Encarcelamiento de JeremÃas
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El rey SedequÃas hijo de JosÃas, al cual Nabucodonosor, rey de Babilonia, habÃa puesto como rey en la tierra de Judá, empezó a reinar en lugar de JoaquÃn hijo de Joacim.
Pero ni él, ni sus servidores, ni el pueblo de la tierra obedecieron las palabras que Jehovah habÃa dicho por medio del profeta JeremÃas.
El rey SedequÃas envió a Jucal hijo de SelemÃas y al sacerdote SofonÃas hijo de MaasÃas, para que dijesen al profeta JeremÃas: “Por favor, ora por nosotros a Jehovah, nuestro Dios.”
JeremÃas entraba y salÃa en medio del pueblo, porque todavÃa no lo habÃan puesto en la cárcel.
El ejército del faraón habÃa salido de Egipto y cuando la noticia acerca de ellos llegó a oÃdos de los caldeos que tenÃan sitiada a Jerusalén, éstos se fueron de Jerusalén.
Entonces vino la palabra de Jehovah al profeta JeremÃas, diciendo:
“Asà ha dicho Jehovah Dios de Israel que digáis al rey de Judá que os envió para que me consultaseis: He aquà que el ejército del faraón que salió en vuestro auxilio va a regresar a su tierra, a Egipto.
Entonces los caldeos volverán a combatir contra esta ciudad; la tomarán y la incendiarán.
Asà ha dicho Jehovah: No os engañéis a vosotros mismos, diciendo: Los caldeos se han ido definitivamente de nosotros. Porque no se irán.
Pues aun cuando derrotarais a todo el ejército de los caldeos que combaten contra vosotros, y quedasen de ellos sólo algunos hombres heridos, cada uno en su tienda, se levantarÃan y prenderÃan fuego a esta ciudad.”
Aconteció que cuando el ejército de los caldeos se fue de Jerusalén a causa del ejército del faraón,
JeremÃas salÃa de Jerusalén para ir a la tierra de BenjamÃn con el fin de recibir allà su parte en medio del pueblo.
Y cuando llegó a la puerta de BenjamÃn, estaba allà un jefe de guardia que se llamaba IrÃas hijo de SelemÃas, hijo de AnanÃas, el cual tomó preso al profeta JeremÃas. Y le dijo: —¡Tú vas a pasarte a los caldeos!
Pero JeremÃas dijo: —¡Falso! No voy a pasarme a los caldeos. IrÃas no le hizo caso, sino que prendió a JeremÃas y lo llevó a los magistrados.
Los magistrados se enfurecieron contra JeremÃas y le azotaron. Luego lo pusieron en la prisión en casa del escriba Jonatán, porque habÃan convertido aquella casa en cárcel.
Entró, pues, JeremÃas en el calabozo, en las celdas, y allà permaneció por muchos dÃas.
Entonces el rey SedequÃas envió a sacarlo de allÃ, y le consultó secretamente en su casa, diciendo: —¿Hay palabra de parte de Jehovah? JeremÃas dijo: —SÃ, la hay. —Y añadió—: Serás entregado en mano del rey de Babilonia.
Dijo también JeremÃas al rey SedequÃas: —¿En qué he pecado contra ti, contra tus servidores y contra este pueblo, para que me pongáis en la cárcel?
¿Dónde están vuestros profetas que os profetizaban diciendo: “No vendrá el rey de Babilonia contra vosotros ni contra esta tierra”?
Ahora pues, escucha, mi señor el rey. Llegue mi súplica a tu presencia; no me hagas volver a la casa del escriba Jonatán, no sea que allà me muera.
Entonces el rey SedequÃas dio órdenes para que custodiaran a JeremÃas en el patio de la guardia, haciendo que se le diese cada dÃa una torta de pan de la calle de los Panaderos, hasta que todo el pan de la ciudad se agotase. Asà quedó JeremÃas en el patio de la guardia.