Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Oseas > Dios se compadece de su pueblo obstinado (28:11:1 - 28:11:12)
“Cuando Israel era muchacho, yo lo amé; y de Egipto llamé a mi hijo.
Mientras más los llamaba, más se iban ellos de mi presencia. A los Baales ofrecían sacrificio, y a los ídolos quemaban incienso.
Pero fui yo el que enseñó a caminar a Efraín, tomándolo por sus brazos. Sin embargo, no reconocieron que yo los sanaba.
Con cuerdas humanas los atraje, con vínculos de amor. Fui para ellos como los que ponen un bebé contra sus mejillas, y me inclinaba hacia ellos para alimentarlos.
“No volverá a la tierra de Egipto, sino que el asirio será su rey; porque no quisieron volver a mí.
La espada caerá sobre sus ciudades y destruirá sus refuerzos. Los consumirá en medio de sus propias asambleas.
Entre tanto, mi pueblo está obstinado en su rebelión contra mí; y aunque invocan al Altísimo, no lo quieren enaltecer.
“¿Cómo he de dejarte, oh Efraín? ¿Cómo he de entregarte, oh Israel? ¿Cómo podré hacerte como a Adma o ponerte como a Zeboím? Mi corazón se revuelve dentro de mí; se inflama mi compasión.
No ejecutaré el furor de mi ira; no volveré para destruir a Efraín, porque soy Dios, y no hombre. Yo soy el Santo en medio de ti, y no vendré contra la ciudad.
“Caminarán en pos de Jehovah. El rugirá como león; sí, rugirá, y del occidente los hijos acudirán temblando.
De Egipto acudirán temblando como pájaros; y como palomas, de la tierra de Asiria. Yo los haré habitar en sus casas, dice Jehovah.
“Efraín me ha rodeado con mentira; y la casa de Israel, con engaño. Judá todavía divaga para con Dios, para con el Santo, quien es fiel.
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