Evangelios

Tentación de Jesús

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Mateo > Tentación de Jesús (40:4:1 - 40:4:11)

Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo.

Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre.

El tentador se acercó y le dijo: —Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.

Pero él respondió y dijo: —Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, le puso de pie sobre el pináculo del templo,

y le dijo: —Si eres Hijo de Dios, échate abajo, porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y en sus manos te llevarán, de modo que nunca tropieces con tu pie en piedra.

Jesús le dijo: —Además está escrito: No pondrás a prueba al Señor tu Dios.

Otra vez el diablo le llevó a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y su gloria.

Y le dijo: —Todo esto te daré, si postrado me adoras.

Entonces Jesús le dijo: —Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y a él solo servirás.

Entonces el diablo le dejó, y he aquí, los ángeles vinieron y le servían.

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Jesús principia su ministerio

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Mateo > Jesús principia su ministerio (40:4:12 - 40:4:25)

Y cuando Jesús oyó que Juan había sido encarcelado, regresó a Galilea.

Y habiendo dejado Nazaret, fue y habitó en Capernaúm, ciudad junto al mar en la región de Zabulón y Neftalí,

para que se cumpliese lo dicho por medio del profeta Isaías, diciendo:

Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles.

El pueblo que moraba en tinieblas vio una gran luz. A los que moraban en región y sombra de muerte, la luz les amaneció.

Desde entonces Jesús comenzó a predicar y a decir: “¡Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado!”

Mientras andaba junto al mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, que es llamado Pedro, y a su hermano Andrés. Estaban echando una red en el mar, porque eran pescadores.

Y les dijo: “Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres.”

Y de inmediato ellos dejaron sus redes y le siguieron.

Y pasando más adelante, vio a otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo y Juan su hermano, en la barca con su padre Zebedeo, arreglando sus redes. Los llamó,

y en seguida ellos dejaron la barca y a su padre, y le siguieron.

Jesús recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas de ellos, predicando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.

Su fama corrió por toda Siria, y le trajeron todos los que tenían males: los que padecían diversas enfermedades y dolores, los endemoniados, los lunáticos y los paralíticos. Y él los sanó.

Le siguieron grandes multitudes de Galilea, de Decápolis, de Jerusalén, de Judea y del otro lado del Jordán.

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El Sermón del monte: Las bienaventuranzas

Imagen El Sermón del monte: Las bienaventuranzas 1
Enviado por daniela

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Mateo > El Sermón del monte: Las bienaventuranzas (40:5:1 - 40:5:12)

Cuando vio la multitud, subió al monte; y al sentarse él, se le acercaron sus discípulos.

Y abriendo su boca, les enseñaba diciendo:

“Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

“Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

“Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.

“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos recibirán misericordia.

“Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.

“Bienaventurados los que hacen la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

“Bienaventurados los que son perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

“Bienaventurados sois cuando os vituperan y os persiguen, y dicen toda clase de mal contra vosotros por mi causa, mintiendo.

Gozaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos; pues así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.

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La sal de la tierra

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Mateo > La sal de la tierra (40:5:13 - 40:5:13)

“Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada? No vale más para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres.

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La luz del mundo

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Mateo > La luz del mundo (40:5:14 - 40:5:16)

“Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no puede ser escondida.

Tampoco se enciende una lámpara para ponerla debajo de un cajón, sino sobre el candelero; y así alumbra a todos los que están en la casa.

Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, de modo que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

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