Libros Proféticos

Protesta de Habacuc

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Habacuc > Protesta de Habacuc (35:1:12 - 35:1:17)

—¿Acaso no eres tú desde el principio, oh Jehovah, Dios mío y Santo mío? ¡No moriremos! Oh Jehovah, para juicio pusiste a los caldeos; tú, oh Roca, los has establecido para castigar.

Eres demasiado limpio como para mirar el mal; tú no puedes ver el agravio. ¿Por qué, pues, contemplas a los traidores y callas cuando el impío destruye al más justo que él?

Permites que los hombres sean como los peces del mar, como reptiles que no tienen quien los gobierne.

A todos saca con anzuelo; los atrapa en su red y los junta en su malla, por lo cual se alegra y se regocija.

Por eso rinde sacrificios a su red y ofrece incienso a su malla; porque gracias a ellas incrementa su porción y hace suculenta su comida.

Por eso sigue vaciando su red para volver a matar continuamente y sin piedad a las naciones.

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Jehová responde a Habacuc

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Habacuc > Jehová responde a Habacuc (35:2:1 - 35:2:5)

En mi guardia estaré de pie y sobre la fortaleza estaré firme. Vigilaré para ver qué dirá y qué tiene que responder a mi queja.

Entonces Jehovah me respondió diciendo: —Escribe la visión y grábala claramente en tablas, para que corra el que las lea.

Aunque por un tiempo la visión tarde en cumplirse, al fin ella hablará y no defraudará. Aunque tarde, espéralo; pues sin duda vendrá y no tardará.

He aquí, aquel cuya alma no es recta dentro de sí está envanecido, pero el justo por su fe vivirá.

Y aunque el traidor se enriquezca, no prosperará el hombre arrogante. Ensanchará su garganta como el Seol; será como la muerte y no se saciará. Reúne hacia él todas las naciones; congrega hacia él todos los pueblos.

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Ayes contra los injustos

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Habacuc > Ayes contra los injustos (35:2:6 - 35:2:20)

Pero, ¿no han de levantar todos éstos la voz contra él con refranes y sarcasmos? Le dirán: “¡Ay del que multiplica lo que no es suyo! ¿Hasta cuándo ha de amontonar sobre sí las prendas empeñadas?”

¿No se habrán de levantar súbitamente tus acreedores, y se despertarán los que te opriman, y serás para ellos objeto de rapiña?

Porque has despojado a muchas naciones, todos los demás pueblos te despojarán a ti, a causa de la sangre humana y de la violencia hecha a la tierra, a las ciudades y a todos los que habitaban en ellas.

¡Ay del que codicia injusta ganancia para su casa, poniendo en alto su nido para escaparse de mano de la calamidad!

Has tomado consejo vergonzoso para tu casa; has arruinado a muchos pueblos y has corrompido tu vida.

Por eso la piedra clamará desde el muro, y la viga del enmaderado le responderá.

¡Ay del que edifica la ciudad con sangre, y del que establece la aldea con iniquidad!

¿Acaso esto no proviene de Jehovah de los Ejércitos? Los pueblos habrán trabajado para el fuego, y las naciones se habrán fatigado para nada.

Porque la tierra estará llena del conocimiento de la gloria de Jehovah, como las aguas cubren el mar.

¡Ay del que da de beber a su compañero del cáliz de su ira, y lo embriaga para mirar su desnudez!

Te has llenado de deshonra más que de honra; bebe tú también y atúrdete. La copa que está en la mano derecha de Jehovah se volverá contra ti, y la desgracia caerá sobre tu gloria.

Porque sobre ti caerá la violencia hecha al Líbano, y el despojo de las fieras te abatirá, a causa de la sangre humana y de la violencia hecha a la tierra, a las ciudades y a todos los que habitaban en ellas.

¿De qué sirve la escultura que talla el escultor? ¿De qué sirve la imagen de fundición, si es maestra de engaño para que el escultor confíe en su obra, haciendo ídolos mudos?

Ay del que dice al palo: “¡Despiértate!,” y a la piedra muda: “¡Levántate!” ¿Podrá él enseñar? He aquí que está cubierto de oro y de plata; no hay espíritu dentro de él.

Pero Jehovah está en su santo templo: ¡Calle delante de él toda la tierra!

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Oración de Habacuc

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Habacuc > Oración de Habacuc (35:3:1 - 35:3:19)

Oración del profeta Habacuc. Sobre Sigionot.

Oh Jehovah, he oído tu fama; he considerado tu obra, oh Jehovah. ¡Avívala en medio de los tiempos; en medio de los tiempos hazla conocer! En medio de la ira acuérdate de tener misericordia.

Dios viene desde Temán; y el Santo, de los montes de Parán. (Selah) Su esplendor cubre los cielos, y la tierra se llena de su alabanza.

Tiene un resplandor como de luz; rayos brillantes salen de sus manos, y allí se oculta su poderío.

La mortandad va delante de él, y de sus pies salen llamaradas.

Se detiene y hace temblar la tierra; mira y estremece a las naciones. Se desmoronan los montes sempiternos; las antiguas colinas se postran ante él. ¡Sus caminos son eternos!

He visto en aflicción las tiendas de Cusán; temblaban las moradas de la tierra de Madián.

¿Es que te has airado, oh Jehovah, contra los ríos? ¿Se ha encendido contra los ríos tu enojo? ¿Fue dirigida tu ira contra el mar, cuando subiste sobre tus caballos y sobre tus carros de victoria?

Has desnudado completamente tu arco; has provisto en abundancia las flechas de tu palabra. (Selah) Hendiste la tierra con ríos.

Te vieron las montañas y temblaron; pasó la inundación de las aguas. El abismo dio su voz; levantó en alto sus manos.

El sol y la luna se detuvieron en su cenit. Anduvieron a la luz de tus flechas y al resplandor del brillo de tu lanza.

Con ira pisoteaste la tierra; con furor trillaste las naciones.

Saliste para librar a tu pueblo, para salvar a tu ungido. Destrozaste el techo de la casa del impío; desnudaste el cimiento hasta la roca. (Selah)

Horadaste con tus flechas la cabeza de los que me dispersaron, de los que acometieron para dispersarme, de los que se regocijan en devorar encubiertamente al pobre.

Marchaste en el mar con tus caballos, en medio de la espuma de muchas aguas.

Oí, y se estremecieron mis entrañas. Ante esa voz titubearon mis labios; penetró podredumbre en mis huesos, y se estremecieron mis piernas. Gimo por el día de la angustia, cuando suba contra el pueblo el que nos invadirá con sus tropas.

Aunque la higuera no florezca ni en las vides haya fruto, aunque falle el producto del olivo y los campos no produzcan alimento, aunque se acaben las ovejas del redil y no haya vacas en los establos;

con todo, yo me alegraré en Jehovah y me gozaré en el Dios de mi salvación.

¡Jehovah, el Señor, es mi fortaleza! El hará mis pies como de venados y me hará andar sobre las alturas. Al director del coro, con mis instrumentos de cuerda.

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El día de la ira de Jehová

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Sofonías > El día de la ira de Jehová (36:1:1 - 36:1:18)

La palabra de Jehovah que vino a Sofonías hijo de Cusi, hijo de Gemalías, hijo de Amarías, hijo de Ezequías, en los días de Josías hijo de Amón, rey de Judá.

“¡Yo acabaré por completo con todas las cosas de la faz de la tierra!, dice Jehovah.

Acabaré con los hombres y con los animales; acabaré con las aves del cielo y con los peces del mar. Haré tropezar a los impíos y eliminaré a los hombres de la faz de la tierra, dice Jehovah.

“Extenderé mi mano contra Judá y contra todos los habitantes de Jerusalén. Eliminaré de este lugar lo que queda del culto de Baal, y el nombre de los sacerdotes idólatras.

Eliminaré también a los que se postran en las azoteas ante el ejército de los cielos; a los que se postran y juran por Jehovah, y al mismo tiempo juran por Moloc.

Eliminaré a los que se apartan de en pos de Jehovah, y a los que no le buscan ni le consultan.”

¡Callad ante la presencia del Señor Jehovah, porque el día de Jehovah está cercano! Jehovah ha preparado un sacrificio y ha escogido a sus invitados.

“Sucederá en el día del sacrificio que hará Jehovah, que castigaré a los principales, a los hijos del rey y a todos los que llevan vestido extranjero.

Asimismo, en aquel día castigaré a todos los que saltan sobre el umbral de las puertas y a los que llenan de violencia y de fraude la casa de su señor.

En aquel día habrá voz de clamor en la puerta del Pescado, gemido en el Segundo Barrio y grande quebranto en las colinas, dice Jehovah.

Gemid, los que vivís en el mercado de Mactes, porque todo el pueblo de los mercaderes será destruido; todos los que están cargados de plata serán exterminados.

“Sucederá en aquel tiempo que yo escudriñaré a Jerusalén con lámpara, y castigaré a los hombres que se quedan inmóviles sobre la hez del vino y que dicen en sus corazones: Jehovah no hará ni bien ni mal.

Por tanto, el patrimonio de ellos será saqueado, y sus casas quedarán desoladas. Edificarán casas, pero no las habitarán; plantarán viñas, pero no beberán el vino de ellas.

“Cercano está el gran día de Jehovah; está cerca y se apresura con rapidez. Veloz es el día de Jehovah; es más ágil que un corredor, y más presuroso que un valiente.

Aquél será día de ira, día de angustia y de aflicción, día de desolación y de devastación, día de tinieblas y de oscuridad, día de nublado y de densa neblina,

día de toque de corneta y de griterío, sobre las ciudades fortificadas y sobre las torres altas.

Yo traeré tribulación sobre los hombres, y andarán como ciegos; porque pecaron contra Jehovah. La sangre de ellos será derramada como polvo, y su carne como excremento.”

Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día de la ira de Jehovah, pues toda la tierra será consumida con el fuego de su celo. Porque de cierto exterminará repentinamente a todos los habitantes de la tierra.

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