Nuevo Testamento

Muchos sanados al ponerse el sol

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Lucas > Muchos sanados al ponerse el sol (42:4:40 - 42:4:41)

Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversas dolencias los trajeron a él. Y él, al poner las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba.

Y también de muchos salían demonios, dando gritos y diciendo: “¡Tú eres el Hijo de Dios!” Pero él los reprendía y no les dejaba hablar, porque ellos sabían que él era el Cristo.

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Jesús recorre Galilea predicando

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Lucas > Jesús recorre Galilea predicando (42:4:42 - 42:4:44)

Siendo ya de día, salió y se fue a un lugar desierto, y las multitudes le buscaban. Acudieron a él y le detenían para que no se apartara de ellos.

Pero él les dijo: “Me es necesario anunciar el evangelio del reino de Dios a otras ciudades también, porque para esto he sido enviado.”

E iba predicando por las sinagogas de Galilea.

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La pesca milagrosa

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Lucas > La pesca milagrosa (42:5:1 - 42:5:11)

Aconteció que, mientras las multitudes se agolpaban sobre él y escuchaban la palabra de Dios, Jesús estaba de pie junto al lago de Genesaret,

y vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían salido de ellas y estaban lavando sus redes.

Al entrar él en una de las barcas, la cual pertenecía a Simón, pidió a éste que la apartase de tierra un poco. Luego se sentó y enseñaba a las multitudes desde la barca.

Cuando acabó de hablarles, dijo a Simón: —Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.

Simón le respondió y dijo: —Maestro, toda la noche hemos trabajado duro y no hemos pescado nada. Pero por tu palabra echaré la red.

Cuando lo hicieron, atraparon una gran cantidad de peces, y sus redes se rompían.

Hicieron señas a sus compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles. Ellos vinieron y llenaron ambas barcas, de manera que se hundían.

Y Simón Pedro, al verlo, cayó de rodillas ante Jesús exclamando: —¡Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador!

Por la pesca que habían logrado, el temor se apoderó de Pedro y de todos los que estaban con él,

y de igual manera de Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, que eran socios de Simón. Entonces Jesús dijo a Simón: —No temas; de aquí en adelante estarás pescando hombres.

Después de sacar las barcas a tierra, lo dejaron todo y le siguieron.

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Jesús sana a un leproso

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Lucas > Jesús sana a un leproso (42:5:12 - 42:5:16)

Aconteció que, estando Jesús en una de las ciudades, he aquí había un hombre lleno de lepra. El vio a Jesús, y postrándose sobre su rostro, le rogó diciendo: —Señor, si quieres, puedes limpiarme.

Entonces extendió la mano y le tocó diciendo: —Quiero. ¡Sé limpio! Al instante la lepra desapareció de él.

Y Jesús le mandó que no se lo dijera a nadie; más bien, le dijo: —Vé y muéstrate al sacerdote y da por tu purificación la ofrenda que mandó Moisés, para testimonio a ellos.

Sin embargo, su fama se extendía cada vez más, y se juntaban a él muchas multitudes para oírle y para ser sanadas de sus enfermedades.

Pero él se apartaba a los lugares desiertos y oraba.

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Jesús sana a un paralítico

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Lucas > Jesús sana a un paralítico (42:5:17 - 42:5:26)

Y aconteció en uno de esos días que Jesús estaba enseñando, y estaban sentados allí unos fariseos y maestros de la ley que habían venido de todas las aldeas de Galilea, de Judea y Jerusalén. El poder del Señor estaba con él para sanar.

Y he aquí, unos hombres traían sobre una camilla a un hombre que era paralítico, y procuraban llevarlo adentro y ponerlo delante de Jesús.

Al no encontrar cómo hacerlo a causa de la multitud, subieron encima de la casa y juntamente con la camilla, le bajaron por el tejado en medio, delante de Jesús.

Al ver la fe de ellos, Jesús le dijo: —Hombre, tus pecados te son perdonados.

Entonces los escribas y los fariseos comenzaron a razonar diciendo: —¿Quién es éste, que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?

Pero Jesús, dándose cuenta de los razonamientos de ellos, respondió y les dijo: —¿Qué razonáis en vuestros corazones?

¿Qué es más fácil? ¿Decir: “Tus pecados te son perdonados,” o decir: “Levántate y anda”?

Pero para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados, —dijo al paralítico—: A ti te digo: ¡Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa!

De inmediato se levantó en presencia de ellos, tomó la camilla en que estaba recostado y se fue a su casa glorificando a Dios.

El asombro se apoderó de todos, y glorificaban a Dios. Fueron llenos de temor y decían: —¡Hoy hemos visto maravillas!

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