha guiado a los justos por el camino de la fe y de la justicia (cf. D 6, 56), es el que ha repartido a los antiguos padres, en herencia, la tierra prometida (cf. D 24), y, finalmente, Dios escribió la Ley de Moisés para establecer la Alianza con su pueblo, por su dedo (se supone que es el Hijo), en el Espíritu Santo (cf. D 26).

    6.3.2. En el Nuevo Testamento es donde se revela con mayor claridad y abundancia la actividad salvífica del Espíritu:

    El Espíritu en la vida del Cristiano. La unción de los bautizados está en continuidad con el bautismo del Señor (cf. III, 17,1-2). Por este sacramento asimilamos en nosotros mismos al Espíritu que, siendo imagen del Hijo, nos hace también a nosotros semejantes al Verbo de Dios (cf. V, 6,1; 9,3). Al ungir al bautizado, el Espíritu permanece en él y lo transforma, de manera que por su inspiración y guía el creyente vive la vida cristiana, que es “vida en el Espíritu” hacia la resurrección final, una vez que ha asimilado al que es el Espíritu de vida, a condición de que lo conserve hasta el fin de su paso por este mundo, cuando se tornará inmortal al recibirlo plenamente (cf. V, 8,1; D 42). Este es el hombre perfecto, es decir, el espiritual, porque toda su historia discurre bajo el signo del Espíritu que porta en su propio espíritu.

    «Quienes temen a Dios y creen en la venida de su Hijo, y por la fe mantienen en sus corazones al Espíritu de Dios, se llaman con razón hombres puros y espirituales que viven en Dios» (V, 9,2) porque el Espíritu de Dios limpia con su presencia el corazón de aquellos en quienes habita, y, unido a ellos, los eleva al nivel de la vida divina. El Espíritu Santo es quien, transformando al cristiano desde su interior, lo hace vivir la novedad de vida obedeciendo a Dios (cf. V, 9,2-4). Y como solamente los de corazón puro verán a Dios, por ello la vida del Espíritu en el hombre es condición para que éste pueda poseer el Reino.

    El Espíritu en la vida de la Iglesia. El Espíritu dio vida a la Iglesia en su nacimiento, y por él ésta continúa viviendo; él la conduce y alienta, y sin él ella ni existiría ni podría realizar misión alguna. Si el Espíritu ha ungido a Jesús en el bautismo para que lleve a cabo la misión mesiánica, también ha ungido a la Iglesia en Pentecostés para que continúe la misma a través de la historia. Una vez descendido sobre los discípulos, los envió a los gentiles para purificarlos de sus idolatrías e iluminarlos con la luz de la fe por el bautismo. Elige a los ministros y les concede los carismas necesarios para su ministerio. Establece la Iglesia universal, y distribuye de modo permanente entre los fieles todos los dones espirituales. La conserva como un vaso siempre joven que contiene el perfume fresco del mismo Espíritu; por eso llega casi a identificarlos: «Donde está la Iglesia ahí está el Espíritu, y donde está el Espíritu de Dios ahí está la Iglesia y toda la gracia, ya que el Espíritu es la verdad» (III, 24,1; cf. 11,8; 17,2-3). Por ello quienes se apartan de la Iglesia para formar sus conciliábulos renuncian a la verdad y la salvación por el Espíritu de Cristo.

    El Espíritu inspiró los Evangelios (cf. III, 11,8), porque, siendo el que preanunció a Jesús por los profetas, ahora lo anuncia por los evangelistas; el que descendió sobre los Apóstoles y los envió a todas las naciones, les comunicó su poder para actuar por medio suyo, convocó a los gentiles a la fe, les mostró el camino de la vida para la existencia en Cristo, y todavía purifica y eleva a las creaturas por el bautismo. Sigue llamando a cada uno de los cristianos a la vocación de la fe, para que pasen continuamente del campo árido de la gentilidad al terreno de Cristo, donde éste les da a beber de su Espíritu (cf. D 89).

    7. María
    La vocación de María halla su lugar en la Economía de la salvación. En San Ireneo ocupa un sitio privilegiado, al punto de ser el gran mariólogo del siglo II. María está al servicio, primeramente de la real y verdadera encarnación de su Hijo; luego de toda su obra salvífica de la humanidad. Por ello precisamente se insinúa ya en este Padre la imagen de María como figura de la Iglesia (cf. III, 10,2).

    7.1. María al servicio de la Encarnación. Propiamente no hay herejías mariológicas, porque todo el misterio sobre ella está al servicio de su Hijo: las hay cristológicas, que de rebote afectan el proyecto de Dios sobre su Madre. Por ejemplo San Ireneo describe cómo Cerinto habría afirmado que Jesús fue un hombre común nacido de José y María, sin embargo elevado sobre los demás seres humanos por su justicia, poder y sabiduría (cf. I, 26,1). Las diversas sectas gnósticas, que no podían aceptar la carne verdadera de Cristo, afirmaban que no tomó ni carne ni sangre de María; sino que «pasó por ella como el agua por un tubo» (I, 7,2; cf. III, 11,3; 16,1) dejándolo seco, y por tal motivo ella sería virgen. Por eso San Ireneo insiste en el servicio de María, como Madre virgen:

    7.1.1. Madre verdadera, de la que según los Evangelios nació Jesús como hombre completo, garantiza contra los gnósticos la realidad de la carne de Jesús, sin la cual es imposible la vida histórica de Cristo, y su muerte y resurrección reales: «Yerran quienes afirman que él nada recibió de la Virgen… De otro modo habría sido inútil su descenso a María: ¿para qué descendía a ella, si nada había de tomar de ella?» (III, 22,1-2) Todos los signos que el Evangelio nos ofrece de la real humanidad de Jesús, son una prueba de que «éste es e

    [contesta a Hectorson]

  15. Hectorson opina:

    REFUTACION DE LA DOCTRINA GNOSTICA
    Después de señalar cómo en el libro I ha puesto al desnudo los errores de los herejes, en el Prefacio del libro II San Ireneo anuncia que impugnará sus teorías fundamentales, es decir, las parejas de Eones que llenan el Pléroma; pero, sobre todo, su afán de postular a un Dios absolutamente desconocido, superior al Demiurgo Hacedor de este mundo. Usa tres métodos: el más importante, pues el fin del obispo de Lyon es ante todo precaver a los cristianos contra las falacias, consiste en hacer patente la oposición de las doctrinas gnósticas a la Escritura. Con el segundo desenmascara las múltiples contradicciones internas de sus enseñanza. Y, por último, con un carácter irónico, el Santo caricaturiza muchas de sus doctrinas.

    1. No existe un Pléroma sobre el Dios Creador (II, 1-11)
    San Ireneo antepone el primer artículo de la «Regla de la Verdad»: sólo hay un Dios y Padre Creador de todo, y que todo lo contiene: es el Pléroma (cf. II, 1,1-2) (15). No hay una separación radical entre Dios y el mundo, ni éste es extraño a Dios, ni pertenece a otro Demiurgo. Y no es posible afirmar que algo exista fuera de su dominio, porque caeríamos en el absurdo de una serie infinita de seres (cf. II, 1,3-4). O se confiesa el único Dios de la fe cristiana, o tropezamos en la aberración de una multiplicidad de dioses, encerrado cada uno en su propio dominio, que no harían sino limitar al Dios uno (cf. II, 1,5).

    Es absurdo que los Angeles o un Demiurgo diverso hayan fabricado los seres fuera del dominio del Padre (cf. II, 2,1-2) y sin contar con su voluntad (cf. II, 2,3). Ni Dios los necesita como instrumentos, pues tiene a su Verbo, por medio del cual ha hecho todas las cosas (cf. II, 2,4-6). El único creador es, pues, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Con esto San Ireneo ha destruido toda la base de las doctrinas gnósticas. Sin embargo, luego afina el ataque contra algunos detalles.

    1.1. No existen el vacío y la tiniebla exteriores al Pléroma que los valentinianos enseñan (cf. II, 3,1-2 y 4,1): un vacío exterior al Pléroma lo englobaría, y por definición éste ya no sería la Plenitud. Incluso el vacío sería superior y mayor que el Pléroma, e incluiría aún a Dios. Según la Escritura, todas las cosas han sido hechas por la sabiduría de Dios y según su voluntad; luego es blasfemo afirmar que son producto de la ignorancia y el desecho. El pretendido vacío, o existiría por voluntad del Padre, semejante a los Eones (y en tal caso no sería vacío), o independientemente del Padre, y entonces sería otro Dios.

    1.2. El mundo no nació de la ignorancia y el desecho. Esto supondría, o que el Padre es descuidado y se le han escapado los seres (cf. II, 4,2), o bien que su Luz no lo llena todo (pues el mundo habría nacido en la oscuridad y el vacío: cf. II, 4,3), pero si su Luz no es omnipotente, entonces él mismo vive en tinieblas. Es absurdo decir que el mundo nació como fruto de la pasión de la Madre Achamot, por la cual fue arrojada del Pléroma, y luego enseñar que este Cristo fue al mundo para librarla de la ignorancia (cf. II, 5,1-2). Y si la materia hubiese sido creada de esa penuria contra la voluntad del Padre (en el que no cabe ignorancia), éste ya no sería libre, sino esclavo de la necesidad (cf. II, 5,3-4). Los herejes hipotizan que los Angeles o el Demiurgo creadores son los ignorantes. San Ireneo los refuta con la Escritura: aun los seres humanos, que no ven a Dios, lo conocen por sus obras. ¿Cómo pueden ignorarlo aun en sus obras, aquellos que, por hipótesis, han creado a los hombres? (cf. II, 6,1-3).

    Tampoco es posible esa ignorancia, pues ellos afirman que el Demiurgo (o los Angeles) han creado las cosas del mundo inferior según las imágenes de las realidades del Pléroma: ¿cómo es posible si las ignoran? Enseñan que el Salvador hizo todo por medio de Achamot para honrar al Pléroma: ¿cómo va a honrarlo y no más bien a insultarlo, haciendo «según sus imágenes» estas cosas materiales que los herejes confiesan corruptas y fruto del desecho y la ignorancia, y destinadas a la destrucción? (cf. II, 7,1). Además, según ellos, el Salvador por medio de Achamot hizo al Demiurgo como imagen del Unigénito (cf. I, 5,1): si es así, ¿cómo pudo el Salvador ser tan mal hacedor, que fabricó una imagen tan imperfecta por ser ignorante? (cf. II, 7,2). Por otra parte, siendo las cosas del mundo infinitas en número, diferentes y aun opuestas, tendrían que ser infinitas en número (¡pero los herejes sólo hablan de 30 Eones!) y opuestas entre sí las realidades del Pléroma cuyas imágenes representan (cf. II, 7,3-5). Por ejemplo, un mundo de oscuridad y tinieblas tendría que ser la imagen de uno luminoso; y seres abocados a la destrucción por naturaleza, imágenes de los incorruptibles (cf. II, 7,6-7).

    1.3. La fe universal en un solo Dios Creador es la conclusión a la que San Ireneo llega. En efecto, es unánime en la Escritura el testimonio de los patriarcas, los profetas, Cristo y los Apóstoles. Por lo mismo, postular a un Padre desconocido diverso del Creador, no es sino una fantasía blasfema inventada por Simón el Mago. Pero, como los herejes quieren engañar a los cristianos para arrastrarlos a sus sectas, manipulan las parábolas (léase pasajes) de las Escrituras para forzarlas a probar sus teorías (cf. II, 9,1-2).

    2. La absurda doctrina sobre el Pléroma (II, 12-14)
    Después de haber mostrado el absurdo de la tesis básica y común a los herejes, San Ireneo atiende a otras de sus doctrinas particulares.

    2.1. La pretendida estructura del Pléroma formado por 30 Eones (la Treintena), según los valentinianos. Les prueba la contradicción de contar entre los treinta al Padre de todos (no emitido), junto con los demás (emitidos). Luego el Pléroma, en todo caso, consistiría en Dios y 29 Eones (cf. II, 12,1). En seguida prueba el absurdo de «personificar» de modo separado a Eones que no son sino funciones o actividades del sujeto; por ejemplo, el Pensamiento como distinto del Padre que piensa. Si se comparan los Eones masculinos con los femeninos, se verá que estos segundos no son sino funciones o partes de los primeros, de modo que los Eones tendrían que reducirse a la mitad: por ejemplo, es un sinsentido separar la Sabiduría de la Voluntad, para luego unirlas en matrimonio. Añádese que hay Eones contradictorios dentro del mismo Pléroma, que se excluyen mutuamente, como el Verbo (es decir la Palabra) y el Silencio (cf. II, 12,2-6).

    Si se lee atentamente la exposición de los valentinianos, se observará que en realidad no son treinta eones, pues han añadido otros cuatro: el Límite, el Cristo, el Espíritu Santo y el Salvador, de donde resultarían 34 (cf. II, 12,7-8).

    Además de la contradicción entre los números que alegan, también la hay en cuanto a su teoría de las emisiones. Dicen que la Mente fue emitida por el Pensamiento: ¿cómo es posible, si más bien el pensamiento es un producto de la mente, de la que proviene toda actividad interior del hombre (a cuya imagen han fantaseado la estructura del pléroma)? Ni el Pensamiento pudo ser emitido por el Protopadre, porque lo conciben con su propia personalidad; pero, por el contrario, es siempre una función del sujeto que lo produce en su interior (cf. II, 13,1-2).

    El problema de los valentinianos, dice San Ireneo, es que absolutizan la constitución del ser humano, para crear un Pléroma según su semejanza: entonces todo el Pléroma existe en función y como imagen del hombre. Pero éste, formado de cuerpo y alma, es compuesto, múltiple y mudable. ¿Cómo se puede fantasear un mundo que en cada una de sus partes sea imagen del Dios simple, infinito e inmutable? Pero si insisten en que el Protopadre emitió de su interior un Pensamiento como un ser diverso de sí, entonces no pueden sino postular un Dios compuesto y corporal como el hombre. Y si afirman que todos los Eones quedan en el interior del Protopadre, ¿cómo es posible que, según sus hipótesis, coexistan en él la Sabiduría y la ignorancia? (cf. II, 13,3-7).

    Por su parte, Basílides pone el origen de toda la realidad en el matrimonio del Verbo y la Vida. Ante todo, el Verbo (Palabra) de Dios no está separado de él, que es un ser absolutamente simple. Ellos, en cambio, lo separan a semejanza de la Palabra humana que el hombre emite fuera de su boca. ¿Entonces cómo pudo el Verbo de Dios (y no Dios mismo) unirse en matrimonio con la Vida? ¿Y cómo pretenden que la Vida sea sólo el sexto de los Eones emitidos, si el mismo Padre (el primero de los Eones según ellos) es ya viviente y por tanto tiene la vida? Por eso la Escritura no habla de la Vida como algo diferente de Dios, sino que afirma: Dios es la Vida (n. 13,8-9). Igualmente absurda es su teoría sobre el origen del Hombre y la Iglesia: ¿cómo pueden provenir del matrimonio entre dos elementos que no tienen propia personalidad fuera del Padre, como son el Verbo y la Vida? (cf. II, 13,10).

    2.2. Las ideas valentinianas son de origen pagano, afirma San Ireneo, y lo prueba aduciendo algunos textos de autores griegos. Ante todo cita la obra Los pájaros del comediógrafo Aristófanes, que ve nacer los dioses de la Noche y el Silencio, padres del Caos, Eros y la Luz. A su vez los dioses producen al ser humano. El obispo de Lyon no puede sino comparar esas fantasías cómicas con la emisión valentiniana de los Eones. De modo semejante cita en seguida las teorías de Tales de Mileto, Homero, Anaximandro, Anaxágoras, Demócrito, Epicuro, Empédocles, Platón, Hesíodo, Aristóteles y los pitagóricos, y hace ver cómo de ellas los valentinianos han elegido cada uno de los elementos con los que, desde Simón el Mago, han construido el hipotético origen de las realidades superiores de su Pléroma (cf. II, 14,1-7).

    Finalmente, advierte cómo no menos extravagante es hipotizar, después del origen de tales realidades superiores de la Ogdóada primordial, la emisión de otras de segundo orden que forman la Década y la Docena: se trata de una simple afirmación dogmatizante, sin una traza de prueba. Más aún, tal teoría oculta el absurdo de admitir caídas y pasiones en el último de los Eones, de los que habría nacido el mundo. Y, peor que eso, para salvarlo habría sido emitido (¡en función de algo que ellos consideran producto del desecho!) el Salvador, como el fruto perfecto de todos los Eones (cf. II, 14,8-9).

    3. La falsa estructura del Pléroma (II, 15-24)
    3.1. Absurdo de la estructura. San Ireneo muestra el capricho de enseñar un Pléroma de 30 Eones divididos en ocho, diez y doce. Es ilógico, por ejemplo, que sean 30 por los días del mes, ya que unos meses tienen más y otros menos días, y además porque el Pléroma (realidad superior) no fue estructurado en función de los meses (realidad terrena), pues entonces lo terreno sería lo absoluto, y el Pléroma sólo su imagen (cf. II, 15,1-2). Pero, además, si el Padre hubiese modelado el Pléroma como imagen del mundo, querría decir que éste es anterior a aquel, al menos por naturaleza. La fe de la Iglesia enseña que el único Dios y Padre ha hecho todas las cosas tomando el modelo de su propia mente; de otro modo se seguiría por fuerza la inepcia de una serie infinita de modelos (cf. II, 15,3-16,4).

    3.2. Absurdo de las emanaciones inferiores. San Ireneo muestra que sólo puede haber cuatro tipos de emanación: a) Como un ser humano procede de otro (en este caso tenemos dos seres diversos); b) como una rama procede del árbol (hallamos ahora un solo ser en desarrollo de sus partes); d) como una luz de otra (mas entonces en realidad son la misma luz); c) como un rayo del sol, siendo en realidad una proyección del mismo. En todo caso, es necio afirmar que los seres procedan de la «caída e ignorancia» de un Eón del Pléroma. Esto supondría una deficiencia en el Pléroma mismo, el cual, por consiguiente, dejaría de ser un Pléroma divino (cf. II, 17).

    3.3. Absurdo de la caída y la pasión de la Sabiduría. Es risible llamar Sabiduría a un Eón caído en la ignorancia y la pasión, como es contradictorio que de éstas (siendo tendencias que sólo tienen realidad en un sujeto, sin substancia propia) nazcan las substancias de los seres terrenos. Es, además, aberrante pensar en pasiones negativas en un Eón del Pléroma (que se presume todo pneumático), como lo es que, siendo un ser simple, se le considere Madre de la que emanan los seres materiales (cf. II, 18).

    3.4. Absurdo de la «semilla» (sperma), que haya brotado de un ser espiritual, y mucho más sin que éste lo supiese, y que de ella el Demiurgo formase sin darse cuenta, todo el mundo fuera del Pléroma (un mundo tan inmenso, complejo y ordenado). Además de que, según sus teorías, los gnósticos serían seres pneumáticos, sin embargo nacidos en este mundo (hechos por el Demiurgo a imagen del Pléroma), y conocerían el Pléroma que su mismo Hacedor ignora. Además, es un contrasentido que una «semilla espiritual» (del Pléroma pneumático) haya descendido al mundo material y psíquico para perfeccionarse (cf. II, 19,1-7).

    De ahí que, concluye San Ireneo, toda la construcción de los herejes es de barro, pero está pintada para que parezca de oro. Basta raspar un poco la superficie para descubrir la fragilidad de su consistencia (cf. II, 19,8-9).

    3.5. Absurdo de la teoría de las letras y los números. Los gnósticos pretenden hallar en las letras que forman las palabras de la Biblia, y en el significado numérico de las mismas (ya que en griego los números se expresan por letras), las pruebas de sus teorías. Por ejemplo, con el hecho de que a Cristo lo traicionó Judas, el apóstol nombrado en 12º lugar, «prueban» la caída de la Sabiduría, el último Eón de la Docena. San Ireneo los refuta porque, según su misma teoría, ella no es el 12º Eón del Pléroma, sino el 30º. Ni el sufrimiento de esta Sabiduría por haber sido expulsada del Pléroma tiene que ver con la pasión de Cristo, como la desfiguran, ni por su modo ni por sus fines. Además, si pretenden que Cristo eligió a 12 Apóstoles para revelar su «Docena», ¿qué eligió para revelar su «Década» y su «Odgóada»? ¿Y dónde cabe dentro de su Docena el Apóstol Pablo? (cf. II, 20-22). Ellos alegan, además, que Cristo sufrió la pasión en el 12º mes, para mostrar la pasión del 12º Eón (la Sabiduría). ¿Pero de dónde sacan que Cristo sufrió en el 12º mes? Murió en la Pascua, que era para los judíos el mes primero, y su ministerio duró por lo menos tres años (cf. II, 22). Así también es caprichosa su exégesis de la hemorroísa, que sufrió la enfermedad durante 12 años y luego fue curada, como revelación de la Docena (cf. II, 23).

    3.6. Absurdo de la semejante teoría de Marcos. Este saca los significados de las letras de los nombres bíblicos, por el valor numérico que representan; por ejemplo, la cifra del nombre Sotèr (Salvador), o Iesoûs. Es arbitrario, porque también lo es el valor que dan los griegos a la representación de las letras. El alfabeto griego es totalmente convencional, y, siendo temporal y bastante reciente, no puede representar las realidades intemporales del Pléroma. Añádase que, de los innumerables nombres y pasajes de la Biblia, Marcos toma a capricho aquellos que le convienen y deja de lado la mayoría. Son tantos los números y nombres que en ella aparecen, que de hecho, según el antojo, se pueden elegir unos y desechar otros para «probar» cualquier teoría que se les ocurra (cf. II, 23-24).

    4. Verdadera y falsa gnosis (II, 25-28)
    4.1. La doctrina de la verdad se funda en el orden y medida que el único Dios y Creador quiso imprimir en el mundo, desde los orígenes de la creación hasta el final de su historia. San Ireneo usa aquí su famosa comparación de la melodía de la cítara: sus sonidos son diversos, pero con ellos se construye una única melodía, así como es uno y múltiple el plan divino. El hombre es demasiado pequeño para comprender todos los planes y la vida íntima del Creador; por eso debe con humildad acoger la Palabra de éste, cuando y en la medida en la que él quiere revelarlo (cf. II, 25).

    4.2. El orgullo de la gnosis. San Ireneo empieza recordando que es más valioso el amor del ignorante que el orgullo del sabio. Ellos, porque el Señor dijo: «Buscad y hallaréis» (Mt 7,7), pretenden tener la capacidad de conocer toda la verdad divina, incluso la que el Señor no ha querido revelarnos (cf. II, 26). Es verdad que hay una legítima búsqueda de la verdad, cuando está abierta a acoger con sencillez, y dentro de los límites de la propia capacidad humana, la Palabra del Dios que se nos revela. Pero eso supone que no abusamos de las parábolas de la Escritura, para, manipulándolas, probar nuestras ideas preconcebidas, que en tal caso se tornan contradictorias. Además, una sana actitud ante el conocimiento es aprender que existen muchas verdades que sobrepasan nuestra capacidad y que hemos de reservar a Dios, el cual revelará las que a él le parezca conveniente, según su Economía. El problema de los herejes es que pretenden tener el dominio de la ciencia, de modo que se elevan a sí mismos hasta el rango de Dios (cf. II, 27-28).

    5. Doctrinas aberrantes (II, 29-35)
    5.1. La escatología valentiniana. Los gnósticos se creen ya salvados por naturaleza, al escapar del alma y del cuerpo tras la muerte, por ser seres pneumáticos. Por eso se sienten libres de la moral en este mundo. Pero ¿de dónde lo sacan? El ser humano está formado únicamente de alma y cuerpo (el espíritu no es un elemento natural distinto del alma; y el Espíritu que se concede al hombre perfecto es el Espíritu Santo): ¿qué es entonces lo que en ellos se salva? Es, además, descabellado enseñar que, por una parte, por naturaleza las almas de los psíquicos quedarán en la Región Intermedia con el Demiurgo, y por otra deban practicar la fe y la justicia (cristianas) para salvarse. Y desatinado que el futuro del cuerpo (y por ende los hombres hílicos) sea quemarse con toda la tierra: ¿acaso quien vive la fe y practica la justicia no es el ser humano completo, es decir cuerpo y alma? ¿Por qué entonces pretenden que sólo el alma podrá vivir en la Región Intermedia? (cf. II, 29).

    5.2. La naturaleza de su Demiurgo. Es caprichoso decir que es un ser sólo psíquico (es decir, no más que un alma), ignorante del Pléroma, y sin embargo enseñar que sea el Creador. Porque a un ser se le conoce por sus obras. Y el Creador ha hecho no únicamente los seres materiales y las almas, sino también los seres espirituales, como se prueba por la doctrina de San Pablo. El mundo, además, es inmenso y conserva un orden perfecto: ¿cómo puede ser obra de un Creador ignorante? Por consiguiente, San Ireneo concluye, el Creador es el único Dios verdadero y Padre (cf. II, 30).

    5.3. Refutación de sectarios menores. En seguida el obispo de Lyon hace notar las contradicciones y caprichos de varios jefes de sectas secundarias. Ante todo hace caer en la cuenta de que todos ellos pretenden ser superiores a los otros, añadiendo este o aquel elemento caprichoso a su propia doctrina, para atraer prosélitos a sus grupos; pero en el fondo todos dependen de Simón el Mago y de Carpócrates. Basta, por tanto, refutar a éstos, para que el resto caiga (cf. II, 31,1).

    5.4. Vacío de la magia. El obispo de Lyon empieza advirtiendo que todos ellos usan artes de magia para embaucar a los incautos. En esas acciones no se hallan ni atisbos de obras divinas, pues se trata de habilidades aprendidas. Jamás probaron haber realizado la resurrección de un muerto, la curación de un lisiado, etc. Los pretendidos milagros son preparados con trucos (cf. II, 31,1-2).

    5.5. Su orgullo les lleva a creerse superiores a toda ley moral, por ser pneumáticos, y esta actitud los arrastra a las más indignas prácticas de inmoralidad, sobre todo en materia de sexo. Abusan de su falso ascendiente para dominar a pobres mujeres incautas y arrebatarles su honra y su dinero. En su soberbia incluso se sienten superiores a Jesús, tanto en sus doctrinas como en sus obras. En cambio jamás han probado algún milagro como los realizados por el Señor, ni su conducta le es remotamente comparable (cf. II, 32,1-5).

    5.6. La transmigración de las almas. Si éstas hubiesen vivido una vida anterior, necesariamente deberían conservar su recuerdo: de otra manera, ¿como pueden saber que ya existieron? Un olvido tan total, en primer lugar no es posible, y en segundo indica que no tienen argumento alguno para probar su ilusoria doctrina. Hablan, siguiendo a Platón, de una «copa del olvido» que tomaron antes de volverse a encarnar. ¿Y cómo lo afirman si no lo recuerdan? Por otra parte, todo el ser humano, alma y cuerpo, es responsable por sus obras justas e injustas: así lo enseña toda la Escritura, sobre todo el Señor en el Evangelio (cf. II, 33,1-34,1).

    5.7. El alma no es mortal. Otros dicen que, si el alma comenzó a existir, debe tener un término como todo lo que no es eterno. San Ireneo acepta que el argumento podría valer en un orden sólo natural. Pero si Dios es el Creador de las almas, entonces éstas (como todos los demás seres creados) vivirán tanto cuanto el Creador quiera mantener su don. Por eso la fe depende de lo que él nos haya revelado como voluntad suya, para que podamos conocer este destino. Y él ha enseñado su plan de salvación de los seres humanos (alma y cuerpo) para siempre (cf. II, 34,2-4).

    5.8. Pluralidad de los cielos y los dioses. San Ireneo concluye demostrando la incongruencia de estas dos teorías. Ante todo recuerda (pues ya lo ha probado en II, 16,2-4) cuán arbitrario es el número de cielos que Basílides pregona, y que unos derivan de otros. Y sobre la pluralidad de los dioses que algunos herejes enseñan, basados en los varios nombres que la Biblia utiliza, les hace caer en la cuenta de que no son nombres de dioses diversos, sino expresiones debidas a las distintas razas y culturas hebreas que la Escritura recoge, pero que se refieren al único Dios en el que ellas creían (cf. II, 35,2-3).

    Luego, concluye San Ireneo, uno solo es el Dios y Padre, que ha creado todas las cosas y todas las sostiene. El mismo es quien, según su Economía, ha querido históricamente salvar al hombre, obrando siempre por medio de su Hijo y de su Espíritu. Esta es la doctrina del Antiguo y del Nuevo Testamento que destruye todas las herejías (cf. II, 35,4).

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    Notas

    15. De esta manera confirma en el libro II la Regla de la fe de la Iglesia (cf. Introducción IV,2), que en el libro I contrastaba con las enseñanzas heréticas (cf. I, 10,1-3 y 22,1). [Regresar]

    IV. HITOS DE LA TEOLOGIA DE SAN IRENEO
    Esta obra es la primera síntesis teológica más completa en los primeros siglos de la Iglesia.

    1. Las fuentes de la fe
    1.1. La Escritura. San Ireneo exige la fidelidad a toda la Escritura como la fuente primordial de la fe. (16) He aquí algunos principios fundamentales de su hermenéutica:

    1º La Escritura se explica por la Escritura misma, y no por ideas extrañas a ella. Es preciso comparar los distintos pasajes para que, iluminándose unos a otros, cada uno pueda adquirir su significado natural en el contexto (cf. II, 10,1; 27,1; III, 12,9).

    2º La actitud con la que el fiel se acerca a la Escritura. Contra los gnósticos, que pretenden conocer toda la verdad, San Ireneo reconoce que muchos aspectos de ella son para nosotros demasiado altos y misteriosos, de modo que debemos dejar mucho espacio a la ciencia insondable de Dios, el único que la conoce plenamente; y de él, como discípulos, podemos escuchar y aprender sólo una parte (cf. II, 28,3), si acogemos su Palabra con espíritu humilde y reverente.

    3º La perfecta unidad de toda la Escritura. Revela un mismo y único Dios, el Creador y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Pero también el autor es el mismo: el Padre, que nos ha hablado por su Verbo y por su Espíritu. Con esta regla San Ireneo contradice a los gnósticos, que por lo general dividían los dos Testamentos, y solían atribuir el Antiguo al Demiurgo, el Yahvé justo de los hebreos. El autor del Nuevo sería el Padre bueno de Nuestro Señor Jesucristo (cf. II, 28,1-9).

    4º Sentido cristológico de ambos Testamentos: el Antiguo es figura y profecía del Nuevo (17). El Antiguo está dirigido a preparar la venida del Hijo en la carne (cf. IV, 34,1).

    5º Revelación clara. Sobre las cuestiones de trascendencia no hay duda posible: el Señor las ha revelado con claridad a fin de que todos puedan conocerlas. En cuanto a cuestiones de menor peso, se han de interpretar como las han entendido las iglesias más antiguas, fundadas por los Apóstoles, pues éstos les dejaron en herencia la fe y la doctrina (cf. III, 4,1).

    6º Toda la Escritura es inspirada. San Ireneo suele decirlo repitiendo una fórmula en la que resume todos los autores sagrados: como lo dijeron «los profetas, el Señor y los Apóstoles» (I, 6,6; 8,1; II, 2,6; 35,4; V, Pr; D 48). En «los profetas» San Ireneo suele comprender todo el Antiguo Testamento; en «los Apóstoles», el Nuevo. Supone que, a través de ellos, Dios ha hablado no sólo a unos hombres del pasado, sino a todos los seres humanos.

    7º El autor de la Escritura es el único Dios, que ha hablado por su Verbo e inspirado a los escritores sagrados por medio de su Espíritu (cf. IV, 5,1-5; 11,4; 32,1-2; V, 22,1). De hecho San Ireneo intercambia la atribución de la obra a cualquiera de las «personas». Algunas veces es el Hijo (o el Verbo) quien habla por los autores sagrados, otras el Espíritu.

    1.2. La Tradición. La Escritura nace de la Tradición de la Iglesia, y a su vez le da origen: surge de la predicación apostólica y de ella saca su vida para, a su vez, transmitirla. Por ello ambas son inseparables. Cuando a la Escritura se la despoja de la Tradición, se la distorsiona, y, aun manteniendo la letra, se la fuerza a decir lo que el Señor no ha querido: manejando de esta manera la Palabra de Dios, se la convierte en palabra de hombres.

    Los gnósticos, eliminando muchos elementos de la Escritura que no se ajustaban a sus doctrinas, aducían una tradición secreta, mistérica, reservada a los iniciados en la gnosis. Pero cada uno manejaba los contenidos a su antojo, según convenía a sus postulados. San Ireneo también acude a la Tradición, pero, por una parte, nunca la separa de la Escritura, y, por otra, la defiende como abierta a todos los pueblos y originada de los mismos Apóstoles. Jamás como secreta o reservada a iniciados. Esta Tradición se conserva intacta en toda la Iglesia, que la predica siempre fiel a sí misma. Los signos de su legitimidad son:

    1º Los Apóstoles la confiaron a las iglesias que fundaron (18), y éstas la custodian desde el principio, de manera que es preciso acudir a ellas para conocer la doctrina original del Maestro (cf. I, 10,2; II, 9,1; 30,9; III, Pr; 3,1; 4,1; 5,1; IV 26,5). El Señor envió el Espíritu Santo a los Apóstoles, a quienes constituyó en Iglesia, como guía en el conocimiento de la verdad. Ningún individuo tiene derecho de arrogarse la asistencia del Espíritu para enseñar la doctrina que le plazca: esto equivaldría a someter la verdad divina a las propias ilusiones e intereses.

    2º Todas las Iglesias mantienen la misma fe en las diversas regiones de la tierra, incluso no estando conectadas entre sí (cf. I, 10,2; III, 5,1; V, 20,1). Por eso, concluye, en muchas regiones en que la Escritura no se puede tener íntegra (por la dificultad, en aquellos tiempos, de conseguir los manuscritos), la Tradición mantiene la enseñanza de forma completa (cf. III, 1,1; IV, 1-2). Por eso San Ireneo concluye que, aun cuando por hipótesis no se hubiese consignado por escrito la doctrina, o se perdiesen los libros del Nuevo Testamento, la Tradición Apostólica quedaría garantizada por la Regla de la fe que la Iglesia mantiene desde los Apóstoles.

    2. La Regla de la fe (19)
    La Regla de la fe de la Iglesia está fundada en «la predicación de la verdad» (D 98). Ireneo, como muchos de los antiguos Padres, da una grande importancia a la confesión de fe bautismal: por ella somos cristianos, de manera que no podemos orar sino como creemos, y no podemos creer sino como hemos sido bautizados. (20) Creemos en Dios Padre, pero también en el Hijo y en el Espíritu Santo, porque entre el Padre y el bautizado median aquellos en cuyo signo transcurre la existencia humana para convertirla en historia salvífica desde la creación hasta la parusía.

    Esta regla no es la que predican los sectarios gnósticos, y así reniegan de su salvación; sino la que «la Iglesia expandida por todo el orbe hasta los confines de la tierra recibió de los Apóstoles» (21), única que mantiene con fidelidad la Palabra revelada. (22) Ireneo considera que «mantener inalterada la regla de la fe» (D 3) es una condición necesaria para integrarse en el plan salvífico de Dios.

    3. El único Dios es trino
    Dado el contexto antignóstico, una de las líneas doctrinales en las cuales incorpora la acción del Espíritu es la unicidad de Dios manifestada en la obra salvífica: no es uno el Creador (menguado, subordinado o escapado del señorío del Dios inefable) y otro el Redentor, el Dios desconocido e inabarcable, a quien Jesucristo enseñó como su Padre. Ni es uno el Padre de Cristo que nos libera de otro dios menor que nos tiene aprisionados en la materia; sino que es el mismo Creador nuestro y Padre del Verbo que se manifiesta como el Hijo hecho carne. Signo de esta unidad es que Dios ha realizado toda su obra por el mismo Espíritu, por medio del cual al principio nos creó, en el Antiguo Testamento anunció la salvación que debería realizar mediante la encarnación de su Hijo, y la llevó a cabo en cada uno de nosotros por la filiación que nos hace llamarlo «¡Abbá!» en el Espíritu. (23)

    Una imagen muy querida de San Ireneo para ilustrar la Trinidad (24) es la unción: «Pues en el mismo nombre de Cristo se suponen uno que ungió, el que fue ungido, y la unción misma con la que fue ungido. Lo ungió el Padre, fue ungido el Hijo, en el Espíritu Santo, que es la unción» (III, 18,3; cf. III, 6,1; 9,3; 12,7).

    Otra de sus preferidas es la imagen tomada de la Escritura «las manos de Dios» (Job 10,8; Sal 8,7; 119, 73; Sab 3,1) que usó como vehículo para expresar su doctrina. Es una de las primeras analogías del mundo físico que sirvieron para ilustrar la Trinidad, no sólo en la obra de la creación, sino también en la ejecución de toda la Economía. Por la frecuencia con que la usa, se advierte el especial afecto que Ireneo le guardaba (cf. IV, Pr. 4; 20,1; V, 1,3; 5,1; 6,1; 28, 4; D 11).

    Esta analogía le sirve a muchos propósitos. En primer lugar, para mostrar la unidad de Dios: es el mismo Padre quien actúa por sus manos. Una imagen que al mismo tiempo, contra los gnósticos que separaban de la creación al Dios desconocido, lo hace íntimo y presente en ella y sobre todo al ser humano, al señalar (con Sal 8,7; 119,73) que es el mismo Padre de Jesucristo, y no otro, quien se ha puesto a la obra. Se siente latir en esta expresión, de parte divina el amor, y de parte humana la confianza y abandono que la imagen sugiere, en él y en sus planes.

    Pero al mismo tiempo Ireneo debe leer con justeza los textos de la Escritura que atribuyen las obras de la creación y de la redención, tanto al Hijo como al Espíritu Santo; y en ambos casos, sea mediante una mención directa de estos nombres, sea mediante títulos equivalentes como el Verbo y la Sabiduría. Estos pasajes de la Biblia le dan pie para exponer la fe en la Trinidad: es el mismo Dios Padre, como fuente y origen de todo, quien actúa por sus manos, que son su Hijo y el Espíritu Santo, su Verbo y su Sabiduría (cf. IV, 7,4; 20,1-4). La figura de las manos, aunque imperfecta, indica por una parte la completa unidad (cada una de las manos no es otro ser distinto del que obra); y por otra la distinción, del Padre respecto a ellos, y del Hijo y del Espíritu entre sí como una mano es semejante a la otra, y, sin embargo, diversa. En efecto, las manos participan del mismo poder y realizan las mismas acciones de aquel a quien pertenecen, aunque cada una con su carácter propio. Gracias a ellas el hombre pudo ser creado a imagen y semejanza de Dios.

    La pluralidad de las «personas» (25), así como la unidad de acción, están de algún modo insinuadas desde la creación, cuando el Padre decide realizar su plan creador en vista de la salvación: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza» (Gén 1,26). Esta exégesis del texto bíblico es frecuente en San Ireneo (cf. IV, Pr. 4; 20,1; V, 1,3; 15,4). En el texto apenas citado el Padre invita a «sus dos manos», esto es «al Hijo y al Espíritu», o sea «a su Verbo y su Sabiduría» a realizar la creación, cada uno con lo que le es propio: «El Padre como fuente, el Hijo como modelo-ejemplo, el Espíritu como sello». (26)

    Las manos que plasmaron a Adán en el origen prosiguen formando cada día a los seres humanos. Y es que, continuando la creación, a través de la historia sigue realizando la misma obra original en cada uno de nosotros. Porque, si al principio por sus manos concedió a Adán la imagen y semejanza, una vez perdida ésta por el pecado, será por esas mismas manos como restaurará en el hombre la imagen y semejanza perdidas, mediante la acción del Hijo que es la imagen de Dios, y del Espíritu, que es su Sabiduría. El motivo es que «las manos de Dios se habían acostumbrado en Adán a ordenar, sostener y apoyar a su criatura, y a ponerla y cambiarla a donde querían». (27)

    Sin embargo, San Ireneo no se limita a la creación para contemplar la obra del Dios Trino; sino que ilustra toda la realización de la Economía (28), haciendo advertir el papel que cada una de las «personas» juega en nuestra salvación. Así, por ejemplo, atribuye la revelación de la Palabra de Dios a su Verbo y a su Espíritu (cf. II, 28,2; IV 20,6). El Espíritu Santo descendió sobre Jesús en el bautismo «para acostumbrarse a habitar con él en el género humano, a descansar en los hombres y a morar en la creatura de Dios, obrando en ellos la voluntad del Padre y renovándolos de hombre viejo a nuevo en Cristo» (III, 17,1). Y repite una y otra vez, de diversas maneras y en variados contextos, que el Espíritu Santo nos conduce al Hijo, así como éste es nuestro camino al Padre (cf. IV, 20,5).

    Por supuesto que, a partir de la fórmula bautismal, San Ireneo propone la fe en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, como la Regla de la fe del cristiano (cf. I, 10,1; 22,1; IV, 6,7; 9,9; 33,15; V, 20,1; D 3, 6-7, 100). Mas, siendo imposible en una breve introducción recorrer la enorme riqueza trinitaria de esta obra, concluimos con un pasaje que puede sintetizar el pensamiento del obispo de Lyon: «Por ello en todo y por todo uno solo es el Padre, uno el Verbo y uno el Espíritu, así como la salvación es una sola para todos los que creen en él» (IV, 6,7).

    4. El Padre es el Creador y único Dios
    Según lo ha aprendido del Nuevo Testamento, San Ireneo usa el nombre de Dios, sin ninguna especificación, para designar al Padre (cf. I, 10,1; III, 6, 4-5; 25,7). Los gnósticos han separado al Padre de todo contacto con el mundo: es absolutamente desconocido (el Abismo), origen del Eón llamado el Unigénito, pero no del Verbo ni del resto de los Eones; es distinto del Creador (Demiurgo). En contraste (29), San Ireneo expone diversos ámbitos por los cuales creemos que el único Dios es el Padre:

    4.1. Así lo enseña la Escritura. Esta es una sola, porque tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento son la Palabra de un mismo Dios, el Padre de Jesucristo. La identidad del Hijo y de su obra salvadora como proyecto de su Padre, es lo que garantiza, en la revelación completa, la unidad divina. El mismo y único que anunciaron los profetas es el Hijo del único Padre, el mismo que se encarnó para recapitular en sí a todos los seres humanos que se habían apartado del plan divino, murió, resucitó por nosotros y está sentado de nuevo a la derecha de su Padre. El Evangelio de Juan comparado con los Sinópticos, el libro de los Hechos y las Epístolas de Pablo, así como todo el Nuevo Testamento en su conjunto (cf. III, 11,1-9; 12,1-15; 12,14; 13,1; 15,1; 16,2-18,7), enseñan que no únicamente es uno el Hijo anunciado y el que se encarnó, sino también que es el mismo el Hijo del Padre Salvador, y el que llevó a cabo la Economía.

    Jesús reveló a un solo Padre, el mismo Creador del universo. Si, como los gnósticos dicen, el Padre fuese otro, Jesús nos habría engañado (cf. V, 1,1-2). Las tentaciones en el desierto atacaban el ser mismo del Señor como Hijo del Padre: «Si tú eres Hijo de Dios…» Al resistirlas, con sus respuestas el Señor demostró que su Padre dio la Ley en el Antiguo Testamento, venciendo al diablo con las Palabras de la Ley (cf. V, 22,1-2). Oró al único Padre al que reconocía como Dios. Al joven escriba que preguntaba a Jesús por el principal mandamiento de la Ley de Dios, a quien predicaba como su Padre, le respondió con lo que se leía en la Ley antigua, para mostrar que el mismo y único Dios es su Padre (cf. IV, 12,9). Jesús enseñó esta identidad también en sus parábolas y milagros (cf. IV, 36,1-8; V, 17,2).

    4.2. El Padre del Unigénito. Esta fe supone, en primer lugar, que el Unigénito no es diverso del Hijo, del Verbo y de Cristo (el Hijo hecho carne). Los gnósticos blasfeman al atreverse a narrar una «generación misteriosa» del Unigénito, que la Escritura no conoce (cf. IV, Pr. 3). Ciertamente esta generación es un misterio inefable, pero lo sabemos parcialmente y en imagen, como Dios ha querido revelarlo por su Palabra (cf. II, 28,6.8-9). Es semejante a la creación: conocemos el hecho por la Escritura, pero nos queda oculto el modo como Dios la ha realizado. El modesto conocimiento (la «verdadera gnosis») que tenemos, es el que recibimos como un don inmerecido, de parte del Hijo mismo, por medio del cual el Padre ha querido manifestarse (cf. IV, 6,4; V, 1,1). Sabemos que Dios es Padre, ante todo y de modo primordial, porque la Escritura enseña que desde siempre engendró a su Hijo, aunque la manera de esta generación se la ha reservado como el secreto de su vida íntima, y sólo él la sabe (II, 28,6; D 70).

    Mas el Hijo, en cuanto Verbo (es decir en cuanto Palabra del Padre), lo manifestó en el Antiguo Testamento desde la creación (cf. IV, 6,6). Esta revelación culminó en la encarnación de la misma Palabra, para seguir mostrando a Dios en la carne y llamarlo su Padre. Claro que los gnósticos no pueden admitir esto último, porque predican que la carne es radicalmente corrupta; pero es una opción de ellos, no Palabra divina.

    5. El Hijo es el mismo Verbo eterno hecho carne
    5.1. La doble generación de Cristo: las Escrituras lo llaman Dios, Señor, Rey eterno, Unigénito y Verbo que se hizo carne, «por motivo de la preclara generación que recibió en sí mismo, de su altísimo Padre, a diferencia de todos (los hombres), y por la también preclara generación que recibió de la Virgen, como lo atestiguan ambas Escrituras divinas» (III, 19,2). Entre ambas generaciones Ireneo señala el puente que las une, en relación con la paternidad divina, por motivo salvífico: «El que es Hijo de Dios se hizo hijo del hombre para que, mezclado con el Verbo de Dios, el hombre recibiendo la adopción se haga hijo de Dios. Pues no podíamos de otro modo recibir la incorrupción, si no estuviésemos unidos a la incorrupción y la inmortalidad» (III, 19,1). Aunque San Ireneo siempre habla de la encarnación como voluntad del Padre, nunca afirma que el Padre hubiese engendrado eternamente al Hijo para nuestra salvación; ésta es la meta de la segunda generación, cuando nació de la Virgen.

    5.2. El Hijo de Dios es Dios igual al Padre. San Ireneo lo muestra de tres maneras diferentes: 1ª Con algunas afirmaciones directas, como aquella indudable: «El Padre, pues, es Señor, y el Hijo es Señor; es Dios el Padre y lo es el Hijo, porque el que ha nacido de Dios es Dios» (D 47; cf. III, 15,3). Y añade ahí mismo que, «al mismo tiempo, en la administración de la Economía de nuestra redención, Dios aparece como Padre y como Hijo». «Es Dios y juez» (III, 12,9; cf. 19,2). 2ª Por los títulos y caracteres que «los profetas y los Apóstoles» le atribuyen: «Ni el Señor, ni el Espíritu Santo (por los profetas), ni los Apóstoles jamás habrían llamado Dios de modo absoluto y definitivo al que no lo fuese verdaderamente; ni habrían llamado Señor a ninguna otra persona, sino al Dios Padre soberano de todas las cosas, y a su Hijo que recibió de su Padre el señorío sobre toda la creación… A uno y otro el Espíritu designó con el nombre de Dios, tanto al Hijo que es ungido como al Padre que unge» (III, 6,1; ver 6,2; 8,3). También se le atribuye ser eterno como el Padre (cf. III, 18,1). Y en frecuentes pasajes se aplican a Cristo las afirmaciones que la Escritura (sobre todo el Antiguo Testamento) dice sólo de Dios (cf. III, 9,2-3; 10,3; 19,2). 3ª Por las obras que realiza, que son iguales a las del Padre, así como él mismo lo dijo a los fariseos en el Evangelio (Jn 5,19; 10,25.30). Por ejemplo, San Ireneo le atribuye la inspiración de los profetas (cf. IV, 20,9; V, 15,4), perdonar los pecados (cf. V, 17,1.3) y resucitarnos de entre los muertos (cf. V, 2,3).

    5.3. Su encarnación. Mas, sin duda, lo que más frecuente se dice de él está en relación íntima con haberse hecho carne para salvarnos: es la afirmación central de la fe cristiana, que proviene de la predicación apostólica según la Tradición que ha conservado la Iglesia, cuyos elementos esenciales son:

    5.3.1. Condición para resucitar en la carne, en la cual Ireneo centra, como en el motivo soteriológico, toda su reflexión sobre Cristo; ya que la salvación del hombre en Cristo (cf. V, 14,2), según la Economía del Padre, es el término de la obra iniciada desde la creación que llega a su cumbre en la encarnación y misterio pascual participado en nuestra carne. «Creo en la resurrección de la carne», sería la meta de toda la confesión de fe, porque lo es del misterio de Cristo. Pero nuestra resurrección es posible sólo porque Cristo, que en verdad asumió nuestra carne, resucitó primero (cf. V, 7,1; 13,4; D 41). De ahí que para Ireneo la doctrina gnóstica que afirma corrompida y sin salvación la carne creada por Dios, «es la más grande de todas las blasfemias» (V, 6,2).

    Cierto que para nuestra salvación no era necesario pagar un tan alto precio como la muerte del Hijo en la carne; sino que éste es un extremo de amor, pues era conveniente que nos salvase el Hijo, ya que fuimos creados en el principio según la imagen de Dios, que es él. Pero la Escritura no dice que hubiese sido creada el alma del hombre según esta imagen, sino el hombre mismo, es decir alma y cuerpo. Luego es la semejanza de todo el hombre, y no del alma, la que Cristo salva al reconstruirla (cf. V, 6,1; V, 12,3).

    5.3.2. El sentido salvífico de la Encarnación. El Hijo de Dios se ha hecho carne para que participásemos de su incorruptibilidad. Para explicar cómo sucede esto, acude a tres principios soteriológicos que desde él se han hecho clásicos: 1º El intercambio, que podría resumirse: «Por su inmenso amor (Ef 3,19) se hizo lo que nosotros somos, a fin de elevarnos a lo que él es» (V, Pr.); que luego se especifica en diversos aspectos, como: «El Hijo de Dios se hizo hombre para que los hombres nos hiciésemos hijos de Dios», etc. 2º La recapitulación: así como Adán es cabeza de la humanidad pecadora, Cristo se hizo Cabeza de la humanidad redimida (cf. III, 18,7). 3º Y esto lo realizó mediante el proceso de recirculación, esto es, deshaciendo la obra mal hecha por el primer hombre (cf. III, 18,6-7; V, 21,1-2). Este es el camino que Cristo siguió para realizarlo: si el hombre pecó por desobediencia al Padre y por eso fue condenado a la muerte, Cristo acepta la muerte por obediencia al Padre para darnos la vida, etc. Estos principios se basan en la doctrina de los «dos Adanes», el primero cabeza de la humanidad pecadora, el segundo de la humanidad redimida que nos muestra el camino que hemos de recorrer con él para ser salvos (cf. III, 11,8; 21,10; V, 12,4).

    5.4. La verdadera carne de Cristo tomada de mujer, y según el proyecto de Dios nacido de una Virgen como un índice de la intervención salvífica divina que no es obra humana. Esta es la condición indispensable de nuestra salvación, en la Economía del Padre. Sólo con una carne real es posible la verdadera muerte y resurrección de Cristo, sin las cuales no somos salvos ni resucitaremos (cf. D 38-39).

    5.5. La carne de Cristo es nuestra redención: «Su vida por la nuestra y su carne por nuestra carne» (V, 1,1). Así en la cruz se realiza en plenitud el intercambio: a través de su muerte injustamente sufrida nos libera de nuestra muerte justamente debida al pecado, según el plan del Padre (cf. V, 14,2). De esta manera, la identidad de la carne creada por el Padre al inicio, y de la asumida y redimida por el Hijo, nos revela la perfecta unidad entre el Creador y el Redentor, como confesamos en el artículo fundamental del credo (cf. V, 16,1). De ahí que, si la carne de Cristo no es real (como afirman los docetas), es falsa nuestra salvación. El hecho de haber tomado esa carne de María como madre, garantiza el que Jesucristo pertenezca plenamente a nuestra raza humana; y el que la haya asumido de una Virgen, es el signo de que toda esta obra de salvación proviene del Espíritu (cf. III, 18,7; 22,2; V, 1,2-3; 14,3).

    5.6. La carne de Cristo, revelación de Dios. Desde el principio el Padre se ha revelado “a quien quiere, cuando quiere y como quiere”, por medio de su Hijo, que es su Palabra (cf. IV, 6,3), la cual está plasmada en la creación, sobre todo del hombre. Por ello todos los que han creído en la Palabra de Dios, en el Antiguo Testamento, han creído en Cristo y por la fe en él se han salvado; también quienes se salvaron por la Ley, que fue dada por el Verbo, como pedagogía de la Ley Nueva (cf. III, 16,6; IV, 2,4; 6, 7; 12, 4). Y por eso, porque sólo en el Hijo tenemos acceso al Padre desde el principio, es también única la salvación para todos los que creen en él (cf. III, 4,2; IV, 2,6). No hay, pues, otro camino al Padre que la carne de Jesús nacido de María; pues el Padre, movido por su misericordia hacia el hombre carnal, le ha dado esa carne en la que podemos hallarlo (cf. V, Pr). Más aún, no sólo no tenemos acceso al Padre sino mediante la carne de Jesús; pero ni siquiera tenemos acceso directo al Hijo en cuanto Verbo del Padre. Sabemos que el Hijo lo es del Padre, por la obediencia filial de Jesús, que nos redime por el proceso de recapitulación de que hemos hablado. Incluso la muerte de Cristo en la cruz no es de por sí misma reveladora, sino en cuanto en ella se manifiesta la obediencia del Hijo al Padre (cf. III, 18,6-7; V, 16,3). De ahí que sólo a través del proceso histórico de la Economía podamos llegar a reconocer la perfecta unidad de Dios.

    6. El Espíritu Santo
    El tercer artículo de nuestra fe confiesa la realidad del Espíritu Santo (cf. I, 10,1; D 3, 6). Pero ¿quién es él? San Ireneo, muy cercano a la Escritura, más bien nos dice cuál es su obra, y de quién proviene su misión: no habla en términos dogmáticos, sino salvíficos. Sólo en una ocasión se acerca a confesar su condición divina: «(Isaías) coloca en el orden de Dios al Espíritu que en los últimos tiempos derramó sobre el género humano» (V, 12,2), y ahí mismo le atribuye cualidades divinas, como ser sempiterno. En este orden de la eternidad, también afirma en la Demostración que el Padre ha engendrado desde siempre a su Hijo «según el Espíritu» (D 40). Asimismo con frecuencia le atribuye (igual que al Padre) ser incorruptible (cf. V, 12,2.4).

    Los gnósticos niegan la unidad del Padre y del Hijo, San Ireneo la afirma en el orden de la Economía: es el mismo Padre del Verbo que se manifiesta en el Hijo hecho carne. Signo de esta unidad es que ha realizado toda su obra por el mismo Espíritu, por el cual nos creó al inicio, anunció la salvación que debería llevar a término por la encarnación de su Hijo, y en cada uno de nosotros por la filiación que nos hace llamarlo “¡Abbá!” en el Espíritu (cf. II, 30,9; IV, 9,2; 20,1). Por eso, en la teología de San Ireneo, sólo podemos estudiar la vida del Espíritu Santo en la Trinidad, atendiendo a su situación en la Economía:

    6.1. Su relación con el Padre. El Espíritu Santo tiene su origen del Padre, por el Hijo, a quien el Padre se lo ha comunicado; y el Señor, a su vez, lo participó a la Iglesia (cf. III, 17,2); el Espíritu procede del Padre, que sostiene al Hijo, y éste lo entrega a las creaturas en proporción distinta: a unas en la creación, a otras en la regeneración, para que él las transforme en hijos adoptivos (cf. V, 18,2); el Padre es siempre el autor de la profecía que prepara la venida del Hijo, pero la comunica al profeta por la inspiración del Espíritu (cf. IV, 36,5). Por eso están unidos en jerarquía de procedencia también en la revelación: el Espíritu Santo revela al Hijo, así como el Hijo revela al Padre. Este proceso corresponde al orden salvífico de nuestro acercamiento a Dios: por el Espíritu llegamos al Hijo, y éste nos conduce al Padre (cf. D 7).

    San Ireneo usa muchas figuras para explicar que en todo cuanto hace el Espíritu Santo, es el Padre quien obra por él; por ejemplo, cuando lo llama «el agua de lluvia» que desciende del Padre y hace caer el Hijo (cf. III, 17,2), «el rocío» que humedeció la piel de Gedeón, y que el Padre derramaría sobre Cristo y nosotros (cf. III, 17,3), o, ahí mismo, «el Buen Samaritano» a quien el Padre encomendó al hombre caído; o «el Paráclito», «el Don» (cf. III, 6,4; 11,8; 24,1), «el agua viva» (cf. V, 18,2), y en un texto lo llama «el dedo de Dios» (III, 24,1), así como prefiere la imagen de «las dos manos de Dios» para significar al Hijo y al Espíritu.

    Mas entre todas las denominaciones del Espíritu, San Ireneo parece preferir (por la frecuencia con que la usa) la de «Sabiduría de Dios» para nosotros: «Este Dios es glorificado por su Verbo, que es su Hijo para siempre, y por el Espíritu Santo, que es la Sabiduría del Padre de todas las cosas» (D 10). El motivo por el cual le atribuye esta imagen como título, es que el Espíritu da la forma, la armonía, el desarrollo, la semejanza de Dios a todo el orden creado (cf. II, 30,9; IV, 7,4; 20,1-4; D 5.).

    6.2. Su relación con el Hijo. Este no depende del Espíritu en su existencia, sino del Padre. Y, sin embargo, es “Hijo de Dios en el Espíritu”, expresión que San Ireneo usa para indicar su «preexistencia junto al Padre, engendrado antes de la construcción del mundo» (D 30), precedente a todo proyecto salvífico. Con esta dicción distingue la generación eterna del Verbo, de la que recibió en la carne al llegar la plenitud del tiempo, en favor de la Economía, por obra del Espíritu. San Ireneo interpreta Is 49,5-6, en el cual el Padre habla con el Hijo, como un signo de la preexistencia de éste, y como una promesa de que habría de hacerse hombre entre los hombres, plasmado desde el seno por el Padre mediante la unción del Espíritu, y por la acción de éste nacería para salvar a cuantos creen en él (D 43).

    En el orden de la Economía también actúa siempre unido al Hijo, al inspirar las Escrituras, ya que «fueron dictadas por el Verbo de Dios y por su Espíritu» (II, 28,2; cf. IV, 20,5). Sin embargo, San Ireneo prefiere atribuir la inspiración profética al Espíritu, que tiene como objetivo revelar al Hijo: «El Espíritu muestra al Verbo, y por eso los profetas anunciaron al Hijo de Dios» (D 5). Luego, para indicar cómo la tercera persona interviene en nuestra redención, utiliza una imagen muy querida: el Espíritu es el óleo con el cual el Padre ungió a su Hijo para que realizase, como descendiente de David, la obra salvífica que había prometido (cf. III,18,3; cf. III, 6,1; 9,3; D 47). Así pues, el Espíritu interviene con su unción, aunque el agente principal sea el Padre que ha enviado a ambos, sobre todo en dos momentos clave en la existencia encarnada del Hijo:

    6.2.1. Lo ungió en la Encarnación, desde el seno de María. San Ireneo confiesa esta obra en varios de sus escritos, con expresiones que preludian las del Credo: «El Hijo del Padre de todas las cosas… engendrado de Dios por obra del Espíritu Santo y nacido de la Virgen María, la cual desciende de David y de Abraham, es Jesús, el ungido de Dios» (D 40; cf. 51). En este caso, la intervención del Espíritu apunta dos datos de sumo interés: primero, su igualdad con el Padre en cuanto a la divinidad, señalada por la correspondencia total en la obra que ambos realizaron en la carne del Hijo; y segunda, el Padre es el origen de toda la obra salvífica. Esta unción en el tiempo tiene como único fin la Economía en favor de los seres humanos. Cristo fue el ungido por el Espíritu (en su concepción), para que cumpliese la misión mesiánica; por eso se le llamó Cristo, es decir, el Ungido, «porque el Padre por él ha ungido y adornado todas las cosas; y también por motivo de su venida en cuanto hombre, porque fue ungido por el Espíritu de Dios» (D 53). Mas esta unción no fue para él, que no la necesitaba, sino que toda está dirigida a la unción de los cristianos en y por Cristo, para alegría de ellos (D 57).

    6.2.2. Lo ungió en su bautismo. Ante todo, dice San Ireneo, el Bautista lo mostró a sus discípulos como aquel sobre el cual había descendido el Espíritu (cf. D 41). Este lo ungió en vista de su misión en favor de los hombres, y como prototipo de todos los ungidos que creerían en su nombre. Podríamos decir mejor que el Padre lo ungió por el Espíritu: de éste Jesús recibió, en su humanidad, los dones mesiánicos que había de transmitir a los cristianos (cf. III, 9,3). Pero esta unción de Jesús no tenía como meta que él solo salvase a los seres humanos; sino también el Espíritu unido a él, ya que lo ungió y permaneció en Jesús «para habituarse a habitar con él en el género humano y a descansar en los hombres» (III, 9,3).

    6.3. Su obra salvífica. Uno de los elementos básicos de la contienda de San Ireneo con los gnósticos es la unidad entre los dos Testamentos, que se significa por la continuidad en la misma Economía del Padre. En este campo, Ireneo muestra al Espíritu Santo en la lid, mediante su actuar permanente. En efecto, a una misma Economía corresponde un solo Dios, que en el concepto hebreo es siempre el Señor que nos salva.

    6.3.1. En el Antiguo Testamento. Sobresalen tres actividades del Espíritu: inspiró a los profetas, dio la gracia a los justos y escribió la Ley de la Alianza.

    Inspiró a los profetas: La profecía es una acción trinitaria: en el Padre tiene su origen, el Espíritu Santo inspira a los hombres elegidos y habla por ellos para preparar la venida del Hijo en la carne. El Espíritu fue quien descubrió al único Dios y enseñó a llamarlo Señor. También reveló que Dios es Padre e Hijo, y que los seres humanos fuimos creados para llegar a ser un día hijos de Dios participando de la filiación del Hijo. Así interpreta sobre todo la profecía de los Salmos, atribuidos a David en su calidad de profeta (cf. III, 6,1).

    La función de la persona llamada a este ministerio no concluye al anunciar las cosas futuras; sino que sobre todo prepara el camino de la salvación que el Padre ha decidido realizar por su Hijo. No sólo hace conocer (como pretenderían los gnósticos), ya que la salvación no se reduce a la mente; también incluye santificar al hombre, para que ame a Dios y le dé gloria (cf. IV, 20,8). El Espíritu Santo elige y encomienda esta misión al escogido, lo inspira y envía, como también enviará a los Apóstoles, en el Nuevo Testamento, a predicar tanto a judíos como a gentiles (cf. I, 10,1; IV, Pr. 3). Toda la actividad profética tiene como finalidad anunciar la encarnación y el cumplimiento de la Economía del Padre mediante la carne de su Hijo.

    Dio la gracia a quienes creyeron en Dios. Esta gracia se desliza por una triple ruta: el Espíritu es quien ha guiado a los justos por el camino de la fe y de la justicia (cf. D 6, 56), es el que ha repartido a los antiguos padres, en herencia, la tierra prometida (cf. D 24), y, finalmente, Dios escribió la Ley de Moisés para establecer la Alianza con su pueblo, por su dedo (se supone que es el Hijo), en el Espíritu Santo (cf. D 26).

    6.3.2. En el Nuevo Testamento es donde se revela con mayor claridad y abundancia la actividad salvífica del Espíritu:

    El Espíritu en la vida del Cristiano. La unción de los bautizados está en continuidad con el bautismo del Señor (cf. III, 17,1-2). Por este sacramento asimilamos en nosotros mismos al Espíritu que, siendo imagen del Hijo, nos hace también a nosotros semejantes al Verbo de Dios (cf. V, 6,1; 9,3). Al ungir al bautizado, el Espíritu permanece en él y lo transforma, de manera que por su inspiración y guía el creyente vive la vida cristiana, que es “vida en el Espíritu” hacia la resurrección final, una vez que ha asimilado al que es el Espíritu de vida, a condición de que lo conserve hasta el fin de su paso por este mundo, cuando se tornará inmortal al recibirlo plenamente (cf. V, 8,1; D 42). Este es el hombre perfecto, es decir, el espiritual, porque toda su historia discurre bajo el signo del Espíritu que porta en su propio espíritu.

    «Quienes temen a Dios y creen en la venida de su Hijo, y por la fe mantienen en sus corazones al Espíritu de Dios, se llaman con razón hombres puros y espirituales que viven en Dios» (V, 9,2) porque el Espíritu de Dios limpia con su presencia el corazón de aquellos en quienes habita, y, unido a ellos, los eleva al nivel de la vida divina. El Espíritu Santo es quien, transformando al cristiano desde su interior, lo hace vivir la novedad de vida obedeciendo a Dios (cf. V, 9,2-4). Y como solamente los de corazón puro verán a Dios, por ello la vida del Espíritu en el hombre es condición para que éste pueda poseer el Reino.

    El Espíritu en la vida de la Iglesia. El Espíritu dio vida a la Iglesia en su nacimiento, y por él ésta continúa viviendo; él la conduce y alienta, y sin él ella ni existiría ni podría realizar misión alguna. Si el Espíritu ha ungido a Jesús en el bautismo para que lleve a cabo la misión mesiánica, también ha ungido a la Iglesia en Pentecostés para que continúe la misma a través de la historia. Una vez descendido sobre los discípulos, los envió a los gentiles para purificarlos de sus idolatrías e iluminarlos con la luz de la fe por el bautismo. Elige a los ministros y les concede los carismas necesarios para su ministerio. Establece la Iglesia universal, y distribuye de modo permanente entre los fieles todos los dones espirituales. La conserva como un vaso siempre joven que contiene el perfume fresco del mismo Espíritu; por eso llega casi a identificarlos: «Donde está la Iglesia ahí está el Espíritu, y donde está el Espíritu de Dios ahí está la Iglesia y toda la gracia, ya que el Espíritu es la verdad» (III, 24,1; cf. 11,8; 17,2-3). Por ello quienes se apartan de la Iglesia para formar sus conciliábulos renuncian a la verdad y la salvación por el Espíritu de Cristo.

    El Espíritu inspiró los Evangelios (cf. III, 11,8), porque, siendo el que preanunció a Jesús por los profetas, ahora lo anuncia por los evangelistas; el que descendió sobre los Apóstoles y los envió a todas las naciones, les comunicó su poder para actuar por medio suyo, convocó a los gentiles a la fe, les mostró el camino de la vida para la existencia en Cristo, y todavía purifica y eleva a las creaturas por el bautismo. Sigue llamando a cada uno de los cristianos a la vocación de la fe, para que pasen continuamente del campo árido de la gentilidad al terreno de Cristo, donde éste les da a beber de su Espíritu (cf. D 89).

    7. María
    La vocación de María halla su lugar en la Economía de la salvación. En San Ireneo ocupa un sitio privilegiado, al punto de ser el gran mariólogo del siglo II. María está al servicio, primeramente de la real y verdadera encarnación de su Hijo; luego de toda su obra salvífica de la humanidad. Por ello precisamente se insinúa ya en este Padre la imagen de María como figura de la Iglesia (cf. III, 10,2).

    7.1. María al servicio de la Encarnación. Propiamente no hay herejías mariológicas, porque todo el misterio sobre ella está al servicio de su Hijo: las hay cristológicas, que de rebote afectan el proyecto de Dios sobre su Madre. Por ejemplo San Ireneo describe cómo Cerinto habría afirmado que Jesús fue un hombre común nacido de José y María, sin embargo elevado sobre los demás seres humanos por su justicia, poder y sabiduría (cf. I, 26,1). Las diversas sectas gnósticas, que no podían aceptar la carne verdadera de Cristo, afirmaban que no tomó ni carne ni sangre de María; sino que «pasó por ella como el agua por un tubo» (I, 7,2; cf. III, 11,3; 16,1) dejándolo seco, y por tal motivo ella sería virgen. Por eso San Ireneo insiste en el servicio de María, como Madre virgen:

    7.1.1. Madre verdadera, de la que según los Evangelios nació Jesús como hombre completo, garantiza contra los gnósticos la realidad de la carne de Jesús, sin la cual es imposible la vida histórica de Cristo, y su muerte y resurrección reales: «Yerran quienes afirman que él nada recibió de la Virgen… De otro modo habría sido inútil su descenso a María: ¿para qué descendía a ella, si nada había de tomar de ella?» (III, 22,1-2) Todos los signos que el Evangelio nos ofrece de la real humanidad de Jesús, son una prueba de que «éste es e

    [contesta a Hectorson]

  16. Ruben Tamayo opina:

    Que tal atrevimiento de estar pegando periódicos en un foro ¿Alguien va leer todo eso?. Lo único que se logra es malograr el foro, ademas de mostrar falta de respeto.

    [contesta a Ruben Tamayo]

  17. NIKOS opina:

    ***
    -HECTOR… (NIKOS)difiero en alguno pequeños puntos de los cuales estas errado.
    - NIKOS…Hector en mis exposiciones no hay absolutamente ningun error. Y si tu impresión asi lo siente, hubiera sido bueno detallar cual no te parece correcto, pero repito es una impresion tuya, lejos de cualquier realidad, porque mi base es simpre biblica y exegetica, la de otros es biblica pero descontextuada…

    *Por otro lado no haces bien poner tanto texto de la basura de la Gnosis, eso es darle carne al espermatozoide loco.No corresponde con el tema del DIVORCIO, eso ya deberias de saberlo…

    NIKOS

    [contesta a NIKOS]

  18. comomensajero opina:

    Para NIKOS:
    [respondiendo al mensaje]

    Nikos, gracias a tus ofensas a la Gnosis, al llamarle basura,,,me quedare´y expondre´,,,para que tengas cuidado al llamar basura algo que te puede salvar.

    [contesta a comomensajero]

  19. NIKOS opina:

    **
    - TAMAÑO HEMEROTECANO, sigue por favor repasando los archivos, gracias por tu trabajo de recopilación, me parece bien que lo hagas y de paso repases; eso purgará tu falsa doctrina.

    NIKOS…

    [contesta a NIKOS]

  20. Nathaniel D. Mendoza opina:

    Para Ruben Tamayo:

    Tu Comentario: Que tal atrevimiento de estar pegando periódicos en un foro ¿Alguien va leer todo eso?. Lo único que se logra es malograr el foro, ademas de mostrar falta de respeto.

    Mi Rpta: Sé más específico, mi hermano, porque no se te entendió NADA.

    Bendiciones

    [contesta a Nathaniel D. Mendoza]

  21. comomensajero opina:

    Para NIKOS:
    [respondiendo al mensaje]

    Bueno. gracias a tu falsa salvacion , expondre´Gnosis y el verdadero segundo nacimiento, te dije que ibas a aprender a respetar a tu projimo, y te dije que ibas a aprender Gnosis, mi defensa a un conocimiento salvador, GNOSIS, en contra de tu ataque virtual, será el puente para exponer la Gnosis salvadora, y la buena nueva del segundo nacimiento real, que es la base para un matrimonio perfecto donde el divorcio no tiene cabida.

    [contesta a comomensajero]

  22. Hugo Enancio opina:

    Para NIKOS:
    [Que tal Nikos en que quedamos, te vas a cuidar o seguirás en el mismo carril desbocado y sin sentido que hasta ahora te a llevado a la mas trágica soledad.
    Yo agradezco que te intereses, incluso por lo que escribo a otros participantes de este foro, me agrada la atención que pones en mi, me gustaría corresponderte por lo que me doy 3 minutos para escribirte.

    Sobre tu básico ejemplo de la pecera, veo que también es aplicable a tu dios, también estas encerrado en una pequeña pecera, esa es la caja a la que me refería, de la cual te invitaba a salir, muchos ven estos envoltorios mentales como cofres, peceras incluso closet, tu puedes salir cuando quieras si eres valiente. Es raro que no te hayas motivado a copiar ese especial texto y anexarlo a tu tan reiterativo discurso. Por algo sera. ;)

    Sobre lo que dices es entonces que tu sabes todas las cosas, por eso crees en un dios? te felicito, la verdad es que no se de tantas cosas y las pocas que intento entender me alejan de personajes imaginarios como tu dios u otros.

    Sobre el ateísmo yawista y mi proselitismo en ese club, debieras explayarte mas al respecto, me interesa sobre manera saber mas al respecto.
    Ahora como promesa te aseguro que cuando llegue a tu edad sabre perfectamente definir mi persona, aun me quedan bastante años para no enloquecer en el camino como tristemente te ocurrió a ti, y quedar en el limbo aferrado con terror a un cuento místico para darle algún sentido a lo que te queda de vida, la que se escapa por no asumir con valentía lo que decidiste esconder.

    Tiernos con los tiernos, por favor Nikos que es eso? otro juego del subconsciente quizás.
    No se que quisiste decir después, pero claramente aludes a tu imaginario irreal, esos personajes que pueblan tu cabeza que si no fuera enfermedad Nikos podrías escribir un libro.

    Nikos escribiste algo que en su concepción están ambigua y tiene tanta ambivalencia como tu fíjate, tu dices:

    “Debido a que no existe
    - evidencia fisica que sostenga positivamente el ateísmo y
    - no existen pruebas lógicas de que Dios no existe…
    el ateismo es insostenible, una falacia y una fe errada como cualquier otra fe un cuento infantil para inmaduros”.

    mira que ambivalente y fatua tu propuesta.

    Debido a que no existe
    - evidencia física que sostenga positivamente el “creacionismo” y
    - no existen pruebas lógicas de que “Dios” existe…
    el “creacionismo” es insostenible, una falacia y una fe errada como cualquier otra fe un cuento infantil para inmaduros.

    Luego intentas comparar un dios inexistente con las leyes civiles que rigen una nación de personas, Nikos te estas fumando el incienso o te mantuvieron mucho tiempo bajo el agua cuando te bautizaron?
    No puedes hacer una analogía entre un dios con elementos concernientes a la realidad, de eso resulta un cuestionamiento racional y tu divagas en lo irracional.

    No te rías Nikos es mi deseo te mantengas estable, a tu edad un sincope o un accidente vascular por estrés es común y mas aun entendiendo tu especiales características mentales.

    Bueno vuelves a hablar de muerte y es curioso tu dios asesino a escrito capítulos enteros con sangre y tripas de inocentes, es mas que claro que un inestable como tu entienda eso como una máxima, pro debo decirte Nikos que tu dios solo mata para amedrentar como un mafioso cobarde, no existe muerte alguna en los cuentos bíblicos efectuada por el que acredite un ser nimiamente justo, mas si un monstruo obscuro sediento de sangre. Tu lo adoras así que entiendo seas un sádico depravado. Espero te mejores ;)

    Entonces o lega naturaleza que permites que se multipliquen como ratas los hombres, animales concupiscentes que beben su fornicación o espada de la verdad, haced justicia sobre estas bestias e inunda este mundo vil, poned fin a la depravación que se ha esparcido como negro aceite sobre el blanco lino de tu creación. Salvad a Nikos si y corónalo oh majestad, como otro mas de tus profetas. :D

    Nikos nada esta fuera de contexto es así, tan claro y perfecto como lo lees “Creced y multiplicaos, y poblad la tierra.” Caramba pero es así como esta hecho, la tierra se a poblado como lo determina aquel mandato bíblico, entonces sostener que son ratas las que se multiplican es ofender el mandato de tu dios…uuuu Nikos así que ahora cuestionas los designios de tu dios, no quiero ver la cuenta que te va a enviar. Sera mejor que duermas vestido jajajaja.

    No Niko es que es tan fácil copiar el juego literario que ustedes ocupan, que es gracioso lo simple del escribir en bautista y mas fácil aun engañarlos. Si hasta te puedo escribir un evangelio para ti. El evangelio de Nikos el *kreiton (del esperanto KREI; el que crea) como nos reiríamos y capaz que incluso lo lean en alguna ceremonia.

    dices:
    “el diablo también es obra de Dios y se rebeló como tu” alguien escribió hace poco un excelente ensayo sobre la inteligencia de Luzbel la goce Nikos, esta en el foro búscala, claro también toca de forma descarnada la inteligencia de dios tal vez eso no te guste mucho :(

    Dices; “solo falta que dios sea el causante de tus desvarios” ahora sabes mas de dios que dios mismo, desde cuando eres mas que dios?

    Oh pequeña espora de inmundo olor, pretendes ser mas que la roca que sostiene tu exánime vida, pobre frustrada criatura sin nombre, escaso entre los menguados, nada entre el vació, tu letra no es mas que una mancha gris ante el que todo es el absoluto. :p

    [contesta a Hugo Enancio]

  23. comomensajero opina:

    Para NIKOS:
    [respondiendo al mensaje]

    Leviticos referente a la perdida de la simiente, es claro, simple, y es ley, y la ley se cumple, sino, no fuera ley,
    Solo al dos veces nacido, al que ha nacido de nuevo ya no se le puede aplicar, pues ya no esta´bajo la ley, el nacer de nuevo lo libra.
    La gnosis no sigue descontextos biblicos, mas bien es al contrario, los que sacan de contexto el leviticos son los que hacen teorias falsas de salvacion, intercalando versiculos y tergiversando la biblia a su antojo obedeciendo como esclavos del ego de la lujuria, eso, es el descontexto. Es depravado, y es blasfemia,…eso es si que es basura.
    El seguir la palabra, el nacer de nuevo, es basura?, es depravado?

    La pobre mujer tiene que tomarse sus anticoceptivos, implantarse aparatos para no embarazarse y darle satisfaccion a la lujuria de su conyuge, eso no es basura?…implementar o´hacer caso a salvaciones falsas, y al mismo tiempo darle rienda suelta a la lujuria, sin aceptar la palabra, la ley, eso no es basura?…llenar a la mujer de celulas en su vientre, haciendo caso omiso al leviticos, no es basura?…cuanto tiempo duran esas celulas vivas en la mujer, y cuanto tiempo duran muertas en el vientre de la mujer, con riesgo de infectar todo el organismo, eso no es basura?,…si no es basura para ti, pues , prefiero no hacer lo que haces, pues por experiencia propia se lo que es vivir un matrimonio santo y perfecto,a la luz de la ley, de la sociedad,de mi conciencia,..y lo mas importante, del Padre, que todos tenemos un Padre.

    [contesta a comomensajero]

  24. Hugo Enancio opina:

    Para Hectorson:
    [Estoy sorprendido me ha pasmado tu respuesta, pretendes que te conteste con el mismo fugaz dialogo de alabanzas y copias de textos bíblicos, esa es la única manera que entiendes una idea……mmm ya!!

    Oquei entiendo tu, por elección propia eres adorador de un dios hebreo, me parece interesante, pero aparte de lo fácil y obvio, eres capaz de esgrimir una posición medianamente razonable o solo deambulas entre párrafos bíblicos.

    Entiendo que creas que te creo un dios también a que estés supeditado a las leyes de tu imaginaria, pero no pretendas endosarme a mi, tu religión. Me entiendes?

    No conozco mucho sobre tu religión, pero creo que estas en un error cuando dices que tu dios no oye a los pecadores, creo que es a los que mas oye, según la concepción del perdón y sacrificio implícita en tu fe, así es que seria bueno revisaras tus preceptos místicos. ]

    [contesta a Hugo Enancio]

  25. Hugo Enancio opina:

    Para comomensajero:
    [Saludos Comomensajero a mi también me place hablar con criaturas como tu, aunque para estar sobre el siglo XXI ya debieran estar extintas junto a toda la zoología mística y espiritualista que gasta oxigeno en este contaminado planeta.

    Bueno creo que ese aparato al que te refieres ya existe y se llama tostadora.

    Que podría yo aportar a lo que expones, la verdad esta perfecto ni ponerle ni sacarle, es lo que dices en contraposición a la realidad pero funciona, es opuesto a todo pensamiento lógico o pragmático pero se escurre tan suavemente que parece relativizar el concepto profundo del que somos, para donde vamos. ]

    [contesta a Hugo Enancio]

  26. Ruben Tamayo opina:

    NIKOS CONTRA LA MUJER:
    NIKOS dice el 20-06-2013 a las 11:07
    Las mujeres cristianas fueron y son tan sumisas como siempre
    La mujer cristiana es igual siempre, hace dos mil años como ahora

    [contesta a Ruben Tamayo]

  27. comomensajero opina:

    Para Hugo Enancio:
    [respondiendo al mensaje]

    NO te entendi´ni maiz…creo va a valer menos la pena tratar de dialogar con un retorico ateo, que tratar con un dogmatico religioso, o´un enfermo emocional. Comparas un invento que modifique la densidad de los cuerpos, que mida la velocidad de frecuencia, con un tostador?…que a lo que expongo no hay nada que modificar?…salud!

    [contesta a comomensajero]

  28. Hugo Enancio opina:

    Para comomensajero:
    [Jajaja tómalo con humor, pensé que tu también bromeabas, lamento si te moleste pero trate de imitar tu forma de escribir, es que a quien se le puede saludar como:

    “Saludos, me place dialogar con ateos, especialmente los respetuosos, pero, ser ateo en el siglo 21, se me hace un tanto arcaico.”

    Es por eso que pensé que solo bromeabas, yo no puedo saludar a alguien que no conozco y tratarlo como arcaico y mas encima otorgar un epíteto gratuito, las normas de la comunicación me obligan a respetar a mi receptor. Es claro que tienes el absoluto derecho a exponer tu fe o tendencia espiritualista, que es una mas de las que conforma el complejo mundo de las religiones o creencias.

    Oquei aclarado el impasse puedes explicar un poco mas sobre aquella maquina a la que te referías, me parece que existe un tipo de fotografía bastante contradictoria, que captaría la zona energética de los individuos el campo denominado aura.]

    [contesta a Hugo Enancio]

  29. comomensajero opina:

    Para Hectorson:
    [respondiendo al mensaje]

    Para que podamos justificar la Gnosis, tienes que ir mas profundo que eso, solo estas copiando escritos intelectuales que nada saben de lo que Gnosis en ralidad…sabes lo que es el Arcano AZF?, SABES LO QUE ES LA MUERTE DEL EGO?,,,SABES LO QUE ES EL SACRIFICIO POR LA HUMANIDAD?…esos tres puntos son los que practico, y te puedo hablar de eso, lo que me expones, son solo teorias de escritores, de psicologos, de autores que no han experimentado la gnosis, pero al igual que Nikos, te voy a exponer lo que he aprendido de la Gnosis, y es bien real, y es bien practico,

    Ponen a la Gnosis como herejia, como ridiculo, como lo que quieras, y no saben como llegar al segundo nacimiento?,,,no pueden responder al leviticos?…no pueden responder un solo versiculo de su biblia y exponen paginas de lo que no saben.

    Esta´muy bien tu referencia, y te lo agradezco. la estudiare´,,,pero lo que estudio y practico confirma que lo que han dicho estas gentes de que la gnosis es una herjia, un ridiculo, simplemente es un analisis historico y sin fondo de conocimiento,,,SIN PRUEBA DE CONOCIMIENTO, asi fue, y asi es ahorita,

    Lo importante es el segundo nacimiento, y lo unico que me ha probado como llegar a hacerlo es la Gnosis, por mas paginas intelectualoides y espiritualoides que expongas.

    [contesta a comomensajero]

  30. comomensajero opina:

    Para Hugo Enancio:
    [respondiendo al mensaje]

    Te mande´ saludos solo por cortesia, etica, pero si te molesta, pues olvidate del saludo, los ateos se distinguen por burlarse de los demas, por eso me adelanto asi a tus exposiciones, pues tu comentarios siguientes me lo demuestran tambien.
    Lo de la camara kirlian, es un invento viejo ya…y mencione´lo de las maquinas, por que ya se que te vas a ir por el lado pragmatico de la ciencia, pero al igual, tenemos nosotros la capacidad de investiga en otras dimensiones,,,o´tu no puedes..

    [contesta a comomensajero]

  31. RICHARD opina:

    Para Dayana:
    [respondiendo al mensaje]
    TE LA PONGO MAS FACIL PARA QUE DEJES DE MORIFICARTE POR GENTE QUE AMI PARECER NO PUSO LA MIRADA EN CRISTO JESUS SINO EN LOS HOMBRES Y LAS LEYES DE LOS HOMBRES Y SUS PROPIOS CRITERIOS ANTES DEL CRITERIO DE DIOS
    SI TU ANTIGUO MARIDO TE MALTRATABA QUIERE DECIR QUE POSIBLEMENTE EL TENIA OTRA MUJER CON LA QUE TE ENGAÑABA ESO ES LO QUE DEBEIS AVERIGUAR SI FU ASI Y EL TE ENGAÑABA, PS COMETIO EL ADULTERIO Y FORNICACION
    Y SI FUE ASI , PS BUSCALO Y TE DIGO QUE SIENDO ASI COMO TE MENCIONE ESTAS LIBRE DE DIVORCIARTE Y VOLVERTE A CASAR EN PLENA SANTIDAD CON DIOS
    PUESTO QUE LA MISMA BIBLIA DICE : EL O ELLA PUEDEN SEPARARSE SI EL O ELLA COMETIERON ADULTERIO Y NO HAY LUGAR A LA RECONCILIACION
    Y SI FUE ASI CREEME QUE POR DIOS MISMO ERES LIBRE DE REACER TU VIDA SIEMPRE Y CUANDO SEA EN EL SEÑOR
    RECUERDEN EL CASO DE LA MUJER ADULTERA QUE LE TRAJERON AL SEÑOR , Y QUE LUEGO QUE NADIE PUDO ARROJAR SU PIEDRA JESUS LE PREGUNTO : MUJER ALGUNO DE LOS QUE ESTAN AQUI TE HA CONDENADO ? ELLA LE RESPONDIO : NINGUNO MI SEÑOR
    Y JESUS A ESTO LE RESPONDIO : PS TAMPOCO YO TE CONDENO….VETE Y NO PEQUES MAS
    ASI QUE DEJEN DE JUZGAR A ESTA HERMANA , HACIENDO Y QUEDANDO USTEDES MISMO COMO LOS HIPOCRITAS : ESCRIBAS Y FARISEOS….PORQUE NO SON NADIE PARA JUZGAR, SOLO DIOS ES QUIEN JUZGA Y JUZGARA
    LO QUE SI ES QUE NO TE PUEDES VOLVER A CASAR ANTES DE DIVORCIARTE DEL OTRO Y PEDIRLE PERDON A DIOS Y A EL POR ESE DIVORCIO
    QUE BONITOS LOS MATRIMONIOS CRISTIANOS EN EL SEÑOR 0412 - 5316641
    GLORIA A DIOS

    [contesta a RICHARD]

  32. RICHARD opina:

    NO SOIS NADIE PARA VENIR A JUZGAR A UNA HIJA DE DIOS
    ASI QUE HERMANA DAYANA , CONSERVA TU FRENTE EN ALTO , Y PORTATE COMO LO QUE ERES : UNA HIJA DEL DIOS ALTISIMO, DE TODOS MODOS LA RESPUESTA LA TIENE EL ESPIRITU DE VERDAD Y DE JUSTICIA ( ESPIRITU SANTO ) EN ORACION DIOS TE GUARDE

    [contesta a RICHARD]

  33. comomensajero opina:

    Para Hugo Enancio:
    [respondiendo al mensaje]

    LE mandas decir a un forista…¨ en el camino como tristemente te ocurrió a ti, y quedar en el limbo aferrado con terror a un cuento místico para darle algún sentido a lo que te queda de vida, la que se escapa por no asumir con valentía lo que decidiste esconder.
    ¨…y, en tu caso, en el que no concibes un espiritu…que te anima a vivir, pa´no meter a Dios, vives una vida recta, honesta, y ya?, no te interesa saber lo que el inconciente guarda?, no te interesa saber que en sueños puedes manejar la conciencia, y hacer investigaciones imposibles de realizar en el mundo euclidico?…mmmmm…que sera´de ti…

    [contesta a comomensajero]

  34. comomensajero opina:

    Para Hectorson:
    [respondiendo al mensaje]

    Todo eso para decir que no estas de acuerdo con el leviticos 15:16?…por que la Gnosis si lo acepta…

    [contesta a comomensajero]

  35. Hectorson opina:

    Para comomensajero:
    [respondiendo al mensaje]

    Mi hermano, estas tan sumido en el error con la metafisica que predicas que no te permites ver a ti mismo lo.que estas haciendo…

    He visto testimonios de gentes que ha. experimentado “Liberaciones” y lo que hacen nada tiene que ver con la Biblia..

    Te digo Tu erez sincero no lo niego, pero te digo, una persona puede estar sinceramente errada…

    Una persona puede tomar sinceramente arcenico pensando que es aceite de ricino.. esto te pasa a ti..

    Dios te de colirio para q veas.. …

    [contesta a Hectorson]

  36. comomensajero opina:

    Para Hectorson:
    [respondiendo al mensaje]

    Obedecer la palabra, y descubir que lo que practico es salvador y que conduce al segundo nacimiento verdadero es error?…fijate bien lo que te digo,,,mejor ponte a estudiar concienzudamente lo que tu mismo expones, dices que estoy en el error, y no se que mas…he practicado lo que expongo y me consta que es verdad, y real, nada de versitos aqui o´alla, aunque pa´ti sea herejia, se lo que es verdad, y lo que no es verdad, pues lo he experimentado y practicado por años, el problema es que dejé de hacerlo, pero de nuevo estoy,,,y con mas brios…nada me tumba, y no voy a desaprovechar la oportunidad de llegar al nacimiento segundo de verdad…y tampoco voy a dejar la oportunidad de regalar esto, aunque lo pisoteen,,,no me importa, cumpli…

    [contesta a comomensajero]

  37. comomensajero opina:

    Para comomensajero:
    [respondiendo al mensaje]

    No voy a seguir la aprobacion de los demas, ni lo que los demas me digan, voy a seguir a mi conciencia, y la conciencia se basa en experimentacion directa, no en recitaciones, ni en versiculos salvadores, que se recitan, y en el mismo cuadro del piso que se recitan,,,alli siguen, no pasa nada. No voy a seguir una fe ciega, la conciencia con obras en la misma experimentacion Cristica no da lugar a la duda, ni al error, es una Fe real, basada en un trabajo, que uno sabe que va a dar resultados, esa es la Fe verdadera, se que si hago el trabajo completo de la obra del Padre, me hara´llegar al segundo nacmiento, pues ya vi que si es posible.

    [contesta a comomensajero]

  38. Hectorson opina:

    Para comomensajero:
    [respondiendo al mensaje]

    Mi hermano parece un Niño…
    No edifique en base de alguna sensacion porque cuando le venga el contrapeso se va a caer…

    Entiendo que no se le puede dar un pedazo de carne a un bebe porque le va ser dificil digerirlo.

    El nuevo nacimiento es una obra que solo el E.S. lleva a cabo, el creyente (voy a escribir de una manera simple) debe pasar por tres estapas de Gracia:
    Justificacion: el cual es la confecion de aquello a que cree, va en camino creyendo en el sacrificio de la Cruz, pero todavia no es todo.

    luego viene la Santificacion: lo cual significa “Limpio y apartado para servicio”, cuando el creyente o el vaso es limpiado de la inmundicia, es una obra que solo puede llevar a cabo el E.S. pero no es todo, vas avanzando ..

    Luego viene el Bautismo del Espiritu Santo: el cual es la llenura, del vaso, y es cuando llega a la adopcion, y la piedra de corona es puesta en el creyente, el sello(Efesios 4:30) la obra concluida.

    El espiritu Santo. es sin sensaciones. No Gnosis, no sensaciones, sino Una Nueva creacion en Cristo, nada de la vieja vida en uno…
    Esto es por encima Dtb.

    [contesta a Hectorson]

  39. comomensajero opina:

    Para Hectorson:
    [respondiendo al mensaje]

    Que estoy equivocado?…puede ser, pues deje´el trabajo Gnostico y no lo termine´, si estoy equivocado o´no, eso lo veré cuando me toque dar cuentas, y ese dia sabré dar respuesta, el por que segui´la Gnosis, y no la biblia, y diré que por la biblia misma encontré la gnosis, y que ninguna religion, ni explicacion me satisfizo, solo la Gnosis,…y si fue´un error, que asi sea, y acepto las consecuencias, pero y si…no?…que tal si acabo la obra…eso mi hermano…es lo que me impulsa…si lo que hice salio´cierto…ora si le dedico todo mi ahinco?…y lo doy de gratis a los demas?…

    [contesta a comomensajero]

  40. comomensajero opina:

    Para Hectorson:
    [respondiendo al mensaje]

    quieres que te explique la santificacion y el advenimiento del Espiritu Santo?…no estoy seguro de que sepas asimilarlo, o´que seas capaz de manejarlo, entenderlo y practicarlo…lo que me dices de santificacion y del E.S. es solo teoria biblica insubstancial que a cualquiera puede confundir, no a mi…te explico?…me das la seguridad de que va a poder manejarlo?…de que vas intentar practicarlo a ver si es cierto?…de otra forma no hay que dar lo sagrado…

    [contesta a comomensajero]

  41. Hectorson opina:

    Para RICHARD:
    [respondiendo al mensaje]

    Hermano como se le ocurre semejante disparate liberalista..

    No hay escritura para respaldar tu argumento, ya leiste Marcos 10-12? Romanos 7:1-10 ??

    Hay que Jusgar lo. correcto de lo incorrecto, creo q te quedaste un poco exitado con ese comentario..

    Para que dejas tu numero??? eres venezolano..

    no aconceje mal, el ciego guia al ciego..

    [contesta a Hectorson]

  42. Hectorson opina:

    Para comomensajero:
    [respondiendo al mensaje]

    Hermano ¿no es esto mero hablar? nisiquiera sabes si estas cierto o no, te lanzas a la deriva…

    “Y el mismo constituyo, a unos apostoles; a otros profetas; a otros; evangelistas; a otros pastores y maestros, a fin de Perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la Edificacion del Cuerpo de Cristo” (Efesios 4:11-12) Como piensas ser perfeccionado sin esto??? y luego dices que la Gnosis la sacaste de la Biblia???

    Hermano te veo en tinieblas…

    [contesta a Hectorson]

  43. Hugo Enancio opina:

    Para comomensajero:
    [Saludos nuevamente Comomensajero, la verdad mi inconsciente es parte de mis procesos mentales, pero al entender la dualidad entre lo real, entendiéndose como real el hecho consciente de mi actividad cognitiva, en donde lo subjetivo es parte de la inconsciencia abstracta que no toma acción directa en mi vigilia, y es ahí en la realidad, en donde tranzo todo los elementos y herramientas para resolver mi actuar, la virtud evocadora del subconsciente juega un papel preponderante, pero no es ejecutante si no mas bien inspirador aun siendo método mecánico de actividades conscientes. En otras confío mas en mi cerebro como herramienta de creación tanto abstracta como objetiva, que en el usar el inconsciente como medio cognitivo resuelto.

    Es tan inconcebible la idea de, como dices, asumir un espíritu ajeno a mi que me impulse a vivir, que resulta casi dadaista tu idea, entendiendo entonces al ser como incompleto desde su nacimiento, proyectado a una vida sin tener todas sus partes, en búsqueda de un espíritu vital, del que la única pista es dar un sentido a la vida y que jamas nadie a visto o asumido con veracidad consciente.

    Cierras tu comentario con “un que sera de ti” yo muy bien, ahora examínate tu, necesitas demiurgos para dar razón a tu existencia, así como un espíritus que te guíen pues el tuyo parece ser débil para enfrentar tu propia vida, esperas maquinas que capten el espíritu para dar por sentada tu propuesta espiritualista y unirla con la realidad.

    Mi camino es mas rápido, mas liviano, con menos peso extra, disfruto vivir, mi realidad no mi inconsciente, mi juicio es claro porque mi moral es propia. ]

    [contesta a Hugo Enancio]

  44. comomensajero opina:

    Para Hectorson:
    [respondiendo al mensaje]

    Que no se si estoy en lo cierto?…apreciacion tuya…
    Mero hablar?…de que te sirve expones paginas de antignosis y versiculos biblicos si no entiendes lo que expones…
    Lo demas que expones son puras retoricas biblicas que puedo rebatir…y no tiene caso.
    Que saque´la gnosis de la biblia?…no…la biblia me dirigio´a la gnosis despues de hacer oraciones.

    La Gnosis me ha dado el trabajo, la respuestas , y como te digo, se que responder cuando me toque dar cuentas…

    [contesta a comomensajero]

  45. comomensajero opina:

    Para Hugo Enancio:
    [respondiendo al mensaje]

    lo subjetivo es parte de la inconsciencia abstracta que no toma acción directa en mi vigilia…es alli, donde estas incompleto, no digo equivocado, sino incompleto, y es que el ateismo es todo lo que es…una teoria mas ,,,y ademas, incompleta

    El inconciente tiene parte importante en nuestras vidas, puedes ejercitar el inconciente,,,no sabias eso?…puedes disciplinar el inconciente para ayudarte a ti mismo…ya ves todo lo que te pierdes por ignorar el espiritu?…y ese es apenas tu primer punto…

    [contesta a comomensajero]

  46. Hectorson opina:

    Para comomensajero:
    [respondiendo al mensaje]

    No , no lo sabes, despierta, ….

    por eso dije “Voy a escribir de una manera simple” porque si te hablo no conforme a tu edad, como eres bebe tengo que darte tetero, es por esa razon que no lo podras digerir si te doy alimento solido…

    “Mas si aun uno de nosotros o un angel del cielo, les predica un evangelio diferente del que les he anunciado, sea maldito” Galatas 1:8..

    Hermano el diablo te cego…

    [contesta a Hectorson]

  47. comomensajero opina:

    Para Hectorson:
    [respondiendo al mensaje]

    Tu diras que el diablo me cego´…pero aqui el que acepta la ley divina, de no desperdiciar la simiente es mi persona…

    [contesta a comomensajero]

  48. Hugo Enancio opina:

    Para comomensajero:
    Tu error consiste en ver el inconsciente como algo diferente a tu mente, es evidente que puedes implantar elementos ajenos en tu inconsciente, se ha visto en varios estudios referidos al tema, como se puede condicionar a un individuo para que modifique inconscientemente su actuar, pero también existen un montón de seudos ciencias que tratan de implicar la condicionalidad subjetiva con la realidad objetiva, gurues, santones, místicos en general se adueñaron de un campo metafísico que hasta ahora solo ronda la fantasía y llena sus bolsillos. ]

    [contesta a Hugo Enancio]

  49. comomensajero opina:

    Para Hugo Enancio:
    [respondiendo al mensaje]

    la verdad, las ciencias santonas espiritualoides o´intelectualoides que hablen del inconciente no me interesan, el inconciente es un nivel de la conciencia, por supuesto que es parte de la conciencia, pero como todo, hay niveles, hay niveles de conciencia tambien…la conciencia despierta, la inconciencia, la subconciencia, etc, lo importante aqui, es que hay que hacer trabajar el inconciente, aqui la santurroneria, no tiene nada que hacer…y como todo…requiere de disciplina

    El inconciente puede trabajar a nuestro favor y nos puede dar las facultades necesarias para investigar…mas alla´…

    [contesta a comomensajero]

  50. Hugo Enancio opina:

    Para comomensajero:
    [No estoy claro de lo que trataste de decir, pero si puedes dar un ejemplo real de lo que consideras como:

    “hacer trabajar el inconsciente a nuestro favor nos puede dar las facultades necesarias para investigar mas allá” ]

    [contesta a Hugo Enancio]

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