Falsos profetas y falsos maestros
Biblia cristiana > Nuevo Testamento > EpÃstolas > Segunda epÃstola de San Pedro > Falsos profetas y falsos maestros (61:2:1 - 61:2:22)
Pero hubo falsos profetas entre el pueblo, como también entre vosotros habrá falsos maestros que introducirán encubiertamente herejÃas destructivas, llegando aun hasta negar al soberano Señor que los compró, acarreando sobre sà mismos una súbita destrucción.
Y muchos seguirán tras la sensualidad de ellos, y por causa de ellos será difamado el camino de la verdad.
Por avaricia harán mercaderÃa de vosotros con palabras fingidas. Desde hace tiempo su condenación no se tarda, y su destrucción no se duerme.
Porque si Dios no dejó sin castigo a los ángeles que pecaron, sino que, habiéndolos arrojado al infierno en prisiones de oscuridad, los entregó a ser reservados para el juicio;
y si tampoco dejó sin castigo al mundo antiguo, pero preservó a Noé, heraldo de justicia, junto con otras siete personas, cuando trajo el diluvio sobre el mundo de los impÃos;
y si condenó a destrucción a las ciudades de Sodoma y Gomorra, reduciéndolas a cenizas y poniéndolas como ejemplo para los que habÃan de vivir impÃamente;
y si rescató al justo Lot, quien era acosado por la conducta sensual de los malvados
—porque este hombre justo habitaba en medio de ellos y afligÃa de dÃa en dÃa su alma justa por los hechos malvados de ellos—;
entonces el Señor sabe rescatar de la prueba a los piadosos y guardar a los injustos para ser castigados en el dÃa del juicio.
¡Y especialmente a aquellos que andan tras las pervertidas pasiones de la carne, y desprecian toda autoridad! Estos atrevidos y arrogantes no temen maldecir a las potestades superiores,
mientras que los ángeles, que son mayores en fuerza y poder, no pronuncian juicio de maldición contra ellos delante del Señor.
Pero éstos, maldiciendo lo que no entienden, como animales irracionales que por naturaleza han sido creados para presa y destrucción, también perecerán en su perdición.
Recibirán injusticia como pago de la injusticia, porque consideran delicia el gozar en pleno dÃa de placeres sensuales. Estos son manchas y suciedad que mientras comen con vosotros se deleitan en sus engaños.
Tienen los ojos llenos de adulterio y son insaciables para el pecado. Seducen a las almas inconstantes. Tienen el corazón ejercitado para la avaricia. Son hijos de maldición.
Abandonando el camino recto, se extraviaron al seguir el camino de Balaam hijo de Beor, quien amó el pago de la injusticia
y fue reprendido por su iniquidad. ¡Una muda bestia de carga, hablando con voz de hombre, frenó la locura del profeta!
Son fuentes sin agua y nubes arrastradas por la tempestad. Para ellos se ha guardado la profunda oscuridad de las tinieblas.
Porque hablando arrogantes palabras de vanidad, seducen con las pasiones sensuales de la carne a los que a duras penas se habÃan escapado de los que viven en el error.
Les prometen libertad, cuando ellos mismos son esclavos de la corrupción; puesto que cada cual es hecho esclavo de lo que le ha vencido.
Porque si los que se han escapado de las contaminaciones del mundo por el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo se enredan de nuevo en ellas y son vencidos, el último estado les viene a ser peor que el primero.
Pues mejor les habrÃa sido no haber conocido el camino de justicia, que después de conocerlo, volver atrás del santo mandamiento que les fue dado.
A ellos les ha ocurrido lo del acertado proverbio: El perro se volvió a su propio vómito; y “la puerca lavada, a revolcarse en el cieno”.