Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Salmos > La grandeza del Señor y la vanidad de los ídolos. Aleluya. (19:135:1 - 19:135:21)
¡Aleluya! ¡Alabad el nombre de Jehovah! Alabadle, oh siervos de Jehovah,
vosotros que estáis en la casa de Jehovah, en los atrios de la casa de nuestro Dios.
Alabad a Jehovah, porque Jehovah es bueno; cantad salmos a su nombre, porque es agradable.
Porque Jehovah ha escogido a Jacob para sí, a Israel como su especial tesoro.
Porque yo sé que grande es Jehovah; nuestro Señor es más que todos los dioses.
Jehovah ha hecho todo lo que ha querido en los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los océanos.
El hace subir la neblina desde los extremos de la tierra. Hace los relámpagos para la lluvia y saca el viento de sus depósitos.
El es quien hirió a los primogénitos de Egipto, tanto del hombre como del animal.
El envió señales y prodigios en medio de ti, oh Egipto; sobre el faraón y sobre todos sus servidores.
El derrotó a muchas naciones y dio muerte a reyes poderosos:
a Sejón, rey de los amorreos, a Og, rey de Basán, y a todos los reinos de Canaán.
El dio la tierra de ellos en heredad, en heredad a Israel su pueblo.
Oh Jehovah, eterno es tu nombre; tu memoria, oh Jehovah, de generación en generación.
Ciertamente Jehovah juzgará a su pueblo, y tendrá misericordia de sus siervos.
Los ídolos de las naciones son de plata y oro, obra de manos de hombres.
Tienen boca, pero no hablan; tienen ojos, pero no ven;
tienen orejas, pero no oyen; tampoco hay aliento en sus bocas.
Como ellos, son los que los hacen y todos los que en ellos confían.
¡Oh casa de Israel, bendecid a Jehovah! ¡Oh casa de Aarón, bendecid a Jehovah!
¡Oh casa de Leví, bendecid a Jehovah! ¡Los que teméis a Jehovah, bendecid a Jehovah!
¡Bendito sea Jehovah desde Sion! ¡El mora en Jerusalén! ¡Aleluya!