Nuevo Testamento

Apacienta mis ovejas

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Juan > Apacienta mis ovejas (43:21:15 - 43:21:19)

Cuando habían comido, Jesús dijo a Simón Pedro: —Simón hijo de Jonás, ¿me amas tú más que éstos? Le dijo: —Sí, Señor; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: —Apacienta mis corderos.

Le volvió a decir por segunda vez: —Simón hijo de Jonás, ¿me amas? Le contestó: —Sí, Señor; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: —Pastorea mis ovejas.

Le dijo por tercera vez: —Simón hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijera por tercera vez: “¿Me amas?” Y le dijo: —Señor, tú conoces todas las cosas. Tú sabes que te amo. Jesús le dijo: —Apacienta mis ovejas.

De cierto, de cierto te digo que cuando eras más joven, tú te ceñías e ibas a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás las manos, y te ceñirá otro y te llevará a donde no quieras.

Esto dijo señalando con qué muerte Pedro había de glorificar a Dios. Después de haber dicho esto le dijo: —Sígueme.

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El discípulo amado

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Juan > El discípulo amado (43:21:20 - 43:21:25)

Pedro dio vuelta y vio que les seguía el discípulo a quien Jesús amaba. Fue el mismo que se recostó sobre su pecho en la cena y le dijo: “Señor, ¿quién es el que te ha de entregar?”

Así que al verlo, Pedro le dijo a Jesús: —Señor, ¿y qué de éste?

Jesús le dijo: —Si yo quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué tiene esto que ver contigo? Tú, sígueme.

Así que el dicho se difundió entre los hermanos de que aquel discípulo no habría de morir. Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: “Si yo quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué tiene que ver eso contigo?”

Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas y las escribió. Y sabemos que su testimonio es verdadero.

Hay también muchas otras cosas que hizo Jesús que, si se escribieran una por una, pienso que no cabrían ni aun en el mundo los libros que se habrían de escribir.

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La promesa del Espíritu Santo

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Hechos > La promesa del Espíritu Santo (44:1:1 - 44:1:5)

En el primer relato escribí, oh Teófilo, acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar,

hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido.

A éstos también se presentó vivo, después de haber padecido, con muchas pruebas convincentes. Durante cuarenta días se hacía visible a ellos y les hablaba acerca del reino de Dios.

Y estando juntos, les mandó que no se fuesen de Jerusalén, sino que esperasen el cumplimiento de la promesa del Padre, “de la cual me oísteis hablar;

porque Juan, a la verdad, bautizó en agua, pero vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo después de no muchos días.”

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La ascensión

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Hechos > La ascensión (44:1:6 - 44:1:11)

Por tanto, los que estaban reunidos le preguntaban diciendo: —Señor, ¿restituirás el reino a Israel en este tiempo?

El les respondió: —A vosotros no os toca saber ni los tiempos ni las ocasiones que el Padre dispuso por su propia autoridad.

Pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo haya venido sobre vosotros, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra.

Después de decir esto, y mientras ellos le veían, él fue elevado; y una nube le recibió ocultándole de sus ojos.

Y como ellos estaban fijando la vista en el cielo mientras él se iba, he aquí dos hombres vestidos de blanco se presentaron junto a ellos,

y les dijeron: —Hombres galileos, ¿por qué os quedáis de pie mirando al cielo? Este Jesús, quien fue tomado de vosotros arriba al cielo, vendrá de la misma manera como le habéis visto ir al cielo.

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Elección del sucesor de Judas

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Hechos > Elección del sucesor de Judas (44:1:12 - 44:1:26)

Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama de los Olivos, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un sábado.

Y cuando entraron, subieron al aposento alto donde se alojaban Pedro, Juan, Jacobo y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Jacobo hijo de Alfeo y Simón el Zelote y Judas hijo de Jacobo.

Todos éstos perseveraban unánimes en oración junto con las mujeres y con María la madre de Jesús y con los hermanos de él.

En aquellos días se levantó Pedro en medio de los hermanos, que reunidos eran como ciento veinte personas, y dijo:

“Hermanos, era necesario que se cumpliesen las Escrituras, en las cuales el Espíritu Santo habló de antemano por boca de David acerca de Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús;

porque era contado con nosotros y tuvo parte en este ministerio.”

(Este, pues, adquirió un campo con el pago de su iniquidad, y cayendo de cabeza, se reventó por en medio, y todas sus entrañas se derramaron.

Y esto llegó a ser conocido por todos los habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo fue llamado en su lengua Acéldama, que quiere decir Campo de Sangre.)

“Porque está escrito en el libro de los Salmos: Sea hecha desierta su morada, y no haya quien habite en ella. Y otro ocupe su cargo.

Por tanto, de estos hombres que han estado junto con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros,

comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que fue tomado de nosotros y recibido arriba, es preciso que uno sea con nosotros testigo de su resurrección.”

Propusieron a dos: a José que era llamado Barsabás, el cual tenía por sobrenombre, Justo; y a Matías.

Entonces orando dijeron: “Tú, Señor, que conoces el corazón de todos, muestra de estos dos cuál has escogido

para tomar el lugar de este ministerio y apostolado del cual Judas se extravió para irse a su propio lugar.”

Echaron suertes sobre ellos, y la suerte cayó sobre Matías, quien fue contado con los once apóstoles.

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