Antiguo Testamento

Jehová y la apostasía de Israel

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Jehová y la apostasía de Israel (24:2:1 - 24:3:5)

Vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Vé, proclama a los oídos de Jerusalén y diles que así ha dicho Jehovah: Me acuerdo de ti, de la lealtad de tu juventud, del amor de tu noviazgo, cuando andabas en pos de mí en el desierto, en una tierra no sembrada.

Santo era Israel para Jehovah, primicia de su cosecha. Todos los que le devoraban eran culpables, y el mal recaía sobre ellos, dice Jehovah.”

¡Oíd la palabra de Jehovah, oh casa de Jacob y todas las familias de la casa de Israel!

Así ha dicho Jehovah: “¿Qué maldad hallaron en mí vuestros padres, para que se hayan alejado de mí y se hayan ido tras la vanidad, haciéndose vanos ellos mismos?

No dijeron: ¿Dónde está Jehovah, que nos hizo subir de la tierra de Egipto y nos condujo por el desierto, por una tierra árida y de hoyos, por una tierra reseca y de densa oscuridad, por una tierra por la cual ningún hombre ha pasado, ni habitó allí hombre alguno?

Yo os introduje en una tierra fértil, para que comierais de su fruto y de lo bueno de ella. Pero cuando entrasteis, contaminasteis mi tierra y convertisteis mi heredad en abominación.

Los sacerdotes no dijeron: ¿Dónde está Jehovah? Los que se ocupaban de la ley no me conocieron. Los pastores se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaron en nombre de Baal y anduvieron tras lo que no aprovecha.

Por tanto, dice Jehovah, aún contenderé contra vosotros; contra los hijos de vuestros hijos contenderé.

Pasad a las costas de Quitim y observad. Enviad a Quedar y considerad cuidadosamente. Ved si acaso se ha hecho algo semejante a esto.

¿Acaso alguna nación ha cambiado sus dioses, a pesar de que ellos no son dioses? Sin embargo, mi pueblo ha cambiado su gloria por lo que no aprovecha.

“¡Espantaos, oh cielos, y horrorizaos por esto! Temblad en gran manera, dice Jehovah.

Porque dos males ha hecho mi pueblo: Me han abandonado a mí, que soy fuente de aguas vivas, y han cavado para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen el agua.

“¿Acaso es Israel un esclavo, o uno nacido en casa? ¿Por qué ha llegado a ser una presa?

Los leones rugieron contra él, emitieron su voz e hicieron de su tierra una desolación. Sus ciudades están devastadas y sin habitantes.

Aun los hijos de Menfis y de Tafnes te rompieron el cráneo.

¿No te ha sobrevenido esto porque abandonaste a Jehovah tu Dios cuando él te conducía por el camino?

Ahora pues, ¿qué tienes tú que ver con el camino de Egipto, para que bebas las aguas del Nilo? ¿Y qué tienes que ver con el camino de Asiria, para que bebas las aguas del Río?”

El Señor Jehovah de los Ejércitos dice: “Tu maldad te castigará, y tu apostasía te condenará. Reconoce, pues, y ve cuán malo y amargo es el haber abandonado a Jehovah tu Dios y el no haberme temido.

Porque desde hace mucho quebraste tu yugo y rompiste tus coyundas. Dijiste: ¡No serviré! Ciertamente sobre toda colina alta y debajo de todo árbol frondoso te echabas tú, oh prostituta.

Yo te planté como una vid escogida, como una simiente del todo verdadera. ¿Cómo, pues, te me has convertido en una cosa repugnante, en una vid extraña?”

El Señor Jehovah dice: “Aunque te laves con lejía y amontones jabón sobre ti, la mancha de tu pecado permanecerá delante de mí.

¿Cómo puedes decir: No estoy contaminada; nunca anduve tras los Baales? Mira tu proceder en el valle; reconoce lo que has hecho, oh camellita liviana que entrecruza sus caminos.

Eres un asna montés, acostumbrada al desierto, que en el ardor de su deseo olfatea el viento. Estando en su celo, ¿quién la detendrá? Todos los que la busquen no tendrán que fatigarse, pues la hallarán en su ardor.

¡Evita que tus pies anden descalzos y que tu garganta tenga sed! Pero dijiste: ¡No, es inútil! Porque amo a los extraños, y tras ellos he de ir.

“Como el ladrón se avergüenza cuando es sorprendido, así se avergonzarán los de la casa de Israel—ellos, sus reyes, sus magistrados, sus sacerdotes y sus profetas—,

los que dicen a un árbol: Tú eres mi padre, y a una piedra: Tú me has dado a luz. “Ciertamente me han dado las espaldas y no la cara, pero en el tiempo de su angustia dicen: ¡Levántate y líbranos!

Pero, ¿dónde están tus dioses que te hiciste? ¡Que se levanten, si te han de librar en el tiempo de tu desgracia! Porque según el número de tus ciudades, oh Judá, han sido tus dioses.

¿Por qué contendéis conmigo? Todos vosotros os habéis rebelado contra mí, dice Jehovah.

En vano he azotado a vuestros hijos; ellos no han recibido corrección. Vuestra espada ha devorado a vuestros profetas como un león destructor.

¡Oh generación, considerad la palabra de Jehovah! ¿Acaso he sido para Israel como un desierto o como una tierra de tinieblas? ¿Por qué ha dicho mi pueblo: Somos libres; nunca más volveremos a ti?

¿Se olvida acaso la virgen de sus joyas, o la novia de su atavío? Sin embargo, mi pueblo se ha olvidado de mí por innumerables días.

“¡Qué bien dispones tus caminos para buscar amor! Ciertamente aun a las malas mujeres enseñaste tus caminos.

Hasta en tus faldas se ha encontrado la sangre de las personas pobres e inocentes. No los hallaste forzando la entrada. Sin embargo, en todo esto

tú dices: Soy inocente; ciertamente él ha apartado su ira de mí. Porque dijiste: No he pecado, he aquí que yo entraré en juicio contra ti.

¡Cuán frívola eres para cambiar tus caminos! También serás avergonzada por Egipto, como fuiste avergonzada por Asiria.

También de allí saldrás con las manos sobre tu cabeza. Porque Jehovah ha desechado los objetos de tu confianza, y no prosperarás con ellos.”

Se dice: “Si alguno despide a su mujer, y ella se va de él y se casa con otro hombre, ¿podrá él después volver a ella? ¿No habrá sido esa tierra del todo profanada? “Tú te has prostituido con muchos amantes; pero, ¡vuelve a mí!, dice Jehovah.

Alza tus ojos a los cerros y mira: ¿En qué lugar no se han acostado contigo? En los caminos te sentabas para ellos, como un árabe en el desierto. Con tus prostituciones y con tu maldad has profanado la tierra.

Por esta causa han sido detenidos los aguaceros, y ha faltado la lluvia tardía. Sin embargo, tuviste el descaro de una prostituta y no quisiste tener vergüenza.

¿Acaso no me llamas ahora: Padre mío, o Tú eres el amigo de mi juventud?

¿Guardará enojo para siempre? ¿Eternamente lo guardará? He aquí que has hablado así, pero has hecho cuantas maldades podías.”

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Jehová exhorta a Israel y a Judá al arrepentimiento

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Jehová exhorta a Israel y a Judá al arrepentimiento (24:3:6 - 24:4:4)

Jehovah me dijo en los días del rey Josías: “¿Has visto lo que ha hecho la apóstata Israel? Ella ha ido a todo monte alto; y bajo todo árbol frondoso, allí se ha prostituido.

Y dije: Después que ella hizo todo esto, volverá a mí. Pero no volvió; y lo vio su hermana, la desleal Judá.

Ella vio que precisamente porque la apóstata Israel había cometido adulterio, yo la había despedido y le había dado carta de divorcio. Pero su hermana, la desleal Judá, no tuvo temor; más bien, fue y se prostituyó ella también.

Y sucedió que a causa de que su prostitución le era liviana, se prostituyó con la piedra y con el árbol, y profanó la tierra.

Con todo esto, su hermana, la desleal Judá, no volvió a mí con todo su corazón, sino con falsedad,” dice Jehovah.

Jehovah me dijo además: “Más justa es el alma de la apóstata Israel que la de la desleal Judá.

Vé y proclama estas palabras hacia el norte. Dirás: Vuelve, oh apóstata Israel, dice Jehovah. No haré caer mi ira sobre vosotros, porque soy misericordioso, dice Jehovah. No guardaré enojo para siempre.

Sólo reconoce tu maldad, porque contra Jehovah tu Dios te has rebelado, has repartido tus favores a los extraños bajo todo árbol frondoso y no has escuchado mi voz, dice Jehovah.

“¡Volveos, oh hijos rebeldes, porque yo soy vuestro señor!, dice Jehovah. Os tomaré, uno por ciudad y dos por familia, y os traeré a Sion.

Os daré pastores según mi corazón, y ellos os pastorearán con conocimiento y discernimiento.

Y acontecerá, dice Jehovah, que cuando os multipliquéis y seáis fecundos en la tierra, en aquellos días, no dirán más: ¡El arca del pacto de Jehovah! No vendrá a la mente, ni se acordarán de ella, ni la echarán de menos, ni la volverán a hacer.

En aquel tiempo a Jerusalén le llamarán Trono de Jehovah. Todas las naciones se congregarán en Jerusalén por causa del nombre de Jehovah, y no andarán más según la dureza de su malvado corazón.

En aquellos tiempos la casa de Judá caminará con la casa de Israel, y vendrán juntas de la tierra del norte a la tierra que hice heredar a vuestros padres.

“Yo decía: ¿Cómo te he de poner entre los hijos y te he de dar la tierra deseable, la heredad más bella de las huestes de las naciones? Y yo mismo decía: Me llamarás Padre Mío y no te apartarás de en pos de mí.

Pero como la mujer que traiciona a su compañero, así me habéis traicionado, oh casa de Israel,” dice Jehovah.

Una voz fue oída en los cerros: Es el llanto de los ruegos de los hijos de Israel, porque han pervertido su camino y se han olvidado de Jehovah su Dios.

—¡Volveos, oh hijos rebeldes, y os sanaré de vuestras rebeliones! —Henos aquí; nosotros venimos a ti, porque tú eres Jehovah nuestro Dios.

Ciertamente para engaño son las colinas y el bullicio en los montes. Ciertamente en Jehovah nuestro Dios está la salvación de Israel.

Lo vergonzoso ha consumido desde nuestra juventud el esfuerzo de nuestros padres: sus ovejas y sus vacas, sus hijos y sus hijas.

Yacemos en nuestra vergüenza, y nuestra desgracia nos cubre; porque nosotros y nuestros padres hemos pecado contra Jehovah nuestro Dios desde nuestra juventud hasta este día. No hemos escuchado la voz de Jehovah nuestro Dios.

—Si has de volver, oh Israel, vuelve a mí, dice Jehovah. Si quitas tus abominaciones de mi presencia, y no divagas;

y si juras con verdad, con derecho y con justicia, diciendo, “¡Vive Jehovah!,” entonces en él serán benditas las naciones, y en él se gloriarán.

Porque así ha dicho Jehovah a los hombres de Judá y de Jerusalén: —Abríos surcos y no sembréis entre espinos.

Circuncidaos para Jehovah; quitad el prepucio de vuestro corazón, oh hombres de Judá y habitantes de Jerusalén. No sea que por la maldad de vuestras obras mi ira salga como fuego y arda, y no haya quien la apague.

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Judá es amenazada de invasión

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Judá es amenazada de invasión (24:4:5 - 24:7:20)

Declarad en Judá y hacedlo oír en Jerusalén, diciendo: “¡Tocad la corneta en el país! Pregonad a plena voz y decid: ¡Reuníos y entremos en las ciudades fortificadas!

¡Alzad bandera hacia Sion; buscad refugio y no os detengáis! Porque yo hago venir del norte calamidad y gran quebrantamiento.

El león sale de su espesura; se ha puesto en marcha el destructor de las naciones. Ha salido de su lugar para convertir tu tierra en desolación. Tus ciudades serán devastadas y dejadas sin habitantes.

Por eso, ceñíos de cilicio. Lamentad y gemid, porque el ardor de la ira de Jehovah no se ha apartado de nosotros.

“Y sucederá en aquel día que desfallecerá el corazón del rey y el corazón de los magistrados, dice Jehovah. Los sacerdotes se quedarán horrorizados, y los profetas quedarán atónitos.”

Entonces dije: “¡Oh Señor Jehovah! De veras has engañado a este pueblo y a Jerusalén, diciendo: Tendréis paz, mientras que la espada penetra hasta el alma.”

En aquel tiempo se dirá a este pueblo y a Jerusalén: “Un viento caliente viene desde los cerros del desierto en dirección de la hija de mi pueblo, pero no para aventar ni para limpiar.

Un viento más fuerte que éstos viene de parte mía. Ahora también yo declararé juicios contra ellos.”

He aquí que subirá como las nubes, y sus carros son como torbellino. Sus caballos son más veloces que las águilas. ¡Ay de nosotros, porque somos devastados!

Lava de maldad tu corazón, oh Jerusalén, para que seas salva. ¿Hasta cuándo dejarás permanecer en medio de ti tus planes de iniquidad?

Porque ya se oye la voz del que trae las noticias desde Dan y del que informa de la calamidad desde la región montañosa de Efraín.

Anunciad a las naciones; he aquí, haced oír en Jerusalén: “Vienen guardias de tierra lejana y alzarán su voz contra las ciudades de Judá.

Como guardias de campo estarán alrededor de ella, porque se rebeló contra mí,” dice Jehovah.

Tu camino y tus transgresiones te han acarreado esto. Esta es tu desgracia. ¡Cuán amargo! Porque llegó hasta tu corazón.

¡Ay, mis entrañas, mis entrañas! Me duelen las paredes de mi corazón. Se conmociona mi corazón dentro de mí. No callaré, oh alma mía, porque lo que has oído es el sonido de la corneta, el pregón de guerra.

Quebranto sigue a quebranto, porque toda la tierra es devastada. ¡De repente son devastadas mis moradas; en un momento, mis tiendas!

¿Hasta cuándo habré de ver la bandera y tendré que oír el sonido de la corneta?

Porque mi pueblo es insensato; no me conocen. Son hijos ignorantes y carentes de entendimiento. Son expertos para hacer el mal, pero no saben hacer el bien.

Miré la tierra, y he aquí que estaba sin orden y vacía. Miré los cielos, y no había en ellos luz.

Miré las montañas, y he aquí que temblaban; todas las colinas se estremecían.

Miré, y he aquí que no había hombre, y todas las aves del cielo habían huido.

Miré, y he aquí que la tierra fértil era un desierto. Todas sus ciudades habían sido devastadas ante la presencia de Jehovah, ante el ardor de su ira.

Porque así ha dicho Jehovah: “Todo el país será desolado, aunque no lo consumiré del todo. tortas a la Reina del Cielo y para derramar libaciones a otros dioses, para ofenderme.

¿Me ofenderán a mí?, dice Jehovah. ¿Acaso no actúan, más bien, para su propia vergüenza?”

Por tanto, así ha dicho el Señor Jehovah: “He aquí que mi furor y mi ira se derraman sobre este lugar, sobre los hombres y sobre los animales, sobre los árboles del campo y sobre los frutos de la tierra. Se encenderá y no se apagará.”

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Castigo de la rebelión de Judá

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Castigo de la rebelión de Judá (24:7:21 - 24:8:17)

Así ha dicho Jehovah de los Ejércitos, Dios de Israel: “Añadid vuestros holocaustos a vuestros sacrificios y comed carne.

Porque el día en que los saqué de la tierra de Egipto, no hablé con vuestros padres ni les mandé acerca de holocaustos y sacrificios.

Más bien, les mandé esto diciendo: Escuchad mi voz; y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo. Andad en todo camino que os he mandado, para que os vaya bien.

Pero no escucharon ni inclinaron su oído, sino que caminaron en la dureza de su malvado corazón, según sus propios planes. Caminaron hacia atrás y no hacia adelante.

Desde el día en que vuestros padres salieron de la tierra de Egipto hasta este día, os envié todos mis siervos los profetas, persistentemente, día tras día.

Pero no me escucharon ni inclinaron su oído; más bien, endurecieron su cerviz y actuaron peor que sus padres.

“Tú, pues, les dirás todas estas palabras, pero no te escucharán; los llamarás, pero no te responderán.

Por tanto, les dirás: Esta es la nación que no escuchó la voz de Jehovah su Dios ni aceptó la corrección. La fidelidad se ha perdido; ha sido eliminada de sus bocas.

“Corta tu cabellera y arrójala. Prorrumpe en lamento sobre los cerros, pues Jehovah ha rechazado y ha abandonado a la generación, objeto de su ira.

Porque los hijos de Judá han hecho lo malo ante mis ojos, dice Jehovah. Han puesto sus ídolos abominables en el templo que es llamado por mi nombre, contaminándolo.

Han edificado los lugares altos del Tófet, que están en el valle de Ben-hinom, para quemar en el fuego a sus hijos y a sus hijas, cosa que no les mandé, ni me vino a la mente.

Por tanto, dice Jehovah, he aquí vendrán días en que no se dirá más Tófet, ni valle de Ben-hinom, sino valle de la Matanza. En el Tófet serán sepultados por no haber más lugar.

Los cadáveres de este pueblo servirán de comida a las aves del cielo y a los animales de la tierra, y no habrá quien los espante.

Haré cesar en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén la voz de gozo y la voz de alegría, la voz del novio y la voz de la novia; porque la tierra será arruinada.”

Jehovah dice: “En aquel tiempo sacarán fuera de los sepulcros los huesos de los reyes de Judá, los huesos de sus magistrados, los huesos de los sacerdotes, los huesos de los profetas y los huesos de los habitantes de Jerusalén.

Los extenderán ante el sol, ante la luna y ante todo el ejército del cielo, a quienes amaron y rindieron culto, a quienes siguieron y consultaron, y ante quienes se postraron. No serán recogidos ni sepultados; quedarán como abono sobre la superficie de la tierra.

Preferible será la muerte que la vida para el resto de los sobrevivientes de esta perversa familia, en todos los lugares a donde yo los arroje, dice Jehovah de los Ejércitos.

“Asimismo, les dirás que así ha dicho Jehovah: ¿No se levantan los que se caen? ¿No vuelve el que es tomado cautivo?

¿Por qué apostata este pueblo, oh Jerusalén, con perenne apostasía? Se aferran al engaño; rehúsan volver.

“Oí atentamente y escuché; no hablan con rectitud. No hay hombre que se arrepienta de su maldad y que diga: ¿Qué he hecho? Cada cual se ha vuelto a su carrera, como caballo que arremete en la batalla.

“Hasta la cigüeña en el cielo conoce sus tiempos determinados; la tórtola, la golondrina y la grulla guardan el tiempo de sus migraciones. Pero mi pueblo no conoce el juicio de Jehovah.

¿Cómo diréis: Nosotros somos sabios, y la ley de Jehovah está con nosotros? Ciertamente he aquí que la pluma engañosa de los escribas la ha convertido en engaño.

Los sabios son avergonzados, se llenan de terror y son tomados prisioneros. He aquí que han rechazado la palabra de Jehovah, ¿y qué clase de sabiduría les queda?

Por tanto, daré a otros sus mujeres, y sus campos a los conquistadores; porque desde el menor hasta el mayor, cada uno persigue las ganancias deshonestas. Desde el profeta hasta el sacerdote, todos obran con engaño

y curan con superficialidad el quebranto de la hija de mi pueblo, diciendo: Paz, paz. ¡Pero no hay paz!

“¿Acaso se han avergonzado de haber hecho abominación? Ciertamente no se han avergonzado, ni han sabido humillarse! Por tanto, caerán entre los que caigan; en el tiempo de su castigo tropezarán, ha dicho Jehovah.

¡De cierto acabaré con ellos!, dice Jehovah. No quedarán uvas en la vid, ni higos en la higuera. Hasta las hojas se marchitarán, y lo que les he dado pasará de ellos.”

¿Por qué nos quedamos sentados? Reuníos, y entremos en las ciudades fortificadas y perezcamos allí, porque Jehovah nuestro Dios nos ha hecho perecer. Nos ha hecho beber aguas envenenadas, porque hemos pecado contra Jehovah.

Esperamos paz, y no hay tal bien; tiempo de sanidad, y he aquí, terror.

Desde Dan se ha oído el relincho de sus caballos. Toda la tierra tiembla a causa del relincho de sus corceles. Vienen y devoran la tierra y su plenitud, la ciudad y sus habitantes.

“He aquí que yo envío sobre vosotros serpientes, víboras contra las cuales no habrá encantamiento que valga. Y ellas os morderán,” dice Jehovah.

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Lamento sobre Judá y Jerusalén

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Lamento sobre Judá y Jerusalén (24:8:18 - 24:9:11)

El dolor se sobrepone a mí sin remedio; mi corazón está enfermo.

¡He aquí, la voz del grito de la hija de mi pueblo que viene de lejana tierra! ¿Acaso no está Jehovah en Sion? ¿Acaso no está en ella su Rey? ¿Por qué me han provocado a ira con sus imágenes talladas, con las vanidades del extranjero?

Ha pasado la siega, se ha acabado el verano, ¡y nosotros no hemos sido salvos!

Quebrantado estoy por el quebranto de la hija de mi pueblo. Estoy enlutado; el horror se ha apoderado de mí.

¿Acaso no hay bálsamo en Galaad? ¿Acaso no hay allí médico? ¿Por qué, pues, no hay sanidad para la hija de mi pueblo?

¡Quién me diera que mi cabeza fuese agua y mis ojos manantial de lágrimas, para que llorara día y noche por los muertos de la hija de mi pueblo!

¡Quién me diera una posada de caminantes en medio del desierto, para abandonar a mi pueblo e irme de ellos! Porque todos ellos son unos adúlteros, una asamblea de traidores.

Dispusieron su lengua como arco; se hicieron fuertes en la tierra para el engaño, no para la fidelidad. “Procedieron de mal en mal y no me han conocido, dice Jehovah.

¡Cuídese cada uno de su prójimo! En ningún hermano tenga confianza; porque todo hermano suplanta, y todo prójimo anda calumniando.

Cada uno engaña a su prójimo, y no hablan verdad; enseñan su lengua para hablar mentira. Se han pervertido hasta el cansancio.

Su morada está en medio del engaño. Y a causa del engaño rehúsan conocerme,” dice Jehovah.

Por tanto, así ha dicho Jehovah de los Ejércitos: “He aquí que yo los fundiré y los probaré. Pues, ¿de qué otro modo he de proceder con la hija de mi pueblo?

Flecha asesina es la lengua de ellos; hablan engaño. Con su boca habla de paz a su prójimo, pero dentro de sí pone emboscada.

¿No habré de castigarles por esto?, dice Jehovah. ¿No tomará venganza mi alma de una nación como ésta?”

Prorrumpiré en llanto y lamento por los montes, en canto fúnebre por los pastizales del desierto. Porque han sido devastados hasta no quedar quien pase, ni se escucha el mugido del ganado. Desde las aves del cielo hasta el ganado huirán y se irán.

“Yo convertiré a Jerusalén en montones de piedras y en guarida de chacales. Convertiré las ciudades de Judá en una desolación, sin habitantes.”

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