Libros Proféticos

Asolamiento de Judá

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Asolamiento de Judá (24:10:17 - 24:10:25)

Recoge del suelo tu equipaje, tú que habitas en un lugar bajo asedio.

Porque así ha dicho Jehovah: “He aquí que esta vez arrojaré con honda a los habitantes del país, y he de afligirlos para que sean avergonzados.”

¡Ay de mí, por mi ruina! Mi herida es incurable. Sin embargo, dije: “Ciertamente ésta es mi enfermedad, y debo sufrirla.”

Mi tienda es destruida, y todas mis cuerdas han sido rotas. Mis hijos se me han ido, y ya no están. Ya no hay nadie que extienda mi morada, ni quien levante mi tienda.

Porque los pastores se han embrutecido y no han buscado a Jehovah. Por eso no prosperaron, y todo su rebaño se ha dispersado.

He aquí que viene un rumor, y gran alboroto de la tierra del norte, para convertir en desolación y en guarida de chacales todas las ciudades de Judá.

Reconozco, oh Jehovah, que el hombre no es señor de su camino, ni el hombre que camina es capaz de afirmar sus pasos.

Corrígeme, oh Jehovah, pero con tu juicio; no con tu furor, para que no me empequeñezcas.

Derrama tu ira sobre las naciones que no te conocen y sobre las familias que no invocan tu nombre. Porque han devorado a Jacob; lo han devorado y consumido, y han desolado su morada.

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El pacto violado

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > El pacto violado (24:11:1 - 24:11:17)

La palabra de Jehovah que vino a Jeremías, diciendo:

—Escuchad las palabras de este pacto y hablad a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén.

Tú les dirás que así ha dicho Jehovah Dios de Israel: “Maldito el hombre que no obedece las palabras de este pacto

que mandé a vuestros padres el día en que los saqué de la tierra de Egipto, del horno de hierro, diciéndoles: Oíd mi voz y haced conforme a todo lo que yo os mando. Así seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios;

para confirmar el juramento que hice a vuestros padres, de darles la tierra que fluye leche y miel, como en este día.” Yo respondí: —Así sea, oh Jehovah.

Entonces Jehovah me dijo: —Proclama todas estas palabras en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, diciendo: “Oíd las palabras de este pacto y ponedlas por obra.

Porque bien advertí a vuestros padres el día en que los hice subir de la tierra de Egipto y hasta el día de hoy, advirtiéndoles persistentemente y diciendo: Escuchad mi voz.

Pero no escucharon ni inclinaron su oído. Más bien, se fueron cada uno tras la porfía de su malvado corazón. Por eso traeré sobre ellos todas las palabras de este pacto que mandé que cumpliesen, pero que no cumplieron.”

Además, Jehovah me dijo: —Se ha hallado conspiración entre los hijos de Judá y entre los habitantes de Jerusalén.

Se han vuelto a las maldades de sus primeros padres, quienes rehusaron escuchar mis palabras; se han ido tras otros dioses para servirles. La casa de Israel y la casa de Judá han invalidado mi pacto que concerté con sus padres.

Por tanto, así ha dicho Jehovah, he aquí que yo traigo sobre ellos un mal del que no podrán escapar. Clamarán a mí, pero no los escucharé.

Las ciudades de Judá y los habitantes de Jerusalén irán y clamarán a los dioses a los cuales queman incienso, pero éstos de ninguna manera los podrán salvar en el tiempo de su calamidad.

Porque según el número de tus ciudades, oh Judá, han sido tus dioses; y según el número de tus calles, oh Jerusalén, habéis puesto altares a la vergüenza, altares para quemar incienso a Baal.

Tú, pues, no ores por este pueblo. No levantes por ellos clamor ni oración, porque yo no escucharé en el tiempo en que clamen a mí, en el tiempo de su calamidad.

¿Qué derecho tiene mi amada en mi casa, después de haber hecho tantas intrigas? ¿Acaso los votos y la carne santa podrán apartar tu mal de sobre ti? ¿Puedes entonces alegrarte?

Jehovah llamó tu nombre: “Olivo verde de hermoso fruto y buen aspecto.” Pero con el estruendo de gran tumulto él le prenderá fuego, y sus ramas quedarán arruinadas.

Jehovah de los Ejércitos, que te plantó, ha decretado el mal contra ti, a causa de la maldad que para sí mismos hicieron los de la casa de Israel y de la casa de Judá, al provocarme a ira quemando incienso a Baal.

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Complot contra Jeremías

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Complot contra Jeremías (24:11:18 - 24:11:23)

Jehovah me lo hizo saber, y lo supe; me hizo ver las obras de ellos.

Pero yo era como un cordero manso que llevan a degollar, pues no entendía que contra mí maquinaban planes diciendo: “Eliminemos el árbol en su vigor. Cortémoslo de la tierra de los vivientes, y nunca más sea recordado su nombre.”

Pero, oh Jehovah de los Ejércitos, que juzgas con justicia y escudriñas la conciencia y el corazón, deja que yo vea tu venganza contra ellos; porque ante ti he expuesto mi causa.

Por tanto, así ha dicho Jehovah acerca de los hombres de Anatot que buscan mi vida y dicen: “No profetices en nombre de Jehovah, para que no mueras por nuestra mano.”

Así ha dicho Jehovah de los Ejércitos: “He aquí que yo los castigaré; los jóvenes morirán a espada, y sus hijos y sus hijas morirán de hambre.

No quedará sobreviviente de ellos, porque yo traeré el mal sobre los hombres de Anatot en el año de su castigo.”

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Queja de Jeremías y respuesta de Dios

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Queja de Jeremías y respuesta de Dios (24:12:1 - 24:12:17)

—Justo eres tú, oh Jehovah, para que yo contienda contigo. Sin embargo, hablaré contigo sobre cuestiones de derecho. ¿Por qué prospera el camino de los impíos? ¿Por qué tienen tranquilidad todos los que hacen traición?

Tú los has plantado, y han echado raíces; crecen y dan fruto. Cercano estás tú de sus bocas, pero lejos de sus conciencias.

Sin embargo, oh Jehovah, tú me conoces. Tú me has visto y has probado cómo es mi corazón para contigo. Sepáralos, como a ovejas destinadas para el matadero; apártalos para el día de la matanza.

¿Hasta cuándo ha de estar de duelo la tierra, y se secará la hierba de todo campo? Por la maldad de los que habitan en ella han perecido los animales y las aves; porque dijeron: “El no verá nuestro final.”

—Si corriste con los de a pie y te cansaron, ¿cómo competirás con los caballos? Y si en tierra de paz te caes al suelo, ¿qué harás en la espesura del Jordán?

Porque aun tus hermanos y la casa de tu padre te han traicionado; aun ellos gritan detrás de ti con fuerte voz. No les creas, aunque te hablen de bondades.

He abandonado mi casa, he desamparado mi heredad, he entregado lo que amaba mi alma en mano de sus enemigos.

Mi heredad llegó a ser para mí como el león en el bosque. Contra mí levantó su voz; por tanto, la aborrecí.

¿Es para mí mi heredad como una ave de rapiña pintada, contra la cual están alrededor otras aves de rapiña? Id, reunid a todos los animales del campo; sean traídos para que la devoren.

Muchos pastores han arruinado mi viña y han pisoteado mi heredad. Han convertido mi preciosa heredad en un desierto desolado.

La han convertido en una desolación. Por mí está de duelo, desolada; toda la tierra ha sido desolada, porque nadie lo toma a pecho.

Sobre todos los cerros del desierto han venido los destructores, porque la espada de Jehovah devora desde un extremo de la tierra hasta el otro. No hay paz para ningún mortal.

Sembraron trigo y segaron espinas. Están exhaustos, pero de nada les aprovecha. Se avergonzarán de sus cosechas, a causa del ardor de la ira de Jehovah.

Así ha dicho Jehovah: —Con respecto a todos mis malos vecinos que atacan la heredad que hice poseer a mi pueblo Israel, he aquí que yo los arrancaré de su tierra. También arrancaré de en medio de ellos a la casa de Judá.

Pero sucederá que después que los haya arrancado, volveré a tener misericordia de ellos y los haré volver cada uno a su heredad, y cada cual a su tierra.

Y sucederá que si con diligencia aprenden los caminos de mi pueblo para jurar en mi nombre, diciendo: “¡Vive Jehovah!” (tal como enseñaron a mi pueblo a jurar por Baal), entonces ellos serán edificados en medio de mi pueblo.

Pero si no escuchan, yo arrancaré a tal nación. La arrancaré y la destruiré, dice Jehovah.

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La señal del cinto podrido

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > La señal del cinto podrido (24:13:1 - 24:13:11)

Así me ha dicho Jehovah: “Vé, compra un cinto de lino, cíñete con él y no lo metas en agua.”

Entonces compré el cinto, conforme a la palabra de Jehovah, y me ceñí con él.

Luego vino a mí la palabra de Jehovah por segunda vez, diciendo:

“Toma el cinto que has comprado y que tienes ceñido. Levántate y vé al Eufrates; escóndelo allí, en la hendidura de una peña.”

Fui, pues, y lo escondí junto al Eufrates, como me había mandado Jehovah.

Y sucedió que después de muchos días Jehovah me dijo: “Levántate, vé al Eufrates y toma de allí el cinto que te mandé que escondieses allá.”

Entonces fui al Eufrates y cavé. Tomé el cinto del lugar donde lo había escondido, y he aquí que el cinto se había podrido, y no servía para nada.

Entonces vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Así ha dicho Jehovah: Así haré que se pudra la soberbia de Judá y la mucha soberbia de Jerusalén.

Este pueblo malo, que rehúsa escuchar mis palabras, que anda en la porfía de su corazón y va tras otros dioses para rendirles culto y para postrarse ante ellos, vendrá a ser como este cinto que no sirve para nada.

Porque como el cinto se adhiere a los lomos del hombre, dice Jehovah, así hice que se adhirieran a mí toda la casa de Israel y toda la casa de Judá, para que me fuesen pueblo y para renombre, alabanza y honra. Pero no escucharon.

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