Y ellos no pudieron declararle el enigma en tres días.
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Y sucedió que en el cuarto día dijeron a la mujer de Sansón: —Persuade a tu marido para que nos interprete la adivinanza. Si no, te quemaremos a ti y a la casa de tu padre. ¿Será que nos habéis invitado aquí para despojarnos?
La mujer de Sansón lloró delante de él y le dijo: —Tú sólo me odias y no me amas. Has propuesto una adivinanza a los hijos de mi pueblo, y no me la has interpretado a mí. El le respondió: —He aquí que ni a mi padre ni a mi madre se la he interpretado, y ¿te la había de interpretar a ti?
Ella lloró delante de él los siete días que ellos tuvieron banquete. Y aconteció que al séptimo día él se la interpretó, porque ella le presionaba. Entonces ella explicó la adivinanza a los hijos de su pueblo.
Y al séptimo día, antes de la puesta del sol, los hombres de la ciudad le contestaron: —¿Qué cosa es más dulce que la miel? ¿Y qué cosa es más fuerte que el león? El les respondió: —Si no hubierais arado con mi vaquilla, no habríais descubierto mi adivinanza.
Entonces el Espíritu de Jehovah descendió con poder sobre él. Y él bajó a Ascalón, mató a treinta hombres de ellos, y tomando sus despojos, dio los vestidos finos a los que habían interpretado la adivinanza. Encendido en ira, regresó a la casa de su padre.
Entonces la mujer de Sansón fue dada a su compañero que le había asistido en sus bodas.
Después de algún tiempo, en los días de la siega del trigo, Sansón fue a visitar a su mujer llevándole un cabrito del rebaño. Y pensó: “Me uniré a mi mujer en el cuarto.” Pero el padre de ella no le dejó entrar.
El padre de ella dijo: —Pensé que la aborrecías del todo y se la di a tu compañero. Pero su hermana menor, ¿no es más hermosa que ella? Tómala, por favor, para ti en su lugar.
Sansón le respondió: —¡Esta vez yo quedaré sin culpa ante los filisteos, si les hago algún mal!
Sansón se fue, atrapó 300 zorras, tomó teas, y atando las zorras por las colas, puso una tea entre cada dos colas.
Después prendió fuego a las teas, soltó las zorras en los trigales de los filisteos, y quemó las gavillas y la mies por segar, y hasta las viñas y los olivares.
Entonces los filisteos preguntaron: —¿Quién ha hecho esto? Y les respondieron: —Sansón, el yerno del timnateo, porque éste le quitó su mujer y se la dio a su compañero. Los filisteos fueron y quemaron a la mujer y a su padre.
Entonces Sansón les dijo: —Puesto que habéis actuado así, ¡ciertamente no pararé hasta haberme vengado de vosotros!
Entonces les golpeó en el muslo y en la cadera, con gran mortandad. Luego descendió y habitó en la cueva de la peña de Etam.