Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > JeremÃas > El pacto violado (24:11:1 - 24:11:17)
La palabra de Jehovah que vino a JeremÃas, diciendo:
—Escuchad las palabras de este pacto y hablad a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén.
Tú les dirás que asà ha dicho Jehovah Dios de Israel: “Maldito el hombre que no obedece las palabras de este pacto
que mandé a vuestros padres el dÃa en que los saqué de la tierra de Egipto, del horno de hierro, diciéndoles: OÃd mi voz y haced conforme a todo lo que yo os mando. Asà seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios;
para confirmar el juramento que hice a vuestros padres, de darles la tierra que fluye leche y miel, como en este dÃa.” Yo respondÃ: —Asà sea, oh Jehovah.
Entonces Jehovah me dijo: —Proclama todas estas palabras en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, diciendo: “OÃd las palabras de este pacto y ponedlas por obra.
Porque bien advertà a vuestros padres el dÃa en que los hice subir de la tierra de Egipto y hasta el dÃa de hoy, advirtiéndoles persistentemente y diciendo: Escuchad mi voz.
Pero no escucharon ni inclinaron su oÃdo. Más bien, se fueron cada uno tras la porfÃa de su malvado corazón. Por eso traeré sobre ellos todas las palabras de este pacto que mandé que cumpliesen, pero que no cumplieron.”
Además, Jehovah me dijo: —Se ha hallado conspiración entre los hijos de Judá y entre los habitantes de Jerusalén.
Se han vuelto a las maldades de sus primeros padres, quienes rehusaron escuchar mis palabras; se han ido tras otros dioses para servirles. La casa de Israel y la casa de Judá han invalidado mi pacto que concerté con sus padres.
Por tanto, asà ha dicho Jehovah, he aquà que yo traigo sobre ellos un mal del que no podrán escapar. Clamarán a mÃ, pero no los escucharé.
Las ciudades de Judá y los habitantes de Jerusalén irán y clamarán a los dioses a los cuales queman incienso, pero éstos de ninguna manera los podrán salvar en el tiempo de su calamidad.
Porque según el número de tus ciudades, oh Judá, han sido tus dioses; y según el número de tus calles, oh Jerusalén, habéis puesto altares a la vergüenza, altares para quemar incienso a Baal.
Tú, pues, no ores por este pueblo. No levantes por ellos clamor ni oración, porque yo no escucharé en el tiempo en que clamen a mÃ, en el tiempo de su calamidad.
¿Qué derecho tiene mi amada en mi casa, después de haber hecho tantas intrigas? ¿Acaso los votos y la carne santa podrán apartar tu mal de sobre ti? ¿Puedes entonces alegrarte?
Jehovah llamó tu nombre: “Olivo verde de hermoso fruto y buen aspecto.” Pero con el estruendo de gran tumulto él le prenderá fuego, y sus ramas quedarán arruinadas.
Jehovah de los Ejércitos, que te plantó, ha decretado el mal contra ti, a causa de la maldad que para sà mismos hicieron los de la casa de Israel y de la casa de Judá, al provocarme a ira quemando incienso a Baal.