Epístola de San Pablo a los Romanos

Resultados de la justificación

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Romanos > Resultados de la justificación (45:5:1 - 45:5:11)

Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo,

por medio de quien también hemos obtenido acceso por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.

Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce perseverancia,

y la perseverancia produce carácter probado, y el carácter probado produce esperanza.

Y la esperanza no acarrea vergüenza, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado;

porque aún siendo nosotros débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos.

Difícilmente muere alguno por un justo. Con todo, podría ser que alguno osara morir por el bueno.

Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

Luego, siendo ya justificados por su sangre, cuánto más por medio de él seremos salvos de la ira.

Porque si, cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, cuánto más, ya reconciliados, seremos salvos por su vida.

Y no sólo esto, sino que nos gloriamos en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, mediante quien hemos recibido ahora la reconciliación.

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Adán y Cristo

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Romanos > Adán y Cristo (45:5:12 - 45:5:21)

Por esta razón, así como el pecado entró en el mundo por medio de un solo hombre y la muerte por medio del pecado, así también la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.

Antes de la ley, el pecado estaba en el mundo; pero como no había ley, el pecado no era tenido en cuenta.

No obstante, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, aun sobre los que no pecaron con una ofensa semejante a la de Adán, quien es figura del que había de venir.

Pero el don no es como la ofensa. Porque si por la ofensa de aquel uno murieron muchos, cuánto más abundaron para muchos la gracia de Dios y la dádiva por la gracia de un solo hombre, Jesucristo.

Ni tampoco es la dádiva como el pecado de aquel uno; porque el juicio, a la verdad, surgió de una sola ofensa para condenación, pero la gracia surgió de muchas ofensas para justificación.

Porque si por la ofensa de uno reinó la muerte por aquel uno, cuánto más reinarán en vida los que reciben la abundancia de su gracia y la dádiva de la justicia mediante aquel uno, Jesucristo.

Así que, como la ofensa de uno alcanzó a todos los hombres para la condenación, así también la justicia realizada por uno alcanzó a todos los hombres para la justificación de vida.

Porque como por la desobediencia de un solo hombre, muchos fueron constituidos pecadores, así también, por la obediencia de uno, muchos serán constituidos justos.

La ley entró para agrandar la ofensa, pero en cuanto se agrandó el pecado, sobreabundó la gracia;

para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna, por medio de Jesucristo nuestro Señor.

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Muertos al pecado

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Romanos > Muertos al pecado (45:6:1 - 45:6:14)

¿Qué, pues, diremos? ¿Permaneceremos en el pecado para que abunde la gracia?

¡De ninguna manera! Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos todavía en él?

¿Ignoráis que todos los que fuimos bautizados en Cristo Jesús fuimos bautizados en su muerte?

Pues, por el bautismo fuimos sepultados juntamente con él en la muerte, para que así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida.

Porque así como hemos sido identificados con él en la semejanza de su muerte, también lo seremos en la semejanza de su resurrección.

Y sabemos que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que ya no seamos esclavos del pecado;

porque el que ha muerto ha sido justificado del pecado.

Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él.

Sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él.

Porque en cuanto murió, para el pecado murió una vez por todas; pero en cuanto vive, vive para Dios.

Así también vosotros, considerad que estáis muertos para el pecado, pero que estáis vivos para Dios en Cristo Jesús.

No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que obedezcáis a sus malos deseos.

Ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado, como instrumentos de injusticia; sino más bien presentaos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.

Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros, ya que no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.

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Siervos de la justicia

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Romanos > Siervos de la justicia (45:6:15 - 45:6:23)

¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? ¡De ninguna manera!

¿No sabéis que cuando os ofrecéis a alguien para obedecerle como esclavos, sois esclavos del que obedecéis; ya sea del pecado para muerte o de la obediencia para justicia?

Pero gracias a Dios porque, aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de enseñanza a la cual os habéis entregado;

y una vez libertados del pecado, habéis sido hechos siervos de la justicia.

Os hablo en términos humanos, a causa de la debilidad de vuestra carne. Porque así como presentasteis vuestros miembros como esclavos a la impureza y a la iniquidad cada vez mayor, así presentad ahora vuestros miembros como esclavos a la justicia para la santidad.

Porque cuando erais esclavos del pecado, estabais libres en cuanto a la justicia.

¿Qué recompensa, pues, teníais entonces por aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte.

Pero ahora, libres del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis como vuestra recompensa la santificación, y al fin la vida eterna.

Porque la paga del pecado es muerte; pero el don de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.

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Analogía tomada del matrimonio

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Romanos > Analogía tomada del matrimonio (45:7:1 - 45:7:6)

Hermanos (hablo con los que conocen la ley), ¿ignoráis que la ley se enseñorea del hombre entre tanto que vive?

Porque la mujer casada está ligada por la ley a su esposo mientras vive; pero si su esposo muere, ella está libre de la ley del esposo.

Por lo tanto, si ella se une con otro hombre mientras vive su esposo, será llamada adúltera. Pero si su esposo muere, ella es libre de la ley; y si se une con otro esposo, no es adúltera.

De manera semejante, hermanos míos, vosotros también habéis muerto a la ley por medio del cuerpo de Cristo, para ser unidos con otro, el mismo que resucitó de entre los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.

Porque mientras vivíamos en la carne, las pasiones pecaminosas despertadas por medio de la ley actuaban en nuestros miembros, a fin de llevar fruto para muerte.

Pero ahora, habiendo muerto a lo que nos tenía sujetos, hemos sido liberados de la ley, para que sirvamos en lo nuevo del Espíritu y no en lo antiguo de la letra.

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