Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > JeremÃas > Mensaje con motivo de la sequÃa (24:14:1 - 24:14:22)
La palabra de Jehovah que vino a JeremÃas con motivo de la sequÃa:
—Se ha enlutado Judá, y las puertas de sus ciudades están por caer. El pueblo está abrumado en el suelo, y se levanta el clamor de Jerusalén.
Sus nobles envÃan a sus sirvientes por agua; van a las cisternas y no hallan agua. Regresan con los cántaros vacÃos. Son avergonzados y afrentados, y cubren sus cabezas.
Por cuanto el suelo está ardiente, pues no ha habido lluvia en la tierra, los labradores están avergonzados; cubren sus cabezas.
Hasta la gacela en el campo, al parir, abandona su crÃa, porque no hay hierba.
Los asnos monteses se ponen sobre los cerros y aspiran el viento como los chacales. Sus ojos se debilitan, porque no hay hierba.
—Aun cuando nuestras iniquidades testifican contra nosotros, oh Jehovah, actúa por amor de tu nombre. Ciertamente nuestras rebeliones se han multiplicado, y contra ti hemos pecado.
Oh Esperanza de Israel, su Salvador en el tiempo de aflicción, ¿por qué has de ser como forastero en la tierra, y como caminante que levanta su tienda sólo para pasar la noche?
¿Por qué has de ser como un hombre atónito o como un valiente que no puede librar? Sin embargo, tú estás entre nosotros, oh Jehovah, y nosotros somos llamados por tu nombre. ¡No nos desampares!
Asà ha dicho Jehovah a este pueblo: —¡De veras que les gusta vagar, y no detienen sus pies! Por tanto, Jehovah no los acepta. Ahora se acordará de su iniquidad y los castigará por sus pecados.
—Además me dijo Jehovah—: No ores por el bien de este pueblo.
Aunque ayunen, yo no escucharé su clamor; y aunque ofrezcan holocaustos y ofrendas, no los aceptaré. Más bien, los consumiré con espada, con hambre y con peste.
Y yo dije: —¡Oh, Señor Jehovah! He aquà que los profetas les dicen: “No veréis espada, ni os sobrevendrá el hambre; sino que en este lugar os daré verdadera paz.”
Entonces Jehovah me dijo: —Mentira profetizan los profetas en mi nombre. Yo no los he enviado, ni les he mandado ni les he hablado. Os profetizan visión mentirosa, adivinación vana y el engaño de sus propios corazones.
Por tanto, asà ha dicho Jehovah acerca de los profetas que profetizan en mi nombre (a los cuales yo no envié, y quienes dicen: “Ni espada, ni hambre habrá en esta tierra”): Por la espada y por el hambre perecerán tales profetas.
Y el pueblo al cual ellos profetizan será echado en las calles de Jerusalén, a causa del hambre y de la espada. No habrá quien los sepulte, ni a sus mujeres, ni a sus hijos, ni a sus hijas. Asà derramaré sobre ellos su propia maldad.
Tú, pues, les dirás esta palabra: “Derramen lágrimas mis ojos noche y dÃa, y no cesen, porque con gran quebrantamiento, con un golpe muy grave, ha sido quebrantada la virgen hija de mi pueblo.”
—Si salgo al campo, he allà muertos a espada. Si entro en la ciudad, he aquà enfermedades causadas por el hambre. Porque tanto el profeta como el sacerdote han sido arrastrados a una tierra que no conocÃan.
¿Has desechado del todo a Judá? ¿Acaso tu alma abomina a Sion? ¿Por qué nos has herido sin que haya para nosotros sanidad? Esperamos paz, y no hay tal bien; tiempo de sanidad, y he aquÃ, terror.
Reconocemos, oh Jehovah, nuestra impiedad y la iniquidad de nuestros padres; porque contra ti hemos pecado.
Por amor de tu nombre, no nos deseches ni desdeñes el trono de tu gloria. Acuérdate y no invalides tu pacto con nosotros.
¿Hay entre las vanidades de las naciones quienes hagan llover? ¿Acaso los cielos dan lluvia por sà solos? ¿No eres tú, oh Jehovah, nuestro Dios? En ti, pues, pondremos nuestra esperanza, porque tú has hecho todas estas cosas.