Génesis

Muerte de Raquel

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Pentateuco > Génesis > Muerte de Raquel (1:35:16 - 1:35:21)

Partieron de Betel, y faltando aún cierta distancia para llegar a Efrata, Raquel dio a luz tras un parto muy difícil.

Y aconteció que como había dificultad en su parto, le dijo la partera: —No temas, porque también tendrás este hijo.

Pero sucedió que al dar el último suspiro (porque murió), llamó el nombre de su hijo Benoní. Pero su padre lo llamó Benjamín.

Así murió Raquel y fue sepultada en el camino de Efrata, es decir, Belén.

Jacob puso sobre su sepulcro una piedra memorial. Este es el memorial del sepulcro de Raquel hasta hoy.

Israel partió e instaló su tienda más allá de Migdal-eder.

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Los hijos de Jacob

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Pentateuco > Génesis > Los hijos de Jacob (1:35:22 - 1:35:26)

Y sucedió mientras habitaba Israel en aquella tierra, que Rubén fue y se acostó con Bilha, concubina de su padre. Y lo llegó a saber Israel. Ahora bien, los hijos de Israel fueron doce:

Los hijos de Lea: Rubén, el primogénito de Jacob, Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón.

Los hijos de Raquel: José y Benjamín.

Los hijos de Bilha, sierva de Raquel: Dan y Neftalí.

Los hijos de Zilpa, sierva de Lea: Gad y Aser. Estos fueron los hijos de Jacob que le nacieron en Padan-aram.

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Muerte de Isaac

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Pentateuco > Génesis > Muerte de Isaac (1:35:27 - 1:35:29)

Entonces Jacob fue a Isaac su padre, a Mamre, a Quiriat-arba, es decir, Hebrón, donde habían habitado Abraham e Isaac.

Fueron 180 los años de Isaac.

E Isaac falleció y fue reunido con su pueblo, anciano y lleno de años. Y sus hijos Jacob y Esaú lo sepultaron.

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Los descendientes de Esaú

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Pentateuco > Génesis > Los descendientes de Esaú (1:36:1 - 1:36:43)

Estos son los descendientes de Esaú, el cual es Edom.

Esaú tomó a sus esposas de entre las mujeres de Canaán: a Ada hija de Elón el heteo, a Oholibama hija de Aná, hijo de Zibeón el heveo,

y a Basemat hija de Ismael, hermana de Nebayot.

De Esaú, Ada dio a luz a Elifaz; Basemat dio a luz a Reuel,

y Oholibama dio a luz a Jeús, a Jalam y a Coré. Estos son los hijos de Esaú que le nacieron en la tierra de Canaán.

Esaú tomó a sus mujeres, a sus hijos, a sus hijas, a todas las personas de su casa, sus rebaños, su ganado y todas las posesiones que había adquirido en la tierra de Canaán, y se fue a una tierra, lejos de Jacob su hermano;

porque los bienes de ellos eran muchos, y no podían habitar juntos. Tampoco podía mantenerlos la tierra en que habitaban, a causa de sus ganados.

Así habitó Esaú en la región montañosa de Seír. Esaú es Edom.

Estos fueron los descendientes de Esaú, padre de los edomitas, en la región montañosa de Seír;

éstos son los nombres de los hijos de Esaú: Elifaz, hijo de Ada, mujer de Esaú; Reuel, hijo de Basemat, mujer de Esaú.

Los hijos de Elifaz fueron: Temán, Omar, Zefo, Gatam y Quenaz.

Timna fue concubina de Elifaz hijo de Esaú, y ella le dio a luz a Amalec. Estos fueron los hijos de Ada, mujer de Esaú.

Los hijos de Reuel fueron: Najat, Zéraj, Sama y Miza. Estos fueron los hijos de Basemat, mujer de Esaú.

Los hijos de Oholibama, mujer de Esaú e hija de Aná, hijo de Zibeón, que ella dio a luz de Esaú, fueron: Jeús, Jalam y Coré.

Estos fueron los jefes de entre los hijos de Esaú: Los hijos de Elifaz, primogénito de Esaú, fueron: los jefes Temán, Omar, Zefo, Quenaz,

Coré, Gatam y Amalec. Estos fueron los jefes de Elifaz en la tierra de Edom, los cuales fueron hijos de Ada.

Estos fueron los hijos de Reuel hijo de Esaú: los jefes Najat, Zéraj, Sama y Miza. Estos fueron los jefes de la línea de Reuel en la tierra de Edom. Estos hijos le nacieron a Basemat, mujer de Esaú.

Estos fueron los hijos de Oholibama, mujer de Esaú: los jefes Jeús, Jalam y Coré. Estos fueron los jefes que nacieron a Oholibama, mujer de Esaú, hija de Aná.

Estos fueron, pues, los hijos de Esaú, el cual es Edom; y éstos fueron sus jefes.

Estos fueron los hijos de Seír el horeo, habitantes de aquella tierra: Lotán, Sobal, Zibeón, Aná,

Disón, Ezer y Disán. Estos fueron los jefes de los horeos, hijos de Seír, en la tierra de Edom.

Los hijos de Lotán fueron Hori y Hemam. Timna fue hermana de Lotán.

Los hijos de Sobal fueron: Alván, Manajat, Ebal, Sefo y Onam.

Los hijos de Zibeón fueron Ayías y Aná. Este Aná fue el que descubrió las aguas termales en el desierto, cuando apacentaba los asnos de su padre Zibeón.

Los hijos de Aná fueron Disón y Oholibama hija de Aná.

Los hijos de Disón fueron: Hemdán, Esbán, Itrán y Querán.

Los hijos de Ezer fueron: Bilhán, Zaaván y Acán.

Los hijos de Disán fueron Uz y Arán.

Estos fueron los jefes de los horeos: los jefes Lotán, Sobal, Zibeón, Aná,

Disón, Ezer Y Disán. Ellos fueron los jefes de los horeos, según sus jefaturas en la tierra de Seír.

Estos fueron los reyes que reinaron en la tierra de Edom, antes que hubiese rey de los hijos de Israel:

Bela hijo de Beor reinó en Edom. El nombre de su ciudad fue Dinaba.

Murió Bela, y reinó en su lugar Jobab hijo de Zéraj, de Bosra.

Murió Jobab, y reinó en su lugar Husam, de la tierra de los temanitas.

Murió Husam, y reinó en su lugar Hadad hijo de Bedad, el que derrotó a Madián en el campo de Moab. El nombre de su ciudad fue Avit.

Murió Hadad, y reinó en su lugar Samla, de Masreca.

Murió Samla, y reinó en su lugar Saúl, de Rejobot, que está junto al Río.

Murió Saúl, y reinó en su lugar Baal-janán hijo de Acbor.

Murió Baal-janán hijo de Acbor, y reinó en su lugar Hadad. El nombre de su ciudad fue Pau, y el nombre de su mujer fue Mehetabel, hija de Matred, hija de Mezaab.

Estos fueron los nombres de los jefes de Esaú, según sus familias, sus localidades y sus nombres: los jefes Timna, Alva, Jetet,

Oholibama, Ela, Pinón,

Quenaz, Temán, Mibzar,

Magdiel e Iram. Estos fueron los jefes de Edom, según las áreas de la tierra de su posesión. Este es Esaú, padre de los edomitas.

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José es vendido por sus hermanos

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Pentateuco > Génesis > José es vendido por sus hermanos (1:37:1 - 1:37:36)

Jacob se estableció en la tierra donde había residido su padre, en la tierra de Canaán.

Esta es la historia de la familia de Jacob: José, siendo de 17 años, apacentaba las ovejas con sus hermanos; y el joven estaba con los hijos de Bilha y los hijos de Zilpa, mujeres de su padre. Y José informaba a su padre de la mala fama de ellos.

Israel amaba a José más que a todos sus otros hijos porque le había nacido en la vejez, y le hizo una túnica de diversos colores.

Al ver sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos ellos, le aborrecían y no podían hablarle pacíficamente.

José tuvo un sueño y lo contó a sus hermanos, quienes llegaron a aborrecerle todavía más.

Les dijo: —Por favor, escuchad lo que he soñado:

He aquí que atábamos gavillas en medio del campo. Y mi gavilla se levantaba y se mantenía erguida, mientras que vuestras gavillas la rodeaban y se inclinaban ante la mía.

Sus hermanos le respondieron: —¿Has de reinar tú sobre nosotros y nos has de dominar? Y le aborrecieron todavía más a causa de sus sueños y de sus palabras.

Entonces tuvo otro sueño y lo contó a sus hermanos, diciendo: —He aquí, he tenido otro sueño: que el sol, la luna y once estrellas se inclinaban ante mí.

El contó este sueño a su padre y a sus hermanos, pero su padre le reprendió diciendo: —¿Qué sueño es éste que has tenido? ¿Hemos de venir yo, tu madre y tus hermanos a postrarnos a tierra ante ti?

Sus hermanos le tenían envidia, pero su padre guardaba en mente el asunto.

Sus hermanos fueron a apacentar las ovejas de su padre cerca de Siquem,

e Israel dijo a José: —Tus hermanos apacientan las ovejas cerca de Siquem. Ven, te enviaré a ellos. Y él le respondió: —Heme aquí.

El le dijo: —Anda, por favor, y mira cómo están tus hermanos y cómo están las ovejas, y tráeme la respuesta. Lo envió desde el valle de Hebrón, y él llegó a Siquem.

Andando él extraviado por el campo, un hombre lo encontró. Y aquel hombre le preguntó diciendo: —¿Qué buscas?

Y él respondió: —Busco a mis hermanos. Dime, por favor, dónde están apacentando.

Aquel hombre le respondió: —Ya se han ido de aquí. Yo les oí decir: “Vámonos a Dotán.” Entonces José fue tras sus hermanos y los encontró en Dotán.

Cuando ellos lo vieron desde lejos, antes de que se acercase, actuaron engañosamente contra él para matarle.

Se dijeron el uno al otro: —¡Ahí viene el de los sueños!

Ahora pues, venid; matémoslo y echémoslo en una cisterna. Después diremos: “Alguna mala fiera lo devoró.” ¡Veamos en qué van a parar sus sueños!

Cuando Rubén oyó esto, lo libró de sus manos diciendo: —No le quitemos la vida.

—Y Rubén añadió—: No derraméis sangre. Echadlo en esta cisterna que está en el desierto, pero no pongáis la mano sobre él. Era para librarlo de sus manos a fin de hacerlo volver a su padre.

Sucedió que cuando José llegó hasta sus hermanos, ellos despojaron a José de su túnica, la túnica de diversos colores que llevaba puesta.

Lo tomaron y lo echaron en la cisterna. Pero la cisterna estaba vacía, sin agua.

Después se sentaron a comer, y alzando los ojos miraron, y he aquí que una caravana de ismaelitas venía de Galaad con sus camellos cargados de perfumes, bálsamo y mirra para llevarlos a Egipto.

Entonces Judá dijo a sus hermanos: —¿Qué provecho hay en matar a nuestro hermano y en encubrir su sangre?

Venid, vendámoslo a los ismaelitas. No pongamos nuestra mano sobre él, porque es nuestro hermano, nuestra carne. Sus hermanos estuvieron de acuerdo con él.

Y cuando pasaban los mercaderes madianitas, sacaron a José, subiéndolo de la cisterna, y lo vendieron a los ismaelitas por 20 piezas de plata. Estos se llevaron a José a Egipto.

Cuando Rubén volvió a la cisterna y no halló a José allí, rasgó sus vestiduras.

Volvió a sus hermanos y les dijo: —¡El joven ha desaparecido! Y yo, ¿a dónde iré?

Entonces ellos tomaron la túnica de José, degollaron un cabrito del rebaño y empaparon la túnica en la sangre.

Después enviaron la túnica de diversos colores, la trajeron a su padre y le dijeron: —Esto hemos encontrado. Reconoce, pues, si es o no la túnica de tu hijo.

El la reconoció y exclamó: —¡Es la túnica de mi hijo! ¡Alguna mala fiera lo ha devorado! ¡Ciertamente José ha sido despedazado!

Entonces Jacob rasgó sus vestiduras, se cubrió con cilicio y guardó duelo por su hijo muchos días.

Todos sus hijos y todas sus hijas fueron para consolarle, pero él rehusó ser consolado. Y decía: —¡Enlutado descenderé hasta mi hijo, al Seol! Y su padre lo lloraba.

Pero los madianitas lo vendieron en Egipto a Potifar, funcionario del faraón, capitán de la guardia.

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