Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Ezequiel > Infidelidad de Jerusalén (26:16:1 - 26:16:63)
Entonces vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:
“Oh hijo de hombre, haz conocer sus abominaciones a Jerusalén.
Dile que así ha dicho el Señor Jehovah a Jerusalén: En cuanto a tu origen y a tu nacimiento, eres de la tierra de los cananeos; tu padre fue un amorreo y tu madre una hetea.
Y en cuanto a tu nacimiento, el día en que naciste no fue cortado tu cordón umbilical, ni fuiste lavada con agua por higiene. No fuiste frotada con sal, ni envuelta en pañales.
No hubo ojo que te tuviese lástima, para hacer por ti alguna de estas cosas, teniendo compasión de ti. Al contrario, el día en que naciste, fuiste echada sobre la superficie del campo con repulsión por tu vida.
“Pero pasé junto a ti y te vi revolcándote en tu sangre. Y estando tú en tu sangre, te dije: ¡Vive! Te dije: ¡Sí, vive en tu sangre!
“Te hice crecer como la hierba del campo. Creciste, te desarrollaste y llegaste a la flor de la juventud. Tus pechos se afirmaron, y tu cabello creció; pero estabas desnuda y descubierta.
“Pasé junto a ti y te miré, y he aquí que estabas en tu tiempo de amar. Entonces extendí sobre ti mis alas y cubrí tu desnudez. Te hice juramento y entré en pacto contigo; y fuiste mía, dice el Señor Jehovah.
Te lavé con agua, limpié la sangre que tenías sobre ti y te ungí con aceite.
Te vestí con un vestido de colores variados, y te calcé con sandalias de cuero fino. Te ceñí de lino y te cubrí de seda.
Te adorné con joyas; puse brazaletes en tus manos y un collar en tu cuello.
Puse un zarcillo en tu nariz, aretes en tus orejas y una corona de hermosura sobre tu cabeza.
Fuiste adornada con oro y plata; tu vestido era de lino, de seda y de tela bordada. Comiste harina fina, miel y aceite. Llegaste a ser sumamente bella y alcanzaste la realeza.
Y tu fama se difundió entre las naciones, a causa de tu belleza, que era perfecta por el esplendor que puse en ti, dice el Señor Jehovah.
“Pero confiaste en tu belleza y te prostituiste a causa de tu fama; vertiste tu lujuria sobre todo el que pasaba, fuera quien fuese.
Tomaste algunos de tus vestidos y te hiciste lugares altos de vivos colores, y sobre ellos te prostituiste. ¡Cosa semejante no ha sucedido ni volverá a suceder!
Asimismo, tomaste las bellas joyas de mi oro y de mi plata que yo te había dado, y te hiciste símbolos de varón, y con ellos te prostituías.
Tomaste tus vestidos bordados para cubrirlos, y pusiste ante ellos mi aceite y mi incienso.
También tomaste mi pan que yo te había dado—la harina fina, el aceite y la miel con que yo te alimentaba— y lo pusiste delante de ellos como grato olor, dice el Señor Jehovah.
“Además de esto, tomaste a tus hijos y a tus hijas que me habías dado a luz, y los sacrificaste ante ellos para que fuesen consumidos. ¿Eran poca cosa tus prostituciones?
Pues degollaste a mis hijos y los diste para hacerlos pasar por fuego ante ellos.
En medio de tus abominaciones y de tus prostituciones, no te acordaste de los días de tu juventud, cuando estabas desnuda y descubierta, revolcándote en tu sangre.
Y sucedió que después de toda tu maldad (¡Ay, ay de ti! dice el Señor Jehovah),
construiste plataformas e hiciste lugares altos en todas las plazas.
En cada comienzo de camino construiste lugares altos y convertiste tu hermosura en abominación, ofreciéndote a cuantos pasaban y multiplicando tus prostituciones.
“Te prostituiste con los hijos de Egipto, tus vecinos de grandes carnes; multiplicaste tus prostituciones, provocándome a ira.
Por tanto, he aquí que extendí mi mano contra ti y disminuí tu ración. Te entregué a la voluntad de quienes te aborrecen, las hijas de los filisteos, las cuales se avergüenzan de tu conducta infame.
Y como no te quedaste satisfecha, te prostituiste también con los hijos de Asiria. Te prostituiste con ellos, pero tampoco te quedaste satisfecha.
Igualmente, multiplicaste tus prostituciones con una tierra de mercaderes, con Caldea. Pero tampoco con esto te quedaste satisfecha.
“¡Cuán débil es tu corazón!, dice el Señor Jehovah. Porque has hecho todas estas cosas, obras de una prostituta atrevida,
al edificar tus plataformas en el comienzo de cada camino, y tus altares que hiciste en todas las plazas. No has sido como una prostituta, porque tú despreciaste la paga.
¡Mujer adúltera! ¡En lugar de su marido recibe a los extraños!
A todas las prostitutas les dan obsequios; en cambio, tú diste regalos a todos tus amantes y los sobornaste para que vinieran a ti de todas partes para tus prostituciones.
Cuando te prostituiste, contigo sucedió lo contrario de las otras mujeres. A ti no se te solicitó para la prostitución; y eres diferente, porque diste tú la paga, y no te fue dada la paga a ti.
“Por tanto, oh prostituta, escucha la palabra de Jehovah.
Así ha dicho el Señor Jehovah: Por cuanto han sido vertidos tus recursos, ha sido descubierta tu desnudez en tus prostituciones con tus amantes y con todos tus ídolos abominables, y les has dado la sangre de tus hijos,
por eso, he aquí que voy a reunir a todos tus amantes con quienes tuviste placer. A todos los que amaste y a todos los que aborreciste, los reuniré contra ti de los alrededores. Ante ellos descubriré tu desnudez, y verán toda tu desnudez.
Luego te aplicaré la sentencia de las mujeres adúlteras y de las que derraman sangre. Traeré sobre ti sangre de ira y de celos.
Te entregaré en mano de ellos, y destruirán tus plataformas y derribarán tus altares. Te desnudarán de tus ropas, se llevarán tus hermosas joyas y te dejarán desnuda y descubierta.
Harán subir contra ti una multitud, quienes te arrojarán piedras y con sus espadas te harán pedazos.
Quemarán tus casas con fuego y ejecutarán actos justicieros contra ti, ante los ojos de muchas mujeres. Así haré que dejes de ser una prostituta y que ceses de dar tú la paga.
Haré que sobre ti se asiente mi ira; mi celo se apartará de ti y me calmaré, y no me enojaré más.
Porque no te acordaste de los días de tu juventud y me provocaste a ira con todas estas cosas, yo también haré recaer tu conducta sobre tu propia cabeza, dice el Señor Jehovah. ¿Acaso no has agregado la depravación a todas tus abominaciones?
“He aquí que todo el que suele usar refranes usará este refrán contra ti, diciendo: ¡De tal madre, tal hija!
¡Tú eres hija de tu madre! Ella aborreció a su marido y a sus hijos. Eres hermana de tus hermanas, que aborrecieron a sus maridos y a sus hijos. Vuestra madre fue una hetea, y vuestro padre un amorreo.
Tu hermana mayor es Samaria, la cual con sus hijas habita al norte de ti. Y tu hermana menor es Sodoma, la cual con sus hijas habita al sur de ti.
Pero no sólo anduviste en los caminos de ellas e hiciste sus abominaciones. ¡Como si fuera poca cosa, te corrompiste más que ellas en todos tus caminos!
¡Vivo yo, que tu hermana Sodoma y sus hijas no han hecho como hiciste tú con tus hijas!, dice el Señor Jehovah.
He aquí, ésta fue la iniquidad de tu hermana Sodoma: Orgullo, abundancia de pan y despreocupada tranquilidad tuvieron ella y sus hijas. Pero ella no dio la mano al pobre y al necesitado.
Ellas se enaltecieron e hicieron abominación delante de mí; de modo que cuando las vi, las eliminé.
Samaria no ha cometido ni la mitad de tus pecados, porque tú has hecho muchas más abominaciones que ellas. Por todas tus abominaciones que has cometido, ¡has hecho que tus hermanas parezcan justas!
Tú, también, carga con tu afrenta, pues has hecho que el juicio fuese favorable para tus hermanas; porque los pecados que tú has cometido son más abominables que los de ellas. ¡Ellas son más justas que tú! Avergüénzate, pues, tú también y carga con tu afrenta; pues has hecho que tus hermanas parezcan justas.
“Sin embargo, yo las restauraré de su cautividad: la cautividad de Sodoma y de sus hijas, y la cautividad de Samaria y de sus hijas. Y entre ellas también te restauraré a ti de tu cautividad,
para que cargues con tu afrenta y te avergüences de todo lo que has hecho, sirviéndoles de consuelo.
Tus hermanas, Sodoma y sus hijas, volverán a su estado anterior; y Samaria y sus hijas volverán a su estado anterior. También tú y tus hijas volveréis a vuestro estado anterior.
¿Acaso tu hermana Sodoma no fue un proverbio en tu boca en el día de tu soberbia,
antes que fuese descubierta tu propia maldad? Ahora tú has llegado a ser como ella, una vergüenza para las hijas de Edom y todos los que la rodean, y para las hijas de los filisteos, quienes por todos lados te desprecian.
Cargarás con tu infamia y con tus abominaciones, dice Jehovah.
Porque así ha dicho el Señor Jehovah: Haré contigo como tú hiciste al menospreciar el juramento e invalidar mi pacto.
“Sin embargo, yo me acordaré de mi pacto que hice contigo en los días de tu juventud, y estableceré contigo un pacto eterno.
Entonces te acordarás de tus caminos y te avergonzarás cuando recibas a tus hermanas mayores que tú, y a las menores que tú, las cuales te daré por hijas, pero no a causa del pacto hecho contigo.
Pues yo restableceré mi pacto contigo, y tú sabrás que yo soy Jehovah;
para que te acuerdes y te avergüences, y nunca más abras la boca a causa de tu afrenta cuando yo haga expiación por todo lo que has hecho,” dice el Señor Jehovah.