El reposo del pueblo de Dios
Biblia cristiana > Nuevo Testamento > EpÃstolas > EpÃstola a los Hebreos > El reposo del pueblo de Dios (58:3:7 - 58:4:13)
Por eso, como dice el EspÃritu Santo: Si oÃs hoy su voz,
no endurezcáis vuestros corazones como en la provocación, en el dÃa de la prueba en el desierto,
donde vuestros padres me pusieron a gran prueba y vieron mis obras durante cuarenta años.
Por esta causa me enojé con aquella generación y dije: “Ellos siempre se desvÃan en su corazón y no han conocido mis caminos.”
Como juré en mi ira: “¡Jamás entrarán en mi reposo!”
Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros un corazón malo de incredulidad que os aparte del Dios vivo.
Más bien, exhortaos los unos a los otros cada dÃa, mientras aún se dice: “Hoy,” para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado.
Porque hemos llegado a ser participantes de Cristo, si de veras retenemos el principio de nuestra confianza hasta el fin,
entre tanto se dice: Si oÃs hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones como en la provocación.
Porque ¿quiénes fueron aquellos que habiendo oÃdo le provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto con Moisés?
¿Y con quiénes se disgustó durante cuarenta años? ¿No fue precisamente con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto?
¿Y a quiénes juró que no entrarÃan en su reposo, sino a aquellos que no obedecieron?
Y vemos que ellos no pudieron entrar debido a su incredulidad.
Temamos, pues, mientras permanezca aún la promesa de entrar en su reposo, no sea que alguno de vosotros parezca quedarse atrás.
Porque también a nosotros, como a ellos, nos han sido anunciadas las buenas nuevas; pero a ellos de nada les aprovechó oÃr la palabra, porque no se identificaron por fe con los que la obedecieron.
Pero los que hemos creÃdo sà entramos en el reposo, como él ha dicho: Como juré en mi ira: “¡Jamás entrarán en mi reposo!” aunque sus obras quedaron terminadas desde la fundación del mundo.
Porque en cierto lugar ha dicho asà del séptimo dÃa: Y reposó Dios en el séptimo dÃa de todas sus obras.
Y otra vez dice aquÃ: “¡Jamás entrarán en mi reposo!”
Puesto que falta que algunos entren en el reposo, ya que aquellos a quienes primero les fue anunciado no entraron a causa de la desobediencia,
Dios ha determinado otra vez un cierto dÃa, diciendo por medio de David: “Hoy,” después de tanto tiempo, como ya se ha dicho: Si oÃs hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones.
Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no se hablarÃa después de otro dÃa.
Por tanto, queda todavÃa un reposo sabático para el pueblo de Dios.
El que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, asà como Dios de las suyas.
Hagamos, pues, todo esfuerzo para entrar en aquel reposo, no sea que alguien caiga en el mismo ejemplo de desobediencia.
Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos filos. Penetra hasta partir el alma y el espÃritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
No existe cosa creada que no sea manifiesta en su presencia. Más bien, todas están desnudas y expuestas ante los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.