Libros Proféticos

Castigo de los rebeldes

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Isaías > Castigo de los rebeldes (23:65:1 - 23:65:16)

“Yo me dejé buscar por los que no preguntaban por mí; me dejé hallar por los que no me buscaban. A una nación que no invocaba mi nombre dije: ¡Aquí estoy; aquí estoy!

Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde que anda por un camino que no es bueno, tras sus propios pensamientos.

Este es un pueblo que en mi propia cara me provoca a ira continuamente, ofreciendo sacrificios en los jardines y quemando incienso sobre ladrillos.

Moran en los sepulcros y pasan la noche en lugares secretos. Comen carne de cerdo, y en sus ollas hay caldo de cosas contaminadas.

Ellos dicen: Quédate en tu lugar. No te acerques a mí, porque soy más santo que tú. Estos son como humo en mis narices, fuego que arde todo el día.

“He aquí que está escrito delante de mí. No callaré, sino que daré la retribución; sí, les daré su retribución en su propio seno.

Por vuestras iniquidades y por las iniquidades de vuestros padres juntamente, dice Jehovah, quienes quemaron incienso sobre los montes y me afrentaron sobre las colinas, yo les repartiré en su mismo seno la retribución por sus obras del pasado.”

Así ha dicho Jehovah: “Como cuando alguien halla jugo en un racimo de uvas y dice: No lo destruyas, porque en él hay bendición, así procederé yo por causa de mis siervos para no destruirlo del todo.

Sacaré de Jacob descendencia; y de Judá, al heredero de mis montes. Entonces mis escogidos poseerán la tierra como heredad, y mis siervos habitarán allí.

Sarón será transformada en pastizal para ovejas, y el valle de Acor en lugar de reposo para vacas, para mi pueblo que me ha buscado.

“Pero vosotros, los que abandonáis a Jehovah, los que os olvidáis de mi monte santo, los que preparáis mesa para la Fortuna y vertís vino mezclado para el Destino,

yo también os destinaré a la espada, y todos vosotros os arrodillaréis para el degüello. Porque llamé, y no respondisteis; hablé, y no escuchasteis, sino que hicisteis lo malo ante mis ojos y escogisteis lo que a mí no me agrada.”

Por tanto, así ha dicho el Señor Jehovah: “He aquí que mis siervos comerán, pero vosotros tendréis hambre; mis siervos beberán, pero vosotros tendréis sed; mis siervos se alegrarán, pero vosotros seréis avergonzados.

He aquí que mis siervos cantarán por el júbilo del corazón, pero vosotros gritaréis por el dolor del corazón, y gemiréis por el quebrantamiento del espíritu.

Dejaréis vuestro nombre como maldición a mis elegidos. El Señor Jehovah te hará morir, pero a sus siervos llamará con otro nombre.

“Cualquiera que sea bendecido en la tierra será bendecido por el Dios de la verdad, y el que jure en la tierra jurará por el Dios de la verdad. Pues las angustias del pasado habrán sido olvidadas y estarán ya encubiertas a mis ojos.

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Cielos nuevos y tierra nueva

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Isaías > Cielos nuevos y tierra nueva (23:65:17 - 23:65:25)

Porque he aquí que yo creo cielos nuevos y tierra nueva. No habrá más memoria de las cosas primeras, ni vendrán más al pensamiento.

Más bien, gozaos y alegraos para siempre en las cosas que yo he creado. Porque he aquí que yo he creado a Jerusalén para alegría, y a su pueblo para gozo.

Yo me gozaré por Jerusalén y me regocijaré por mi pueblo. Nunca más se oirá en ella la voz del llanto ni la voz del clamor.

No habrá allí más bebés que vivan pocos días, ni viejos que no completen sus días. Porque el más joven morirá a los cien años, y el que no llegue a los cien años será considerado maldito.

Edificarán casas y las habitarán; plantarán viñas y comerán de su fruto.

No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque como la edad de los árboles será la edad de mi pueblo. Mis escogidos disfrutarán plenamente de las obras de sus manos.

No se esforzarán en vano, ni darán a luz hijos para el terror; porque serán linaje bendito de Jehovah, y de igual manera sus descendientes.

Y sucederá que antes que llamen, yo responderé; y mientras estén hablando, yo les escucharé.

“El lobo y el cordero pacerán juntos. El león comerá paja como el buey, y la serpiente se alimentará de polvo. No harán daño ni destruirán en todo mi santo monte,” ha dicho Jehovah.

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Los juicios de Jehová y la futura prosperidad de Sion

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Isaías > Los juicios de Jehová y la futura prosperidad de Sion (23:66:1 - 24:4:31)

Así ha dicho Jehovah: “El cielo es mi trono, y la tierra es el estrado de mis pies. ¿Dónde está esa casa que me edificaréis? ¿Dónde está ese lugar para mi reposo?

Mi mano hizo todas estas cosas; es así como todas estas cosas llegaron a existir, dice Jehovah. Pero a éste miraré con aprobación: al que es humilde y contrito de espíritu, y que tiembla ante mi palabra.

“El que mata un toro es como el que mata a un hombre; el que sacrifica una oveja es como el que desnuca un perro; el que presenta ofrenda vegetal es como el que presenta sangre de cerdo; el que hace una ofrenda memorial de incienso es como si bendijese a un ídolo. Así como ellos escogieron sus propios caminos y sus almas se complacieron en sus abominaciones,

yo también escogeré tratarlos con penurias y traeré sobre ellos lo que temen. Por cuanto llamé, y nadie respondió; hablé, y no escucharon. Más bien, hicieron lo malo ante mis ojos y escogieron lo que no me agrada.”

Escuchad la palabra de Jehovah, vosotros los que tembláis ante su palabra: “Vuestros hermanos, que os aborrecen y os excluyen por causa de mi nombre, han dicho: Jehovah sea glorificado, y veamos vuestra alegría. Pero ellos serán avergonzados.

¡Sonido de tumulto proviene de la ciudad! ¡Sonido que procede del templo! ¡Voz de Jehovah, que da su retribución a sus enemigos!

“¡Antes que estuviese de parto, dio a luz un hijo! ¡Antes que le viniesen los dolores, dio a luz un varón!

¿Quién ha oído cosa semejante? ¿Quién ha visto tales cosas? ¿Podrá nacer un país en un solo día? ¿Nacerá una nación en un instante? Pues en cuanto Sion estuvo de parto, dio a luz sus hijos.

Yo que abro la matriz, ¿no haré dar a luz?, ha dicho Jehovah. Yo que hago nacer, ¿la habré de cerrar?, ha dicho tu Dios.

“Alegraos con Jerusalén, y gozaos con ella, todos los que la amáis. Regocijaos, todos los que estáis de duelo por ella,

para que maméis y os saciéis de los pechos de sus consolaciones, para que chupéis y os deleitéis a seno lleno.”

Porque así ha dicho Jehovah: “He aquí que yo extiendo sobre ella la paz como un río, y la gloria de las naciones como un arroyo que se desborda. Mamaréis y seréis traídos sobre la cadera, y sobre las rodillas seréis acariciados.

Como aquel a quien su madre consuela, así os consolaré yo a vosotros. En Jerusalén seréis consolados.

Vosotros lo veréis, y se alegrará vuestro corazón; vuestros huesos florecerán como la hierba. Se dará a conocer que la mano de Jehovah está con sus siervos, pero su indignación está con sus enemigos.

Porque he aquí que Jehovah vendrá con fuego, y sus carros como torbellino, para descargar su ira con ardor y su reprensión con llamas de fuego.

Porque Jehovah juzgará con fuego; y con espada, a todo mortal. Muchos serán los que morirán a causa de Jehovah.

“Los que se consagran y se purifican para ir a los jardines, siguiendo a uno que está en el centro y comiendo carne de cerdo y de cosas detestables como el ratón, serán aniquilados juntos, dice Jehovah.

Pero yo conozco sus obras y sus pensamientos. Ya llegará el tiempo para reunir a todas las naciones y lenguas; ellas vendrán y verán mi gloria.

Pondré en ellos una señal, y enviaré algunos de los sobrevivientes de ellos a las naciones: a Tarsis, a Fut, a Lidia (donde disparan el arco), a Tubal, a Grecia y a las costas más distantes que no han oído de mi fama ni han visto mi gloria, para que anuncien mi gloria entre las naciones.

Y traerán a todos vuestros hermanos de entre todas las naciones, como ofrenda a Jehovah, a mi santo monte en Jerusalén, tanto en caballos como en carros, en literas, en mulos y en camellos, de la misma manera que los hijos de Israel traen su ofrenda en vasijas limpias a la casa de Jehovah, ha dicho Jehovah.

Y también de entre ellos tomaré para sacerdotes y levitas, ha dicho Jehovah.

Porque como permanecerán delante de mí los cielos nuevos y la tierra nueva que yo haré, así permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre, dice Jehovah.

“Sucederá que de mes en mes y de sábado en sábado vendrá todo mortal para postrarse delante de mí, ha dicho Jehovah.

Entonces saldrán y verán los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra mí; porque su gusano nunca morirá, ni su fuego se apagará. Y serán un horror para todo mortal.”

Por esto se enluta la tierra, y se oscurecen los cielos arriba; porque he hablado, lo he planeado y no cambiaré de parecer, ni desistiré de ello.”

Todas las ciudades huyen del estruendo de los jinetes y de los arqueros. Se meten en la espesura de los bosques y suben a los peñascos. Todas las ciudades están abandonadas; nadie habita en ellas.

Y tú, oh devastada, ¿qué harás? Aunque te vistas de grana y te adornes con adornos de oro, aunque te agrandes los ojos con pintura, en vano te embelleces. Tus amantes te despreciarán; lo que ellos buscan es tu vida.

Porque oí una voz como de mujer que tiene dolores de parto, angustia como de primeriza. Es la voz de la hija de Sion que gime y extiende sus manos, diciendo: “¡Ay de mí, pues mi alma desfallece ante los asesinos!”

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Impiedad de Jerusalén y de Judá

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Impiedad de Jerusalén y de Judá (24:5:1 - 24:5:31)

Recorred las calles de Jerusalén; mirad, pues, y sabed. Buscad en sus plazas a ver si halláis un solo hombre, a ver si hay alguno que practique el derecho y que busque la fidelidad; y yo la perdonaré.

Pero aunque dicen: “¡Vive Jehovah!,” ciertamente juran en falso.

Oh Jehovah, ¿no buscan tus ojos la fidelidad? Tú los azotaste, y no les dolió; los consumiste, pero rehusaron recibir corrección. Endurecieron sus caras más que la piedra y rehusaron volver.

Entonces dije: “Ciertamente ellos son unos pobres; se han entontecido, porque no han conocido el camino de Jehovah, el mandato de su Dios.

Me iré, pues, a los grandes y les hablaré, porque ellos sí conocen el camino de Jehovah, el juicio de su Dios.” Pero ellos también quebraron el yugo y rompieron las coyundas.

Por eso los herirá el león del bosque, los destruirá el lobo de los sequedales, y el leopardo acechará sus ciudades. Cualquiera que salga de ellas será despedazado; porque sus rebeliones se han multiplicado, y se ha aumentado su apostasía.

“¿Por qué te he de perdonar por esto? Tus hijos me abandonaron y juraron por lo que no es Dios. Yo los sacié, pero ellos cometieron adulterio y frecuentaron casas de prostitutas.

Como caballos de cría, excitados, cada cual relinchaba por la mujer de su prójimo.

¿No habré de castigar por esto?, dice Jehovah. ¿No tomará venganza mi alma de una nación como ésta?

“Escalad las terrazas de sus vides y destruid, pero no la consumáis. Quitad sus ramas, porque no son para Jehovah.

Porque resueltamente me han traicionado la casa de Israel y la casa de Judá,” dice Jehovah.

Negaron a Jehovah y dijeron: “El no existe. No vendrá el mal sobre vosotros, ni veremos espada ni hambre.

Los profetas serán convertidos en viento, puesto que la palabra no está en ellos. Así se ha de hacer con ellos.”

Por tanto, así ha dicho Jehovah Dios de los Ejércitos: “Porque dijisteis estas palabras, he aquí que yo pongo mis palabras en tu boca como fuego. Este pueblo será la leña, y el fuego los devorará.

He aquí, dice Jehovah, yo traigo sobre vosotros, oh casa de Israel, una nación distante, una nación robusta, una nación antigua, una nación cuya lengua ignoras; no entenderás lo que diga.

Su aljaba es como sepulcro abierto; todos ellos son valientes.

Comerá tu mies y tu pan; comerá a tus hijos y a tus hijas. Comerá tus ovejas y tus vacas; comerá tus viñas y tus higueras. A espada destruirá tus ciudades fortificadas en las cuales confías.

Sin embargo, dice Jehovah, no os consumiré del todo en aquellos días.

“Sucederá que cuando pregunten: ¿Por qué nos hizo Jehovah nuestro Dios todas estas cosas?, entonces les responderás: De la manera que me abandonasteis y servisteis a dioses extraños en vuestra tierra, así serviréis a extranjeros en tierra ajena.

“Anunciad esto en la casa de Jacob y hacedlo oír en Judá:

Oíd esto, pueblo insensato y sin entendimiento. Tienen ojos y no ven; tienen oídos y no oyen.

¿A mí no me temeréis?, dice Jehovah. ¿No temblaréis delante de mí, que puse la arena como límite del mar, por decreto eterno que no lo podrá traspasar? Se levantarán sus olas, pero no prevalecerán; rugirán, pero no lo pasarán.

No obstante, este pueblo tiene corazón obstinado y rebelde; se han apartado y se han ido.

No dicen en su corazón: Temamos, pues, a Jehovah nuestro Dios, que da en su tiempo la lluvia temprana y la tardía, y nos guarda los tiempos establecidos para la siega.

Vuestras iniquidades han desviado estas cosas, y vuestros pecados os han privado del bien.

Porque en mi pueblo se encuentran impíos que vigilan como quien ha puesto una trampa. Ponen objetos de destrucción y atrapan hombres.

Como jaulas llenas de pájaros, así están sus casas llenas de fraude. Así se han hecho grandes y ricos.

Se han puesto gordos y lustrosos. Incluso, sobrepasan las obras del malo. En el juicio no defienden la causa del huérfano de modo que se le haga prosperar, y no juzgan la causa de los necesitados.

“¿No habré de castigar por esto?, dice Jehovah. ¿No tomará venganza mi alma de una nación como ésta?

Cosas espantosas y horribles suceden en la tierra:

Los profetas profetizan con mentira, y los sacerdotes dirigen por su propia cuenta. Y mi pueblo así lo quiere. ¿Qué, pues, haréis cuando llegue su fin?

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El juicio contra Jerusalén y Judá

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > El juicio contra Jerusalén y Judá (24:6:1 - 24:6:30)

“Oh hijos de Benjamín, huid de en medio de Jerusalén y tocad la corneta en Tecoa. Levantad señales de humo sobre Bet-haquérem, porque del norte se ve venir el mal y el gran quebrantamiento.

“Como una deleitosa pradera es la hija de Sion.

Hacia ella vienen los pastores con sus rebaños. Alrededor de ella ponen sus tiendas; cada cual apacienta en su lugar.”

¡Haced guerra santa contra ella! ¡Levantaos y subamos a mediodía! ¡Ay de nosotros, porque el día va declinando, y se extienden las sombras del anochecer!

¡Levantaos, subamos de noche y destruyamos sus palacios!

Porque así ha dicho Jehovah de los Ejércitos: “¡Cortad sus árboles y levantad un terraplén contra Jerusalén! Esta es la ciudad que ha de ser castigada. Todo en ella es opresión.

Como la cisterna preserva frescas sus aguas, así ella preserva fresca su maldad. En ella se oye hablar de violencia y destrucción; continuamente hay enfermedad y heridas en mi presencia.

Corrígete, oh Jerusalén, no sea que mi alma se aparte de ti; no sea que yo te convierta en desolación, en tierra no habitada.”

Así ha dicho Jehovah de los Ejércitos: “Al remanente de Israel lo rebuscarán como a una vid. Como un vendimiador, vuelve tu mano a las ramas.”

¿A quién tengo que hablar y amonestar, para que oigan? He aquí que sus oídos están sordos, y no pueden oír. He aquí que la palabra de Jehovah les es afrenta, y no la desean.

Por tanto, estoy lleno de la ira de Jehovah; cansado estoy de contenerme. “¡Derrámala sobre el niño en la calle, y sobre el círculo de los jóvenes! Porque tanto el marido como la mujer serán apresados, y el anciano con el lleno de días.

Sus casas serán traspasadas a otros; asimismo, sus campos y sus mujeres, dice Jehovah. Porque extenderé mi mano contra los habitantes del país,

pues desde el menor hasta el mayor de ellos, cada uno persigue las ganancias deshonestas. Desde el profeta hasta el sacerdote, todos obran con engaño

y curan con superficialidad el quebranto de mi pueblo, diciendo: Paz, paz. ¡Pero no hay paz!

“¿Acaso se han avergonzado de haber hecho abominación? ¡Ciertamente no se han avergonzado, ni han sabido humillarse! Por tanto, caerán entre los que caigan; en el tiempo en que yo los castigue, tropezarán,” ha dicho Jehovah.

Así ha dicho Jehovah: “Deteneos en los caminos y mirad. Preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad en él; y hallaréis descanso para vuestras almas.” Pero ellos dijeron: “¡No andaremos en él!”

“También puse sobre ellos centinelas que dijeran: ¡Escuchad el sonido de la corneta! Pero dijeron: No escucharemos.

Por tanto, oíd, oh naciones; y conoce, oh congregación, lo que les sucederá.

Escucha, oh tierra: He aquí, yo traigo sobre este pueblo el mal, el fruto de sus pensamientos. Porque no atendieron a mis palabras; y en cuanto a mi ley, la han desechado.

“¿De qué vale que me traigáis este incienso de Saba y caña aromática de tierra lejana? Vuestros holocaustos no son aceptables, ni vuestros sacrificios son de mi agrado.

Por tanto, así ha dicho Jehovah, he aquí que yo pongo tropiezos a este pueblo, y caerán en ellos los padres junto con los hijos; el vecino y su prójimo perecerán.”

Así ha dicho Jehovah: “He aquí que viene un pueblo de la tierra del norte; una gran nación se despertará en los confines de la tierra.

Empuñan el arco y la lanza. Son crueles; no tienen misericordia. Su estruendo resuena como el mar. Montan sobre caballos, y como un solo hombre se disponen para la batalla contra ti, oh hija de Sion.”

Oímos de su fama, y nuestras manos se debilitaron. La angustia se apoderó de nosotros, dolor como de mujer que da a luz.

No salgas al campo, ni vayas por el camino; porque la espada del enemigo y el terror están por todas partes.

Oh hija de mi pueblo, cíñete de cilicio y revuélcate en ceniza. Haz duelo como por hijo único, llanto de amargura; porque súbitamente vendrá sobre nosotros el destructor.

“Te he puesto en la torre como un centinela en medio de mi pueblo. Conoce, pues, y observa el camino de ellos.

Todos ellos son de lo más obstinados y andan calumniando. Son bronce y hierro; todos ellos son corruptores.

El fuelle sopla, y el plomo es consumido por el fuego. En vano se esfuerza el fundidor, pues los malos no se desprenden.

Los llaman Plata Desechada, porque Jehovah los ha desechado.”

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