Antiguo Testamento

Jehú mata a Ocozías

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Reyes > Jehú mata a Ocozías (12:9:27 - 12:9:29)

Al ver esto Ocozías, rey de Judá, huyó por el camino de Bet-hagan, y Jehú lo persiguió diciendo: —¡Matad también a ése! Y le hirieron en el carro en la cuesta de Gur, junto a Ibleam; pero huyó a Meguido, donde murió.

Entonces sus servidores le llevaron a Jerusalén en un carro, y le dieron sepultura con sus padres en su sepulcro en la Ciudad de David.

En el año 11 de Joram hijo de Acab había comenzado a reinar Ocozías sobre Judá.

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Muerte de Jezabel

Imagen Muerte de Jezabel 1

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Reyes > Muerte de Jezabel (12:9:30 - 12:9:37)

Jehú fue después a Jezreel. Y cuando lo oyó Jezabel, se pintó los ojos, arregló su cabello y miró por la ventana.

Cuando Jehú entraba por la puerta de la ciudad, ella dijo: —¿Cómo le va a Zimri, asesino de su señor?

Jehú levantó la cara hacia la ventana y dijo: —¿Quién está conmigo? ¿Quién? Miraron hacia él dos o tres funcionarios,

y él les dijo: —¡Echadla abajo! La echaron, y parte de su sangre salpicó la pared y los caballos, los cuales la atropellaron.

Luego entró, y después que comió y bebió, dijo: —Ocupaos de esa maldita y sepultadla, pues es hija de rey.

Pero cuando fueron para sepultarla, no hallaron de ella más que el cráneo, los pies y las palmas de las manos.

Volvieron y se lo informaron. Y él dijo: —¡Esta es la palabra que Jehovah habló por medio de su siervo Elías el tisbita, diciendo: “En la parcela de Jezreel, los perros comerán la carne de Jezabel;

y el cadáver de Jezabel será como estiércol sobre la superficie del campo en la parcela de Jezreel, de modo que nadie pueda decir: Esta es Jezabel.”

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Jehú extermina la casa de Acab

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Reyes > Jehú extermina la casa de Acab (12:10:1 - 12:10:17)

Acab tenía setenta hijos en Samaria. Y Jehú escribió cartas y las envió a Samaria a los principales de la ciudad, a los ancianos y a los tutores de los hijos de Acab, diciendo:

Ahora, cuando esta carta llegue a vosotros, puesto que tenéis con vosotros a los hijos de vuestro señor, y tenéis con vosotros los carros, los caballos, una ciudad fortificada y las armas,

mirad cuál es el mejor y más apto de los hijos de vuestro señor, y ponedlo en el trono de su padre, y combatid por la casa de vuestro señor.

Pero ellos tuvieron mucho temor y se dijeron: “He aquí que dos reyes no pudieron resistirle; ¿cómo podremos resistir nosotros?”

Entonces el administrador del palacio, el alcalde de la ciudad, los ancianos y los tutores enviaron a decir a Jehú: “Nosotros somos tus siervos y haremos todo lo que nos digas. No pondremos a ninguno como rey; haz lo que te parezca bien.”

Entonces les escribió una segunda carta diciendo: Si estáis de mi parte y obedecéis mi voz, tomad las cabezas de los hijos varones de vuestro señor y venid a mí mañana a estas horas, a Jezreel. Los hijos del rey, setenta hijos varones, estaban allí con los principales de la ciudad que los criaban.

Y sucedió que cuando les llegó la carta, tomaron a los hijos del rey y degollaron a los setenta hijos varones. Luego pusieron sus cabezas en canastas y las enviaron a Jehú, a Jezreel.

Entonces llegó el mensajero y le informó diciendo: —Han traído las cabezas de los hijos del rey. Y él dijo: —Ponedlas en dos montones a la entrada de la puerta de la ciudad, hasta mañana.

Cuando llegó la mañana, Jehú salió, se puso de pie y dijo a todo el pueblo: —Vosotros sois inocentes. He aquí, yo soy el que ha conspirado contra mi señor y lo he matado. Pero, ¿quién ha matado a todos éstos?

Sabed, por tanto, que de la palabra de Jehovah, de lo que ha hablado Jehovah contra la casa de Acab, nada caerá a tierra; y que Jehovah ha hecho lo que había dicho por medio de su siervo Elías.

Así Jehú mató a todos los que habían quedado de la casa de Acab en Jezreel, a todos sus principales, a sus amigos íntimos y a sus sacerdotes, hasta no dejarle ningún sobreviviente.

Jehú partió y se dirigió a Samaria, y en el camino llegó a Bet-equed de los pastores.

Y Jehú encontró allí a los hermanos de Ocozías, rey de Judá, y les preguntó: —¿Quiénes sois vosotros? Ellos respondieron: —Somos hermanos de Ocozías y hemos descendido para saludar a los hijos del rey y a los hijos de la reina madre.

Entonces él dijo: —¡Prendedlos vivos! Y después que los prendieron vivos, degollaron junto al pozo de Bet-equed a cuarenta y dos hombres, sin dejar con vida a ninguno de ellos.

Jehú partió de allí y encontró a Jonadab hijo de Recab, que venía a su encuentro. Y después de saludarle, le preguntó: —¿Es recto tu corazón, como mi corazón es recto con tu corazón? Jonadab respondió: —Sí, lo es. Entonces Jehú dijo: —Si lo es, ¡dame la mano! Y le dio la mano. Luego le hizo subir con él al carro,

y dijo: —Ven conmigo y verás mi celo por Jehovah. Y le hizo subir a su carro.

Entonces, cuando Jehú llegó a Samaria, mató a todos los de Acab que habían quedado allí, hasta exterminarlos, conforme a la palabra que Jehovah había hablado a Elías.

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Jehú extermina el culto de Baal

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Reyes > Jehú extermina el culto de Baal (12:10:18 - 12:10:36)

Entonces Jehú reunió a todo el pueblo y les dijo: —Acab sirvió poco a Baal; Jehú le servirá mucho.

Ahora pues, convocadme a todos los profetas de Baal, a todos sus siervos y a todos sus sacerdotes, sin que falte ni uno; porque voy a ofrecer un gran sacrificio a Baal. Cualquiera que falte no vivirá. Jehú hacía esto con astucia, para destruir a los que rendían culto a Baal.

Entonces dijo Jehú: —¡Consagrad una asamblea festiva para Baal! Y ellos la convocaron.

Entonces Jehú envió mensajeros por todo Israel, y todos los siervos de Baal llegaron, sin que nadie dejase de venir. Y entraron en el templo de Baal, el cual se llenó de extremo a extremo.

Entonces Jehú dijo al que estaba a cargo del vestuario: —Saca vestiduras para todos los siervos de Baal. Y él sacó las vestimentas para ellos.

Luego entró Jehú con Jonadab hijo de Recab en el templo de Baal, y dijo a los siervos de Baal: —Buscad y ved que no haya aquí entre vosotros ninguno de los siervos de Jehovah, sino sólo los siervos de Baal.

Cuando entraron para ofrecer los sacrificios y los holocaustos, Jehú colocó afuera ochenta hombres diciéndoles: —¡Cualquiera que deje escapar a alguno de los hombres que yo he puesto en vuestras manos, su vida responderá por la de él!

Y sucedió que cuando ellos acabaron de hacer el holocausto, Jehú dijo a los de su escolta y a los comandantes: —¡Entrad y matadlos; que no salga ninguno! Los de la escolta y los comandantes los mataron a filo de espada y los echaron fuera. Avanzaron hasta el interior del templo de Baal,

sacaron el árbol ritual del templo de Baal y lo quemaron.

Destrozaron la piedra ritual de Baal, destrozaron el templo y lo convirtieron en letrina hasta el día de hoy.

Así Jehú erradicó a Baal de Israel.

Con todo eso, Jehú no se apartó de los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, quien hizo pecar a Israel. Jehú no se apartó de ir en pos de los becerros de oro que estaban en Betel y en Dan.

Entonces Jehovah dijo a Jehú: —Porque has actuado bien haciendo lo recto ante mis ojos y has hecho a la casa de Acab conforme a todo lo que estaba en mi corazón, tus hijos se sentarán en el trono de Israel hasta la cuarta generación.

Pero Jehú no se cuidó de andar con todo su corazón en la ley de Jehovah Dios de Israel, ni se apartó de los pecados de Jeroboam, quien hizo pecar a Israel.

En aquellos días Jehovah comenzó a reducir a Israel. Hazael los derrotó en todo el territorio de Israel,

desde el Jordán al oriente, en todas las tierras de Galaad, Gad, Rubén y Manasés; y desde Aroer, que está junto al río Arnón, hasta Galaad y Basán.

Los demás hechos de Jehú, todas las cosas que hizo y todo su poderío, ¿no están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?

Jehú reposó con sus padres, y lo sepultaron en Samaria. Y su hijo Joacaz reinó en su lugar.

El tiempo que reinó Jehú sobre Israel en Samaria fue de 28 años.

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Atalía usurpa el trono

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Reyes > Atalía usurpa el trono (12:11:1 - 12:11:21)

Cuando Atalía, madre de Ocozías, vio que su hijo había muerto, se levantó y exterminó a toda la descendencia real.

Pero Josabet, hija del rey Joram y hermana de Ocozías, tomó a Joás hijo de Ocozías, lo sacó a escondidas de entre los hijos del rey a quienes estaban dando muerte, y puso a él y a su nodriza en un dormitorio. Así lo escondió de Atalía, y no fue muerto.

Y estuvo escondido con ella en la casa de Jehovah seis años. Entre tanto, Atalía reinaba en el país.

Al séptimo año, Joyada trajo a los jefes de centenas de los careos y de los de la escolta real, y los llevó con él a la casa de Jehovah. Entonces hizo un convenio con ellos, les hizo prestar juramento en la casa de Jehovah y les mostró al hijo del rey.

Y les mandó diciendo: —Esto es lo que habéis de hacer: Una tercera parte de vosotros, los que entráis de turno el sábado, tendréis la guardia de la casa del rey.

Otra tercera parte estará junto a la puerta Sur, y la otra tercera parte estará en la puerta detrás de la escolta real. Así guardaréis el palacio por turno.

Y dos partes de vosotros, todos los que salís de turno el sábado, tendréis la guardia de la casa de Jehovah junto al rey.

Formaréis un círculo alrededor del rey, cada uno con sus armas en su mano. Cualquiera que se meta en las filas morirá. Estaréis con el rey cuando salga y cuando entre.

Los jefes de centenas hicieron conforme a todo lo que había mandado el sacerdote Joyada. Tomaron cada uno a sus hombres, a los que habían de entrar el sábado y a los que habían de salir el sábado, y fueron al sacerdote Joyada.

El sacerdote dio a los jefes de centenas las lanzas y los escudos que habían sido del rey David, y que estaban en la casa de Jehovah.

Entonces los de la escolta real se apostaron, cada uno con sus armas en su mano, desde el lado sur del templo hasta el lado norte del templo, entre el altar y el templo, alrededor del rey.

Luego Joyada sacó al hijo del rey, le puso la corona y le dio el testimonio; y le proclamaron rey. Lo ungieron y le aplaudieron diciendo: —¡Viva el rey!

Cuando Atalía oyó el bullicio de la escolta y de la gente, se acercó a la gente en la casa de Jehovah.

Y cuando miró, he aquí que el rey estaba de pie junto a la columna, según la costumbre. Los magistrados y los que tocaban las trompetas estaban junto al rey. Todo el pueblo de la tierra se regocijaba y tocaba las trompetas. Entonces Atalía rasgó sus vestidos y gritó: —¡Conspiración! ¡Conspiración!

Luego el sacerdote Joyada dio orden a los jefes de centenas que estaban al mando del ejército, y les dijo: —¡Sacadla de entre las filas; y al que la siga, matadle a espada! Porque el sacerdote había dicho que no la matasen en la casa de Jehovah.

Entonces le echaron mano, y cuando ella llegó a la casa del rey, por el camino de la entrada de los caballos, allí fue muerta.

Joyada hizo un pacto entre Jehovah, el rey y el pueblo, de que serían el pueblo de Jehovah. También hizo pacto entre el rey y el pueblo.

Después todo el pueblo de la tierra entró en el templo de Baal, y lo destruyeron. Rompieron por completo sus altares y sus imágenes, y delante de los altares mataron a Matán, sacerdote de Baal. Luego el sacerdote designó oficiales para la casa de Jehovah.

Después tomó a los jefes de centenas, a los careos, a los de la escolta real y a todo el pueblo de la tierra; e hicieron descender al rey desde la casa de Jehovah. Entraron en la casa del rey por el camino de la puerta de los de la escolta real. Entonces el rey se sentó en el trono real.

Todo el pueblo de la tierra se regocijó, y la ciudad estaba en calma, después que a Atalía le habían dado muerte a espada en la casa del rey.

Joás tenía 7 años cuando comenzó a reinar.

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