Antiguo Testamento

Exhortación a la obediencia

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Proverbios > Exhortación a la obediencia (20:3:1 - 20:3:35)

Hijo mío, no te olvides de mi instrucción, y guarde tu corazón mis mandamientos;

porque abundancia de días y años de vida y bienestar te aumentarán.

No se aparten de ti la misericordia y la verdad; átalas a tu cuello. Escríbelas en las tablas de tu corazón,

y hallarás gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de los hombres.

Confía en Jehovah con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia inteligencia.

Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus sendas.

No seas sabio en tu propia opinión: Teme a Jehovah y apártate del mal,

porque será medicina para tu carne y refrigerio para tus huesos.

Honra a Jehovah con tus riquezas y con las primicias de todos tus frutos.

Así tus graneros estarán llenos con abundancia, y tus lagares rebosarán de vino nuevo.

No deseches, hijo mío, la disciplina de Jehovah, ni te resientas por su reprensión;

porque Jehovah disciplina al que ama, como el padre al hijo a quien quiere.

Bienaventurado el hombre que halla sabiduría y el que obtiene entendimiento;

porque su provecho es mayor que el de la plata, y su resultado es mejor que el oro fino.

Es más valiosa que las perlas; nada de lo que desees podrá compararse con ella.

Abundancia de días hay en su mano derecha; y en su izquierda, riquezas y honra.

Sus caminos son caminos agradables, y en todas sus sendas hay paz.

Es árbol de vida a los que de ella echan mano; bienaventurados los que la retienen.

Jehovah fundó la tierra con sabiduría; afirmó los cielos con entendimiento.

Con su conocimiento fueron divididos los océanos, y los cielos destilan rocío.

Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos; guarda la iniciativa y la prudencia,

y serán vida para tu alma y gracia para tu cuello.

Entonces andarás confiadamente por tu camino, y tu pie no tropezará.

Cuando te acuestes, no tendrás temor; más bien, te acostarás, y tu sueño será dulce.

No tendrás temor del espanto repentino, ni de la ruina de los impíos, cuando llegue,

porque Jehovah será tu confianza y él guardará tu pie de caer en la trampa.

No niegues un bien a quien es debido, teniendo poder para hacerlo.

No digas a tu prójimo: “Anda y vuelve; mañana te lo daré,” cuando tienes contigo qué darle.

No trames mal contra tu prójimo, estando él confiado en ti.

No pleitees con alguno sin razón, si es que no te ha hecho agravio.

No envidies al hombre violento, ni escojas ninguno de sus caminos;

porque Jehovah abomina al perverso, pero su íntima comunión es con los rectos.

La maldición de Jehovah está en la casa del impío, pero él bendice la morada de los justos.

Ciertamente él se burlará de los que se burlan, pero a los humildes concederá gracia.

Los sabios poseerán honra, pero los necios cargarán con la afrenta.

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Beneficios de la sabiduría

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Proverbios > Beneficios de la sabiduría (20:4:1 - 20:4:27)

Oíd, hijos, la enseñanza de un padre; estad atentos para adquirir entendimiento.

No abandonéis mi instrucción, porque yo os doy buena enseñanza.

Pues yo también fui hijo de mi padre, tierno y singular delante de mi madre.

Y él me enseñaba y me decía: “Retenga tu corazón mis palabras; guarda mis mandamientos y vivirás.”

¡Adquiere sabiduría! ¡Adquiere entendimiento! No te olvides ni te apartes de los dichos de mi boca.

No la abandones, y ella te guardará; ámala, y te preservará.

¡Sabiduría ante todo! ¡Adquiere sabiduría! Y antes que toda posesión, adquiere entendimiento.

Apréciala, y ella te levantará; y cuando la hayas abrazado, te honrará.

Diadema de gracia dará a tu cabeza; corona de hermosura te otorgará.

Escucha, hijo mío, y recibe mis dichos, y se te multiplicarán años de vida.

En el camino de la sabiduría te he instruido, y por sendas de rectitud te he hecho andar.

Cuando camines, tus pasos no hallarán impedimento; y si corres, no tropezarás.

Aférrate a la disciplina y no la sueltes; consérvala, porque ella es tu vida.

No entres en el sendero de los impíos, ni pongas tu pie en el camino de los malos.

Evítalo; no pases por él. Apártate de él; pasa de largo.

Porque ellos no duermen si no han hecho mal; pierden el sueño si no han hecho caer a alguno.

Pues comen pan de impiedad, y beben vino de violencia.

Pero la senda de los justos es como la luz de la aurora que va en aumento hasta que es pleno día.

El camino de los impíos es como la oscuridad; no saben en qué tropiezan.

Hijo mío, pon atención a mis palabras; inclina tu oído a mis dichos.

No se aparten de tus ojos; guárdalos en medio de tu corazón.

Porque ellos son vida a los que los hallan, y medicina para todo su cuerpo.

Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él emana la vida.

Aparta de ti la perversidad de la boca, y aleja de ti la falsedad de los labios.

Miren tus ojos lo que es recto, y diríjase tu vista a lo que está frente a ti.

Considera la senda de tus pies, y todos tus caminos sean correctos.

No te apartes ni a la izquierda ni a la derecha; aparta tu pie del mal.

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Amonestación contra la impureza

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Proverbios > Amonestación contra la impureza (20:5:1 - 20:5:23)

Hijo mío, pon atención a mi sabiduría, y a mi entendimiento inclina tu oído;

para que guardes la sana iniciativa, y tus labios conserven el conocimiento.

Los labios de la mujer extraña gotean miel, y su paladar es más suave que el aceite;

pero su fin es amargo como el ajenjo, agudo como una espada de dos filos.

Sus pies descienden a la muerte; sus pasos se precipitan al Seol.

No considera el camino de la vida; sus sendas son inestables, y ella no se da cuenta.

Ahora pues, hijos, oídme y no os apartéis de los dichos de mi boca.

Aleja de ella tu camino y no te acerques a la puerta de su casa,

no sea que des a otros tu honor y tus años a alguien que es cruel;

no sea que los extraños se sacien con tus fuerzas, y los frutos de tu trabajo vayan a dar a la casa de un desconocido.

Entonces gemirás al final de tu vida, cuando tu cuerpo y tu carne se hayan consumido.

Y dirás: “¡Cómo aborrecí la disciplina, y mi corazón menospreció la reprensión!

No escuché la voz de mis maestros, y a los que me enseñaban no incliné mi oído.

Casi en todo mal he estado, en medio de la sociedad y de la congregación.”

Bebe el agua de tu propia cisterna y de los raudales de tu propio pozo.

¿Se han de derramar afuera tus manantiales, tus corrientes de aguas por las calles?

¡Que sean para ti solo y no para los extraños contigo!

Sea bendito tu manantial, y alégrate con la mujer de tu juventud,

como una preciosa cierva o una graciosa gacela. Sus pechos te satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre.

¿Por qué, hijo mío, andarás apasionado por una mujer ajena y abrazarás el seno de una extraña?

Los caminos del hombre están ante los ojos de Jehovah, y él considera todas sus sendas.

Sus propias maldades apresarán al impío, y será atrapado en las cuerdas de su propio pecado.

El morirá por falta de disciplina. y a causa de su gran insensatez se echará a perder.

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Amonestación contra la pereza y la falsedad

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Proverbios > Amonestación contra la pereza y la falsedad (20:6:1 - 20:6:35)

Hijo mío, si diste fianza por tu prójimo y estrechaste la mano con un extraño,

te has enredado con tus palabras, y has quedado atrapado con los dichos de tu boca.

Ahora pues, haz esto, hijo mío, para quedar libre, ya que has caído en las manos de tu prójimo: Anda, humíllate, importuna a tu prójimo;

no des sueño a tus ojos ni dejes dormitar tus párpados.

Escapa como el venado de mano del cazador, como ave de mano del que tiende la red.

Vé a la hormiga, oh perezoso; observa sus caminos y sé sabio.

Ella no tiene jefe, ni comisario, ni gobernador;

pero prepara su comida en el verano, y guarda su sustento en el tiempo de la siega.

Perezoso: ¿Hasta cuándo has de estar acostado? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño?

Un poco de dormir, un poco de dormitar y un poco de cruzar las manos para reposar.

Así vendrá tu pobreza como un vagabundo, y tu escasez como un hombre armado.

El hombre depravado, el hombre inicuo, anda en la perversidad de boca,

guiña los ojos, hace señas con sus pies e indica con sus dedos.

Perversidades hay en su corazón; en todo tiempo anda pensando el mal, provocando discordia.

Por eso, su calamidad vendrá de repente; súbitamente será quebrantado, y no habrá remedio.

Seis cosas aborrece Jehovah, y aun siete abomina su alma:

Los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos que derraman sangre inocente,

el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies que se apresuran a correr al mal,

el testigo falso que habla mentiras y el que provoca discordia entre los hermanos.

Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, y no abandones la instrucción de tu madre.

Atalos siempre a tu corazón, y enlázalos en tu cuello.

Te guiarán cuando camines; te guardarán cuando te acuestes, y hablarán contigo cuando te despiertes.

Porque el mandamiento es antorcha, y la instrucción es luz. Y las reprensiones de la disciplina son camino de vida.

Te guardarán de la mala mujer, de la suavidad de lengua de la extraña.

En tu corazón no codicies su hermosura, ni te prenda ella con sus ojos;

porque por una prostituta el hombre es reducido a un bocado de pan, y la mujer ajena caza una vida valiosa.

¿Tomará el hombre fuego en su seno sin que se quemen sus vestidos?

¿Andará el hombre sobre las brasas sin que se le quemen los pies?

Así sucede con el que se enreda con la mujer de su prójimo; no quedará impune ninguno que la toque.

¿Acaso no desprecian al ladrón, aunque robe para saciar su apetito cuando tiene hambre,

y si es sorprendido, pagará siete veces y entregará todo lo que posee en su casa?

Así también el que comete adulterio con una mujer es falto de entendimiento; el que hace tal cosa se destruye a sí mismo.

Heridas e ignominia encontrará, y su afrenta no será borrada;

porque los celos del hombre son su furor, y él no perdonará en el día de la venganza.

No aceptará ninguna restitución; ni consentirá, aunque sea grande tu soborno.

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Las artimañas de la ramera

Imagen Las artimañas de la ramera 1
Enviado por luis

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Proverbios > Las artimañas de la ramera (20:7:1 - 20:7:27)

Hijo mío, guarda mis palabras y atesora mis mandamientos dentro de ti.

Guarda mis mandamientos y vivirás; guarda mi enseñanza como a la niña de tus ojos.

Atalos a tus dedos; escríbelos en la tabla de tu corazón.

Di a la sabiduría: “Tú eres mi hermana,” y a la inteligencia llama: “Mi pariente.”

Te guardará de la mujer ajena, de la extraña que halaga con sus palabras.

Mirando yo por la ventana de mi casa, por entre mi celosía,

vi entre los ingenuos y observé entre los jóvenes a uno falto de entendimiento.

El pasaba por la plaza, cerca de la esquina, y caminaba en dirección a la casa de ella.

Era al anochecer; ya oscurecía. Sucedió en medio de la noche y en la oscuridad.

Y he aquí que una mujer le salió al encuentro con vestido de prostituta y astuta de corazón.

Ella es alborotadora y obstinada; sus pies no pueden estar en casa.

Unas veces está afuera; otras veces por las plazas, acechando por todas las esquinas.

Se prendió de él, lo besó y descaradamente le dijo:

“Sacrificios de paz había prometido, y hoy he pagado mis votos.

Por eso he salido a tu encuentro, a buscarte, y te he encontrado.

He preparado mi cama con colchas; la he tendido con lino de Egipto.

He perfumado mi cama con mirra, áloe y canela.

Ven, saciémonos de caricias hasta la mañana; deleitémonos en amores.

Porque el marido no está en casa; partió para un largo viaje.

Llevó consigo una bolsa de dinero; el día de la luna llena volverá a su casa.”

Lo rindió con su mucha persuasión; lo sedujo con la suavidad de sus labios.

En seguida se va tras ella, como va el buey al matadero, como un cordero al que lo ata; va como un venado,

hasta que una flecha le atraviesa el hígado; como el ave que se apresura a la red, y no sabe que le costará la vida.

Ahora pues, hijos, oídme; prestad atención a los dichos de mi boca.

No se aparte tu corazón tras sus caminos, ni te descarríes por sus sendas.

Porque a muchos ha hecho caer muertos; los que ella ha matado son innumerables.

Su casa está en los caminos del Seol que descienden a las cámaras de la muerte.

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