Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Pentateuco > Números > La rebelión de Coré (4:16:1 - 4:16:50)
Coré hijo de Izjar, hijo de Cohat, hijo de Leví; Datán y Abiram, hijos de Eliab, y On hijo de Pelet, hijos de Rubén, tomaron gente
y se levantaron contra Moisés, junto con 250 hombres de los hijos de Israel, dirigentes de la congregación, nombrados de la asamblea y hombres de renombre.
Ellos se juntaron contra Moisés y contra Aarón, y les dijeron: —¡Basta ya de vosotros! Porque toda la congregación, todos ellos son santos, y Jehovah está en medio de ellos. ¿Por qué, pues, os enaltecéis vosotros sobre la asamblea de Jehovah?
Cuando Moisés lo oyó, se postró sobre su rostro,
y habló a Coré y a todo su grupo, diciendo: —Jehovah dará a conocer mañana por la mañana a los que son suyos. A quien sea santo lo hará que se acerque a él, y a quien escoja lo hará que se acerque a él.
Haced esto, Coré y todo tu grupo: Tomad incensarios.
Mañana poned fuego en ellos, y poned en ellos incienso delante de Jehovah. El hombre a quien Jehovah escoja, aquél será santo. ¡Basta ya de vosotros, oh hijos de Leví!
Moisés también dijo a Coré: —Escuchad, por favor, hijos de Leví:
¿Os parece poca cosa que el Dios de Israel os haya apartado de la congregación de Israel y os haya acercado a sí mismo para realizar el servicio del tabernáculo de Jehovah y para estar delante de la congregación a fin de servirles?
El te ha traído a su lado, y contigo a todos tus hermanos, los hijos de Leví. ¿Y procuráis también el sacerdocio?
Por tanto, contra Jehovah os habéis juntado tú y todo tu grupo, pues ¿quién es Aarón, para que murmuréis contra él?
Entonces Moisés mandó llamar a Datán y a Abiram, hijos de Eliab, pero ellos respondieron: —¡No iremos!
¿Te parece poca cosa que nos hayas hecho venir de una tierra que fluye leche y miel a fin de hacernos morir en el desierto, para que también insistas en enseñorearte sobre nosotros?
Tampoco nos has traído a una tierra que fluye leche y miel, ni nos has dado heredades de campos y viñas. ¿Vas a sacar los ojos a estos hombres? ¡No iremos!
Entonces Moisés se enojó muchísimo y dijo a Jehovah: —¡No aceptes su ofrenda! Ni siquiera un asno he tomado de ellos, ni a ninguno de ellos he hecho daño.
Después Moisés dijo a Coré: —Presentaos mañana tú y todo tu grupo delante de Jehovah; tú, ellos y Aarón.
Tomad cada uno su incensario y poned en ellos incienso. Y acercaos delante de Jehovah, cada uno con su incensario, 250 incensarios; también tú y Aarón, cada uno con su incensario.
Tomaron cada uno su incensario, pusieron en ellos fuego, echaron en ellos incienso, y se pusieron de pie con Moisés y Aarón a la entrada del tabernáculo de reunión.
Coré ya había reunido contra ellos a toda la congregación a la entrada del tabernáculo de reunión. Entonces la gloria de Jehovah apareció a toda la congregación.
Y Jehovah habló a Moisés y a Aarón diciendo:
—Apartaos de en medio de esta congregación, pues voy a consumirlos en un instante.
Ellos se postraron sobre sus rostros y dijeron: —Oh Dios, Dios de los espíritus de todo ser humano: Cuando un solo hombre peca, ¿te has de enfurecer contra toda la congregación?
Entonces Jehovah habló a Moisés y le dijo:
—Habla a la congregación diciendo: “Apartaos de los alrededores de las moradas de Coré, Datán y Abiram.”
Moisés se levantó y fue a donde estaban Datán y Abiram. Y los ancianos de Israel fueron tras él.
Luego habló a la congregación diciendo: —¡Apartaos, por favor, de las tiendas de estos hombres impíos! No toquéis ninguna cosa suya, no sea que perezcáis con todos sus pecados.
Se apartaron, pues, de alrededor de las moradas de Coré, Datán y Abiram. Entonces Datán y Abiram salieron y se pusieron de pie a la entrada de sus tiendas, junto con sus mujeres, sus hijos y sus niños pequeños.
Y Moisés dijo: —En esto conoceréis que Jehovah me ha enviado para que haga todas estas cosas, y que no las hice por mi propia voluntad:
Si éstos mueren como mueren todos los hombres, o si les acontece sólo la misma suerte de todos los hombres, entonces Jehovah no me ha enviado.
Pero si Jehovah hace algo nuevo y la tierra abre su boca y se los traga, junto con todo lo que les pertenece, y descienden vivos al Seol, entonces conoceréis que estos hombres han menospreciado a Jehovah.
Aconteció que al acabar él de hablar todas estas palabras, se rompió la tierra que estaba debajo de ellos.
La tierra abrió su boca y se los tragó a ellos, a sus familias y a todos los hombres que eran de Coré, junto con todos sus bienes.
Ellos con todo lo que tenían descendieron vivos al Seol. La tierra los cubrió, y perecieron en medio de la asamblea.
Y todo Israel, los que estaban a su alrededor, huyeron al grito de ellos, porque decían: “¡No sea que la tierra nos trague a nosotros también!”
Después salió fuego de parte de Jehovah y consumió a los 250 hombres que ofrecían el incienso.
Entonces Jehovah habló a Moisés diciendo:
“Di a Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, que tome los incensarios de en medio del incendio y que esparza las brasas a distancia; porque están santificados.
En lo que respecta a los incensarios de estos que pecaron a costa de sus vidas, de ellos se harán láminas para cubrir el altar. Por cuanto han sido presentados delante de Jehovah, están santificados; y servirán de advertencia a los hijos de Israel.”
Entonces el sacerdote Eleazar tomó los incensarios de bronce que habían presentado los que fueron quemados. Y los hicieron láminas para cubrir el altar,
como memorial para los hijos de Israel, de que ningún extraño, que no sea de la descendencia de Aarón, ha de acercarse para ofrecer incienso delante de Jehovah. No les suceda como a Coré y a su grupo, conforme a lo que había dicho Jehovah por medio de Moisés.
Al día siguiente toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón, diciendo: —¡Vosotros habéis matado al pueblo de Jehovah!
Y aconteció que cuando se juntó la congregación contra Moisés y contra Aarón, miraron hacia el tabernáculo de reunión, y he aquí que la nube lo había cubierto, y se manifestó la gloria de Jehovah.
Entonces Moisés y Aarón fueron al frente del tabernáculo de reunión,
y Jehovah habló a Moisés diciendo:
—¡Apartaos de en medio de esta congregación, porque voy a consumirlos en un momento! Ellos se postraron sobre sus rostros,
y Moisés dijo a Aarón: —Toma el incensario, pon fuego del altar en él y pon incienso en él; vé rápidamente hacia la congregación y haz expiación por ellos. Porque se ha encendido la ira de Jehovah, y la mortandad ha comenzado.
Entonces Aarón tomó el incensario, como le había dicho Moisés, y corrió al medio de la asamblea. Y he aquí que la mortandad ya había comenzado entre el pueblo. El puso incienso e hizo expiación por el pueblo,
y se puso de pie entre los muertos y los vivos. Así cesó la mortandad.
Los que murieron a causa de la mortandad fueron 14.700, además de los que murieron por causa de Coré.
Después, cuando la mortandad había sido detenida, Aarón volvió a donde estaba Moisés, a la entrada del tabernáculo de reunión.