Evangelios

El amor hacia los enemigos

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Mateo > El amor hacia los enemigos (40:5:38 - 40:5:48)

“Habéis oído que fue dicho a los antiguos: Ojo por ojo y diente por diente.

Pero yo os digo: No resistáis al malo. Más bien, a cualquiera que te golpea en la mejilla derecha, vuélvele también la otra.

Y al que quiera llevarte a juicio y quitarte la túnica, déjale también el manto.

A cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, vé con él dos.

Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo niegues.

“Habéis oído que fue dicho: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo.

Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, y orad por los que os persiguen;

de modo que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, porque él hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos.

Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tenéis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos?

Y si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen eso mismo los gentiles?

Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.

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Jesús y la limosna

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Mateo > Jesús y la limosna (40:6:1 - 40:6:4)

“Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos por ellos. De lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.

Cuando, pues, hagas obras de misericordia, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. De cierto os digo que ellos ya tienen su recompensa.

Pero cuando tú hagas obras de misericordia, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha,

de modo que tus obras de misericordia sean en secreto. Y tu Padre que ve en secreto te recompensará.

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Jesús y la oración

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Mateo > Jesús y la oración (40:6:5 - 40:6:15)

“Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que aman orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. De cierto os digo que ya tienen su recompensa.

Pero tú, cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto te recompensará.

Y al orar, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que serán oídos por su palabrería.

Por tanto, no os hagáis semejantes a ellos, porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad antes que vosotros le pidáis.

Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos: Santificado sea tu nombre,

venga tu reino, sea hecha tu voluntad, como en el cielo así también en la tierra.

El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.

Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.

Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria por todos los siglos. Amén.

Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, vuestro Padre celestial también os perdonará a vosotros.

Pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.

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Jesús y el ayuno

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Mateo > Jesús y el ayuno (40:6:16 - 40:6:18)

“Cuando ayunéis, no os hagáis los decaídos, como los hipócritas, que descuidan su apariencia para mostrar a los hombres que ayunan. De cierto os digo que ya tienen su recompensa.

Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lávate la cara,

de modo que no muestres a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto. Y tu Padre que ve en secreto te recompensará.

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Tesoros en el cielo

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Mateo > Tesoros en el cielo (40:6:19 - 40:6:21)

“No acumuléis para vosotros tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido corrompen, y donde los ladrones se meten y roban.

Más bien, acumulad para vosotros tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido corrompen, y donde los ladrones no se meten ni roban.

Porque donde esté tu tesoro, allí también estará tu corazón.

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