Ezequiel

Profecía contra Tiro

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Ezequiel > Profecía contra Tiro (26:26:1 - 26:32:32)

Aconteció en el primer día del mes primero del año 11 que vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Oh hijo de hombre, por cuanto Tiro ha dicho con respecto a Jerusalén: ¡Bravo! ¡Ha sido quebrantada la que era puerta de los pueblos! ¡Se ha vuelto hacia mí! ¡Yo estaré llena, y ella desolada!,

por eso, así ha dicho el Señor Jehovah: He aquí, oh Tiro, yo estoy contra ti. Contra ti haré subir muchas naciones, como el mar hace subir sus olas.

Arruinarán los muros de Tiro y destruirán sus torreones. Barreré de ella sus escombros y la convertiré en una roca desnuda.

Será un tendedero de redes en medio del mar, porque yo he hablado, dice el Señor Jehovah. Será saqueada por las naciones,

y sus hijas que están en el campo serán muertas a espada. Y sabrán que yo soy Jehovah.”

Porque así ha dicho el Señor Jehovah: “He aquí que del norte traeré contra Tiro a Nabucodonosor, rey de Babilonia, rey de reyes, con caballos, carros, jinetes, y una gran multitud de soldados.

A sus hijas que están en el campo matará a espada, y contra ti pondrá un muro de asedio. Levantará contra ti terraplén y alzará contra ti el escudo.

Contra tus murallas dirigirá el golpe de sus arietes, y con sus barras destruirá tus torreones.

Por causa de la multitud de sus caballos, te cubrirá el polvo que levantarán. Tus murallas temblarán por el estruendo de los jinetes y de las ruedas de sus carros, cuando él entre por tus puertas como uno entra por las brechas en una ciudad destrozada.

Con los cascos de sus caballos atropellará todas tus calles. A tu gente matará a espada, y tirará por tierra los monumentos de tu poderío.

Tomarán tus riquezas como botín y saquearán tus mercaderías. Destruirán tus muros y demolerán tus lujosas casas. Y tus piedras, tu madera y tus escombros los arrojarán en medio de las aguas.

Haré cesar el bullicio de tus canciones; no se volverá a oír el sonido de tus arpas.

Te convertiré en una roca desnuda, y serás un tendedero de redes. Nunca más serás edificada, porque yo, Jehovah, he hablado,” dice el Señor Jehovah.

Así ha dicho el Señor Jehovah a Tiro: “¿Acaso no temblarán las costas a causa del estruendo de tu caída, cuando giman los heridos, cuando se lleve a cabo la matanza en medio de ti?

Entonces todos los príncipes del mar descenderán de sus tronos, se quitarán sus mantos y se despojarán de sus ropas bordadas. Se vestirán de estremecimiento y se sentarán sobre la tierra, temblando a cada instante. Estarán atónitos a causa de ti.

Entonarán un lamento por ti y te dirán: ¡Cómo has perecido, oh ciudad alabada, que fuiste poblada por gente de mar! Era poderosa en el mar, ella y sus moradores. Ellos impusieron su terror sobre todos sus habitantes.

Ahora tiemblan las costas por el día de tu caída. Las costas del mar se espantan a causa de tu final!”

Porque así ha dicho el Señor Jehovah: “Cuando yo te convierta en una ciudad destruida como las ciudades que no han vuelto a ser habitadas, cuando haga subir sobre ti el océano y te cubran las muchas aguas,

entonces te haré descender junto con los que descienden a la fosa, al pueblo de antaño. Te haré habitar en las partes más bajas de la tierra en las ruinas de antaño, junto con los que descienden a la fosa, para que nunca más seas habitada ni te establezcas en la tierra de los vivientes.

Te convertiré en espanto, y dejarás de existir. Serás buscada, pero nunca más serás hallada,” dice el Señor Jehovah.

Entonces vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Tú, oh hijo de hombre, entona un lamento por Tiro.

Dirás a Tiro, que está asentada a la entrada del mar y comercia con los pueblos de muchas costas, que así ha dicho el Señor Jehovah: “Oh Tiro, tú has dicho: Yo soy de completa hermosura.

En el corazón de los mares están tus fronteras; los que te construyeron hicieron completa tu hermosura.

Con cipreses de Senir construyeron tus paredes. Tomaron un cedro del Líbano para hacer un mástil sobre ti.

Con encinas de Basán hicieron tus remos; hicieron tu cubierta con marfil y con cipreses de las costas de Quitim.

Tu vela fue de lino bordado de Egipto, para servirte de bandera. Tu toldo fue de material azul y de púrpura de las costas de Elisa.

Los habitantes de Sidón y de Arvad fueron tus remeros. Tus expertos, oh Tiro, estaban en ti y fueron tus timoneles.

Los ancianos de Biblos y sus sabios reparaban tus desperfectos. Todos los barcos del mar y sus marineros estuvieron en ti para hacer contigo intercambio.

“Persas, lidios y libios estaban en tu ejército como tus hombres de guerra. Escudos y cascos colgaban en ti; ellos te daban tu esplendor.

Los hijos de Arvad estaban con tu ejército sobre tus muros en derredor, y los gamadeos estaban en tus torreones. Colgaban sus escudos sobre tus muros en derredor; ellos hacían completa tu hermosura.

“Tarsis comerciaba contigo a causa de la abundancia de todas tus riquezas. Con plata, hierro, estaño y plomo pagaban por tus mercaderías.

Grecia, Tubal y Mesec comerciaban contigo. Con vidas humanas y objetos de bronce pagaban tus mercancías.

Los de Bet-togarma, con caballos, corceles y mulos, pagaban tus mercaderías.

“Los hijos de Rodas comerciaban contigo. Muchas costas comerciaban contigo; colmillos de marfil y madera de ébano, te traían como tributo.

Edom también comerciaba contigo a causa de la abundancia de tus productos. Con turquesas, púrpura, telas bordadas, linos finos, corales y rubíes pagaban tus mercaderías.

“Judá y la tierra de Israel comerciaban contigo. Con trigo, mirra, casia, miel, aceite y resinas pagaban tus mercancías.

Damasco comerciaba contigo, debido a la abundancia de tus productos y a la abundancia de tus riquezas. Con vino de Helbón y lana de Sajar,

Vedán y Grecia, desde Uzal, pagaban tus mercaderías: Hierro forjado, casia y caña aromática había entre tus productos.

“Dedán comerciaba contigo con mantas para cabalgadura.

Arabia y todos los príncipes de Quedar comerciaban contigo con corderos, carneros y machos cabríos; con esto comerciaban contigo.

“Los mercaderes de Saba y de Raama comerciaban contigo. Con lo mejor de todas las especias, con toda piedra preciosa y con oro pagaban tus mercaderías.

“Harán, Calne, Edén y los mercaderes de Saba, Asiria y Quilmad comerciaban contigo.

“Estos comerciaban contigo, y a cambio de tus productos daban espléndidos vestidos, mantos de azul, telas bordadas, tapices de colores, y cuerdas entrelazadas y trenzadas.

“Las naves de Tarsis eran tus flotas que llevaban tus mercancías. Te llenaste y te hiciste muy opulenta en el corazón de los mares.

Los que navegaban contigo te condujeron por las muchas aguas, pero el viento de oriente te destrozó en el corazón de los mares.

“En el día de tu caída caerán en medio de los mares: tus riquezas, tus mercaderías, tus productos, tus marineros, tus timoneles, los que reparaban tus desperfectos, los agentes de tu intercambio, todos tus hombres de guerra que están en ti, y toda la multitud que se halla en medio de ti.

Ante el griterío de tus timoneles se estremecerán los campos de alrededor,

y descenderán de tus barcos todos los que toman el remo. Los marineros y todos los timoneles del mar quedarán de pie en tierra.

Harán oír su voz por ti; gritarán amargamente. Echarán polvo sobre sus cabezas, y se revolcarán en la ceniza.

Se raparán la cabeza a causa de ti, y se ceñirán con cilicio. Con amargura de alma llorarán por ti con amargo duelo.

En medio de su llanto entonarán por ti un lamento; por ti lamentarán diciendo: ¡Quién como Tiro, la que ha sido silenciada en medio del mar!

“Cuando tus mercaderías salían por los mares, saciabas a muchos pueblos. A los reyes de la tierra enriqueciste con la abundancia de tus bienes y de tus productos.

Ahora que eres quebrantada en los mares, en lo profundo de las aguas, tus productos y toda tu tripulación han caído en medio de ti.

Todos los habitantes de las costas se horrorizan a causa de ti. Sus reyes están muy aterrorizados, y sus rostros son abatidos.

Los mercaderes de los pueblos silban a causa de ti. Has venido a ser objeto de espanto, y dejarás de existir para siempre.”

Entonces vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Oh hijo de hombre, di al soberano de Tiro que así ha dicho el Señor Jehovah: Por cuanto tu corazón se enalteció, y porque, a pesar de ser hombre y no Dios, dijiste: Yo soy un dios, y estoy sentado en la sede de los dioses, en el corazón de los mares; porque igualaste tu corazón al corazón de Dios,

¡he aquí tú eres más sabio que Daniel, y no hay ningún misterio que te sea oculto!

Con tu sabiduría e inteligencia te has conseguido riquezas, y has acumulado oro y plata en tus tesoros.

Con tu gran sabiduría has engrandecido tus riquezas mediante tu comercio, y tu corazón se ha enaltecido a causa de tus riquezas.

Por tanto, así ha dicho el Señor Jehovah: Porque igualaste tu corazón con el corazón de Dios,

Lo hice hermoso por la abundancia de su follaje, y todos los árboles en Edén, el jardín de Dios, le tuvieron envidia.

“Por tanto, así ha dicho el Señor Jehovah: Por cuanto se elevó en estatura y levantó su copa hasta las nubes, y su corazón se enalteció con su altura,

por eso lo he entregado en mano de la más poderosa de la naciones, que ciertamente hará con él conforme a su impiedad. Yo lo he desechado;

y los extranjeros, los más crueles de los pueblos, lo cortan y lo abandonan. Sobre los montes y en todos los valles cae su follaje, y sus ramas son rotas en todas las quebradas de la tierra. Todos los pueblos de la tierra se van de su sombra; lo abandonan.

Sobre su tronco caído habitan todas las aves del cielo, y sobre sus ramas están todos los animales del campo.

Así sucede para que ninguno de los árboles que crecen junto a las aguas se exalte por su altura, ni levante su copa hasta las nubes; y para que ninguno de los árboles que beben aguas confíe en la altura de sus ramas. Porque todos son entregados a la muerte, a la parte más baja de la tierra, en medio de los hijos de los hombres que descienden a la fosa.”

Así ha dicho el Señor Jehovah: “El día en que él descienda al Seol, haré que haya duelo y lo cubriré con el océano. Detendré sus ríos, y las muchas aguas serán detenidas. Por él cubriré de tinieblas el Líbano, y por él todos los árboles del campo se desmayarán.

Por el estruendo de su caída haré temblar las naciones, cuando lo haga descender al Seol, junto con los que desciendan a la fosa. Todos los árboles del Edén, los escogidos del Líbano, todos los que beben aguas, se consolarán a sí mismos en la parte más baja de la tierra.

Ellos también descenderán con él al Seol, junto con los muertos a espada, los que fueron su brazo, los que habitaban a su sombra en medio de las naciones.

“¿A quién, pues, te has comparado así en gloria y en grandeza en medio de los árboles del Edén? Junto con los árboles del Edén, serás derribado a la parte más baja de la tierra. Yacerás en medio de los incircuncisos, junto con los muertos a espada. “Eso es el faraón y toda su multitud,” dice el Señor Jehovah.

Aconteció en el primer día del mes duodécimo del año 12 que vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Oh hijo de hombre, entona un lamento por el faraón, rey de Egipto, y dile: “Has llegado a ser semejante a un león de las naciones. Tú eres como el monstruo de los mares; irrumpes en tus ríos, agitas las aguas con tus pies y enlodas sus corrientes.

Así ha dicho el Señor Jehovah: Extenderé contra ti mi red en medio de la reunión de muchos pueblos, y con mi malla te levantarán.

Te arrojaré en la tierra; te lanzaré sobre la superficie del campo. Haré que las aves del cielo habiten sobre ti; haré que se sacien de ti las bestias de toda la tierra.

Tus carnes expondré sobre los montes, y llenaré los valles con tus restos.

Regaré la tierra con el correr de tu sangre, y de ti se llenarán las quebradas.

Cuando yo te haya extinguido, cubriré los cielos y haré que se oscurezcan las estrellas. Cubriré el sol con una nube, y dejará de alumbrar la luz de la luna.

Haré que se oscurezcan sobre ti todos los astros luminosos del cielo, y traeré tinieblas sobre tu tierra, dice el Señor Jehovah.

“Perturbaré el corazón de muchos pueblos cuando haga llevar a los tuyos en cautividad entre las naciones, a tierras que jamás has conocido.

Haré que muchos pueblos queden atónitos a causa de ti. Por tu causa sus reyes se estremecerán de terror, cuando yo esgrima mi espada ante sus rostros. En el día de tu caída todos temblarán a cada instante, cada uno por su propia vida.

Porque así ha dicho el Señor Jehovah: La espada del rey de Babilonia vendrá contra ti.

Con espadas de hombres valientes haré caer tu multitud. Todos ellos son los más crueles de las naciones. Destruirán la soberbia de Egipto, y toda su multitud será deshecha.

Haré perecer todos sus animales de junto a las muchas aguas. Nunca más las agitará el pie del hombre, ni las agitarán las pezuñas de los animales.

Entonces aquietaré sus aguas, y haré que sus ríos corran como el aceite, dice el Señor Jehovah.

“Cuando yo convierta en desolación la tierra de Egipto y la tierra sea vaciada de su plenitud, cuando yo haga morir a todos los que habitan en ella, sabrán que yo soy Jehovah.

“Este es un lamento, y lo entonarán. Las hijas de las naciones lo entonarán. Por Egipto y por toda su multitud lo entonarán,” dice el Señor Jehovah.

Aconteció en el día 15 del mes primero del año 12 que vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Oh hijo de hombre, lamenta tú por la multitud de Egipto y hazlos descender, tanto a él como a las hijas de las naciones poderosas, a las partes más bajas de la tierra, junto con los que descienden a la fosa:

¿A quién superas en hermosura? ¡Desciende para que te hagan yacer con los incircuncisos!

“En medio de los muertos a espada caerán. El es entregado a la espada. Arrastradlo con toda su multitud.

De en medio del Seol los más fuertes de los poderosos, con sus ayudadores, hablarán de él: Ya han descendido y yacen con los incircuncisos, muertos a espada.

“Allí está Asiria y toda su multitud alrededor de sus sepulcros. Todos ellos cayeron muertos a espada.

Sus sepulcros han sido puestos en los lugares más profundos de la fosa, y su multitud yace alrededor de su sepulcro. Todos ellos, los que impusieron su terror en la tierra de los vivientes, han caído muertos a espada.

“Allí está Elam, con toda su multitud alrededor de su sepulcro. Todos ellos cayeron muertos a espada y han descendido incircuncisos a las partes más bajas de la tierra, porque impusieron su terror en la tierra de los vivientes. Cargan con su afrenta, junto con los que descienden a la fosa.

En medio de los muertos le tendieron su lecho, y toda su multitud está alrededor de su sepulcro, todos incircuncisos, muertos a espada; porque impusieron su terror en la tierra de los vivientes. Cargan con su afrenta, junto con los que descienden a la fosa. Fue puesto en medio de los muertos.

“Allí están Mesec y Tubal, con toda su multitud alrededor de sus sepulcros, todos ellos incircuncisos, muertos a espada; porque impusieron su terror en la tierra de los vivientes.

No yacen con los valientes que cayeron, de entre los incircuncisos, los cuales descendieron al Seol con sus armas de guerra; cuyas espadas fueron puestas debajo de sus cabezas, y cuyos pecados quedaron puestos sobre sus huesos; porque impusieron su terror sobre los valientes en la tierra de los vivientes.

Tú, pues, serás quebrantado entre los incircuncisos, yacerás con los muertos a espada.

“Allí está Edom con sus reyes y todos sus dirigentes que en su poderío fueron puestos junto con los muertos a espada. Ellos yacen con los incircuncisos y con los que descienden a la fosa.

“Allí están los príncipes del norte, todos ellos, y todos los de Sidón, quienes a pesar del terror causado por su poderío, yacen avergonzados, incircuncisos, junto con los muertos a espada. Y cargan con su afrenta, junto con los que descienden a la fosa.

“A éstos mirará el faraón, y se consolará por toda su multitud, los muertos a espada, aun el faraón y todo el ejército, dice el Señor Jehovah.

Porque impuso su terror en la tierra de los vivientes, también al faraón y a toda su multitud se les hará yacer entre los incircuncisos, con los muertos a espada,” dice el Señor Jehovah.

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El deber del atalaya

Imagen El deber del atalaya 1
Enviado por andrea

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Ezequiel > El deber del atalaya (26:33:1 - 26:33:9)

Entonces vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Oh hijo de hombre, habla a los hijos de tu pueblo y diles: Cuando yo traiga espada sobre la tierra, y el pueblo de la tierra tome a un hombre de su territorio y lo ponga como centinela,

si él ve venir la espada sobre la tierra y toca la corneta para advertir al pueblo,

cualquiera que oye el sonido de la corneta y no se deja advertir, y al llegar la espada se lo lleva, su sangre caerá sobre su propia cabeza.

El oyó el sonido de la corneta, pero no se dejó advertir, su sangre caerá sobre él. Pero si se hubiera dejado advertir, habría librado su vida.

Sin embargo, si el centinela ve venir la espada y no toca la corneta, de modo que el pueblo no es advertido, si viene la espada y se lleva a alguno de ellos, éste es llevado por causa de su pecado, pero yo demandaré su sangre de mano del centinela.

“A ti, oh hijo de hombre, te he puesto como centinela para la casa de Israel. Oirás, pues, la palabra de mi boca y les advertirás de mi parte.

Si yo digo al impío: Impío, morirás irremisiblemente, y tú no hablas para advertir al impío de su camino, el impío morirá por su pecado; pero yo demandaré su sangre de tu mano.

Pero si tú adviertes al impío de su camino para que se aparte de él, y él no se aparta de su camino, él morirá por su pecado; pero tú habrás librado tu vida.

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El camino de Dios es justo

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Ezequiel > El camino de Dios es justo (26:33:10 - 26:33:20)

“Tú, pues, oh hijo de hombre, di a la casa de Israel: Vosotros habéis dicho: Nuestras rebeliones y nuestros pecados están sobre nosotros, y a causa de ellos nos estamos pudriendo; ¿cómo, pues, viviremos?

Diles: ¡Vivo yo, que no quiero la muerte del impío, sino que el impío se aparte de su camino y viva!, dice el Señor Jehovah. ¡Apartaos, apartaos de vuestros malos caminos! ¿Por qué moriréis, oh casa de Israel?

“Tú, oh hijo de hombre, di a los hijos de tu pueblo que la justicia del justo no lo librará en el día que se rebele. Y en cuanto a la impiedad del impío, no le será estorbo en el día que se aparte de su impiedad. Y el justo no podrá vivir por su justicia en el día que peque.

Si digo al justo: Ciertamente vivirás, y confiando en su justicia él hace iniquidad, no será recordada ninguna de sus obras de justicia, sino que morirá por la iniquidad que hizo.

Si digo al impío: Morirás irremisiblemente, y él se aparta de su pecado y practica el derecho y la justicia;

si el impío restituye la prenda y paga lo que ha robado; si camina según los estatutos de la vida, no haciendo iniquidad, ciertamente vivirá; no morirá.

No se le recordará ninguno de sus pecados que había cometido. Practica el derecho y la justicia; ciertamente vivirá.

“Sin embargo, los hijos de tu pueblo dicen: No es correcto el camino del Señor. Pero es el camino de ellos el que no es correcto.

Si el justo se aparta de su justicia y hace injusticia, por ello morirá.

Y si el impío se aparta de su impiedad y practica el derecho y la justicia, por ello vivirá.

Sin embargo, decís: No es correcto el camino del Señor. Oh casa de Israel, yo os juzgaré a vosotros, a cada uno conforme a sus caminos.”

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Nuevas de la caída de Jerusalén

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Ezequiel > Nuevas de la caída de Jerusalén (26:33:21 - 26:33:33)

Aconteció en el quinto día del mes décimo del año 12 de nuestra cautividad que uno que había escapado de Jerusalén vino a mí para decir: “La ciudad ha sido tomada.”

La noche antes que llegase el que había escapado, la mano de Jehovah vino sobre mí, y me abrió la boca antes que él llegara a mí por la mañana. Así abrió mi boca y no estuve más enmudecido.

Entonces vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Oh hijo de hombre, los que habitan entre aquellas ruinas, en la tierra de Israel, andan diciendo: Abraham era sólo uno; sin embargo, tomó posesión de la tierra. ¡Cuánto más nosotros que somos muchos! A nosotros ha sido dada la tierra como posesión.

Por tanto, diles que así ha dicho el Señor Jehovah: Vosotros que coméis con sangre, alzáis vuestros ojos hacia vuestros ídolos y derramáis sangre, ¿tomaréis posesión de la tierra?

Habéis confiado en vuestras espadas, habéis hecho abominación y habéis mancillado cada uno a la mujer de su prójimo, ¿y tomaréis posesión de la tierra?

Les dirás que así ha dicho el Señor Jehovah: ¡Vivo yo, que los que están en aquellas ruinas caerán a espada! Al que está sobre la superficie del campo lo daré por comida a las fieras, y los que están en las fortalezas y en las cavernas morirán por la peste.

Convertiré la tierra en desolación y soledad, y cesará la soberbia de su poderío. Los montes de Israel quedarán desolados, de modo que no habrá quien pase por ellos.

Y sabrán que soy Jehovah, cuando yo convierta la tierra en desolación y en soledad, por todas las abominaciones que han hecho.

“Oh hijo de hombre, los hijos de tu pueblo hablan acerca de ti, junto a las paredes y a las puertas de las casas. Hablan el uno con el otro, cada uno con su hermano, diciendo: ¡Venid y oíd cuál es la palabra que viene de Jehovah!

Vienen a ti como el pueblo acostumbra venir, y se sientan delante de ti como mi pueblo. Oyen tus palabras, pero no las ponen por obra. Más bien, expresan motivos sensuales con sus bocas, y su corazón va en pos de sus ganancias deshonestas.

He aquí que para ellos tú eres como un cantante de motivos sensuales, cuya voz es agradable y que toca bien. Oyen tus palabras, pero no las ponen por obra.

Pero cuando esto venga—y he aquí que ya viene—, entonces sabrán que hubo un profeta entre ellos.”

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Profecía contra los pastores de Israel

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Ezequiel > Profecía contra los pastores de Israel (26:34:1 - 26:39:29)

Entonces vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Oh hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel. Profetiza y di a los pastores que así ha dicho el Señor Jehovah: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿Acaso los pastores no deben apacentar a las ovejas?

Pero vosotros os coméis a las mejores de ellas y os vestís con la lana. Degolláis a la oveja engordada, y no apacentáis al rebaño.

No fortalecéis a las ovejas débiles ni curáis a las enfermas. No habéis vendado a la perniquebrada, ni habéis hecho volver a la descarriada, ni habéis buscado a la perdida. Más bien, las habéis dominado con dureza y con violencia.

Ellas se han dispersado por falta de pastor, y están expuestas a ser devoradas por todas las fieras del campo. Han sido dispersadas;

mis ovejas han andado descarriadas en todos los montes y sobre toda colina alta. Mis ovejas han sido dispersadas por toda la faz de la tierra, y no ha habido quien se preocupe de ellas ni quien las busque.

Por eso, oh pastores, oíd la palabra de Jehovah:

“¡Vivo yo, dice el Señor Jehovah, que por cuanto mis ovejas fueron expuestas a ser robadas o a ser devoradas por las fieras del campo, por no tener pastor, y mis pastores no se preocuparon por mis ovejas, sino que los pastores se apacentaron a sí mismos y no apacentaron a mis ovejas;

por eso, oh pastores, oíd la palabra de Jehovah.

Así ha dicho el Señor Jehovah: ¡He aquí yo estoy contra los pastores, y demandaré mis ovejas de sus manos! Haré que dejen de apacentar a las ovejas, y ellos dejarán de apacentarse a sí mismos. Libraré a mis ovejas de sus bocas, y no les servirán más de comida.”

Ciertamente así ha dicho el Señor Jehovah: “He aquí, yo mismo buscaré mis ovejas y cuidaré de ellas.

Como el pastor cuida de su rebaño cuando está entre las ovejas dispersas, así cuidaré de mis ovejas y las libraré en todos los lugares a donde han sido dispersadas en el día del nublado y de la oscuridad.

Las sacaré de los pueblos, las reuniré de los países y las traeré a su propia tierra. Las apacentaré en los montes de Israel, en las quebradas y en todos los lugares habitados del país.

En buenos pastos las apacentaré, y en los altos montes de Israel tendrán su pastizal. Se recostarán en el buen pastizal, y se apacentarán con pastos abundantes sobre los montes de Israel.

Yo apacentaré mis ovejas y las haré recostar, dice el Señor Jehovah.

Buscaré a la perdida y haré volver a la descarriada. A la perniquebrada vendaré, y fortaleceré a la enferma. Y a la engordada y a la fuerte guardaré. Las apacentaré con justicia.

“Pero en cuanto a vosotros, oh rebaño mío, así ha dicho el Señor Jehovah, he aquí que yo juzgo entre cordero y cordero, entre los carneros y los machos cabríos.

¿Os parece poco que os apacentéis del buen pastizal, para que tengáis que pisotear con vuestros pies lo que queda de vuestros pastos, y que después de haber bebido las aguas tranquilas, tengáis que enlodar el resto de ellas con vuestros pies?

¿Mis ovejas han de comer lo que vuestros pies han pisoteado y han de beber lo que han enlodado vuestros pies?”

Por tanto, así les ha dicho el Señor Jehovah: “He aquí, yo mismo juzgaré entre el cordero engordado y el cordero flaco.

Por cuanto empujasteis con el costado y con el hombro, y corneasteis con vuestros cuernos a todas las ovejas débiles hasta dispersarlas lejos,

yo libraré a mis ovejas, y nunca más quedarán expuestas al pillaje. ¡Yo juzgaré entre cordero y cordero!

“Yo levantaré sobre ellas un solo pastor, mi siervo David; y él las apacentará. El las apacentará y así será su pastor.

Yo, Jehovah, seré su Dios, y mi siervo David será príncipe en medio de ellos. Yo Jehovah, he hablado.

“Estableceré con ellos un pacto de paz, y haré que desaparezcan de la tierra las fieras dañinas, de modo que habiten seguros en el desierto y duerman en los bosques.

Apartarán gente para atravesar constantemente la tierra y sepultar a los que pasaron y que han quedado sobre la faz de la tierra, a fin de purificarla. Al cabo de siete meses harán el reconocimiento.

Pasarán los que vayan por la tierra, y el que vea el hueso de algún hombre levantará junto a él una señal hasta que los sepultureros los sepulten en el valle de Hamón-gog.

El nombre de la ciudad también será Hamonah. Así purificarán la tierra.

“Y tú, oh hijo de hombre, así ha dicho el Señor Jehovah, di a las aves de rapiña, a las aves de toda especie y a los animales del campo: ¡Juntaos y venid! Reuníos de todas partes al sacrificio que hago para vosotros: un gran sacrificio sobre los montes de Israel. Comeréis carne y beberéis sangre.

Comeréis la carne de los poderosos y beberéis la sangre de los gobernantes de la tierra, de carneros, de corderos, de machos cabríos y de toros, todos ellos engordados en Basán.

Comeréis sebo hasta hartaros, y beberéis la sangre del sacrificio que he hecho para vosotros, hasta embriagaros.

En mi mesa os saciaréis de caballos y de jinetes, de valientes y de todos los hombres de guerra, dice el Señor Jehovah.

“Entonces pondré mi gloria entre las naciones, y todas las naciones verán mi juicio que habré hecho y mi poderío que habré impuesto sobre ellas.

De aquel día en adelante sabrá la casa de Israel que yo soy Jehovah su Dios.

Las naciones sabrán también que la casa de Israel fue llevada cautiva por causa de su pecado. Porque se rebelaron contra mí, yo escondí de ellos mi rostro y los entregué en mano de sus enemigos; y todos ellos cayeron a espada.

Hice con ellos de acuerdo con su impureza y sus transgresiones, y escondí de ellos mi rostro.”

Por tanto, así ha dicho el Señor Jehovah: “Ahora restauraré de la cautividad a Jacob. Tendré misericordia de toda la casa de Israel, y mostraré mi celo por mi santo nombre.

Olvidarán su afrenta y toda la infidelidad con que fueron infieles contra mí, cuando habiten en su tierra en seguridad y no haya quien los espante;

cuando yo los haya hecho volver de los pueblos, los haya reunido de las tierras de sus enemigos, y haya mostrado mi santidad en ellos a vista de muchas naciones.

Y sabrán que soy Jehovah su Dios, cuando yo los lleve cautivos entre las naciones y cuando los reúna sobre su tierra sin dejar allá a ninguno de ellos.

No esconderé más de ellos mi rostro, porque habré derramado mi Espíritu sobre la casa de Israel,” dice el Señor Jehovah.

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