Elifaz acusa a Job de gran maldad
Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Job > Elifaz acusa a Job de gran maldad (18:22:1 - 18:22:30)
Entonces intervino Elifaz el temanita y dijo:
—¿Puede el hombre fuerte traer provecho a Dios? ¿Puede el hombre inteligente serle de provecho?
¿Le deleita al Todopoderoso el que tú seas justo? ¿Gana algo con que tú hagas perfectos tus caminos?
¿Es por tu piedad que él te reprende o acude contigo a juicio?
¿Acaso no será grande tu maldad, y sin fin tus iniquidades?
Sin razón, tomabas prenda de tus hermanos, y despojabas de sus ropas a los desnudos.
No dabas de beber agua al cansado, y al hambriento le privabas de pan.
Como un hombre poderoso a quien le pertenece la tierra y un enaltecido que habita en ella,
despedías a las viudas con las manos vacías y quebrantabas los brazos de los huérfanos.
Por eso hay trampas alrededor de ti, y te turba el terror repentino,
o las tinieblas, de modo que no veas y te cubra la abundancia de aguas.
¿Acaso no está Dios en lo alto de los cielos? ¡Observa la totalidad de las estrellas! ¡Cuán altas están!
Sin embargo, tú dices: “¿Qué sabe Dios? ¿Podrá juzgar a través de la densa oscuridad?
Las nubes le son un velo, y no puede ver, mientras se pasea por la bóveda del cielo.”
¿Persistirás tú en el viejo camino que han transitado los hombres inicuos,
los cuales fueron arrebatados antes de tiempo, y cuyos fundamentos fueron arrasados por un río?
Ellos decían a Dios: “Apártate de nosotros.” Y: “¿Qué puede hacernos el Todopoderoso?
Aunque él haya llenado sus casas de bienes, ¡lejos esté de mí el consejo de los impíos!
Los justos lo verán y se gozarán; el inocente se burlará de ellos, diciendo:
“De veras han sido destruidos nuestros adversarios, y el fuego ha devorado lo que quedó de ellos.”
Trata, pues, de llevarte bien con Dios; reconcíliate, y por ello te vendrá prosperidad.
Toma, pues, de su boca la instrucción y pon sus dichos en tu corazón.
Si te vuelves al Todopoderoso, serás edificado. Si alejas de tu morada la maldad,
y pones sobre el polvo el oro, el oro de Ofir, como si fuera piedras del arroyo,
y si el Todopoderoso es tu oro y tu plata más escogida,
entonces te deleitarás en el Todopoderoso y podrás alzar tu cara hacia Dios.
Orarás a él, y él te escuchará; y podrás pagar tus votos.
Decidirás algo, y se te realizará; la luz resplandecerá sobre tus caminos.
Cuando sean abatidos, tú dirás: “Sean enaltecidos.” Y Dios salvará al humilde de ojos.
Librará al inocente; escapará por causa de la limpieza de tus manos.