Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Juan > Jesús en la fiesta de los tabernáculos (43:7:10 - 43:7:24)
Pero cuando sus hermanos habían subido a la fiesta, entonces él también subió, no abiertamente sino en secreto.
Los judíos le buscaban en la fiesta y decían: —¿Dónde está aquél?
Había una gran murmuración acerca de él entre las multitudes. Unos decían: “Es bueno.” Pero otros decían: “No, sino que engaña a la gente.”
Sin embargo, nadie hablaba abiertamente de él, por miedo de los judíos.
Cuando ya había pasado la mitad de la fiesta, subió Jesús al templo y enseñaba.
Entonces los judíos se asombraban diciendo: —¿Cómo sabe éste de letras, sin haber estudiado?
Por tanto, Jesús les respondió y dijo: —Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió.
Si alguien quiere hacer su voluntad, conocerá si mi doctrina proviene de Dios o si yo hablo por mi propia cuenta.
El que habla de sí mismo busca su propia gloria; pero el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero, y en él no hay injusticia.
¿No os dio Moisés la Ley? Y ninguno de vosotros la cumple. ¿Por qué buscáis matarme?
La multitud respondió: —Demonio tienes. ¿Quién busca matarte?
Jesús respondió y les dijo: —Una sola obra hice, y todos os asombráis.
Por esto Moisés os dio la circuncisión (no porque sea de Moisés, sino de los padres), y en sábado circuncidáis al hombre.
Si el hombre recibe la circuncisión en sábado a fin de que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿os enojáis conmigo porque en sábado sané a un hombre por completo?
No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio.
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