Antiguo Testamento

Falsa profecía de Hananías

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Falsa profecía de Hananías (24:28:1 - 24:28:17)

Aconteció en el mismo año, en el principio del reinado de Sedequías rey de Judá, en el mes quinto del cuarto año, que Ananías hijo de Azur, que era el profeta de Gabaón, me habló en la casa de Jehovah, en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo, diciendo:

—Así ha dicho Jehovah de los Ejércitos, Dios de Israel, diciendo: “He roto el yugo del rey de Babilonia.

Dentro de dos años haré volver a este lugar todos los utensilios de la casa de Jehovah que Nabucodonosor rey de Babilonia tomó de este lugar y los llevó a Babilonia.

También haré volver a este lugar a Joaquín hijo de Joacim, rey de Judá, y a todos los de Judá que fueron llevados cautivos a Babilonia, porque romperé el yugo del rey de Babilonia,” dice Jehovah.

Entonces el profeta Jeremías respondió al profeta Ananías, en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo que estaba de pie en la casa de Jehovah.

Y el profeta Jeremías dijo: —¡Así sea! Así lo haga Jehovah. Confirme Jehovah las palabras que has profetizado, para hacer volver de Babilonia a este lugar los utensilios de la casa de Jehovah y a todos los que fueron llevados cautivos.

Sin embargo, escucha esta palabra que yo hablo a tus oídos y a oídos de todo el pueblo:

Los profetas que vinieron antes de ti y antes de mi, desde tiempos antiguos, profetizaron de guerras, de desastres y de pestes contra muchas tierras y contra grandes reinos.

En cuanto al profeta que profetiza paz, cuando su palabra se cumpla, se reconocerá que a tal profeta verdaderamente le ha enviado Jehovah.

Entonces el profeta Ananías quitó el yugo del cuello del profeta Jeremías y lo rompió.

Y Ananías habló en presencia de todo el pueblo, diciendo: —Así ha dicho Jehovah: “De esta manera romperé el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, del cuello de todas las naciones, dentro de dos años.” Y Jeremías se fue por su camino.

Después que el profeta Ananías rompió el yugo del cuello del profeta Jeremías, vino la palabra de Jehovah a Jeremías, diciendo:

—Vé, habla a Ananías y dile que así ha dicho Jehovah: “Tú has roto yugos de madera, pero en lugar de ellos harás yugos de hierro.”

Porque así ha dicho Jehovah de los Ejércitos, Dios de Israel: “He puesto un yugo de hierro sobre el cuello de todas estas naciones, para que sirvan a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y le servirán. Le he dado a él aun los animales del campo.”

Entonces el profeta Jeremías dijo al profeta Ananías: —Escucha, Ananías: Jehovah no te ha enviado, y tú has hecho que este pueblo confíe en la mentira.

Por tanto, así ha dicho Jehovah: “He aquí, yo te quito de sobre la faz de la tierra. Morirás en este mismo año, porque incitaste a la rebelión contra Jehovah.”

En el mismo año, en el mes séptimo, murió Ananías.

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Carta de Jeremías a los cautivos

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Carta de Jeremías a los cautivos (24:29:1 - 24:29:32)

Estas son las palabras de la carta que el profeta Jeremías envió de Jerusalén al resto de los ancianos de la cautividad, a los sacerdotes, a los profetas y a todo el pueblo, que Nabucodonosor había llevado cautivo de Jerusalén a Babilonia.

Esto sucedió después de haber salido de Jerusalén el rey Joaquín y la reina madre, los funcionarios, los magistrados de Judá y de Jerusalén, los artesanos y los herreros.

La carta fue enviada por medio de Elasa hijo de Safán y de Gemarías hijo de Hilquías, a quienes Sedequías rey de Judá envió a Babilonia, a Nabucodonosor rey de Babilonia. Y decía:

Así ha dicho Jehovah de los Ejércitos, Dios de Israel: “A todos los que están en la cautividad, a quienes hice llevar cautivos de Jerusalén a Babilonia:

Edificad casas y habitadlas. Plantad huertos y comed del fruto de ellos.

Contraed matrimonio y engendrad hijos e hijas. Tomad mujeres para vuestros hijos y dad vuestras hijas en matrimonio, para que den a luz hijos e hijas. Multiplicaos allí, y no disminuyáis.

Procurad el bienestar de la ciudad a la cual os hice llevar cautivos. Rogad por ella a Jehovah, porque en su bienestar tendréis vosotros bienestar.”

Porque así ha dicho Jehovah de los Ejércitos, Dios de Israel: “No os engañen vuestros profetas que están entre vosotros, ni vuestros encantadores. No prestéis oído a sus sueños que ellos sueñan.

Pues ellos os profetizan falsamente en mi nombre. Yo no los envié,” dice Jehovah.

Porque así ha dicho Jehovah: “Cuando según mi dicho se cumplan setenta años para Babilonia, os visitaré con mi favor y os cumpliré mi buena promesa de haceros regresar a este lugar.

Porque yo sé los planes que tengo acerca de vosotros, dice Jehovah, planes de bienestar y no de mal, para daros porvenir y esperanza.

Entonces me invocaréis. Vendréis y oraréis a mí, y yo os escucharé.

Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis con todo vuestro corazón.

Me dejaré hallar de vosotros, dice Jehovah, y os restauraré de vuestra cautividad. Os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares a donde os he expulsado, dice Jehovah. Y os haré volver al lugar de donde hice que os llevaran cautivos.”

Vosotros habéis dicho: “Jehovah nos ha levantado profetas en Babilonia.”

Pero así ha dicho Jehovah acerca del rey que está sentado sobre el trono de David y de todo el pueblo que habita en esta ciudad, vuestros hermanos que no salieron en cautividad con vosotros;

así ha dicho Jehovah de los Ejércitos: “He aquí, yo envío contra ellos la espada, el hambre y la peste. Procederé con ellos como con los higos malos, que por ser tan malos no se pueden comer.

Los perseguiré con espada, con hambre y con peste. Haré que sean motivo de espanto para todos los reinos de la tierra, y maldición, horror, rechifla y afrenta ante todas las naciones a las cuales los he expulsado,

dice Jehovah, porque no escucharon mis palabras que persistentemente os he enviado por medio de mis siervos los profetas. Y no habéis escuchado,” dice Jehovah.

Oíd, pues, la palabra de Jehovah, vosotros todos los expatriados que eché de Jerusalén a Babilonia.

Así ha dicho Jehovah de los Ejércitos, Dios de Israel, acerca de Acab hijo de Colías y de Sedequías hijo de Maasías, quienes os profetizan falsamente en mi nombre: “He aquí, yo los entrego en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, y él los matará ante vuestros ojos.

De ellos se derivará esta maldición para todos los expatriados de Judá que están en Babilonia: Jehovah te haga como a Sedequías y como a Acab, a quienes el rey de Babilonia los asó al fuego.

Porque hicieron infamia en Israel, cometiendo adulterio con las mujeres de sus prójimos, y porque en mi nombre hablaron falsamente palabras que no les mandé, lo cual yo lo sé y soy testigo,” dice Jehovah.

Y a Semaías de Nejelam hablarás diciendo

que así ha hablado Jehovah de los Ejércitos, por cuanto en tu propio nombre enviaste cartas a todo el pueblo que está en Jerusalén, al sacerdote Sofonías hijo de Maasías y a todos los demás sacerdotes, diciendo:

“Jehovah te ha hecho sacerdote en lugar del sacerdote Joyada, para que en la casa de Jehovah te encargues de todo hombre loco que se ponga a profetizar, y lo metas en el cepo y en el collar de hierro.

Ahora pues, ¿por qué no has reprendido a Jeremías de Anatot, que os profetiza?

Porque por cierto nos ha enviado a decir en Babilonia: Largo va a ser el cautiverio. Edificad casas y habitadlas; plantad huertos y comed del fruto de ellos”

El sacerdote Sofonías leyó esta carta a oídos del profeta Jeremías.

Y vino la palabra de Jehovah a Jeremías, diciendo:

“Manda decir a todos los expatriados que así ha dicho Jehovah acerca de Semaías de Nejelam: Porque Semaías os profetizó sin que yo lo enviara, y os hizo confiar en una mentira,

por eso así ha dicho Jehovah: He aquí que yo castigaré a Semaías de Nejelam y a su descendencia. No tendrá un solo hombre que habite en medio de este pueblo, ni verá el bien que haré a mi pueblo, dice Jehovah, porque ha incitado a la rebelión contra Jehovah.”

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Dios promete que los cautivos volverán

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Dios promete que los cautivos volverán (24:30:1 - 24:31:26)

La palabra de Jehovah que vino a Jeremías, diciendo

“Así ha dicho Jehovah Dios de Israel: Escribe en un libro todas estas palabras que te he hablado.

Porque he aquí vienen días, dice Jehovah, en que restauraré de la cautividad a mi pueblo Israel y a Judá, ha dicho Jehovah. Los haré volver a la tierra que di a sus padres, y tomarán posesión de ella.”

Estas son las palabras que habló Jehovah acerca de Israel y de Judá.

Así ha dicho Jehovah: “Hemos oído una voz de estremecimiento; hay terror, y no hay paz.

Preguntad, pues, y mirad: ¿Acaso un varón da a luz? ¿Por qué he visto a todo hombre con las manos sobre las caderas como una mujer que da a luz, y todas las caras se han vuelto pálidas?

¡Oh, cuán grande será aquel día; tanto, que no hay otro semejante a él! Será tiempo de angustia para Jacob, pero será librado de él.

“Sucederá en aquel día, dice Jehovah de los Ejércitos, que yo quebraré el yugo de sobre su cuello y romperé sus coyundas. Los extraños no volverán a someterlo a servidumbre.

Más bien, servirán a Jehovah su Dios y a David su rey, a quien yo levantaré para ellos.

“Pero tú no temas, oh siervo mío Jacob, ni desmayes, oh Israel, dice Jehovah. Porque he aquí, yo soy el que te salva desde lejos; y a tu descendencia, de la tierra de su cautividad. Jacob volverá y estará tranquilo; estará confiado, y no habrá quien lo atemorice.

Porque yo estoy contigo para salvarte, dice Jehovah. Ciertamente haré exterminio en todas las naciones entre las cuales te he dispersado; pero en ti no haré exterminio, sino que te castigaré con justicia. De ninguna manera te daré por inocente.

Porque así ha dicho Jehovah: Tu quebranto es incurable, y tu herida es grave.

No hay quien juzgue tu causa; no tienes remedio eficaz para tu úlcera.

Todos tus amantes se han olvidado de ti; ya no te buscan. Porque te he herido como a enemigo con castigo de hombre cruel, a causa del gran número de tus maldades y de la multitud de tus pecados.

¿Por qué gritas por tu quebranto? Tu dolor es incurable, porque por la grandeza de tu iniquidad y por tus muchos pecados te he hecho esto.

Pero todos los que te devoran serán devorados; y todos tus enemigos, todos ellos, irán en cautividad. Los que te saquean serán víctimas del saqueo, y a todos los que te despojan los entregaré al despojo.

Porque yo te traeré sanidad y curaré tus heridas, dice Jehovah; pues te han llamado Desechada, diciendo: Esta es Sion, a quien nadie busca.”

Así ha dicho Jehovah: “He aquí, yo restauraré de la cautividad las tiendas de Jacob; de sus moradas tendré misericordia. La ciudad será reedificada sobre su montículo de escombros, y el palacio quedará en su lugar.

Acciones de gracias saldrán de ellos, y la voz de los que se regocijan. Los multiplicaré, y no serán disminuidos. Los honraré, y no serán insignificantes.

Sus hijos serán como en el pasado, y su congregación tendrá estabilidad delante de mí. Y castigaré a todos sus opresores.

“Uno de ellos será su soberano, y de en medio de ellos saldrá su gobernante. Yo le haré acercarse, y él se llegará a mí. Porque, ¿quién es aquel que arriesga su corazón para acercarse a mí?, dice Jehovah.

Vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios.

“He aquí que el huracán de Jehovah sale con furor. Es un huracán que gira e irrumpe sobre la cabeza de los impíos.

No se apartará el ardor de la ira de Jehovah hasta que haya hecho y cumplido los propósitos de su corazón. Al final de los días lo entenderéis.

“En aquel tiempo, dice Jehovah, yo seré el Dios de todas las familias de Israel; y ellos serán mi pueblo.

Así ha dicho Jehovah: Cuando Israel iba en pos de su reposo, el pueblo que había sobrevivido de la espada halló gracia en el desierto.”

Jehovah me ha aparecido desde hace mucho tiempo, diciendo: “Con amor eterno te he amado; por tanto, te he prolongado mi misericordia.

Otra vez he de edificarte, y serás edificada, oh virgen de Israel. Otra vez serás adornada con tus panderos y saldrás en las danzas de los que se regocijan.

Otra vez plantarás viñas en los montes de Samaria, y los que las planten gozarán del fruto.

Porque habrá un día en que gritarán los guardias en la región montañosa de Efraín: ¡Levantaos, y subamos a Sion, a Jehovah, nuestro Dios!”

Porque así ha dicho Jehovah: “Regocijaos con alegría a causa de Jacob, y gritad de júbilo ante la cabeza de las naciones. Proclamad, alabad y decid: ¡Oh Jehovah, salva a tu pueblo, al remanente de Israel!

“He aquí, yo los traigo de la tierra del norte, y los reuniré de los confines de la tierra. Entre ellos vendrán los ciegos y los cojos, la mujer encinta y la que da a luz. Como una gran multitud volverán acá.

Vendrán con llanto, pero con consuelo los guiaré y los conduciré junto a los arroyos de aguas, por un camino parejo en el cual no tropezarán. Porque yo soy un Padre para Israel, y Efraín es mi primogénito.”

¡Oh naciones, escuchad la palabra de Jehovah y hacedlo saber en las costas lejanas! Decid: “El que dispersó a Israel lo reunirá y lo guardará, como el pastor guarda su rebaño.”

Porque Jehovah ha rescatado a Jacob; lo ha redimido de mano del que es más fuerte que él.

Vendrán y darán alabanza en la cumbre de Sion. Correrán hacia la bondad de Jehovah: al grano, al vino nuevo, al aceite y a las crías de las ovejas y de las vacas. Su vida será como huerto de riego; nunca más volverán a languidecer.

“Entonces la virgen se regocijará en la danza, y los jóvenes y los ancianos juntamente. Porque transformaré su duelo en regocijo; los consolaré y los alegraré en su dolor.

Colmaré de abundancia el alma del sacerdote, y mi pueblo se saciará de mi bondad,” dice Jehovah.

Así ha dicho Jehovah: “Voz fue oída en Ramá; lamento y llanto amargo. Raquel lloraba por sus hijos, y no quería ser consolada por sus hijos, porque perecieron.”

Así ha dicho Jehovah: “Reprime tu voz del llanto y tus ojos de las lágrimas, porque tu obra tiene recompensa, dice Jehovah. Ellos volverán de la tierra del enemigo.

Hay esperanza para tu porvenir; tus hijos volverán a su territorio, dice Jehovah.

“Ciertamente yo he oído a Efraín que se lamentaba diciendo: Me azotaste, y fui castigado como novillo indómito. Hazme volver, y volveré; porque tú eres Jehovah mi Dios.

Porque después de desviarme, me arrepentí; y después de darme cuenta, golpeé mi muslo. Fui avergonzado y también afrentado, porque he llevado el oprobio de mi juventud.

“¿Acaso no es Efraín un hijo querido para mí? ¿Acaso no es un niño precioso? Porque cada vez que hablo contra él, lo recuerdo más. Por eso mis entrañas se enternecen por él. Ciertamente tendré misericordia de él, dice Jehovah.

“Levanta señales, pon indicadores de caminos. Pon atención al camino principal, el camino por el cual caminaste. Vuelve, oh virgen de Israel; vuelve a estas tus ciudades.

¿Hasta cuándo andarás de un lado para otro, oh hija rebelde? Pues Jehovah hará una novedad en la tierra: La mujer rodeará al hombre.”

Así ha dicho Jehovah de los Ejércitos, Dios de Israel: “Cuando yo los restaure de su cautividad, dirán otra vez estas palabras en la tierra de Judá y en sus ciudades: ¡Jehovah te bendiga, oh morada de justicia, oh monte santo!

Y habitarán juntos en ella Judá y todas sus ciudades, los labradores y los que se desplazan con los rebaños.

Porque he de saciar al alma fatigada, y he de llenar a toda alma que languidece.”

En esto desperté y vi que mi sueño había sido placentero.

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El nuevo pacto

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > El nuevo pacto (24:31:27 - 24:31:40)

“He aquí que vienen días, dice Jehovah, en que sembraré la casa de Israel y la casa de Judá con simiente de hombres y con simiente de animales.

Sucederá que como he vigilado sobre ellos para arrancar, desmenuzar, arruinar, destruir y hacer daño, así vigilaré sobre ellos para edificar y plantar, dice Jehovah.

“En aquellos días no dirán más: Los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos sufren la dentera;

sino que cada cual morirá por su propio pecado. Los dientes de todo hombre que coma las uvas agrias sufrirán la dentera.

“He aquí vienen días, dice Jehovah, en que haré un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá.

No será como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, mi pacto que ellos invalidaron, a pesar de ser yo su señor, dice Jehovah.

Porque éste será el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehovah: Pondré mi ley en su interior y la escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.

Ya nadie enseñará a su prójimo, ni nadie a su hermano, diciendo: Conoce a Jehovah. Pues todos ellos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehovah. Porque yo perdonaré su iniquidad y no me acordaré más de su pecado.”

Así ha dicho Jehovah, quien da el sol para luz del día, y la luna y las estrellas para luz de la noche, el que agita el mar de manera que rugen sus olas—Jehovah de los Ejércitos es su nombre—:

“Si esas leyes faltasen delante de mí, dice Jehovah, entonces la descendencia de Israel dejaría de ser nación delante de mí, perpetuamente.”

Así ha dicho Jehovah: “Si se pueden medir los cielos arriba y se pueden explorar los cimientos de la tierra abajo, entonces yo desecharé toda la descendencia de Israel por todo lo que hicieron, dice Jehovah.

“He aquí que vienen días, dice Jehovah, en que la ciudad será edificada para Jehovah desde la torre de Hananeel hasta la puerta de la Esquina.

El cordel de medir irá directamente hasta la colina de Gareb, y dará la vuelta hacia Goa.

Todo el valle de los cadáveres y de las cenizas, y todas las terrazas hasta el arroyo de Quedrón, hasta la esquina de la puerta de los Caballos, al este, estará consagrado a Jehovah. Nunca más será arrancada ni destruida.”

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Jeremías compra la heredad de Hanameel

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Jeremías compra la heredad de Hanameel (24:32:1 - 24:32:44)

La palabra que vino a Jeremías de parte de Jehovah en el año 10 de Sedequías, rey de Judá, que fue el año 18 de Nabucodonosor.

En aquel entonces el ejército del rey de Babilonia tenía sitiada a Jerusalén. Y el profeta Jeremías estaba preso en el patio de la guardia que estaba en la casa del rey de Judá,

porque Sedequías, el rey de Judá, lo había apresado, diciéndole: “¿Por qué profetizas diciendo que así ha dicho Jehovah: He aquí, yo entrego esta ciudad en mano del rey de Babilonia, y él la tomará;

Sedequías, rey de Judá, no escapará de mano de los caldeos, sino que ciertamente será entregado en mano del rey de Babilonia y hablará con él cara a cara, y sus ojos verán sus ojos;

él hará llevar a Sedequías a Babilonia y estará allá hasta que yo le visite, dice Jehovah, y aunque combatáis contra los caldeos, no tendréis éxito?”

Jeremías dijo: Vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“He aquí que Hanameel, hijo de tu tío Salum, viene a ti para decir: Compra mi campo que está en Anatot, porque tuyo es el derecho de redención para adquirirlo.”

Y vino a mí Hanameel, hijo de mi tío, al patio de la guardia, conforme a la palabra de Jehovah, y me dijo: “Compra, por favor, mi campo que está en Anatot, en tierra de Benjamín; porque tuyo es el derecho de posesión, y a ti te corresponde la redención. Cómpralo para ti.” Entonces comprendí que había sido palabra de Jehovah;

y compré el campo de Hanameel, hijo de mi tío, el cual estaba en Anatot. Le pesé el dinero: 17 siclos de plata.

Luego escribí el documento y lo sellé. Convoqué a los testigos y pesé la plata en la balanza.

Luego tomé el documento de la compra, sellado, con las obligaciones y los términos, y la copia abierta.

Entregué el documento de la compra a Baruc hijo de Nerías, hijo de Maasías, en presencia de Hanameel, hijo de mi tío, en presencia de los testigos que habían firmado el documento de la compra y en presencia de todos los judíos que permanecían en el patio de la guardia.

Luego mandé a Baruc, en presencia de ellos, diciendo que

así ha dicho Jehovah de los Ejércitos, Dios de Israel: “Toma estos documentos (el documento de compra sellado y la copia abierta), y ponlos en una vasija de cerámica para que se conserven por mucho tiempo.

Porque así ha dicho Jehovah de los Ejércitos, Dios de Israel: Todavía se comprarán casas, campos y viñas en esta tierra.”

Después que di el documento de compra a Baruc hijo de Nerías, oré a Jehovah diciendo:

“¡Oh Señor Jehovah! He aquí que tú has hecho el cielo y la tierra con tu gran poder y con tu brazo extendido. Nada hay que sea difícil para ti.

Tú haces misericordia a millares, pero retribuyes la maldad de los padres en el seno de sus hijos después de ellos. ¡Oh Dios grande y poderoso, cuyo nombre es Jehovah de los Ejércitos!

Grande eres en designios y magnífico en hechos, pues tus ojos están abiertos sobre todos los caminos de los hijos del hombre, para dar a cada uno según sus caminos y según el fruto de sus obras.

Has hecho señales y prodigios en la tierra de Egipto, y hasta este día en Israel y entre todos los hombres. Así te has hecho de renombre, como en este día.

Sacaste a tu pueblo Israel de la tierra de Egipto, con señales y prodigios, con mano poderosa, con brazo extendido y con gran terror.

Y les diste esta tierra, de la cual juraste a sus padres que se la darías: una tierra que fluye leche y miel.

Ellos entraron y tomaron posesión de ella; pero no escucharon tu voz, ni anduvieron en tu ley, ni hicieron nada de lo que les mandaste hacer. Por eso has hecho que les ocurriera todo este mal.

“He aquí que los terraplenes ya han alcanzado hasta la ciudad para tomarla. La ciudad va a ser entregada en mano de los caldeos que combaten contra ella, a causa de la espada, del hambre y de la peste. Ha llegado a suceder lo que dijiste; y he aquí, tú lo estás viendo.

Sin embargo, oh Señor Jehovah, aun cuando la ciudad es entregada en mano de los caldeos, tú me dices: Cómprate el campo por dinero y convoca testigos.”

Entonces vino la palabra de Jehovah a Jeremías, diciendo:

“He aquí que yo soy Jehovah, Dios de todo mortal. ¿Habrá alguna cosa difícil para mí?

Por tanto, así ha dicho Jehovah: He aquí, yo voy a entregar esta ciudad en mano de los caldeos y en mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia; y él la tomará.

Vendrán los caldeos que combaten contra esta ciudad, le prenderán fuego y la incendiarán; asimismo, a las casas sobre cuyas azoteas quemaban incienso a Baal y derramaban libaciones a otros dioses, provocándome a ira.

Porque los hijos de Israel y los hijos de Judá no han hecho desde su juventud sino lo malo ante mis ojos. Porque los hijos de Israel no han hecho más que provocarme a ira con la obra de sus manos, dice Jehovah.

Porque esta ciudad me ha provocado a ira e indignación desde el día en que la edificaron y hasta el día de hoy, de manera que la quitaré de mi presencia,

por toda la maldad que los hijos de Israel y los hijos de Judá han hecho, provocándome a ira: ellos, sus reyes, sus magistrados, sus sacerdotes, sus profetas, los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén.

Ellos me dieron la espalda y no la cara. Y a pesar de que les he enseñado persistentemente, no han escuchado para recibir corrección.

Más bien, han puesto sus ídolos abominables en el templo que es llamado por mi nombre, contaminándolo.

Han edificado lugares altos a Baal, que están en el valle de Ben-hinom, para hacer pasar por fuego a sus hijos y a sus hijas a Moloc; lo cual no les mandé ni me vino a la mente que hiciesen esta abominación, para hacer pecar a Judá.”

Ahora pues, así ha dicho Jehovah Dios de Israel: “Con todo, en cuanto a esta ciudad de la cual decís: En mano del rey de Babilonia será entregada por la espada, por el hambre y por la peste,

he aquí que yo los reuniré de todos los países a los cuales los he expulsado en mi furor, con mi ira y con gran indignación. Los haré volver a este lugar y les haré habitar seguros.

Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios.

Les daré un solo corazón y un solo camino, a fin de que me teman perpetuamente, para su propio bien y para el bien de sus hijos después de ellos.

Haré con ellos un pacto eterno; no desistiré de hacerles bien. Pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí.

Me regocijaré por causa de ellos al hacerles el bien. Los plantaré en esta tierra con verdad, con todo mi corazón y con toda mi alma.”

Porque así ha dicho Jehovah: “Así como traje sobre este pueblo todo este gran mal, así traeré sobre ellos todo el bien que hablo acerca de ellos.

Y se comprarán campos en esta tierra de la cual vosotros decís: Está desolada, sin hombres y sin animales, y es entregada en mano de los caldeos.

Comprarán campos por dinero; harán documentos, los sellarán y llamarán testigos, en tierra de Benjamín, en los alrededores de Jerusalén y en las ciudades de Judá, en las ciudades de la región montañosa, en las ciudades de la Sefela y en las ciudades del Néguev, porque yo les restauraré de su cautividad,” dice Jehovah.

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