Antiguo Testamento

Israel no aprende de la disciplina

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Isaías > Israel no aprende de la disciplina (23:42:18 - 23:42:25)

“¡Sordos, oíd; y ciegos, mirad para ver!

¿Quién es ciego, sino mi siervo? ¿Quién es sordo, sino mi mensajero que he enviado? ¿Quién es ciego como el emisario, y ciego como el siervo de Jehovah?

Tú ves muchas cosas, pero no las guardas. Los oídos están abiertos, pero nadie escucha.

Sin embargo, Jehovah se ha complacido en hacer grande y gloriosa la ley, a causa de su justicia.”

Pero éste es un pueblo despojado y saqueado. Todos ellos han sido atrapados en hoyos y están escondidos en cárceles. Han sido objeto de despojo sin que haya quien los libre. Han sido objeto de saqueo sin que haya quien diga: “¡Restituidles!”

¿Quién de entre vosotros oirá esto? ¿Quién atenderá y escuchará con respecto al porvenir?

¿Quién entregó a Jacob al saqueador, y a Israel a los despojadores? ¿Acaso no fue Jehovah, contra quien hemos pecado? Ellos no quisieron andar en sus caminos, ni obedecieron su ley.

Por tanto, Dios derramó sobre él el furor de su ira y la violencia de la guerra. Le prendió fuego en derredor; sin embargo, no entendió. Lo incendió, pero él no lo tuvo en cuenta.

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Jehová es el único Redentor

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Isaías > Jehová es el único Redentor (23:43:1 - 23:43:28)

Pero ahora, así ha dicho Jehovah, el que te creó, oh Jacob; el que te formó, oh Israel: “No temas, porque yo te he redimido. Te he llamado por tu nombre; tú eres mío.

Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y cuando pases por los ríos, no te inundarán. Cuando andes por el fuego, no te quemarás; ni la llama te abrasará.

Porque yo soy Jehovah tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador. A Egipto he entregado por tu rescate; a Etiopía y a Seba he dado por ti.

Puesto que ante mis ojos tú eres de gran estima, y eres honorable, y yo te amo, daré hombres por ti, y pueblos por tu vida.

“No temas, porque yo estoy contigo. Del oriente traeré a tus descendientes, y del occidente te recogeré.

Diré al norte: ¡Entrégamelos! Y al sur: ¡No los retengas! Trae de lejos a mis hijos, y a mis hijas de los confines de la tierra.

A cada uno que es llamado según mi nombre y a quien he creado para mi gloria, yo lo formé. Ciertamente yo lo hice.

“Haz salir a un pueblo que es ciego, aunque tiene ojos, y que es sordo, aunque tiene oídos.

Congréguense a una todas las naciones, y reúnanse todos los pueblos. ¿Quién de ellos hay que nos anuncie esto y que nos haga oír las cosas antiguas? Que se presenten sus testigos, y que se justifiquen; que escuchen, y digan: Es verdad.

“Vosotros sois mis testigos, dice Jehovah; mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y me creáis, a fin de que entendáis que Yo Soy. Antes de mí no fue formado ningún dios, ni lo será después de mí.

Yo, yo Jehovah; fuera de mí no hay quien salve.

Yo anuncié y salvé; yo proclamé, y no algún dios extraño entre vosotros. Vosotros sois mis testigos, y yo soy Dios, dice Jehovah.

Aun antes que hubiera día, Yo Soy, y no hay quien pueda librar de mi mano. Lo que hago, ¿quién lo deshará?”

Así dice Jehovah, vuestro Redentor, el Santo de Israel: “Por vuestra causa enviaré a Babilonia, y haré descender a todos como fugitivos; y aun a los caldeos en sus naves de placer.

Yo soy Jehovah, el Santo vuestro, el Creador de Israel, vuestro Rey.”

Así ha dicho Jehovah—el que abre camino en el mar, y senda en las aguas impetuosas;

el que saca al carro y al caballo y al ejército junto con su poderío, y yacen para no levantarse jamás; son extinguidos y apagados como una mecha—:

“No os acordéis de las cosas pasadas; ni consideréis las cosas antiguas.

He aquí que yo hago una cosa nueva; pronto surgirá. ¿No la conoceréis? Otra vez os haré un camino en el desierto, y ríos en el sequedal.

Los animales del campo me honrarán; también los chacales y las avestruces. Porque daré aguas en el desierto y ríos en el sequedal para dar de beber a mi pueblo escogido.

Este es el pueblo que yo he formado para mí; ellos proclamarán mi alabanza.

“Sin embargo, no me invocaste, oh Jacob; sino que te cansaste de mí, oh Israel.

No me trajiste corderos como tus holocaustos, ni me honraste con tus sacrificios. No te hice servir con ofrendas, ni te fatigué con incienso.

No compraste para mí caña aromática por dinero, ni me saciaste con el sebo de tus sacrificios. Más bien, me abrumaste con tus pecados; me fatigaste con tus iniquidades.

“Yo soy, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí, y no me acordaré más de tus pecados.

Házmelo recordar; entremos juntos a juicio. Habla tú para justificarte.

Tu primer padre pecó, y tus mediadores también han transgredido contra mí.

Por tanto, yo profané a los principales del santuario, y entregué a Jacob como anatema, y como oprobio a Israel.

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Jehová es el único Dios

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Isaías > Jehová es el único Dios (23:44:1 - 23:44:8)

“Y ahora escucha, oh Jacob, siervo mío; y tú, oh Israel, a quien yo escogí.

Así ha dicho Jehovah, tu Hacedor, el que te formó desde el vientre y el que te ayudará: No temas, oh siervo mío Jacob; y tú, oh Jesurún, a quien yo escogí.

Porque yo derramaré aguas sobre el suelo sediento, y torrentes sobre la tierra seca. Derramaré mi Espíritu sobre tus descendientes, y mi bendición sobre tus vástagos.

Brotarán como entre la hierba, como los sauces junto a las corrientes de las aguas.

Este dirá: Yo soy de Jehovah, ése será llamado por el nombre de Jacob, y aquél escribirá sobre su mano: De Jehovah, y será llamado con el nombre de Israel.”

Así ha dicho Jehovah, Rey de Israel, y su Redentor, Jehovah de los Ejércitos: “Yo soy el primero y yo soy el último, y fuera de mí no hay Dios.

¿Quién es como yo? ¡Que lo proclame! Que declare y relate delante de mí las cosas que han sucedido desde que establecí al pueblo antiguo, y declaren las cosas por venir. Sí, ¡declárenlas!

“No temáis, ni tengáis miedo. ¿No te lo hice oír y te lo dije desde antaño? Y vosotros sois mis testigos. ¿Hay Dios aparte de mí? No, no hay otra Roca; no conozco ninguna.”

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La insensatez de la idolatría

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Isaías > La insensatez de la idolatría (23:44:9 - 23:44:20)

Los que dan forma a las imágenes talladas, todos son sólo vanidad; lo más precioso de ellos no sirve para nada. Y en cuanto a sus testigos, ellos mismos no ven ni conocen, para su propia vergüenza.

¿Quién forma un dios o funde una imagen que para nada aprovecha?

He aquí que todos sus compañeros serán avergonzados, porque los mismos escultores sólo son hombres. Que se reúnan todos y se pongan de pie; que teman y sean avergonzados a una.

El herrero toma una herramienta y trabaja sobre las brasas. Le da forma con el martillo y trabaja con la fuerza de su brazo. Luego tiene hambre, y le faltan las fuerzas; no bebe agua, y desfallece.

El carpintero tiende la regla, hace el trazo con un marcador, labra con la gubia, traza con el compás y le da forma de hombre y de belleza humana, para colocarlo en una casa.

Corta cedros para sí; escoge una conífera o un roble y lo deja crecer entre los árboles del bosque. Planta un pino, y la lluvia lo hace crecer.

Luego se sirve de ellos para hacer fuego. Toma uno y con él se calienta; prende fuego y cuece pan. Hace, además, un dios, y lo adora; hace un ídolo y se postra ante él.

Quema parte del leño en el fuego y sobre él prepara carne asada, come y se sacia. Luego se calienta y dice: “¡Ah! Me caliento mientras contemplo el fuego.”

Después, lo que sobra lo transforma en la imagen tallada de un dios. Se postra ante él y lo adora, y le ruega diciendo: “¡Líbrame, porque tú eres mi dios!”

No conocen ni entienden; porque sus ojos están tapados para no ver; también su corazón, para no comprender.

Nadie reflexiona; nadie tiene conocimiento ni entendimiento para decir: “Parte de esto quemé en el fuego y sobre sus brasas cocí pan, asé carne y comí. ¿He de convertir en una abominación lo que sobra de él? ¿Me he de postrar ante un tronco de árbol?”

Se alimenta de ceniza; su corazón engañado le desvía. No libra su alma ni dice: “¿Acaso no es una mentira lo que tengo en mi mano derecha?”

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Jehová es el Redentor de Israel

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Isaías > Jehová es el Redentor de Israel (23:44:21 - 23:44:28)

“Acuérdate de estas cosas, oh Jacob; y tú, oh Israel, porque eres mi siervo. Yo te formé; tú eres mi siervo. Oh Israel, no me olvides.

He borrado como niebla tus rebeliones, y como nube tus pecados. Vuelve a mí, porque yo te he redimido.”

Cantad loores, oh cielos, porque Jehovah lo ha hecho. Gritad con júbilo, oh profundidades de la tierra. Prorrumpid en cántico, oh montañas, el bosque y todos sus árboles. Porque Jehovah ha redimido a Jacob y será glorificado en Israel.

Así ha dicho Jehovah, tu Redentor; el que te formó desde el vientre: “Yo, Jehovah, hago todas las cosas. Yo solo despliego los cielos y extiendo la tierra, sin la ayuda de nadie.

Soy quien deshace las señales de los adivinos y enloquece a los magos. Soy quien hace volver atrás a los sabios y convierte en necedad su erudición.

Soy quien confirma la palabra de su siervo y cumple el plan de sus mensajeros. Soy quien dice a Jerusalén: Serás habitada; y a las ciudades de Judá: Seréis reedificadas; yo levantaré sus ruinas.

Soy quien dice a las profundidades del mar: ¡Séquense! y Yo secaré tus ríos.

Soy quien dice de Ciro: El es mi pastor. El cumplirá todo mi deseo al decir de Jerusalén: Sea edificada, y del templo: Sean puestos tus cimientos.

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