Libros Históricos

Amán trama la destrucción de los judíos

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Ester > Amán trama la destrucción de los judíos (17:3:1 - 17:3:15)

Después de estas cosas, el rey Asuero engrandeció a Amán hijo de Hamedata, el agageo. Lo enalteció y puso su sitial más alto que el de todos los magistrados que estaban con él.

Todos los servidores del rey que estaban a la puerta real se arrodillaban y rendían homenaje a Amán, porque así había mandado el rey con respecto a él. Pero Mardoqueo no se arrodillaba ni le rendía homenaje.

Entonces los servidores del rey que estaban a la puerta real preguntaron a Mardoqueo: “¿Por qué desobedeces la orden del rey?”

Y aconteció que como le hablaban día tras día de esta manera y él no les hacía caso, lo denunciaron ante Amán para ver si las palabras de Mardoqueo se mantendrían firmes; porque él les había declarado que era judío.

Cuando Amán vio que Mardoqueo no se arrodillaba ni le rendía homenaje, Amán se llenó de ira.

Pero tuvo como poca cosa echar mano sólo sobre Mardoqueo, pues ya le habían declarado cuál era el pueblo de Mardoqueo. Amán procuró destruir a todos los judíos, el pueblo de Mardoqueo, que estaban en todo el reino de Asuero.

En el mes primero, que es el mes de Nisán, del año 12 del rey Asuero, fue realizado delante de Amán un pur, es decir, un sorteo, para elegir un día y un mes. Y salió el mes duodécimo, que es el mes de Adar.

Luego Amán dijo al rey Asuero: —Hay un pueblo disperso y diseminado entre los pueblos en todas las provincias de tu reino, cuyas leyes son diferentes de las de cualquier pueblo. Ellos no observan las leyes del rey, y el rey no tiene ventaja en dejarlos vivir.

Si al rey le parece bien, decrétese por escrito que se los destruya, y yo pesaré en manos de los administradores de las obras públicas 10.000 talentos de plata, que serán traídos a los tesoros del rey.

Entonces el rey se quitó el anillo de su mano y se lo dio a Amán hijo de Hamedata, el agageo, enemigo de los judíos.

Y el rey dijo a Amán: —La plata sea para ti, y también el pueblo, para que hagas con él lo que te parezca bien.

Entonces fueron llamados los escribas del rey, el día 13 del mes primero, y conforme a todo lo que mandó Amán se escribió a los sátrapas del rey, a los gobernadores de cada provincia y a los magistrados de cada pueblo. A cada provincia se escribió según su escritura, y a cada pueblo en su idioma. Se escribió en nombre del rey Asuero y se selló con el anillo real.

Y las cartas fueron enviadas por medio de mensajeros, a todas las provincias del rey, para destruir, matar y exterminar a todos los judíos, desde los jóvenes hasta los ancianos, los niños y las mujeres, en un solo día, el 13 del mes duodécimo, que es el mes de Adar, y para tomar botín de ellos.

Una copia del documento debía ser promulgada como ley en cada provincia y debía ser proclamada a todos los pueblos, a fin de que estuviesen preparados para aquel día.

Los mensajeros salieron apresurados por mandato del rey. El decreto fue promulgado en Susa, la capital. Luego el rey y Amán se sentaron a beber, pero la ciudad de Susa estaba consternada.

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Ester promete interceder por su pueblo

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Ester > Ester promete interceder por su pueblo (17:4:1 - 17:4:17)

Mardoqueo supo todo lo que se había hecho. Entonces Mardoqueo rasgó sus vestiduras, se vistió de cilicio y de ceniza, y se fue por la ciudad gritando con fuerza y amargura.

Así llegó hasta la puerta real, pues no estaba permitido pasar por la puerta real vestido de cilicio.

Y en cada provincia y lugar a donde llegaba la orden del rey y su decreto, los judíos tenían gran duelo, ayuno, llanto y lamentación; cilicio y ceniza eran la cama de muchos.

Las jóvenes de Ester y sus eunucos fueron y se lo contaron, y la reina se estremeció muchísimo. Ella envió ropa para vestir a Mardoqueo y quitarle de encima el cilicio; pero él no la aceptó.

Entonces Ester llamó a Hatac, uno de los eunucos que el rey había puesto al servicio de ella, y lo envió a Mardoqueo para saber qué sucedía y por qué.

Hatac salió y fue a Mardoqueo, a la plaza de la ciudad que estaba frente a la puerta real.

Y Mardoqueo le reveló todo lo que le había acontecido, y la cantidad exacta de plata que Amán había dicho que pesaría para los tesoros del rey a costa de los judíos, con tal de destruirlos.

También le dio una copia del documento del decreto que había sido promulgado en Susa para que los judíos fuesen exterminados, a fin de que se la mostrase a Ester, le informase y le encargara que fuese al rey para suplicarle e interceder ante él por su pueblo.

Hatac regresó e informó a Ester de las palabras de Mardoqueo.

Entonces Ester habló a Hatac y le mandó que dijera a Mardoqueo:

“Todos los servidores del rey y el pueblo de las provincias del reino saben que para cualquier hombre o mujer que vaya al rey en el patio interior, sin ser llamado, hay una sola sentencia: Ha de morir, excepto aquel a quien el rey le extienda el cetro de oro, para que viva. Y yo no he sido llamada para ir a la presencia del rey en estos treinta días.”

Cuando dijeron a Mardoqueo las palabras de Ester,

Mardoqueo mandó que respondiesen a Ester: “No te hagas la ilusión de que porque estás en el palacio del rey, serás la única de todos los judíos que ha de escapar.

Si te quedas callada en este tiempo, el alivio y la liberación de los judíos surgirán de otro lugar; pero tú y la casa de tu padre pereceréis. ¡Y quién sabe si para un tiempo como éste has llegado al reino!”

Ester dijo que respondiesen a Mardoqueo:

“Vé, reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí. No comáis ni bebáis en tres días, ni de noche ni de día. Yo también ayunaré con mis damas e iré así al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca.”

Entonces Mardoqueo se fue e hizo conforme a todo lo que Ester le mandó.

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Ester invita al rey y a Amán a un banquete

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Ester > Ester invita al rey y a Amán a un banquete (17:5:1 - 17:5:14)

Aconteció al tercer día que Ester se vistió con su vestido real y se puso de pie en el patio interior de la casa del rey, frente a la sala real. El rey estaba sentado en su trono real en la sala real, ante la puerta de la sala.

Y sucedió que cuando el rey vio a la reina Ester, de pie en el patio, ella obtuvo gracia ante sus ojos. El rey extendió hacia Ester el cetro de oro que tenía en su mano, y Ester se acercó y tocó la punta del cetro.

Entonces el rey le preguntó: —¿Qué tienes, oh reina Ester? ¿Cuál es tu petición? ¡Hasta la mitad del reino te será dada!

Ester respondió: —Si al rey le parece bien, venga hoy el rey con Amán al banquete que le he preparado.

Y el rey dijo: —¡Daos prisa y llamad a Amán para hacer lo que ha dicho Ester! Fueron, pues, el rey y Amán al banquete que Ester había preparado.

Y mientras bebían el vino, el rey preguntó a Ester: —¿Cuál es tu petición? Te será dada. ¿Qué es lo que solicitas? ¡Hasta la mitad del reino te será concedida!

Entonces Ester respondió y dijo: —Mi petición y solicitud es ésta:

Si he hallado gracia ante los ojos del rey, y si al rey le parece bien conceder mi petición y hacer lo que solicito, que venga el rey con Amán al banquete que les he de hacer; y mañana haré conforme a la palabra del rey.

Aquel día Amán salió alegre y contento de corazón. Pero cuando Amán vio a Mardoqueo en la puerta real, y que no se levantaba ni temblaba delante de él, se llenó de ira contra Mardoqueo.

Sin embargo, Amán se contuvo y se fue a su casa. Entonces envió llamar a sus amigos y a Zeres, su mujer.

Y Amán empezó a referirles la gloria de sus riquezas, la multitud de sus hijos, todo con que le había engrandecido el rey, y cómo le había enaltecido sobre los magistrados y los servidores del rey.

Y Amán añadió: —También la reina Ester a ninguno hizo que viniera con el rey al banquete que dio, sino sólo a mí. Además, para mañana yo seré su invitado junto con el rey.

Pero todo esto de nada me sirve cada vez que veo al judío Mardoqueo sentado junto a la puerta real.

Entonces Zeres, su mujer, y todos sus amigos le dijeron: —Que se haga una horca de 50 codos de alto, y por la mañana dile al rey que cuelguen en ella a Mardoqueo. Y entra alegre con el rey al banquete. La idea agradó a Amán, e hizo preparar la horca.

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Amán se ve obligado a honrar a Mardoqueo

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Ester > Amán se ve obligado a honrar a Mardoqueo (17:6:1 - 17:6:14)

Aquella noche se le fue el sueño al rey, y pidió que le trajesen el libro de las memorias, las crónicas, y fueron leídas delante del rey.

Y se halló escrito en él que Mardoqueo había declarado contra Bigtán y Teres, dos eunucos del rey, guardias de la puerta, que habían conspirado para quitar la vida al rey Asuero.

Luego el rey preguntó: —¿Qué honra o qué distinción se le hizo a Mardoqueo por esto? Y los servidores que servían al rey le respondieron: —Nada se ha hecho por él.

Entonces preguntó el rey: —¿Quién está en el patio? Amán había entrado al patio exterior del palacio real para pedir al rey que hiciese colgar a Mardoqueo en la horca que tenía preparada para él.

Y los servidores del rey le respondieron: —He aquí, Amán está en el patio. Y el rey dijo: —Que entre.

Amán entró, y el rey le preguntó: —¿Qué se hará al hombre a quien el rey desea honrar? Amán pensó en su corazón: “¿A quién más deseará honrar el rey, sino a mí?”

Entonces Amán respondió al rey: —Para el hombre a quien el rey desea honrar,

que traigan la vestidura real con que se haya vestido el rey y el caballo en que haya cabalgado el rey, y pónganle una corona real sobre su cabeza.

Que entreguen la vestidura y el caballo por medio de alguno de los oficiales más nobles del rey, y que vistan a aquel hombre a quien el rey desea honrar. Haz que lo paseen a caballo por la plaza de la ciudad y proclamen delante de él: “¡Así se hace con el hombre a quien el rey desea honrar!”

Entonces el rey dijo a Amán: —¡Date prisa, toma la vestidura y el caballo, como has dicho, y haz eso con el judío Mardoqueo que se sienta junto a la puerta real. No omitas nada de todo lo que has dicho.

Entonces Amán tomó la vestidura y el caballo, vistió a Mardoqueo y lo paseó a caballo por la plaza de la ciudad, proclamando delante de él: —¡Así se hace con el hombre a quien el rey desea honrar!

Luego Mardoqueo volvió a la puerta real, y Amán se apresuró a su casa, apesadumbrado y con la cabeza cubierta.

Amán contó a Zeres, su mujer, y a todos sus amigos todo lo que le había acontecido. Entonces, sus sabios y su mujer le dijeron: —Si Mardoqueo, delante de quien has comenzado a caer, es de la descendencia de los judíos, no lo vencerás. ¡De hecho caerás delante de él!

Aún estaban ellos hablando con él cuando llegaron los eunucos del rey, y se apresuraron a llevar a Amán al banquete que Ester había preparado.

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Amán es ahorcado

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Ester > Amán es ahorcado (17:7:1 - 17:7:10)

Fueron, pues, el rey y Amán a comer con la reina Ester.

También este segundo día, mientras bebían el vino, el rey preguntó a Ester: —Oh reina Ester, ¿cuál es tu petición? Te será dada. ¿Qué es lo que solicitas? ¡Hasta la mitad del reino te será concedida!

Entonces la reina Ester respondió y dijo: —¡Oh rey, si he hallado gracia ante tus ojos, y si al rey le parece bien, que me sea concedida mi vida por mi petición y mi pueblo por mi solicitud!

Porque yo y mi pueblo hemos sido vendidos para ser destruidos, muertos y exterminados. Si hubiéramos sido vendidos para ser esclavos y esclavas, yo habría callado; pues tal desgracia no justificaría la molestia al rey

El rey Asuero preguntó a la reina Ester: —¿Quién es ése, y dónde está el que ha concebido hacer tal cosa?

Y Ester respondió: —¡El enemigo y adversario es este malvado Amán! Entonces Amán se llenó de terror en la presencia del rey y de la reina.

El rey se levantó enfurecido, y dejando de beber vino se fue al jardín del palacio. Y Amán se quedó de pie, rogando a la reina Ester por su vida; porque vio que el mal ya estaba decidido para él, de parte del rey.

Cuando el rey regresó del jardín del palacio a la sala donde estaban bebiendo vino, Amán había caído sobre el diván en que estaba Ester. Entonces el rey le dijo: —¿También ha de violar a la reina, estando yo en la casa? En cuanto salió la palabra de la boca del rey, le cubrieron la cara a Amán.

Entonces Harbona, uno de los eunucos al servicio del rey, dijo: —He aquí, hay una horca de 50 codos de alto, que Amán ha hecho en su casa para Mardoqueo, quien había hablado bien acerca del rey. Entonces el rey dijo: —¡Colgadlo en ella!

Así colgaron a Amán en la horca que él había preparado para Mardoqueo. Y se apaciguó la ira del rey.

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