Libros Históricos

Acab y la viña de Nabot

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Primer Libro de Reyes > Acab y la viña de Nabot (11:21:1 - 11:21:29)

Pasadas estas cosas aconteció que Nabot de Jezreel tenía una viña en Jezreel, junto al palacio de Acab, rey de Samaria.

Y Acab habló a Nabot diciendo: —Dame tu viña para que me sirva como huerto de verduras, porque está junto a mi casa, y yo te daré por ella otra viña mejor que ésta. O si te parece mejor, te pagaré su precio en dinero.

Nabot respondió a Acab: —¡Guárdeme Jehovah de darte la heredad de mis padres!

Acab se fue a su casa decaído y enfadado por las palabras que le había respondido Nabot de Jezreel, quien le había dicho: “No te daré la heredad de mis padres.” Se acostó en su cama, volvió su cara y no tomó alimentos.

Jezabel, su mujer, fue a él y le preguntó: —¿Por qué está decaído tu espíritu, y no tomas alimentos?

Y él le respondió: —Porque hablé con Nabot de Jezreel y le dije: “Dame tu viña por dinero; o si te parece mejor, te daré otra viña por ella.” Y él respondió: “No te daré mi viña.”

Su mujer Jezabel le dijo: —¿Tú actúas ahora como rey sobre Israel? ¡Levántate, toma alimentos, y alégrese tu corazón! ¡Yo te daré la viña de Nabot de Jezreel!

Entonces ella escribió cartas en nombre de Acab, las selló con su anillo y las envió a los ancianos y principales que habitaban en su ciudad con Nabot.

Las cartas que escribió decían así: Proclamad ayuno y haced que Nabot se siente frente al pueblo.

Haced que se sienten frente a él dos hombres perversos para que testifiquen contra él diciendo: “¡Tú has maldecido a Dios y al rey!” Entonces sacadlo y apedreadlo, y que muera.

Los hombres de su ciudad, los ancianos y los principales que vivían en su ciudad hicieron como les mandó Jezabel. Conforme a lo escrito en las cartas que ella había enviado,

proclamaron ayuno e hicieron sentar a Nabot frente al pueblo.

Luego vinieron los dos hombres perversos y se sentaron frente a él. Y estos hombres perversos dieron testimonio contra Nabot frente al pueblo, diciendo: —Nabot ha maldecido a Dios y al rey. Lo sacaron de la ciudad y lo apedrearon, y murió.

Después enviaron a decir a Jezabel: “Nabot ha sido apedreado y ha muerto.”

Sucedió que cuando Jezabel oyó que Nabot había sido apedreado y que había muerto, Jezabel dijo a Acab: —Levántate y toma posesión de la viña de Nabot de Jezreel, quien no te la quiso dar por dinero. Nabot ya no vive; ha muerto.

Y sucedió que cuando Acab oyó que Nabot había muerto, se levantó Acab para descender a la viña de Nabot de Jezreel a fin de tomar posesión de ella.

Aconteció que vino la palabra de Jehovah a Elías el tisbita, diciendo:

—Levántate, desciende al encuentro de Acab, rey de Israel, que reside en Samaria. He aquí que está en la viña de Nabot, a donde ha descendido para tomar posesión de ella.

Le hablarás diciendo: “Así ha dicho Jehovah: ¿Has asesinado y también has tomado posesión?” Luego le hablarás diciendo: “Así ha dicho Jehovah: En el lugar donde los perros lamieron la sangre de Nabot, los perros lamerán también tu sangre, tu misma sangre.”

Acab dijo a Elías: —¿Así que me has encontrado, enemigo mío? El respondió: —Te he encontrado, porque te has vendido para hacer lo malo ante los ojos de Jehovah.

Así dice Jehovah: “He aquí, yo traeré el mal sobre ti y te barreré por completo. Eliminaré de Acab a todo varón en Israel, tanto al esclavo como al libre.

Yo haré a los de tu casa como a los de la casa de Jeroboam hijo de Nabat y a los de la casa de Baasa hijo de Ajías, por la provocación con que me has provocado a ira y con que has hecho pecar a Israel.”

También de Jezabel ha hablado Jehovah diciendo: “Los perros comerán a Jezabel en la parcela de Jezreel.

Al que de Acab muera en la ciudad, lo comerán los perros; y al que muera en el campo, lo comerán las aves del cielo.”

No hubo realmente nadie como Acab, que se vendiera para hacer lo malo ante los ojos de Jehovah, pues su mujer Jezabel lo incitaba.

El actuó de manera muy abominable, yendo tras los ídolos, conforme a todo lo que hacían los amorreos, a los cuales Jehovah había echado de delante de los hijos de Israel.

Y sucedió que cuando Acab oyó estas palabras, rasgó sus vestiduras, puso cilicio sobre su cuerpo, ayunó y se acostó con el cilicio; y andaba humillado.

Entonces vino la palabra de Jehovah a Elías el tisbita, diciendo:

—¿Has visto cómo se ha humillado Acab delante de mí? Por cuanto se ha humillado delante de mí, no traeré el mal en sus días; en los días de su hijo traeré el mal sobre su casa.

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Micaías profetiza la derrota de Acab

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Primer Libro de Reyes > Micaías profetiza la derrota de Acab (11:22:1 - 11:22:40)

Tres años pasaron sin que hubiera guerra entre Siria e Israel.

Y aconteció al tercer año que Josafat, rey de Judá, descendió a visitar al rey de Israel.

Entonces el rey de Israel dijo a sus servidores: —¿Sabéis que Ramot de Galaad nos pertenece? ¡Y nosotros no hemos hecho nada para tomarla de mano del rey de Siria!

Luego preguntó a Josafat: —¿Irás conmigo a la guerra a Ramot de Galaad? Y Josafat respondió al rey de Israel: —Yo soy como eres tú, y mi pueblo como tu pueblo, y mis caballos como tus caballos.

Además, Josafat dijo al rey de Israel: —Por favor, consulta hoy la palabra de Jehovah.

Entonces el rey de Israel reunió a los profetas, unos 400 hombres, y les preguntó: —¿Iré a la guerra contra Ramot de Galaad, o desistiré? Ellos respondieron: —Sube, porque el Señor la entregará en mano del rey.

Entonces preguntó Josafat: —¿No hay aquí todavía algún profeta de Jehovah, para que consultemos por medio de él?

El rey de Israel respondió a Josafat: —Todavía hay un hombre por medio del cual podríamos consultar a Jehovah; pero yo le aborrezco, porque no me profetiza el bien, sino el mal. Es Micaías hijo de Imla. Josafat respondió: —No hable así el rey.

Entonces el rey de Israel llamó a un funcionario y le dijo: —Trae pronto a Micaías hijo de Imla.

El rey de Israel y Josafat, rey de Judá, vestidos con sus vestiduras reales, estaban sentados, cada uno en su trono, en la era a la entrada de la puerta de Samaria; y todos los profetas profetizaban delante de ellos.

Sedequías hijo de Quenaana se había hecho unos cuernos de hierro y decía: —Así ha dicho Jehovah: “¡Con éstos embestirás a los sirios, hasta acabar con ellos!”

Y todos los profetas profetizaban de la misma manera, diciendo: —Sube a Ramot de Galaad y triunfa, porque Jehovah la entregará en mano del rey.

El mensajero que había ido a llamar a Micaías le habló diciendo: —He aquí, las palabras de los profetas unánimemente anuncian el bien al rey. Sea, pues, tu palabra como la de uno de ellos, y anuncia el bien.

Pero Micaías respondió: —¡Vive Jehovah, que lo que Jehovah me diga, eso hablaré!

Llegó al rey, y el rey le preguntó: —Micaías, ¿iremos a la guerra contra Ramot de Galaad, o desistiremos? El respondió: —Sube y triunfa, porque Jehovah la entregará en mano del rey.

El rey le dijo: —¿Cuántas veces tengo que hacerte jurar que no me digas sino la verdad en el nombre de Jehovah?

Entonces respondió: —He visto a todo Israel dispersado por los montes como ovejas que no tienen pastor. Y Jehovah dijo: “Estos no tienen señor; vuélvase cada uno a su casa en paz.”

Entonces el rey de Israel dijo a Josafat: —¿No te dije que no profetizaría acerca de mí el bien, sino el mal?

Luego dijo Micaías: —Escucha, pues, la palabra de Jehovah: Yo he visto a Jehovah sentado en su trono; y todo el ejército de los cielos estaba de pie junto a él, a su derecha y a su izquierda.

Entonces Jehovah preguntó: “¿Quién inducirá a Acab, para que suba y caiga en Ramot de Galaad?” Y uno respondía de una manera, y otro respondía de otra manera.

Entonces salió un espíritu, se puso delante de Jehovah y dijo: “Yo le induciré.” Jehovah le preguntó: “¿De qué manera?”

Y él le respondió: “Saldré y seré espíritu de mentira en la boca de todos sus profetas.” Y Jehovah dijo: “Tú lo inducirás, y también prevalecerás. Sal y hazlo así.”

Ahora pues, he aquí que Jehovah ha puesto un espíritu de mentira en la boca de todos estos tus profetas, porque Jehovah ha decretado el mal con respecto a ti.

Entonces se acercó Sedequías hijo de Quenaana y golpeó a Micaías en la mejilla, diciéndole: —¿Por qué camino se apartó de mí el Espíritu de Jehovah, para hablarte a ti?

Y Micaías respondió: —¡He aquí, tú lo verás aquel día, cuando te metas de cuarto en cuarto para esconderte!

Entonces dijo el rey de Israel: —Toma a Micaías y hazlo volver a Amón, alcalde de la ciudad, y a Joás, hijo del rey.

Y di: “El rey ha dicho así: Poned a éste en la cárcel y mantenedle con una escasa ración de pan y de agua, hasta que yo llegue en paz.”

Y Micaías dijo: —Si logras volver en paz, Jehovah no ha hablado por medio de mí. —Y añadió—: ¡Oídlo, pueblos todos!

El rey de Israel subió con Josafat, rey de Judá, a Ramot de Galaad.

El rey de Israel dijo a Josafat: —Yo me disfrazaré y entraré en la batalla; pero tú, vístete con tus vestiduras. Entonces el rey de Israel se disfrazó y entró en la batalla.

Ahora bien, el rey de Siria había mandado a sus treinta y dos jefes de los carros que tenía, diciendo: “No luchéis contra chico ni contra grande, sino sólo contra el rey de Israel.”

Y sucedió que cuando los jefes de los carros vieron a Josafat, dijeron: —¡Ciertamente éste es el rey de Israel! Entonces se dirigieron hacia él para atacarle, pero Josafat gritó.

Y sucedió que al ver los jefes de los carros que no era el rey de Israel, se apartaron de él.

Entonces un hombre tiró con su arco a la ventura e hirió al rey de Israel por entre las junturas de la armadura y la coraza. Y él dijo al que guiaba su carro: —¡Da la vuelta y sácame de la batalla, porque he sido herido!

La batalla arreció aquel día, y el rey fue sostenido en pie en el carro, frente a los sirios. Y murió al atardecer. La sangre de la herida corría hasta el fondo del carro.

A la puesta del sol salió una proclama por todo el campamento, diciendo: —¡Cada uno a su ciudad! ¡Cada uno a su tierra!

Murió, pues, el rey y fue llevado a Samaria; luego sepultaron al rey en Samaria.

Lavaron el carro junto al estanque de Samaria (donde las prostitutas se lavaban), mientras los perros lamían su sangre, conforme a la palabra que Jehovah había hablado.

Los demás hechos de Acab y todo lo que hizo, la casa de marfil y todas las ciudades que edificó, ¿no están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?

Acab reposó con sus padres, y su hijo Ocozías reinó en su lugar.

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Reinado de Josafat

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Primer Libro de Reyes > Reinado de Josafat (11:22:41 - 11:22:50)

Josafat hijo de Asa comenzó a reinar sobre Judá en el cuarto año de Acab rey de Israel.

Josafat tenía 35 años cuando comenzó a reinar, y reinó 25 años en Jerusalén. El nombre de su madre era Azuba hija de Silji.

El anduvo en todo el camino de su padre Asa, sin apartarse de él, haciendo lo recto ante los ojos de Jehovah. Sin embargo, los lugares altos no fueron quitados, pues el pueblo continuaba ofreciendo sacrificios y quemando incienso en los lugares altos.

Josafat también hizo la paz con el rey de Israel.

Los demás hechos de Josafat, el poderío que logró y las guerras que llevó a cabo, ¿no están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?

El eliminó del país el resto de los varones consagrados a la prostitución ritual que habían quedado del tiempo de su padre Asa.

No había entonces rey en Edom; sólo había un gobernador de parte del rey.

Josafat hizo barcos como los de Tarsis, para ir a Ofir por oro. Pero no fueron, pues los barcos se destrozaron en Ezión-geber.

Entonces Ocozías hijo de Acab dijo a Josafat: “Que vayan mis servidores con tus servidores en los barcos.” Pero Josafat no quiso.

Josafat reposó con sus padres y fue sepultado con ellos en la Ciudad de David, su padre. Y su hijo Joram reinó en su lugar.

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Reinado de Ocozías de Israel

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Primer Libro de Reyes > Reinado de Ocozías de Israel (11:22:51 - 11:22:53)

Ocozías hijo de Acab comenzó a reinar sobre Israel, en Samaria, en el año 17 de Josafat, rey de Judá, y reinó 2 años sobre Israel.

El hizo lo malo ante los ojos de Jehovah y anduvo en el camino de su padre, en el camino de su madre y en el camino de Jeroboam hijo de Nabat, quien hizo pecar a Israel.

Sirvió a Baal y lo adoró, y provocó a ira a Jehovah Dios de Israel, conforme a todas las cosas que su padre había hecho.

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Muerte de Ocozías

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Reyes > Muerte de Ocozías (12:1:1 - 12:1:18)

Después de la muerte de Acab, Moab se rebeló contra Israel.

Ocozías se cayó por la celosía de su sala en el piso superior, en Samaria, y quedó malherido. Entonces envió mensajeros diciéndoles: —Id y consultad a Baal-zebub, dios de Ecrón, si he de sanar de esta enfermedad.

Entonces el ángel de Jehovah dijo a Elías el tisbita: —Levántate, sube al encuentro de los mensajeros del rey de Samaria y diles: “¿Acaso no hay Dios en Israel para que vosotros vayáis a consultar a Baal-zebub, dios de Ecrón?

Por tanto, así ha dicho Jehovah: De la cama a la cual subiste no descenderás, sino que ciertamente morirás.” Entonces Elías se fue.

Y cuando los mensajeros regresaron al rey, éste les preguntó: —¿Por qué habéis regresado?

Ellos le respondieron: —Un hombre vino a nuestro encuentro y nos dijo: “Id, regresad al rey que os envió y decidle que así ha dicho Jehovah: ¿Acaso no hay Dios en Israel, para que tú mandes a consultar a Baal-zebub, dios de Ecrón? Por tanto, de la cama a la cual subiste no descenderás, sino que ciertamente morirás.”

Entonces él les preguntó: —¿Qué aspecto tenía aquel hombre que vino a vuestro encuentro y os dijo estas palabras?

Ellos le respondieron: —Era un hombre velludo, que tenía ceñido un cinto de cuero a la cintura. Entonces dijo: —El es Elías el tisbita.

Entonces Ocozías envió a Elías un jefe de cincuenta con sus cincuenta hombres. Este fue a él, y he aquí que él estaba sentado en la cumbre del monte, y le dijo: —Oh hombre de Dios, el rey ha dicho: “¡Desciende!”

Elías respondió y dijo al jefe de cincuenta: —Si yo soy hombre de Dios, que descienda fuego del cielo y te consuma a ti con tus cincuenta. Entonces descendió fuego del cielo y lo consumió a él con sus cincuenta.

El rey volvió a enviarle otro jefe de cincuenta con sus cincuenta, y éste le habló diciendo: —Oh hombre de Dios, el rey ha dicho así: “¡Desciende pronto!”

Elías respondió y les dijo: —Si yo soy hombre de Dios, que descienda fuego del cielo y te consuma a ti con tus cincuenta. Entonces descendió del cielo fuego de Dios y lo consumió a él con sus cincuenta.

Volvió a enviar un tercer jefe de cincuenta con sus cincuenta. Aquel tercer jefe de cincuenta subió, y al llegar se hincó de rodillas ante Elías y le rogó diciendo: —¡Oh hombre de Dios, te ruego que sea de valor a tus ojos mi vida y la vida de estos cincuenta siervos tuyos!

He aquí, ha descendido fuego del cielo y ha consumido a los dos primeros jefes de cincuenta con sus cincuenta. ¡Sea ahora mi vida de valor a tus ojos!

Entonces el ángel de Jehovah dijo a Elías: —Desciende con él; no le tengas miedo. Elías se levantó, fue con él al rey

y le dijo: —Así ha dicho Jehovah: “Por cuanto enviaste mensajeros a consultar a Baal-zebub, dios de Ecrón (¿acaso no hay Dios en Israel para consultar su palabra?), por tanto, de la cama a la cual subiste no descenderás, sino que ciertamente morirás.”

Y Ocozías murió, conforme a la palabra de Jehovah que Elías había hablado. En su lugar comenzó a reinar Joram, en el segundo año de Joram hijo de Josafat, rey de Judá, porque Ocozías no tenía hijo.

Las demás cosas que hizo Ocozías, ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?

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