Antiguo Testamento

El atalaya de Israel

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Ezequiel > El atalaya de Israel (26:3:16 - 26:3:21)

Aconteció al cabo de los siete días que vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Oh hijo de hombre, yo te he puesto como centinela para la casa de Israel. Oirás, pues, las palabras de mi boca y les advertirás de mi parte.

Si yo digo al impío: ¡Morirás irremisiblemente!, y tú no le adviertes ni le hablas para advertir al impío de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su pecado; pero yo demandaré su sangre de tu mano.

Pero si tú le adviertes al impío y él no se aparta de su impiedad ni de su camino impío, él morirá por su pecado, pero tú habrás librado tu vida.

Y si algún justo se aparta de su justicia y hace maldad, y yo pongo tropiezo delante de él, él morirá; porque tú no le advertiste, morirá por su pecado. Sus obras de justicia que había hecho no le serán tomadas en cuenta, y su sangre demandaré de tu mano.

Pero si tú adviertes al justo para que no peque, y no peca, ciertamente vivirá por haber aceptado la advertencia; y tú mismo te habrás librado.”

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El profeta mudo

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Ezequiel > El profeta mudo (26:3:22 - 26:3:27)

Entonces vino allí sobre mí la mano de Jehovah y me dijo: “Levántate, vete al valle, y allí hablaré contigo.”

Me levanté y fui al valle, y he aquí que se había detenido allí la gloria de Jehovah, como la gloria que yo había visto junto al río Quebar. Y me postré sobre mi rostro.

Entonces entró en mí el Espíritu, me puso sobre mis pies y me habló diciendo: —Entra y enciérrate en tu casa.

Y en cuanto a ti, oh hijo de hombre, he aquí que sobre ti pondrán cuerdas y te atarán con ellas, y no podrás salir entre ellos.

Y haré que tu lengua se pegue a tu paladar, y quedarás mudo. Así no serás para ellos un hombre que amonesta, porque son una casa rebelde.

Pero cuando yo te haya hablado, abriré tu boca, y les dirás: “Así ha dicho el Señor Jehovah.” El que escucha, que escuche; y el que deja de escuchar, que deje de escuchar. Porque son una casa rebelde.

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Predicción del sitio de Jerusalén

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Ezequiel > Predicción del sitio de Jerusalén (26:4:1 - 26:5:17)

Y tú, oh hijo de hombre, toma una tableta de arcilla, ponla delante de ti y graba sobre ella una ciudad: Jerusalén.

Luego pon asedio contra ella, construye contra ella un muro de asedio y levanta contra ella un terraplén. Pon contra ella campamentos y coloca arietes contra ella en derredor.

Y tú, toma una plancha de hierro y ponla como muro de hierro entre ti y la ciudad. Luego afirma tu rostro contra ella, y quedará bajo asedio. Tú la asediarás; es una señal para la casa de Israel.

Y tú, acuéstate sobre tu costado izquierdo y pon sobre él el pecado de la casa de Israel. Durante el número de días que estarás acostado así, cargarás con su pecado.

Yo te he asignado un número de días equivalente a los años del pecado de ellos: Durante 390 días cargarás con el pecado de la casa de Israel.

Y cumplidos éstos, te acostarás nuevamente sobre tu costado derecho, y cargarás con el pecado de la casa de Judá durante 40 días: Te he fijado un día por cada año.

Luego afirmarás tu rostro hacia el asedio de Jerusalén, y con tu brazo descubierto profetizarás contra ella.

He aquí, yo pongo cuerdas sobre ti, y no te podrás dar vuelta de un lado al otro, hasta que hayas cumplido los días de tu asedio.

Y tú, toma trigo, cebada, habas, lentejas, sorgo y centeno, y ponlos en una vasija. Con ellos te harás pan para el número de los días que estés acostado de lado: Durante 390 días comerás de él.

La comida que has de comer será racionada; será de 20 siclos al día. De tiempo en tiempo la comerás.

También beberás el agua por medida: la sexta parte de un hin. De tiempo en tiempo la beberás.

Comerás tortas de cebada; las cocerás sobre excremento humano, ante la vista de ellos.

Jehovah dijo además—: Así los hijos de Israel comerán su pan inmundo, entre las naciones a donde los arrojaré.

Entonces yo dije: —¡Ay, Señor Jehovah! He aquí, yo nunca me he contaminado; desde mi juventud hasta ahora nunca he comido carne de animal mortecino ni despedazado, ni nunca ha entrado a mi boca carne inmunda.

Y él me respondió: —Mira, yo te concedo usar estiércol de buey en lugar de excremento humano, sobre el cual cocerás tu pan.

—Y añadió—: Oh hijo de hombre, he aquí yo quebrantaré la provisión de pan en Jerusalén. Comerán pan racionado y con angustia, y beberán el agua por medida y con horror.

Esto para que al faltarles el pan y el agua, queden desolados unos y otros, y se pudran en su iniquidad.

Y tú, oh hijo de hombre, toma una cuchilla afilada, una navaja de barbero. Tómala y hazla pasar sobre tu cabeza y sobre tu barba. Luego toma una balanza para pesar y reparte los pelos.

Una tercera parte la quemarás con fuego en medio de la ciudad, cuando se cumplan los días del asedio. Toma otra tercera parte, y golpéala con la espada alrededor de la ciudad. Y la otra tercera parte espárcela al viento. Y yo desenvainaré la espada tras ellos.

Toma también de ellos unos pocos en número, y átalos en el extremo de tu manto.

Y de ellos toma otra vez algunos y échalos dentro del fuego, y quémalos allí. Entonces saldrá fuego de ellos hacia toda la casa de Israel.

Así ha dicho el Señor Jehovah: “Esta es Jerusalén; yo la puse en medio de las naciones y de los países de su alrededor.

Pero ella se obstinó contra mis decretos con mayor culpabilidad que las demás naciones, y contra mis estatutos, más que los países que están alrededor de ella; porque desecharon mis decretos y no anduvieron según mis estatutos.

Por tanto, así ha dicho el Señor Jehovah, por haberos comportado con mayor turbulencia que las naciones que están alrededor de vosotros, y porque no habéis andado según mis estatutos ni habéis cumplido mis decretos, y ni siquiera habéis actuado según los decretos de las naciones que están a vuestro alrededor;

por tanto, así ha dicho el Señor Jehovah, he aquí que yo también estoy contra ti y ejecutaré actos justicieros en medio de ti, ante la vista de las naciones.

A causa de todas tus abominaciones haré en medio de ti lo que nunca he hecho, ni haré jamás cosa semejante.

Por tanto, en medio de ti los padres comerán a sus hijos, y los hijos comerán a sus padres. Ejecutaré actos justicieros contra ti, y esparciré a tus sobrevivientes hacia todos los vientos.”

Por tanto, dice el Señor Jehovah: “¡Vivo yo, que porque has profanado mi santuario con todos tus ídolos detestables y con todas tus abominaciones, también yo me apartaré; mi ojo no tendrá lástima, ni tendré compasión.

Una tercera parte de ti morirá de peste y será consumida de hambre en medio de ti. Otra tercera parte caerá a espada alrededor de ti, y la otra tercera parte esparciré a todos los vientos y tras ellos desenvainaré mi espada.

Así se consumará mi furor; haré que en ellos se asiente mi ira, y tomaré satisfacción. Y cuando haya consumado en ellos mi ira, sabrán que yo, Jehovah, he hablado en mi celo.

Además, te convertiré en ruinas y en afrenta entre las naciones que están alrededor de ti, ante los ojos de todo el que pase.

Cuando yo ejecute actos justicieros contra ti con furor, con ira y con reprensiones de mi ira, tú serás afrenta, escarnio, advertencia y objeto de horror a las naciones que están alrededor de ti. Yo, Jehovah, he hablado.

Cuando yo arroje contra vosotros las flechas malignas del hambre, que son para destrucción, las cuales enviaré para destruiros, entonces aumentaré el hambre sobre vosotros y quebrantaré vuestro sustento de pan.

Contra vosotros enviaré hambre y fieras dañinas que te privarán de hijos. Peste y sangre pasarán por en medio de ti, y traeré contra ti la espada. Yo, Jehovah, he hablado.”

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Profecía contra los montes de Israel

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Ezequiel > Profecía contra los montes de Israel (26:6:1 - 26:6:14)

Vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Oh hijo de hombre, pon tu rostro hacia los montes de Israel y profetiza contra ellos.

Les dirás: ¡Oh montes de Israel, escuchad la palabra del Señor Jehovah! Así ha dicho el Señor Jehovah a los montes y a las colinas, a las quebradas y a los valles: He aquí, yo mismo traeré contra vosotros la espada y destruiré vuestros lugares altos.

Vuestros altares serán desolados, y vuestros altares de incienso destruidos. Haré que vuestros muertos caigan delante de vuestros ídolos.

Pondré los cadáveres de los hijos de Israel delante de sus ídolos, y esparciré vuestros huesos alrededor de vuestros altares.

En todos los lugares donde habitéis, las ciudades serán destruidas, y los lugares altos desolados. Vuestros altares serán destruidos y desolados; vuestros ídolos serán rotos, y cesará su culto; vuestros altares de incienso serán destrozados, y vuestras obras borradas.

Los muertos caerán en medio de vosotros, y sabréis que yo soy Jehovah.

“Pero dejaré un remanente, de modo que tengáis entre las naciones algunos que escapen de la espada, cuando seáis esparcidos por los países.

Entonces los que de vosotros escapen se acordarán de mí en las naciones en las cuales hayan sido hechos cautivos, de que yo quebranté su corazón adúltero que se apartó de mí, y sus ojos que se prostituyeron tras sus ídolos. Ellos se detestarán a sí mismos a causa de los males que hicieron, por todas sus abominaciones.

Así sabrán que yo soy Jehovah. ¡No en vano he dicho que les haría este mal!”

Así ha dicho el Señor Jehovah: “Golpea con tu mano y pisotea con tu pie, y di: ¡Ay de todas las terribles abominaciones de la casa de Israel! Porque con espada, hambre y peste caerán.

El que esté lejos morirá de peste, el que esté cerca caerá a espada, y el que se quede y sea sitiado morirá de hambre. Así agotaré en ellos mi ira.

Y sabréis que yo soy Jehovah, cuando sus muertos yazcan en medio de sus ídolos y alrededor de sus altares, en toda colina alta y en todas las cumbres de los montes, debajo de todo árbol frondoso y debajo de toda encina coposa, lugares donde ofrecieron grato olor a todos sus ídolos.

Extenderé contra ellos mi mano, y convertiré la tierra en desolación y asolamiento en todos los lugares en que habitan, desde el desierto hasta Diblat. Y sabrán que yo soy Jehovah.”

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El fin viene

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Ezequiel > El fin viene (26:7:1 - 26:7:27)

Vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Y tú, oh hijo de hombre, di que así ha dicho el Señor Jehovah a la tierra de Israel: ¡El fin! ¡El fin viene sobre los cuatro extremos de la tierra!

Ahora viene el fin sobre ti. Enviaré sobre ti mi furor y te juzgaré según tus caminos; pondré sobre ti todas tus abominaciones.

Mi ojo no te tendrá lástima, ni tendré compasión. Más bien, pondré contra ti tus caminos, y tus abominaciones estarán en medio de ti. Y sabréis que yo soy Jehovah.”

Así ha dicho el Señor Jehovah: “¡He aquí que viene desgracia tras desgracia!

¡El fin viene! ¡Viene el fin! ¡Se ha suscitado contra ti! ¡He aquí que viene!

¡Te ha llegado el turno, oh habitante del país! ¡El tiempo viene, el día está cerca: día de pánico y no de grito de alegría sobre los montes!

Ahora, pronto derramaré mi ira sobre ti y agotaré mi furor en ti. Te juzgaré según tus caminos y pondré sobre ti todas tus abominaciones.

Mi ojo no tendrá lástima, ni tendré compasión. Más bien, pondré contra ti tus caminos, y tus abominaciones estarán en medio de ti. Y sabréis que yo, Jehovah, soy el que castiga.

“¡He aquí el día! He aquí que viene; ha llegado el desenlace. La vara ha echado brotes; ha reverdecido la arrogancia.

La violencia ha llegado a ser una vara de impiedad; no quedará ninguno de ellos, nadie de esa multitud, nada de sus riquezas, ni habrá para ellos reposo.

El tiempo ha venido; ha llegado el día. El que compra no se alegre, y el que vende no haga duelo; porque la ira está contra toda su multitud.

Porque el que vende no volverá a recuperar lo vendido mientras ambos vivan. Porque la ira está contra toda su multitud; no será revocada. A causa de su iniquidad, ninguno podrá retener su vida.

Tocarán trompeta y prepararán todo, pero no habrá quien vaya a la batalla; porque mi ira está contra toda su multitud.

“Afuera habrá espada; y adentro, peste y hambre. El que esté en el campo morirá a espada, y al que esté en la ciudad lo consumirán el hambre y la peste.

Los que de ellos escapen huirán y estarán sobre los montes como las palomas en las quebradas, cada uno gimiendo a causa de su iniquidad.

Todas las manos se debilitarán, y todas las rodillas se escurrirán como agua.

Se ceñirán con cilicio, y los cubrirá el terror. En cada rostro habrá vergüenza; y en todas sus cabezas, rapadura.

Arrojarán su plata a las calles, y su oro se convertirá en cosa repugnante. Ni su plata ni su oro podrán librarlos en el día de la ira de Jehovah, ni saciarán su apetito ni llenarán sus estómagos; porque esto ha sido ocasión para su pecado.

Convirtieron en objeto de orgullo la belleza de sus ornamentos, e hicieron con ellos las imágenes abominables de sus ídolos detestables. Por eso los convertiré en cosa repugnante para ellos mismos.

“Lo entregaré en mano de extraños para ser saqueado, y a los más impíos de la tierra para ser botín; y lo profanarán.

Apartaré de ellos mi rostro, y mi lugar secreto será profanado, pues los que abran brecha entrarán allí y lo profanarán.

Prepara cadenas, porque la tierra se ha llenado de juicios de sangre, y la ciudad se ha llenado de violencia.

Por eso traeré a los más perversos de las naciones, los cuales tomarán posesión de sus casas. Así haré cesar el orgullo de los poderosos, y sus santuarios serán profanados.

“¡Viene la angustia! Buscarán la paz, pero no la habrá.

Vendrá desastre sobre desastre, y habrá rumor tras rumor. Buscarán una visión de parte del profeta. La ley desaparecerá del sacerdote; el consejo, de los ancianos.

El rey estará de duelo, el gobernante se vestirá de desolación, y se paralizarán las manos del pueblo de la tierra. Yo haré con ellos conforme a sus caminos, y según sus propios juicios los juzgaré. Y sabrán que yo soy Jehovah.”

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