Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Ezequiel > Profecías contra Egipto (26:29:1 - 26:31:8)
En el día 12 del mes décimo del año 10 vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:
“Oh hijo de hombre, pon tu rostro hacia el faraón, rey de Egipto, y profetiza contra él y contra todo Egipto.
Habla y di que así ha dicho el Señor Jehovah: He aquí yo estoy contra ti, oh faraón, rey de Egipto, gran monstruo que estás tendido en medio de sus canales, y que dices: Míos son los canales del Nilo, pues yo los hice.
“Yo pondré ganchos en tus quijadas, y haré que los peces de los canales se peguen sobre tus escamas. Te sacaré de en medio de tus canales, y todos los peces de tus canales saldrán pegados a tus escamas.
Te arrojaré al desierto, a ti y a todos los peces de tus canales. Caerás sobre la superficie del campo; no serás recogido ni sepultado. Te he dado por comida a los animales de la tierra y a las aves del cielo.
Y sabrán todos los habitantes de Egipto que yo soy Jehovah, por cuanto fuiste como un bastón de caña para la casa de Israel.
Cuando ellos te tomaron con la mano, te quebraste y les rompiste todo el hombro. Cuando se apoyaron sobre ti, te quebraste y les estremeciste todos sus lomos.
Por eso, así ha dicho el Señor Jehovah, he aquí que yo traigo la espada contra ti, y exterminaré en ti a los hombres y a los animales.
La tierra de Egipto será convertida en desolación y ruinas. Y sabrán que yo soy Jehovah. “Por cuanto has dicho: ¡Mío es el Nilo, pues yo lo hice!,
he aquí que por eso yo estoy contra ti y contra tus canales. Convertiré la tierra de Egipto en una ruina completa, una desolación desde Migdol y Asuán hasta la frontera con Etiopía.
No pasará por ella pie de hombre, ni pata de animal pasará por ella. No será habitada durante cuarenta años.
Pues convertiré la tierra de Egipto en una desolación en medio de las tierras desoladas, y sus ciudades estarán arruinadas durante cuarenta años. Dispersaré a los egipcios entre las naciones, y los esparciré por los países.”
Porque así ha dicho el Señor Jehovah: “Al final de los cuarenta años reuniré a los egipcios de entre los pueblos donde habrán sido dispersados,
y restauraré de la cautividad a Egipto. Los haré volver a la tierra de Patros, la tierra de su origen. Allí formarán un reino modesto;
será modesto en comparación con los otros reinos. Nunca más se enaltecerán sobre las naciones; porque los reduciré, para que no se enseñoreen de las naciones.
Nunca más serán objeto de confianza para la casa de Israel, que les haga recordar el pecado de volverse hacia ellos. Y sabrán que yo soy el Señor Jehovah.”
Aconteció en el primer día del mes primero del año 27 que vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:
“Oh hijo de hombre: Nabucodonosor, rey de Babilonia, sometió a su ejército a una labor grande contra Tiro: Toda cabeza fue rapada, y todo hombro despellejado; pero ni para él, ni para su ejército hubo recompensa en Tiro por la labor que realizaron contra ella.
Por eso, así ha dicho el Señor Jehovah, he aquí que yo doy a Nabucodonosor, rey de Babilonia, la tierra de Egipto. El se llevará sus riquezas, tomará botín y la saqueará; y habrá recompensa para su ejército.
Le he dado la tierra de Egipto por el trabajo que realizó en ella, porque lo hizo para mí, dice el Señor Jehovah.
“En aquel día haré surgir el poderío de la casa de Israel, y te permitiré abrir la boca en medio de ellos. Y sabrán que yo soy Jehovah.”
Entonces vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:
“Oh hijo de hombre, profetiza y di que así ha dicho el Señor Jehovah: ¡Lamentad! ¡Ay de aquel día!
Porque cercano está aquel día; cercano está el día de Jehovah. Será día de nublado, la hora de las naciones.
La espada llegará a Egipto, y habrá estremecimiento en Etiopía cuando en Egipto caigan los heridos, y tomen sus riquezas, y sean destruidos sus cimientos.
Etiopía, Libia, Lidia, y toda Arabia, los de Cub y los hijos de la tierra del pacto caerán a espada juntamente con ellos.
Así ha dicho Jehovah: Así caerán los que apoyan a Egipto. Caerá el orgullo de su poderío, desde Migdol hasta Asuán; caerán en ella a espada, dice el Señor Jehovah.
Quedarán desolados en medio de las tierras desoladas, y sus ciudades estarán en medio de las ciudades arruinadas.
Y sabrán que yo soy Jehovah, cuando yo prenda fuego a Egipto, y todos sus ayudadores sean quebrantados.
“En aquel tiempo saldrán de delante de mí mensajeros en naves, para hacer temblar a la confiada Etiopía. Habrá estremecimiento entre ellos, como en el día de Egipto, ¡porque he aquí que viene!
Así ha dicho el Señor Jehovah: Pondré fin a la multitud de Egipto por medio de Nabucodonosor, rey de Babilonia.
El y su pueblo junto con él, los más crueles de las naciones, serán traídos para destruir la tierra. Ellos desenvainarán sus espadas contra Egipto, y llenarán la tierra de muertos.
Convertiré en sequedad los canales, y abandonaré la tierra en mano de malvados. Destruiré la tierra y su plenitud por medio de extranjeros. Yo, Jehovah, he hablado.”
Así ha dicho el Señor Jehovah: “También destruiré los ídolos. Pondré fin a los dioses de Menfis, y ya no habrá príncipe en la tierra de Egipto. Y pondré temor en la tierra de Egipto:
Desolaré a Patros, prenderé fuego a Tanis y ejecutaré actos justicieros en Tebas.
Derramaré mi ira sobre Sin, la fortaleza de Egipto, y exterminaré la multitud de Tebas.
Prenderé fuego a Egipto: Sin tendrá grandes dolores de parto, Tebas será destrozada, y Menfis tendrá continuas angustias.
Los jóvenes de Heliópolis y de Bubastis caerán a espada; ellas irán en cautiverio.
En Tafnes se oscurecerá el día cuando yo rompa allí los yugos de Egipto, y en ella cesará la soberbia de su poderío. Una nube la cubrirá, y sus hijas irán en cautiverio.
Ejecutaré actos justicieros en Egipto. Y sabrán que yo soy Jehovah.”
Aconteció en el séptimo día del mes primero del año 11, que vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:
“Oh hijo de hombre, yo he roto un brazo del faraón, rey de Egipto, y he aquí que no se lo ha vendado poniéndole medicinas, ni se le ha puesto una venda para ser entablillado, a fin de fortalecerle para que pueda sostener la espada.
Por eso, así ha dicho el Señor Jehovah, he aquí que yo estoy contra el faraón, rey de Egipto, y romperé sus brazos, el fuerte y el fracturado; haré que la espada se caiga de su mano.
Dispersaré a los egipcios entre las naciones, y los esparciré por los países.
“Pero fortaleceré los brazos del rey de Babilonia y pondré mi espada en su mano. Romperé los brazos del faraón, y gemirá delante de aquél con gemidos de un herido de muerte.
Fortaleceré, pues, los brazos del rey de Babilonia, mientras que los brazos del faraón decaerán. Y sabrán que yo soy Jehovah, cuando yo ponga mi espada en la mano del rey de Babilonia y él la extienda contra la tierra de Egipto.
Dispersaré a los egipcios entre las naciones, y los esparciré por los países. Y sabrán que yo soy Jehovah.”
Aconteció en el primer día del mes tercero del año 11 que vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:
“Oh hijo de hombre, di al faraón, rey de Egipto, y a su multitud: ¿A quién te has comparado en tu grandeza?
He aquí que consideraré al cedro del Líbano, de ramas hermosas, que ensombrecía al bosque. Era de gran altura, y su copa estaba entre las nubes.
Las aguas lo hicieron crecer; lo enalteció el abismo, que dirigió sus ríos alrededor de su vergel, y envió sus canales a todos los árboles del campo.
Por tanto, superó en altura a todos los árboles del campo, y sus ramas se multiplicaron. A causa de la abundancia de agua, se extendió el ramaje que había echado.
En sus ramas hacían su nido todas las aves del cielo, debajo de su ramaje parían todos los animales del campo, y a su sombra habitaban todas las grandes naciones.
Se hizo hermoso por su grandeza y por la extensión de su follaje, pues su raíz estaba junto a muchas aguas.
En el jardín de Dios los demás cedros no lo igualaban, los cipreses no se le podían comparar en ramaje, ni los castaños tuvieron ramas semejantes a las suyas. Ningún árbol en el jardín de Dios era igual a él en hermosura.