Ezequiel

Modo de proceder de Dios con Israel

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Ezequiel > Modo de proceder de Dios con Israel (26:21:1 - 26:21:27)

Entonces vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Oh hijo de hombre, pon tu rostro hacia Jerusalén; predica contra los santuarios y profetiza contra la tierra de Israel.

Dirás a la tierra de Israel que así ha dicho Jehovah: He aquí que yo estoy contra ti; sacaré mi espada de su vaina y eliminaré de ti al justo y al impío.

Por cuanto he de eliminar de ti al justo y al impío, por eso mi espada saldrá de su vaina contra todo mortal, desde el Néguev hasta el norte.

Y sabrá todo mortal que yo, Jehovah, he sacado mi espada de su vaina; no volverá a ella.

“Y tú, oh hijo de hombre, gime con quebrantamiento de corazón; gime con amargura ante sus ojos.

Y sucederá que cuando te digan: ¿Por qué gimes?, les dirás: Por la noticia que viene, porque todo corazón desfallecerá y todas las manos se debilitarán. Todo espíritu desmayará, y todas las rodillas se escurrirán como agua. ¡He aquí que viene, y va a suceder!,” dice el Señor Jehovah.

Entonces vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Oh hijo de hombre, profetiza y di que así ha dicho el Señor: ¡La espada, la espada está afilada y pulida también!

Está afilada para realizar una matanza, pulida para que tenga resplandor. ¿Hemos de alegrarnos cuando el cetro de mi hijo menosprecia todo consejo?

El la entregó para ser pulida y para tomarla en la mano. Ha afilado la espada; la ha pulido para entregarla en manos del verdugo.

Grita y gime, oh hijo de hombre, porque ella está contra mi pueblo; ella está contra todos los gobernantes de Israel. Ellos, juntamente con mi pueblo, son arrojados a la espada; por tanto, golpea tu muslo.

Porque será probado, ¿y qué si ella aún desprecia al cetro? ¡El dejará de ser!, dice el Señor Jehovah.

Tú, pues, oh hijo de hombre, profetiza y golpea mano contra mano, y la espada se duplicará y se triplicará. Esta es la espada de la matanza. Esta es la espada de la gran matanza, que los traspasará,

para que se derrita su corazón y se multipliquen los caídos. En todas las puertas de ellos he puesto el degüello a espada. ¡Ay! Está hecha para resplandecer, y pulida para degollar.

Agúzate; dirígete a la derecha; ponte a la izquierda. Pon tu rostro hacia donde están dirigidos tus filos.

Yo también golpearé mano contra mano y haré que se asiente mi ira. Yo, Jehovah, he hablado.”

Entonces vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Tú, oh hijo de hombre, traza dos caminos por donde pueda ir la espada del rey de Babilonia. Ambos caminos han de salir de la misma tierra. Pon al comienzo de cada camino una señal que conduzca a la ciudad.

Señala el camino por donde vaya la espada contra Rabá de los hijos de Amón, y contra Judá y la fortificada Jerusalén.

Porque el rey de Babilonia se ha detenido en la encrucijada, al comienzo de los dos caminos, para tomar consejo de adivinación. Ha sacudido las flechas, ha consultado por medio de los ídolos domésticos y ha observado el hígado.

“La adivinación señala a la derecha, a Jerusalén, para poner arietes, para abrir la boca con griterío, para levantar la voz con grito de guerra, para poner arietes contra las puertas y para levantar terraplenes y construir muros de asedio.

Sin embargo, a sus ojos eso parecerá una adivinación mentirosa, por estar aliados con ellos bajo juramento. Pero él traerá a la memoria la ofensa, a fin de prenderlos.

Por tanto, así ha dicho el Señor Jehovah: Seréis atrapados en sus manos, porque habéis hecho recordar vuestras ofensas, poniendo al descubierto vuestras transgresiones, quedando a la vista vuestros pecados en todas vuestras obras. Porque habéis sido traídos a la memoria, seréis apresados por su mano.

“Y tú, profano y malvado gobernante de Israel, cuyo día ha llegado con el tiempo del castigo final,

así ha dicho el Señor Jehovah: ¡Despójate del turbante y quítate la corona! ¡Esto no será más así! Hay que enaltecer al humilde y humillar al altivo.

¡En ruinas, en ruinas, en ruinas la convertiré, y no existirá más, hasta que venga aquel a quien le pertenece el derecho; y a él se lo entregaré!

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Juicio contra los amonitas

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Ezequiel > Juicio contra los amonitas (26:21:28 - 26:21:32)

“Y tú, oh hijo de hombre, profetiza y di que así ha dicho el Señor Jehovah acerca de los hijos de Amón y de sus afrentas. Dirás: ¡La espada, la espada está desenvainada para la matanza, pulida para exterminar y para resplandecer!

Porque cuando te profetizan, es vanidad; cuando adivinan, es mentira; para ponerte junto con los cuellos de los más pervertidos de los pecadores, cuyo día ha llegado con el tiempo del castigo final.

¿Ha de volver a su vaina? En el lugar donde fuiste creado, en tu tierra de origen, allí te juzgaré.

Derramaré sobre ti mi indignación, soplaré el fuego de mi ira contra ti y te entregaré en manos de hombres brutales, artífices de destrucción.

Serás combustible para el fuego; tu sangre quedará en medio de la tierra. No habrá más memoria de ti, porque yo, Jehovah, he hablado.”

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Los pecados de Jerusalén

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Ezequiel > Los pecados de Jerusalén (26:22:1 - 26:22:31)

Entonces vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Tú, oh hijo de hombre, ¿juzgarás a la ciudad derramadora de sangre? ¿La juzgarás? ¿Le mostrarás todas sus abominaciones?

Tú, pues, dirás que así ha dicho el Señor Jehovah: ¡Ciudad que derrama sangre en medio de sí, para que venga su hora, y que se ha hecho ídolos para contaminarse!

Eres culpable por la sangre que has derramado, y te has contaminado con los ídolos que hiciste. Tú has hecho que se acerque tu día y has llegado al término de tus años. Por tanto, te he entregado como afrenta a las naciones y como objeto de burla a todos los países.

Los que están cerca y los que están lejos harán burla de ti, ¡oh ciudad de nombre manchado y de gran confusión!

“He aquí que los gobernantes de Israel, cada uno según su poder, están en ti solamente para derramar sangre.

En ti desprecian al padre y a la madre; en medio de ti tratan con abuso al extranjero; en ti explotan al huérfano y a la viuda.

Menosprecias mis cosas sagradas y profanas mis sábados.

En ti hay calumniadores listos a derramar sangre; en ti están los que comen sobre los montes. En medio de ti cometen infamia:

En ti descubren la desnudez del padre; en ti mancillan a la mujer que está impura por su menstruación.

En ti está el hombre que comete abominación con la mujer de su prójimo, el que contamina pervertidamente a su nuera y el que mancilla a su hermana, hija de su padre.

En ti reciben soborno para derramar sangre. Cobras usura e intereses, y te aprovechas de tu prójimo con extorsión. Te has olvidado de mí, dice el Señor Jehovah.

“He aquí que golpeo con mi mano a causa de las ganancias deshonestas que has conseguido, y a causa de la sangre que hay en medio de ti.

¿Estará firme tu corazón? ¿Estarán fuertes tus manos en los días cuando yo actúe contra ti? Yo, Jehovah, he hablado y lo cumpliré:

Te dispersaré entre las naciones y te esparciré por los países. Así eliminaré de ti tu impureza.

Fui profanado en ti a vista de las naciones. Y sabrás que yo soy Jehovah.”

Entonces vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Oh hijo de hombre, para mí la casa de Israel se ha convertido en escoria. Todos ellos—plata, cobre, estaño, hierro y plomo— se han convertido en escoria en medio del horno.

Por tanto, así ha dicho el Señor Jehovah: Ya que todos vosotros os habéis convertido en escoria, he aquí que por eso yo os junto en medio de Jerusalén.

Como cuando se junta plata, cobre, hierro, plomo y estaño dentro del horno, y se sopla el fuego para fundirlos, así os juntaré en mi furor y en mi ira. Allí os colocaré y os fundiré.

Os reuniré y soplaré sobre vosotros con el fuego de mi ira, y seréis fundidos dentro de ella.

Como se funde la plata dentro del horno, así seréis fundidos dentro de ella. Y sabréis que yo, Jehovah, he derramado mi ira sobre vosotros.”

Entonces vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Oh hijo de hombre, di a ella: Tú eres una tierra no purificada, que no ha sido rociada con lluvia en el día de la ira.

Porque en medio de ella hay una conspiración de sus profetas; son como un león rugiente que arrebata la presa. Devoran a la gente, se apoderan del patrimonio y de las cosas preciosas, y multiplican sus viudas en medio de ellos.

“Sus sacerdotes violan mi ley y profanan mis cosas sagradas. No hacen diferencia entre lo santo y lo profano, ni enseñan a distinguir entre lo impuro y lo puro. Con respecto a mis sábados esconden sus ojos, y he sido profanado en medio de ellos.

“Sus magistrados en medio de ella son como lobos que arrebatan la presa para derramar sangre y destruir las vidas, a fin de conseguir ganancias deshonestas.

“Sus profetas les han recubierto con cal. Ven vanidad y les adivinan mentira, diciendo: Así ha dicho el Señor Jehovah, pero Jehovah no ha hablado.

“Y el pueblo de la tierra ha practicado la opresión y ha cometido robo. Abusan del pobre y del necesitado, y oprimen sin derecho al extranjero.

Busqué entre ellos un hombre que levantara el muro y que se pusiese en la brecha delante de mí, intercediendo por la tierra para que yo no la destruyera; pero no lo hallé.

Por tanto, derramaré sobre ellos mi indignación; con el fuego de mi ira los consumiré. Haré recaer su conducta sobre sus propias cabezas,” dice el Señor Jehovah.

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Las dos hermanas

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Ezequiel > Las dos hermanas (26:23:1 - 26:23:49)

Entonces vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Oh hijo de hombre: Había dos mujeres, que eran hijas de una sola madre.

Se prostituyeron en Egipto; en su juventud se prostituyeron. Allá fueron apretados sus pechos; allí fueron estrujados sus senos virginales.

La mayor se llamaba Ohola, y su hermana se llamaba Oholiba. Fueron mías y dieron a luz hijos e hijas. En cuanto a sus nombres, Ohola es Samaria, y Oholiba es Jerusalén.

“Ohola se prostituyó cuando me pertenecía. Ardió en deseo por sus amantes, los asirios, hombres de guerra

vestidos de color azul, gobernadores y oficiales; todos ellos jóvenes atractivos, todos ellos jinetes que montaban a caballo.

Con ellos se entregó a la prostitución; todos ellos eran lo más selecto de los hijos de Asiria. Y se contaminó con todos los ídolos de aquellos por quienes ardió en deseo.

Pero no abandonó su prostitución de Egipto, pues se acostaron con ella en su juventud, estrujaron sus senos virginales y vertieron sobre ella su lujuria.

Por tanto, la entregué en mano de sus amantes, en mano de los hijos de Asiria por quienes ardía en deseo.

Ellos descubrieron su desnudez, tomaron a los hijos y a las hijas de ella, y a ella la mataron a espada. Y vino a ser un refrán entre las mujeres, pues en ella ejecutaron actos justicieros.

“Su hermana Oholiba vio esto, pero corrompió su deseo más que la otra; su lujuria sobrepasó a la de su hermana.

Ardió en deseo por los asirios; gobernadores y oficiales, hombres de guerra espléndidamente vestidos, jinetes montados a caballo, todos ellos jóvenes atractivos.

Y vi que se había contaminado y que ambas habían seguido por el mismo camino.

Pero ésta aumentó su prostitución, pues vio hombres grabados en la pared, figuras de caldeos grabadas con ocre rojo,

ceñidas las cinturas con cinturón, con amplios turbantes sobre sus cabezas, teniendo todos la apariencia de comandantes, a la manera de los hijos de Babilonia, de Caldea, la tierra de su origen.

Por ellos ardió en deseo con sólo verlos, y les envió mensajeros a Caldea.

Los hombres de Babilonia se unieron a ella en cama de amores, y la contaminaron con su lujuria. Se contaminó con ellos, y su alma se hastió de ellos.

Así practicó abiertamente su prostitución y descubrió su desnudez, por lo cual mi alma se hastió de ella, como mi alma se había hastiado de su hermana.

Pero ella multiplicó su prostitución, trayendo a la memoria los días de su juventud, en los cuales se había prostituido en la tierra de Egipto.

Ardió en deseo por sus amantes, cuyas carnes eran como las de los burros, y cuya eyaculación era como la de los caballos.

Así echabas de menos la inmundicia de tu juventud, cuando en Egipto estrujaban tus senos y apretaban tus pechos juveniles.”

Por tanto, Oholiba, así ha dicho Jehovah: “He aquí que yo incito contra ti a tus amantes, de los cuales tu alma ya se ha hastiado. Los traeré contra ti de todas partes.

Los hijos de Babilonia y todos los caldeos; los de Pecod, de Soa y de Coa, y con ellos todos los hijos de Asiria. Todos ellos jóvenes atractivos, gobernadores y oficiales, comandantes y hombres notables; todos ellos montados a caballo.

Vendrán contra ti desde el norte con carros y ruedas, y una multitud de pueblos. Contra ti, y alrededor de ti, pondrán escudos, defensas y cascos. Yo les encargaré el juicio, y te juzgarán de acuerdo con sus decretos.

Pondré mi celo contra ti, y te tratarán con furor. Te arrancarán la nariz y las orejas, y tu descendencia caerá a espada. Tomarán a tus hijos y a tus hijas, y tu descendencia será devorada por el fuego.

Te desnudarán de tus ropas y se llevarán tus hermosas joyas.

Así pondré fin a tu inmundicia y a tu prostitución traídas de la tierra de Egipto. Nunca más alzarás la vista hacia los egipcios, ni nunca más te acordarás de ellos.

Pues así ha dicho el Señor Jehovah: He aquí, yo te entrego en mano de aquellos que odias, en mano de aquellos de quienes se ha hastiado tu alma.

Te tratarán con odio y tomarán todo el fruto de tu labor. Te dejarán desnuda y descubierta. Será puesta al descubierto la vergüenza de tu prostitución, tu infamia y tu lujuria.

Estas cosas te serán hechas por haberte prostituido tras las naciones, porque te contaminaste con sus ídolos.

Anduviste en el camino de tu hermana. ¡Yo, pues, pondré su copa en tu mano!”

Así ha dicho el Señor Jehovah: “Beberás la copa de tu hermana, la cual es honda y ancha. Servirá de mofa y de burla, pues es de abundante contenido.

Te llenarás de embriaguez y de dolor; copa de horror y de desolación es la copa de tu hermana Samaria.

La beberás hasta secarla; desmenuzarás sus fragmentos y desgarrarás tus pechos, porque yo he hablado,” dice el Señor Jehovah.

Por tanto, así ha dicho el Señor Jehovah: “Porque te olvidaste de mí y me echaste a tus espaldas, por eso tú también carga con tu infamia y con tu prostitución.”

Luego me habló Jehovah diciendo: “Oh hijo de hombre, ¿juzgarás tú a Ohola y a Oholiba? Entonces declárales sus abominaciones.

Porque han cometido adulterio, y hay sangre en sus manos. Han cometido adulterio con sus ídolos; y aun a los hijos que me habían dado a luz, los hicieron pasar por fuego para servirles de alimento.

Además, me hicieron esto: Aquel mismo día contaminaron mi santuario y profanaron mis sábados,

pues habiendo sacrificado sus hijos a sus ídolos, en el mismo día entraron en mi santuario para profanarlo. He aquí, así hicieron dentro de mi casa.

Además de esto enviaron a traer unos hombres de lejos, a los cuales se les había enviado mensajero. Y he aquí que vinieron. Para ellos te lavaste, te pintaste los ojos y te ataviaste con adornos.

Te sentaste sobre un suntuoso diván delante del cual había una mesa servida, y sobre ella pusiste mi incienso y mi aceite.

Allí hubo un bullicio de una multitud despreocupada; sabeos fueron traídos del desierto, junto con hombres de la gente común. Y pusieron brazaletes sobre las manos de ellas y coronas hermosas sobre sus cabezas.

“Y acerca de la que está desgastada por sus adulterios, dije: ¿Ahora cometerán adulterio con ella, estando ella así?

Pues vinieron a ella como vienen a una mujer prostituta; así vinieron a Ohola y Oholiba, mujeres infames.

Pero los hombres justos las condenarán con la sentencia contra las adúlteras, y con la sentencia contra las que derraman sangre. Porque son adúlteras, y hay sangre en sus manos.

“Por tanto, así ha dicho el Señor Jehovah: Hágase que suba contra ellas la asamblea, y sean entregadas al terror y al pillaje.

La asamblea las apedreará y con sus espadas las eliminará. Matarán a sus hijos y a sus hijas, e incendiarán sus casas con fuego.

Así haré cesar en la tierra la infamia. Todas las mujeres quedarán advertidas y no cometerán infamia como vosotras.

Yo haré que vuestra infamia recaiga sobre vosotras mismas, y cargaréis con los pecados de vuestra idolatría. Y sabréis que yo soy el Señor Jehovah.”

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Parábola de la olla hirviente

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Ezequiel > Parábola de la olla hirviente (26:24:1 - 26:24:14)

Aconteció en el día 10 del mes décimo del noveno año que vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Oh hijo de hombre, escribe para ti la fecha de hoy, este mismo día. El rey de Babilonia se ha lanzado contra Jerusalén en este mismo día.

“Presenta a la casa rebelde una alegoría, y diles que así ha dicho el Señor Jehovah: Pon la olla; ponla y echa agua en ella.

Echa en ella pedazos, todos buenos pedazos, muslo y espalda. Llénala de huesos escogidos;

toma lo mejor del rebaño. Amontona la leña debajo de ella; haz hervir sus pedazos y cocina los huesos dentro de ella.

“Porque así ha dicho el Señor Jehovah: ¡Ay de la ciudad sanguinaria, la olla herrumbrosa cuya herrumbre no ha salido de ella! Vacíala pedazo por pedazo, sin que se echen suertes por ella.

Porque su sangre está en medio de ella; la ha puesto sobre la roca desnuda. No la derramó sobre la tierra para que fuese cubierta con el polvo.

Para hacer que mi ira suba y tome venganza, he puesto su sangre sobre la roca desnuda, para que no sea cubierta.

Por tanto, así ha dicho el Señor Jehovah: ¡Ay de la ciudad sanguinaria, pues yo también agrandaré la hoguera!

Amontona la leña, enciende el fuego, alista la carne, vacía el caldo, y que los huesos sean carbonizados.

Luego pon la olla vacía sobre las brasas, para que se caliente y arda su bronce, con el fin de que en ella sea fundida su inmundicia y desaparezca su herrumbre.

“En vano son los esfuerzos. Su mucha herrumbre no sale de ella; su herrumbre no sale ni con fuego.

En tu inmundicia hay infamia, por cuanto te quise purificar, pero no estás purificada de tu inmundicia. No volverás a ser purificada, hasta que yo haya asentado mi ira sobre ti.

Yo, Jehovah, he hablado. Esto vendrá, y lo haré. No cejaré; no tendré lástima ni me pesará. Conforme a tus caminos y a tus obras te juzgaré,” dice el Señor Jehovah.

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