Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Jueces > Débora y Barac derrotan a Sísara (7:4:1 - 7:4:24)
Después de la muerte de Ehud, los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehovah.
Entonces Jehovah los abandonó en mano de Jabín, rey de Canaán, el cual reinaba en Hazor. El jefe de su ejército era Sísara, y habitaba en Haroset-goím.
Los hijos de Israel clamaron a Jehovah, porque aquél tenía 900 carros de hierro y había oprimido con crueldad a los hijos de Israel durante veinte años.
En aquel tiempo gobernaba a Israel Débora, profetisa, esposa de Lapidot.
Ella solía sentarse debajo de la palmera de Débora, entre Ramá y Betel, en la región montañosa de Efraín. Y los hijos de Israel acudían a ella para juicio.
Entonces ella mandó llamar a Barac hijo de Abinoam, de Quedes de Neftalí, y le dijo: —¿No te ha mandado Jehovah Dios de Israel, diciendo: “Vé, toma contigo a 10.000 hombres de los hijos de Neftalí y de los hijos de Zabulón, reúnelos en el monte Tabor,
y yo atraeré hacia ti, al arroyo de Quisón, a Sísara, jefe del ejército de Jabín, con sus carros y sus escuadrones, y lo entregaré en tu mano”?
Barac le respondió: —Si tú vas conmigo, yo iré. Pero si no vas conmigo, no iré.
Ella le dijo: —¡Ciertamente iré contigo! Sólo que no será tuya la gloria, por la manera en que te comportas; porque en manos de una mujer entregará Jehovah a Sísara. Débora se levantó y fue con Barac a Quedes.
Entonces Barac convocó a Zabulón y a Neftalí en Quedes, y le siguieron 10.000 hombres. Y Débora fue con él.
Heber el queneo se había apartado de los queneos descendientes de Hobab, suegro de Moisés, y había ido instalando sus tiendas hasta la encina de Zaananim, que está junto a Quedes.
Cuando comunicaron a Sísara que Barac hijo de Abinoam había subido al monte Tabor,
Sísara reunió todos sus carros, 900 carros de hierro, con todo el pueblo que estaba con él, desde Haroset-goím hasta el arroyo de Quisón.
Entonces Débora dijo a Barac: —¡Levántate, porque éste es el día en que Jehovah ha entregado a Sísara en tu mano! ¿No ha salido Jehovah delante de ti? Barac descendió del monte Tabor con los 10.000 hombres detrás de él.
Y Jehovah desbarató a filo de espada a Sísara con todos sus carros y todo su ejército, delante de Barac. Sísara mismo se bajó del carro y huyó a pie.
Entonces Barac persiguió los carros y al ejército hasta Haroset-goím. Todo el ejército de Sísara cayó a filo de espada hasta no quedar ni uno.
Sísara huyó a pie a la tienda de Jael, mujer de Heber el queneo, porque había paz entre Jabín, rey de Hazor, y la casa de Heber el queneo.
Jael salió para recibir a Sísara y le dijo: —¡Ven, señor mío! Ven a mí; no tengas temor. El entró en la tienda con ella, y ella le cubrió con una manta.
Y él le dijo: —Por favor, dame un poco de agua, porque tengo sed. Ella abrió un odre de leche y le dio de beber, y lo volvió a cubrir.
Entonces él le dijo: —Quédate a la entrada de la tienda, y si alguien viene y te pregunta diciendo: “¿Hay alguno aquí?,” responderás que no.
Pero Jael, mujer de Heber, tomó una estaca de la tienda, y tomando un mazo en su mano fue a él silenciosamente y le metió la estaca por las sienes, clavándola en la tierra, mientras él estaba profundamente dormido y agotado. Así murió.
Y he aquí que cuando Barac venía persiguiendo a Sísara, Jael salió a su encuentro y le dijo: —Ven, y te mostraré al hombre que buscas. El entró con ella, y he aquí que Sísara yacía muerto con la estaca clavada en su sien.
Así sometió Dios aquel día a Jabín, rey de Canaán, ante los hijos de Israel.
Y la mano de los hijos de Israel comenzó a endurecerse más y más contra Jabín, rey de Canaán, hasta que lo destruyeron.