Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > JeremÃas > JeremÃas compra la heredad de Hanameel (24:32:1 - 24:32:44)
La palabra que vino a JeremÃas de parte de Jehovah en el año 10 de SedequÃas, rey de Judá, que fue el año 18 de Nabucodonosor.
En aquel entonces el ejército del rey de Babilonia tenÃa sitiada a Jerusalén. Y el profeta JeremÃas estaba preso en el patio de la guardia que estaba en la casa del rey de Judá,
porque SedequÃas, el rey de Judá, lo habÃa apresado, diciéndole: “¿Por qué profetizas diciendo que asà ha dicho Jehovah: He aquÃ, yo entrego esta ciudad en mano del rey de Babilonia, y él la tomará;
SedequÃas, rey de Judá, no escapará de mano de los caldeos, sino que ciertamente será entregado en mano del rey de Babilonia y hablará con él cara a cara, y sus ojos verán sus ojos;
él hará llevar a SedequÃas a Babilonia y estará allá hasta que yo le visite, dice Jehovah, y aunque combatáis contra los caldeos, no tendréis éxito?”
JeremÃas dijo: Vino a mà la palabra de Jehovah, diciendo:
“He aquà que Hanameel, hijo de tu tÃo Salum, viene a ti para decir: Compra mi campo que está en Anatot, porque tuyo es el derecho de redención para adquirirlo.”
Y vino a mà Hanameel, hijo de mi tÃo, al patio de la guardia, conforme a la palabra de Jehovah, y me dijo: “Compra, por favor, mi campo que está en Anatot, en tierra de BenjamÃn; porque tuyo es el derecho de posesión, y a ti te corresponde la redención. Cómpralo para ti.” Entonces comprendà que habÃa sido palabra de Jehovah;
y compré el campo de Hanameel, hijo de mi tÃo, el cual estaba en Anatot. Le pesé el dinero: 17 siclos de plata.
Luego escribà el documento y lo sellé. Convoqué a los testigos y pesé la plata en la balanza.
Luego tomé el documento de la compra, sellado, con las obligaciones y los términos, y la copia abierta.
Entregué el documento de la compra a Baruc hijo de NerÃas, hijo de MaasÃas, en presencia de Hanameel, hijo de mi tÃo, en presencia de los testigos que habÃan firmado el documento de la compra y en presencia de todos los judÃos que permanecÃan en el patio de la guardia.
Luego mandé a Baruc, en presencia de ellos, diciendo que
asà ha dicho Jehovah de los Ejércitos, Dios de Israel: “Toma estos documentos (el documento de compra sellado y la copia abierta), y ponlos en una vasija de cerámica para que se conserven por mucho tiempo.
Porque asà ha dicho Jehovah de los Ejércitos, Dios de Israel: TodavÃa se comprarán casas, campos y viñas en esta tierra.”
Después que di el documento de compra a Baruc hijo de NerÃas, oré a Jehovah diciendo:
“¡Oh Señor Jehovah! He aquà que tú has hecho el cielo y la tierra con tu gran poder y con tu brazo extendido. Nada hay que sea difÃcil para ti.
Tú haces misericordia a millares, pero retribuyes la maldad de los padres en el seno de sus hijos después de ellos. ¡Oh Dios grande y poderoso, cuyo nombre es Jehovah de los Ejércitos!
Grande eres en designios y magnÃfico en hechos, pues tus ojos están abiertos sobre todos los caminos de los hijos del hombre, para dar a cada uno según sus caminos y según el fruto de sus obras.
Has hecho señales y prodigios en la tierra de Egipto, y hasta este dÃa en Israel y entre todos los hombres. Asà te has hecho de renombre, como en este dÃa.
Sacaste a tu pueblo Israel de la tierra de Egipto, con señales y prodigios, con mano poderosa, con brazo extendido y con gran terror.
Y les diste esta tierra, de la cual juraste a sus padres que se la darÃas: una tierra que fluye leche y miel.
Ellos entraron y tomaron posesión de ella; pero no escucharon tu voz, ni anduvieron en tu ley, ni hicieron nada de lo que les mandaste hacer. Por eso has hecho que les ocurriera todo este mal.
“He aquà que los terraplenes ya han alcanzado hasta la ciudad para tomarla. La ciudad va a ser entregada en mano de los caldeos que combaten contra ella, a causa de la espada, del hambre y de la peste. Ha llegado a suceder lo que dijiste; y he aquÃ, tú lo estás viendo.
Sin embargo, oh Señor Jehovah, aun cuando la ciudad es entregada en mano de los caldeos, tú me dices: Cómprate el campo por dinero y convoca testigos.”
Entonces vino la palabra de Jehovah a JeremÃas, diciendo:
“He aquà que yo soy Jehovah, Dios de todo mortal. ¿Habrá alguna cosa difÃcil para mÃ?
Por tanto, asà ha dicho Jehovah: He aquÃ, yo voy a entregar esta ciudad en mano de los caldeos y en mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia; y él la tomará.
Vendrán los caldeos que combaten contra esta ciudad, le prenderán fuego y la incendiarán; asimismo, a las casas sobre cuyas azoteas quemaban incienso a Baal y derramaban libaciones a otros dioses, provocándome a ira.
Porque los hijos de Israel y los hijos de Judá no han hecho desde su juventud sino lo malo ante mis ojos. Porque los hijos de Israel no han hecho más que provocarme a ira con la obra de sus manos, dice Jehovah.
Porque esta ciudad me ha provocado a ira e indignación desde el dÃa en que la edificaron y hasta el dÃa de hoy, de manera que la quitaré de mi presencia,
por toda la maldad que los hijos de Israel y los hijos de Judá han hecho, provocándome a ira: ellos, sus reyes, sus magistrados, sus sacerdotes, sus profetas, los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén.
Ellos me dieron la espalda y no la cara. Y a pesar de que les he enseñado persistentemente, no han escuchado para recibir corrección.
Más bien, han puesto sus Ãdolos abominables en el templo que es llamado por mi nombre, contaminándolo.
Han edificado lugares altos a Baal, que están en el valle de Ben-hinom, para hacer pasar por fuego a sus hijos y a sus hijas a Moloc; lo cual no les mandé ni me vino a la mente que hiciesen esta abominación, para hacer pecar a Judá.”
Ahora pues, asà ha dicho Jehovah Dios de Israel: “Con todo, en cuanto a esta ciudad de la cual decÃs: En mano del rey de Babilonia será entregada por la espada, por el hambre y por la peste,
he aquà que yo los reuniré de todos los paÃses a los cuales los he expulsado en mi furor, con mi ira y con gran indignación. Los haré volver a este lugar y les haré habitar seguros.
Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios.
Les daré un solo corazón y un solo camino, a fin de que me teman perpetuamente, para su propio bien y para el bien de sus hijos después de ellos.
Haré con ellos un pacto eterno; no desistiré de hacerles bien. Pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mÃ.
Me regocijaré por causa de ellos al hacerles el bien. Los plantaré en esta tierra con verdad, con todo mi corazón y con toda mi alma.”
Porque asà ha dicho Jehovah: “Asà como traje sobre este pueblo todo este gran mal, asà traeré sobre ellos todo el bien que hablo acerca de ellos.
Y se comprarán campos en esta tierra de la cual vosotros decÃs: Está desolada, sin hombres y sin animales, y es entregada en mano de los caldeos.
Comprarán campos por dinero; harán documentos, los sellarán y llamarán testigos, en tierra de BenjamÃn, en los alrededores de Jerusalén y en las ciudades de Judá, en las ciudades de la región montañosa, en las ciudades de la Sefela y en las ciudades del Néguev, porque yo les restauraré de su cautividad,” dice Jehovah.