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Jeremías profetiza a los judíos en Egipto

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Jeremías profetiza a los judíos en Egipto (24:44:1 - 24:44:30)

La palabra que vino a Jeremías con respecto a todos los judíos que habitaban en la tierra de Egipto, que habitaban en Migdol, en Tafnes, en Menfis y en la tierra de Patros, diciendo:

—Así ha dicho Jehovah de los Ejércitos, Dios de Israel: “Vosotros habéis visto todo el mal que he traído sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá. He aquí, en el día de hoy están en ruinas y no hay habitantes en ellas,

a causa de la maldad que ellos cometieron, provocándome a ira, ya que fueron a quemar incienso y a servir a otros dioses que ni ellos, ni vosotros ni vuestros padres conocieron.

Persistentemente os envié todos mis siervos los profetas, para deciros: ¡Por favor, no hagáis esta cosa abominable que yo aborrezco!

Pero no escucharon ni inclinaron su oído para volverse de su maldad, para dejar de quemar incienso a otros dioses.

Por tanto, se derramó mi ira, y se encendió mi furor en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén; y fueron convertidas en ruina y en desolación, como en este día.”

Ahora pues, así ha dicho Jehovah Dios de los Ejércitos, Dios de Israel: “¿Por qué hacéis un mal tan grande contra vosotros mismos, para que de en medio de Judá sean destruidos el hombre, la mujer, el niño y el lactante, sin que os quede remanente alguno?

¿Por qué me provocáis a ira con las obras de vuestras manos, ofreciendo incienso a otros dioses en la tierra de Egipto, a donde habéis entrado para residir, de modo que seáis exterminados y que seáis objeto de maldición y de oprobio entre todas las naciones de la tierra?

¿Habéis olvidado las maldades de vuestros padres, las maldades de los reyes de Judá, las maldades de sus mujeres, las maldades vuestras y las maldades de vuestras mujeres, que hicieron en la tierra de Judá y en las calles de Jerusalén?

Hasta el día de hoy no se han humillado, ni han tenido temor, ni han caminado en mi ley ni en mis estatutos que puse delante de vosotros y delante de vuestros padres.”

Por tanto, así ha dicho Jehovah de los Ejércitos, Dios de Israel: “He aquí que yo pongo mi rostro contra vosotros para mal y para destruir a todo Judá.

Tomaré al remanente de Judá que decidió ir a la tierra de Egipto para residir allí, y serán exterminados todos en la tierra de Egipto. Caerán por la espada y por el hambre; serán exterminados, desde el menor hasta el mayor. Por la espada y por el hambre morirán, y llegarán a ser objeto de imprecación, de horror, de maldición y de oprobio.

Yo, pues, castigaré a los que habitan en la tierra de Egipto, como castigué a Jerusalén: por la espada, por el hambre y por la peste.

Y del remanente de Judá que entró en la tierra de Egipto para residir allí, no habrá quien escape, ni quien sobreviva para volver a la tierra de Judá, a la cual ellos suspiran por regresar, para habitar allí. Porque no regresarán sino los que escapen.”

Entonces todos los hombres que sabían que sus mujeres quemaban incienso a otros dioses, y todas las mujeres que estaban presentes y una gran concurrencia, todo el pueblo que habitaba en Patros en tierra de Egipto, respondieron a Jeremías diciendo:

—La palabra que nos has hablado en nombre de Jehovah, no te la escucharemos.

Más bien, pondremos por obra toda palabra que ha salido de nuestra boca, para quemar incienso a la Reina del Cielo y para derramarle libaciones, como hemos hecho nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros magistrados, tanto en las ciudades de Judá como en las calles de Jerusalén. Pues fuimos saciados de pan, nos fue bien y no vimos mal alguno.

Pero desde que dejamos de quemar incienso a la Reina del Cielo y de derramarle libaciones, nos falta de todo, y somos exterminados por la espada y por el hambre.

Y las mujeres dijeron: —Cuando nosotras quemábamos incienso a la Reina del Cielo y le derramábamos libaciones, ¿acaso era sin el conocimiento de nuestros maridos que le hacíamos tortas, reproduciendo su imagen, y le derramábamos libaciones?

Entonces Jeremías habló a todo el pueblo, a los hombres, a las mujeres y a todo el pueblo que le había respondido esto, diciendo:

—¿No se habrá acordado Jehovah, o no habrá venido a su mente el incienso que quemasteis en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, vosotros y vuestros padres, vuestros reyes, vuestros magistrados y el pueblo de la tierra?

Jehovah no pudo soportaros más, a causa de la maldad de vuestras obras y a causa de las abominaciones que habíais hecho. Por tanto, vuestra tierra ha sido convertida en ruinas, en horror y en maldición, hasta no quedar habitantes, como en este día.

Porque quemasteis incienso y pecasteis contra Jehovah y no obedecisteis la voz de Jehovah, ni anduvisteis en su ley, ni en sus estatutos, ni en sus testimonios. Por eso ha venido sobre vosotros este mal, como en este día.

Jeremías dijo además a todo el pueblo y a las mujeres: —Oíd la palabra de Jehovah, todos los de Judá que estáis en la tierra de Egipto.

Así ha dicho Jehovah de los Ejércitos, Dios de Israel: “Vosotros y vuestras mujeres habéis hablado con vuestras bocas y lo habéis realizado con vuestras manos, diciendo: Sin falta cumpliremos nuestros votos que hemos hecho, de quemar incienso a la Reina del Cielo y de derramarle libaciones. ¡De veras que confirmáis vuestros votos y ponéis vuestros votos por obra!”

Por tanto, oíd la palabra de Jehovah, todos los de Judá que habitáis en la tierra de Egipto: “He aquí, ha dicho Jehovah, he jurado por mi gran nombre que no será invocado más mi nombre en toda la tierra de Egipto por la boca de ningún hombre de Judá, diciendo: ¡Vive el Señor Jehovah!

He aquí que yo vigilo sobre ellos para mal, y no para bien. Todos los hombres de Judá que están en la tierra de Egipto serán exterminados por la espada y por el hambre, hasta que perezcan del todo.

Los que escapen de la espada regresarán de la tierra de Egipto a la tierra de Judá, en número reducido. Y todo el remanente de Judá, que ha entrado en Egipto para residir allí, sabrá de quién es la palabra que ha de prevalecer: si la mía o la de ellos.

Esto tendréis por señal, dice Jehovah, de que os castigaré en este lugar, para que sepáis que ciertamente mis palabras prevalecerán sobre vosotros para mal.

Así ha dicho Jehovah: He aquí que yo entrego al faraón Hofra, rey de Egipto, en mano de sus enemigos y en mano de los que buscan su vida, como entregué a Sedequías, rey de Judá, en mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia, su enemigo que buscaba su vida.”

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Mensaje a Baruc

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Mensaje a Baruc (24:45:1 - 24:45:5)

La palabra que habló el profeta Jeremías a Baruc hijo de Nerías, cuando escribía en un libro estas palabras, al dictado de Jeremías, en el cuarto año de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, diciendo:

“Así ha dicho Jehovah Dios de Israel, acerca de ti, oh Baruc:

Tú dijiste: ¡Ay de mí! Porque Jehovah ha añadido tristeza a mi dolor. Estoy exhausto de gemir y no he hallado descanso.

Le has de decir que así ha dicho Jehovah: He aquí que yo destruyo lo que edifiqué, y arranco lo que planté, es decir, toda esta tierra.

¿Y tú buscas para ti grandezas? No las busques, porque he aquí que yo traigo mal sobre todo mortal, dice Jehovah, pero a ti te daré tu vida por botín, en todos los lugares a donde vayas.”

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Profecías acerca de Egipto

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Profecías acerca de Egipto (24:46:1 - 24:46:28)

La palabra de Jehovah que vino al profeta Jeremías acerca de las naciones.

En cuanto a Egipto, contra el ejército del faraón Necao, rey de Egipto, el cual estaba en Carquemis, cerca del río Eufrates, y al cual derrotó Nabucodonosor, rey de Babilonia, en el cuarto año de Joacim hijo de Josías, rey de Judá:

“Alistad escudo y defensa; acercaos a la batalla.

Uncid los caballos y subid vosotros, oh jinetes. Presentaos con cascos, pulid las lanzas, vestíos de cota de malla.

¿Por qué los veo medrosos, volviéndose atrás? Sus valientes han sido deshechos; han huido buscando refugio, sin mirar atrás. ¡El terror está por todas partes!, dice Jehovah.

No huya el veloz, ni escape el valiente. En el norte tropezaron y cayeron, junto a la ribera del Eufrates.

“¿Quién es este que sube como el Nilo y cuyas aguas se agitan como ríos?

Egipto, que se alza como el Nilo, y cuyas aguas se agitan como ríos, dijo: Subiré, cubriré la tierra; destruiré las ciudades y sus habitantes.

Subid, caballos; corred, carros, como locos; salid, valientes, los de Etiopía y los de Libia que toman escudo, y los de Lidia que toman y entesan el arco.

“Pero ese día será día de venganza para el Señor Jehovah de los Ejércitos, para vengarse de sus enemigos. La espada devorará y se saciará; se embriagará con la sangre de ellos. Porque el Señor Jehovah de los Ejércitos tendrá un sacrificio en la tierra del norte, junto al río Eufrates.

“Sube a Galaad y toma bálsamo, oh virgen hija de Egipto. En vano has multiplicado las medicinas; no hay curación para ti.

Las naciones oyeron de tu afrenta, y tu clamor llenó la tierra; porque el fuerte tropezó con el fuerte, y cayeron ambos al mismo tiempo.”

La palabra que habló Jehovah al profeta Jeremías, acerca de la venida de Nabucodonosor, rey de Babilonia, para herir la tierra de Egipto:

“Anunciad en Egipto y hacedlo saber en Migdol; hacedlo saber en Menfis y en Tafnes. Decid: Preséntate y prepárate, porque la espada va a devorar tus fronteras.

“¿Por qué ha huido Apis? Tu buey no pudo mantenerse en pie, porque Jehovah lo derribó.

Hizo tropezar a muchos; sí, cada uno cayó sobre su compañero. Y dijeron: Levántate, y volvamos a nuestro pueblo; volvamos a la tierra de nuestro nacimiento, por causa de la espada opresora.

Allí gritaron: ¡El faraón, rey de Egipto, es sólo ruido! ¡Dejó pasar la oportunidad!

“Vivo yo, dice el Rey, cuyo nombre es Jehovah de los Ejércitos, que como el Tabor entre los montes y como el Carmelo junto al mar, así vendrá.

Prepara tu equipaje para la cautividad, oh moradora hija de Egipto, porque Menfis será convertida en ruinas; será devastada hasta no quedar habitantes.

Una vaquilla hermosísima es Egipto, pero del norte ciertamente vendrá el moscardón.

También sus mercenarios, en medio de ella, son como terneros engordados. También ellos se volverán y a una huirán, sin detenerse. Porque sobre ellos ha venido el día de su calamidad, el tiempo de su castigo.

Su sonido es como el de una serpiente que se va. Ciertamente avanzan con un ejército; vienen a ella con hachas, como leñadores.

Cortarán su bosque, dice Jehovah, aunque sea impenetrable; porque son más que las langostas; son innumerables.

La hija de Egipto es avergonzada; es entregada en manos del pueblo del norte.”

Jehovah de los Ejércitos, Dios de Israel, ha dicho: “He aquí que yo castigo a Amón en Tebas; al faraón, a Egipto, a sus dioses y a sus reyes; al faraón y a los que en él confían.

Y los entregaré en mano de los que buscan sus vidas; en mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en mano de sus servidores. Pero después Egipto será habitada como en los días pasados, dice Jehovah.

“Pero tú no temas, oh siervo mío Jacob, ni desmayes, oh Israel. Porque he aquí, yo soy el que te salva desde lejos; y a tu descendencia, de la tierra de su cautividad. Jacob volverá y estará tranquilo; estará confiado, y no habrá quien lo atemorice.

“Tú no temas, oh siervo mío Jacob, porque yo estoy contigo, dice Jehovah. Ciertamente haré exterminio en todas las naciones a las cuales te he expulsado; pero en ti no haré exterminio, sino que te castigaré con justicia. De ninguna manera te daré por inocente.”

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Profecía sobre los filisteos

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Profecía sobre los filisteos (24:47:1 - 24:47:7)

La palabra de Jehovah que vino al profeta Jeremías acerca de los filisteos, antes que el faraón destruyese Gaza.

Así ha dicho Jehovah: “He aquí, avanzan aguas del norte, se convierten en torrente e inundan la tierra y su plenitud, la ciudad y sus habitantes. Entonces los hombres gritan, y gime todo habitante de la tierra,

por el estruendo del galope de los cascos de sus corceles, por el retumbo de sus carros y por el chirrido de sus ruedas. Por la debilidad de sus manos, los padres no se vuelven a mirar a sus hijos,

a causa del día que viene para destruir a todos los filisteos; para exterminar a Tiro, a Sidón y a todo aliado que haya quedado con vida. Porque Jehovah destruirá a los filisteos, a los sobrevivientes de la isla de Caftor.

Sobre Gaza ha venido rapadura de cabeza; Ascalón ha sido silenciada. Oh sobrevivientes de los gigantes, ¿hasta cuándo os sajaréis?

Oh espada de Jehovah, ¿hasta cuándo no te aquietarás? Vuélvete a tu vaina, reposa y sosiégate.

¿Cómo se aquietará? Pues Jehovah le ha dado órdenes para ir a Ascalón y a la costa del mar; la ha designado para ir allí.”

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Profecía sobre Moab

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Profecía sobre Moab (24:48:1 - 24:48:47)

En cuanto a Moab, así ha dicho Jehovah de los Ejércitos, Dios de Israel: “¡Ay de Nebo, porque es destruido! Quiriataim es avergonzada y capturada; la ciudadela es avergonzada y arrasada.

No hay más alabanza para Moab. En Hesbón planearon el desastre contra ella, diciendo: Venid, eliminémosla de entre las naciones. Tú también, Madmena, serás silenciada; la espada irá en pos de ti.

“Voz de clamor proviene de Horonaim: ¡Destrucción y gran quebranto!

Moab ha sido quebrantado; oíd el griterío de sus pequeños.

Por la cuesta de Lujit sube con llanto continuo; por la bajada de Horonaim los enemigos oyen el clamor del quebranto.

Huíd, salvad vuestras vidas y sed como el asno montés en el desierto.

Por cuanto confiaste en tus obras y tesoros, tú también serás tomado. Quemós será llevado en cautividad, junto con sus sacerdotes y principales.

Vendrá el destructor a cada ciudad, y ninguna escapará. También será arruinado el valle, y será destruida la llanura, como ha dicho Jehovah.

Dad alas a Moab, porque se irá volando. Sus ciudades serán desoladas hasta no quedar en ellas habitante.

¡Maldito el que haga con negligencia la obra de Jehovah! ¡Maldito el que retraiga su espada de la sangre!

“Tranquilo estaba Moab desde su juventud; sobre sus sedimentos ha estado reposado. No ha sido vaciado de vaso en vaso, ni ha ido en cautividad. Por eso ha quedado en él su sabor, y su olor no se ha mutado.

Por tanto, he aquí que vienen días, dice Jehovah, en que yo le enviaré quienes lo hagan vaciar, y lo vaciarán. Dejarán vacías sus vasijas y destrozarán sus tinajas.

Moab se avergonzará de Quemós, como la casa de Israel se avergonzó de Betel, en la cual puso su confianza.

¿Cómo diréis: Somos valientes y hombres fuertes para la guerra?

Destruido está Moab; han escalado sus ciudades. La flor de su juventud descendió al degolladero, dice el Rey, cuyo nombre es Jehovah de los Ejércitos.

El desastre de Moab está próximo a venir, y su calamidad se apresura mucho.

Compadeceos de él todos los que estáis alrededor suyo; todos los que conocéis su nombre, decid: ¡Cómo se ha roto el poderoso cetro, la vara gloriosa!

“Desciende de la gloria; siéntate sobre tierra sedienta, oh moradora de Dibón; porque el destructor de Moab ha subido contra ti y ha destruido tus fortalezas.

Ponte de pie en el camino y mira, oh moradora de Aroer. Pregunta al que va huyendo y di a la que se escapa: ¿Qué ha acontecido?

Moab ha sido avergonzado, porque es arrasado. Lamentad y gritad; anunciad junto al Arnón que Moab es destruido,

y que ha venido juicio a la tierra de la llanura; a Holón, a Jahaz, sobre Mefaat;

sobre Dibón, sobre Nebo y sobre Bet-diblataim;

sobre Quiriataim, sobre Bet-gamul y sobre Bet-maón;

sobre Queriot, sobre Bosra y sobre todas las ciudades de la tierra de Moab; las de lejos y las de cerca.

Cortado es el poder de Moab, y su brazo es quebrantado, dice Jehovah.

Embriagadlo, porque contra Jehovah se engrandeció; Moab se revolcará en su propio vómito, y también él será objeto de burla.

¿Acaso no te sirvió de burla Israel, como si le hubiesen sorprendido entre ladrones? Porque desde que de él has hablado, has movido la cabeza.

“Dejad las ciudades y habitad en peñascos, oh habitantes de Moab. Sed como la paloma que hace su nido en los bordes del precipicio.

Hemos oído de la soberbia de Moab, que es muy soberbio; de su altanería, de su soberbia, de su arrogancia y de la altivez de su corazón.

Yo conozco su cólera, dice Jehovah; pero vano es aquello de que se jacta, y vano es lo que hacen.

“Por tanto, lamentaré sobre Moab; clamaré sobre todo Moab, y gemiré por los hombres de Quir-jaréset.

Lloraré por ti más que por Jazer, oh vid de Sibma. Tus brotes pasaban las aguas y llegaban hasta las aguas de Jazer. Sobre tus frutos de verano y sobre tu vendimia ha caído el destructor.

La alegría y el regocijo han sido quitados del campo fértil, de la tierra de Moab. He hecho cesar el vino de los lagares; nadie los pisa con grito de júbilo. No hay grito de júbilo.

“El clamor de Hesbón llega hasta Eleale; hasta Jahaz dan su voz. Desde Zoar hasta Horonaim y Eglat-selisiyá; porque también las aguas de Nimrim quedan desoladas.

Haré cesar en Moab a quien ofrezca holocaustos en un lugar alto, y a quien ofrezca incienso a sus dioses, dice Jehovah.

Por tanto, mi corazón gime como flautas por Moab. Asimismo, mi corazón gime como flautas por los hombres de Quir-jaréset, pues perecieron las riquezas que había adquirido.

Porque toda cabeza ha sido rapada, y toda barba rasurada. Sobre todas las manos hay sajaduras; y sobre los lomos, cilicio.

Todo es llanto sobre todas las azoteas y plazas de Moab, porque he quebrantado a Moab como a vasija despreciada, dice Jehovah.

¡Cómo ha sido destruido! ¡Cómo lamentan! ¡Cómo ha vuelto Moab la espalda, avergonzado! Moab ha sido convertido en objeto de burla y de horror para todos los que están en su alrededor.

Porque así ha dicho Jehovah: He aquí que como águila remontará vuelo, y hacia Moab extenderá las alas.

Las ciudades serán tomadas, y sus fortificaciones capturadas. En aquel día el corazón de los valientes de Moab será como el corazón de una mujer en angustia.

Moab será destruido y dejará de ser pueblo, porque se engrandeció contra Jehovah.

Terror, fosa y trampa hay contra ti, oh habitante de Moab, dice Jehovah.

El que huya del terror caerá en la fosa; el que salga de la fosa quedará atrapado en la trampa. Porque yo traeré sobre él, sobre Moab, el año de su castigo, dice Jehovah.

“A la sombra del Hesbón, los que huyen se detienen por falta de fuerzas. Porque fuego salió de Hesbón, y llama de en medio de Sejón; consumió las sienes de Moab y la coronilla de los hijos revoltosos.

¡Ay de ti, oh Moab! ¡Ha perecido el pueblo de Quemós! Porque tus hijos son tomados en cautividad, y tus hijas en cautiverio.

Sin embargo, al final de los tiempos restauraré a Moab de la cautividad,” dice Jehovah. Hasta aquí es el juicio contra Moab.

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